Surgimiento y caída de la URSS

Escrito por Revista Ideele N°305. Agosto-Setiembre 2022

El multinacional imperio zarista fue, durante todo el siglo XIX, el baluarte de la reacción. Sus tropas entraron en toda Europa debelando las revoluciones democráticas. Por ejemplo, apoyaron a los emperadores Austro-Húngaros contra las rebeliones polacas y húngaras en 1848-50. Algo cambió, sin embargo, en la Guerra de Crimea 1854-55, cuando todos los imperios occidentales, como el Austro-Húngaro, apoyaron a los imperios inglés y francés para impedir que Rusia pudiera conquistar Constantinopla y os estrechos, impedir que Rusia se convirtiera en una potencia mediterránea. Como en Tsushima en 1905, la guerra demostró las falencias del ejército zarista, de su cuerpo de oficiales, de su industria de guerra. Y Austria, que ocupaba la Galicia polaco ukrainiana, desde ese momento promovió al nacionalismo ukrainiano antiruso y antipolaco, como forma de contrarrestar el creciente nacionalismo polaco dentro de sus fronteras.

En el autocrático Imperio Zarista, la derrota de Tsushima abrió la oportunidad de cierta democratización con las elecciones a varias Dumas previo a la Guerra Mundial. Cuatro grupos captaron la votación: las centurias negras (zaristas a ultranza que se oponían a la propia existencia de la Duma), el Partido Constitucional Democrático (KDP-Kadetes, liberales burgueses que deseaban ciertas reformas dentro del sistema), las asociaciones nacionales polaca y musulmana, y a la izquierda el Partido Socialista Revolucionario (SRP-eseristas) y los trudoviques (que proponían reformas al sistema latifundario que asolaba a los campesinos).  Los últimos concentraron votación en zonas rurales de minorías nacionales.

El periodo 1905-1917 vio el desarrollo de centenares de organizaciones políticas de todo tipo entre los 140 millones de habitantes del Imperio Zarista. En los extremos, como Polonia, las votaciones estaban concentradas en partidos burgueses, con minorías de socialistas nacionalistas como el Partido Socialista Polaco de Pilsudsky (del cual se separó la revolucionaria Social Democracia del Reino de Polonia y Lituania de Rosa Luxemburgo y Fálix Dzherzinsky), o en Georgia, donde la sección local del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso-menchevique (POSDR-m) alcanzó decenas de miles de militantes, o en Armenia, donde la Federación Revolucionaria Socialista (Dashnaksyutyun o Dashnaks) tuvo membresía de decenas de miles. De las asociaciones musulmanas surgieron partidos locales como el Musavat en Azerbaizhan (entre los entonces denominados Tatar caucasianos), o Alash Orda entre Kazajos (entonces denominados Kirgyzes). En la mayoría del imperio, los grupos nacionales entraron en el Partido Eserista, y algo menos en el POSDR-m.

En todo el imperio (menos Polonia, Finlandia y el Báltico), incluso en zonas de minorías nacionales, la mayoría de la población urbana era mayoritariamente rusa y judía. Entre los judíos, tres orientaciones: una mayoría religiosa que no entraba en política, una minoría sionista, y la Federación Socialdemócrata Judía (Bund), que concentraba el voto judío urbano.

En febrero de 1917, el POSDR bolchevique no contaba, entre el imperio y el exilio, con más de 2 mil militantes, férreamente dirigidos por un tal Vladimir Ulianov, con apoyo de su mano derecha, un joven georgiano conocido como Stalin (de acero), que se encargaba de todo lo relacionado con la parte organizativa.

