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Revista Ideele N°287. Agosto 2019China y los EE.UU. tenían una interesante integración económica simbiótica conocida como “Chinamérica”, donde China compraba bonos del Tesoro de los EE.UU. y con esos ingresos los EE.UU. importaban mercancías baratas de China. Todo esto ha colapsado con la declaración de guerra económica y tecnológica de Trump a China.
Trump ha destruido “Chinamérica,” creyendo que gracias a las nuevas elevadas tarifas a las mercancías chinas, recolectará más fondos para el Tesoro de los EE.UU. Trump se equivoca, porque las nuevas tarifas las van a pagar los consumidores norteamericanos. También van a perjudicar a las compañías norteamericanas establecidas en China que exportan a los EEUU.
Además, China tiene un gran poder de represalia, no solo alzando tarifas a los productos agrícolas de los EE.UU., sino vendiendo bonos de Tesoro de los EE.UU. en gran cantidad. China ha acumulado estos bonos por un valor de un $1 trillón de dólares; si China comienza venderlos por todos los mercados financieros devaluará seriamente la confianza en el valor del dólar. Encima de esto, China puede ejercer también como represalia no usar el dólar en sus enormes compras de petróleo. Estas dos represalias, hasta ahora no usadas, que tiene China pueden ser el inicio del hundimiento del dólar como moneda de reserva internacional.
Hasta ahora, EE.UU. está perdiendo su guerra económica contra China, ya que sus aliados Europeos no lo apoyan. Al contrario, se han opuesto oficialmente a las guerras comerciales a través de la Unión Europea. La guerra comercial desatada por Trump contra China esta así dividiendo a los EE.UU. de Europa.
Si Maquiavelo viviera, le recomendaría a los EEUU y a China, que en vez de dividir el mundo, negocien sus zonas de influencia económicas-tecnológicas y se unan políticamente para luchar contra tres plagas que hoy azotan al mundo, como son el cambio climático, la proliferación nuclear y el terrorismo islámico.
Uno de los hechos más notorios de que EE.UU. está perdiendo su guerra económica contra China es la enorme relación económica que esta ha logrado con América Latina. China ha ocupado lo que EE.UU. considera su “Patio”. En efecto, no solo ha desarrollado un enorme comercio con América Latina, sino que está efectuando inversiones, préstamos y créditos que superan a los de los EE.UU. Entre el 2005 y 2017 ha otorgado nada menos 141 billones de dólares en préstamos a la América Latina.
En Sudamérica, Argentina Brasil, Chile y Perú son hoy grandes socios comerciales y financieros de China. Además, el Perú, con la construcción con China del puerto de Chancay y con el proyecto del tren de Sao Paulo a ĺlo, ganará una gran renta estratégica global, al convertirse en el gran puerto de toda Sudamérica para la región Asia-Pacifico.
En la guerra tecnológica, los EE.UU. han tomado la ofensiva, negándole, por razones de seguridad nacional, el acceso a su mercado a la empresa china Huawei y su super veloz tecnología telefónica celular de quinta generación llamada 5G.
Sin duda, los EEUU pronto tendrán su propia tecnología 5G, y esto traerá consigo un mundo partido en dos en tecnología celular de quinta generación. Ya hay muchos países europeos interesados en la nueva tecnología telefónica celular G5 de Huawei. También es de suponer que Sudamérica optaría por Huawei por su bajo precio.
Es muy posible que la mayoría del mundo prefiera Huawei porque será más accesible por su precio, salvo que los EE.UU. condicionen, por seguridad nacional, que solo hará negocios con los países que utilicen tecnología 5G norteamericana.
Que el mundo se divida en el comercio, las finanzas y la tecnología celular 5G, no será bueno para nadie, porque esta división nos llevará gradualmente a una nueva Guerra Fría, que no será solo económica y tecnológica, sino que terminará por ser ideológica, entre el modelo económico- político de China de capitalismo de Estado, partido único, y presidencia vitalicia y el capitalismo privado y la democracia electoral y multipartidaria de los EE.UU., Europa, Japón, la India, Taiwán, Corea del Sur Australia, Nueva Zelandia y países latinoamericanos.
Si Maquiavelo viviera, le recomendaría a los EE.UU. y a China, que en vez de dividir el mundo, negocien sus zonas de influencia económicas-tecnológicas y se unan políticamente para luchar contra tres plagas que hoy azotan al mundo, como son el cambio climático, la proliferación nuclear y el terrorismo islámico.
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