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Revista Ideele N°305. Agosto-Setiembre 2022Lo que no funciona es el estatismo. Las socialdemocracias (socialismos democráticos) escandinavas contradicen a quienes sostienen el fracaso del socialismo. No sólo en el plano político y socioeconómico, sino que son los países con mayor índice de felicidad en el mundo.
El socialismo ha conseguido algo que en el siglo XIX parecía imposible: humanizar el capitalismo. Las 8 horas diarias, las vacaciones, los beneficios sociales y la jubilación fueron conquistas sindicales del siglo XX a las que se cedió por miedo al socialismo.
Así como desde la izquierda más radical se acusa al conservadurismo de fascismo, desde la rancia derecha conservadora hay una malintencionada confusión entre socialismo y estatismo. La necesidad de caricaturizar al contrario ha llevado a que algunos diccionarios consideren el estatismo como parte de la definición de socialismo confundiéndolo con marxismo, que ciertamente es un tipo de socialismo, pero no el único.
En el fondo, lo que hay es un enorme deseo de desacreditar al socialismo confundiéndolo con el estatismo, que como queda claro en el diagrama de Nolan (ver más arriba), son ejes diferentes. Ser de izquierda no implica ser estatista, como tampoco ser de derecha significa ser contrario al estatismo. El liberalismo, puede ser de izquierda, aunque a muchos liberales eso los aterre. En un congreso liberal realizado aquí en Lima hace unos años, algunos de los asistentes acusaron a Vargas Llosa de ser un liberal de izquierda, porque en su discurso final les dijo que el liberalismo servía para hacer la sociedad más justa y equitativa, cuando ellos en sus ponencias anteriores habían sostenido que el liberalismo no se ocupaba de esas cosas. Por supuesto que no se atrevieron a decírselo en voz alta.
La socialdemocracia es un socialismo democrático, es decir que es una doctrina preocupada por la justicia social, pero que abandonó hace muchos años la doctrina marxista de planificación centralizada de la economía y la propiedad estatal de los medios de producción para aceptar la democracia como forma de gobierno y el libre mercado regulado muy de cerca por un estado pequeño, pero poderoso.
En nuestros tiempos, no hay contraposición entre economía de mercado y socialismo, sino entre la primera y el estatismo. También la habría entre socialismo marxista y economía de mercado, pero como ya indiqué el socialismo no es sólo marxista, es más el término (socialismo) es anterior a Marx y lleva impresa la preocupación por lo social, por los más necesitados. Marx, calificaba el suyo como ‘socialismo científico’ para diferenciarlo de los que él llamaba ‘socialismos utópicos’ (ejem. Proudhon y Saint-Simon). Hoy el marxismo-leninismo es obsoleto y desde el fracaso de la Unión Soviética (marcado por la caída del Muro de Berlín), incluso antes, ha evolucionado en varias vertientes: 1. La neomarxista y 2. La socialdemocracia, que se reconocen como hijas del marxismo, aunque con grandes modificaciones. La primera se concentra en el Marx joven y desdeña los aportes de Engels, mientras la segunda reconoce la necesidad de la democracia y de la economía de mercado, aunque fuertemente regulada por el Estado. Esta última (sodialdemocracia) ha tenido mucha influencia en los países que se dicen capitalistas, como Estados Unidos, el Reino Unido e incluso más en la Europa continental, en especial en Escandinavia y también en las economías asiáticas.
Estado de bienestar no es –como alguien ha supuesto– sinónimo de socialdemocracia, aunque algunas de éstas lo hayan implementado. Por ejemplo, Francia, lo hizo no siendo en estricto una socialdemocracia. Lo que ha ocurrido es que, frente al tremendo éxito de la socialdemocracia, cierto sector de la derecha ha decidido que es mejor no considerarla socialista, cuando el nombre deviene de socialismo democrático.
Agregaré –no sin ironía, para mostrar que no es sólo mi opinión, ni es minoritaria y que más bien es un intento de algunos sectores conservadores de acomodarse para no tener al frente un modelo exitoso– que en los Estados Unidos y en general en el mundo capitalista se considera al senador Bernie Sanders, quien ha intentado ser candidato presidencial, como socialista, cuando lo que, reiteradamente, él ha declarado es que lo que quiere para su país es un socialismo como el de los países escandinavos.
Entonces, ¿en qué quedamos: son socialistas o sólo lo es Sanders? Increíblemente, a Sanders no solo se le considera socialista, sino incluso extremista. Y como ocurre en el Perú desde la extrema derecha, algunos también lo llaman comunista.
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