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Revista Ideele N°282. Octubre 2018Quizás esta haya sido la campaña más atípica que recordemos. Dos semanas antes de las elecciones municipales y regionales del año 2.018 -que culminarían en Lima con el triunfo de Jorge Muñoz, con 13 alcaldías distritales para Acción Popular por arrastre y sólo dos para Solidaridad Nacional- muy pocos estaban en modo electoral. Las campañas no enganchaban a la gente y nadie quería preocuparse por quien votar. La cosa era alarmante. Los Cuellos Blancos del Callao se llevaban toda la atención tanto de la prensa como del público y las elecciones siempre fueron segundo plano. Hasta 14 días antes. Con el primer debate el tema se movió por resortes. Se movió la agenda pública y allí nos pusimos las pilas y empezamos a definir el voto.
Hasta ese entonces, se trataba de unas elecciones que iban casi en piloto automático. Con un candidato puntero por más de un año y con segundos fluctuantes. Hasta Lay tenía esperanzas hasta agosto. En este mes, un candidato no figuraba en los sondeos de manera relevante: Muñoz (2% de intención de voto para Ipsos) y Urresti alcanzaba ya un 9%. Lo que sí era interesante es cómo la intención de voto blanco y viciado y la indecisión eran claramente los ganadores. Estos tres indicadores recién se resolvieron al final.
Contrario a lo que algunos señalaban, no consideramos que la campaña estaba estancada. Creemos que la campaña no había iniciado de manera real, al menos como la gente recuerda una campaña electoral. El efecto del cuidado en el financiamiento de la campaña ha cambiado el panorama notablemente. Por ello la campaña no prendió nunca. Solo hasta el debate. Y el gran perdedor, Reggiardo, contribuyó a levantar la campaña con su ausencia. Mientras que Muñoz capitalizó adecuadamente el espacio sabiendo que Beingolea y Velarde, dos candidatos que le podrían pelear su potencial caudal, recién se presentarían la siguiente semana. Entonces, en un escenario en el que la campaña inicia, la percepción de ganador a muy poco tiempo de la elección lo hizo subir muy rápido.
¿Y si Lima-Flores no era tan malo?
A partir de esta primera reflexión, existirán muchas hipótesis de por qué ganó Muñoz en Lima. Yo trataré de explicarlo con algunos números e ideas. Pero lo primero es que sí hubo una ola muy fuerte y rápida que llevó a Muñoz a subir 10 puntos apenas el debate y 30 puntos en dos semanas. Brutal. Hubo un espacio para que esto sucediera y que nadie vio. Un espacio para una candidatura diferente a la de Reggiardo, Urresti o Belmont. Quizás si Muñoz Velarde y Beingolea hacían una coalición por Lima habrían consolidado un espacio más sólido. ¿Algún día entenderemos por qué nos permitimos 20 candidatos en una elección así? En fin…
Muñoz. Ganó. No solamente ganó, arrasó. Sólo perdió en 3 distritos de Lima. De la última encuesta publicada por Ipsos de fines de septiembre, podemos deducir su base electoral más firmemente. ¿De dónde viene el voto de Muñoz? Hay datos interesantes:
– Como es lógico, del NSE A/B. En Lima pesa casi el 30%. Al haber tenido Muñoz un voto muy fuerte en los distritos más representativos de estos niveles, amplió la brecha.
– Jóvenes. La proporción de votantes entre los 18 y los 24 años que votaron por Muñoz sería muy amplia también. Se trataría de un segmento que sí habría tenido su voto más orientado antes de las elecciones.
– La Lima tradicional y la Lima moderna. Que son distritos donde Muñoz sac{o una ventaja más que considerable.
Lo interesante de este análisis es que por el contrario, los votantes de Reggiardo y Urresti se disputaban los mismos segmentos: NSE D/E, Lima Sur y Lima Norte, ex votantes de Castañeda, etc. Sin un candidato como Urresti, quizá Reggiardo no hubiese perdido tanto en los 14 días de campaña.
Tenemos también algunos datos ya de resultados electorales:
– El distrito que más contribuye con votos a Muñoz es Surco (aporta 9% del total de los votos que tiene). Le sigue nada menos que San Martín de Porres (8%, y representa el 7% del padrón electoral).
– Viéndolo por “Limas”, la Lima central-tradicional-moderna-como-quieran-llamarla aporta cerca del 40% del voto total de Muñoz (cuando son el 27% del padrón electoral). Los distritos del Este quedan en segundo lugar con 23%.
– Los distritos donde proporcionalmente arrasa Muñoz son Miraflores (68.5% de votos válidos) y San Isidro (68.3%, toma Velarde).
Qué fue lo que hizo que Muñoz capitalizara el voto y que le permitiera ganar en todos los distritos de Lima (salvo 3). ¿No será que Lima-Flores nos molestó más a nosotros y menos a quienes creímos les iba a molestar? ¿Y si es un mensaje que captó mejor de lo que creemos una aspiración de ciudad? Confieso que no lo sé.
¿Arrastra o cruza el voto el limeño?
Otra de las cosas que deja esta elección es si Muñoz gana por AP o si AP gana con Muñoz. Algunos datos que esclarecen esto:
– AP no presentó candidato distrital en 8 distritos. En 6 de ellos ganó Muñoz para la provincial.
– AP gana municipios distritales en 13 distritos de Lima. En todos ellos, gana Muñoz.
– En 20 distritos de Lima donde tiene candidato y Gana Muñoz, AP pierde la distrital. En seis de ellos queda segundo, pero en 14 queda tercero, cuarto, quinto e incluso sexto.
Entonces, ¿arrastre? Muy posiblemente sí, pero tampoco tanto. Quizás las sorpresas con respecto a Surco, San Isidro, frente a lo que las encuestas habían dado generan mayor sensación de la que es. Los distritos donde AP ha tenido mayor votación proporcional: San Borja (57% por el distrital / 66% por Muñoz); Jesús María (44% / 58%), San Isidro (39% / 68%). Los que menos: Villa El Salvador (8% / 26%), Independencia (9% / 26%); Chaclacayo (10% / 34%).
Entonces, claramente gana AP con Muñoz más que viceversa.
En resumen:
– Hemos visto una campaña muy corta, quizá la más corta de todas.
– En esta brevedad, el golpe de fuerza de un candidato ya lo hizo imparable.
– No hubo solo un voto “pituco”. Muñoz ganó en todo Lima.
Hubo arrastre, que permitió que AP gane 13 distritos en Lima. Aun cuando las encuestas previas no lo habían registrado.
(REVISTA IDEELE N° 282, OCTUBRE DEL 2018)
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