Derrotas militares y Revolución en Rusia

Como siempre, el ejército zarista demostró que, fuera de algunos oficiales que se tomaron su profesión en serio, no estaba a la altura de la guerra: la corrupción y la incapacidad proliferaban, empezando por la cabeza el zar Nicolás II, un completo incompetente, lo que llevó a derrotas en muchos frentes ante los ejércitos austrohúngaro y germano. Ello llevó a que incluso parte de la nobleza y la burguesía liberal, así como del generalato consideraran el desplazamiento del zar para tener un manejo más competente de la guerra. La Revolución de Febrero estuvo orientada a reemplazar al Zar por otro noble, no a declarar la república, pero ningún pariente del zar quiso ocupar su lugar, por lo que la declaración de la República por los golpistas fue inevitable, a partir de la última Duma electa, de entre cuyos miembros centuriones y Kadetes y se formó el primer gobierno, con apoyo de trudoviques (encabezados por un tal Kerensky).

Pero resultó que la ineptitud no era patrimonio de la nobleza, todas las fuerzas de derecha fueron incapaces de tener un mejor manejo de la defensa, de organizar la logística para alimentar las ciudades (cuya población se incrementó con millones de campesinos convertidos en obreros de la industria de guerra) y el ejército. Las requisas a los campesinos al mismo tiempo generaron rechazo total, agudizando el problema del hambre.

Para peor, el derrocamiento del zar generó un clima de libertad nunca antes visto, lo que permitió que centenares de periódicos de toda orientación pulularan en todos los confines del imperio. Y, las hasta entonces timoratas demandas de autonomía cultural (establecimiento de escuelas en idioma local), dieron paso a demandas de autonomía geográfica etnonacional entre los eseristas, mencheviques, Dashnaks, musavatistas y Alash. Se crearon consejos (soviets) como forma de organizar la logística y la administración, ante las falencias del estado, entre campesinos, soldados, obreros, en todo el imperio y en todos los frentes, soviets encabezados por mencheviques y eseristas inicialmente.

Mientras tanto, en una lejana y apacible Suiza, Ulianov se vio sorprendido por los hechos de febrero, y rápidamente aceptó la oferta del Estado Mayor del Ejército Imperial Alemán, de darle centenares de millones de rublos (manejados por el muy organizado Stalin) y darle en marzo de 1917 paso libre hacia Rusia a través del territorio Alemán y Sueco (en el famoso tres sellado, donde toda la dirección exiliada bolchevique pudo retornar a Finlandia, entonces parte del Imperio Zarista, pero con un sistema legal más liberal, como que ahí fue el primer lugar del mundo donde las mujeres tuvieron el derecho al voto en 1904). De pronto, con los millones germanos, los 2 mil bolcheviques pudieron formar centenares de periódicos en todo el imperio, y ganar miles de adeptos con su prédica radical entre marzo y setiembre.

La incapacidad burguesa y noble, mientras tanto, llevó a que el gobierno republicano ruso tuviera repetidos cambios, volviéndose cada vez más izquierdistas, entrando primero los trudoviques encabezados por Kerensky, y luego mencheviques y eseristas, en el mismo. Esto obviamente generó rechazo en el generalato zarista, de manera tal que entre julio y octubre hubo varios intentos de golpe militar, derrotados por la guarnición militar de San Petersburgo junto a los obreros armados (los guardias rojos). El prestigio bolchevique entre soldados y obreros creció porque fueron los únicos que se opusieron firmemente a los golpes contrarrevolucionarios, los únicos que proponían la paz como solución a los problemas de la guerra, los únicos que proponían la destrucción del latifundio. Trudoviques, mencheviques, eseristas de derecha, que se habían llenado la boca de revolución por 20 años, de pronto en el gobierno se opusieron a medidas de ese tipo, para continuar una guerra cada vez más impopular entre militares y población civil. Esto llevó a un cambio en la correlación de fuerzas entre el Primer y el Segundo Congreso de Soviets de toda Rusia, donde los bolcheviques de ser una inexistentes pasaron a ser pluralidad junto a los eseristas de izquierda (los eseristas que sí se tomaron en serio las proclamas revolucionarias), y en la Comisión Militar Central de los soldados de la guarnición de San Petersburgo.

En provincias, mientras tanto, mencheviques y eseristas, con los diputados a la duma locales, formaron órganos como la Rada (Congreso) en Ukraina, que, sin poder real frente al ejército y la estructura estatal zarista, hacían reclamos de cada vez mayor autonomía, y empezaron a ser escuchados entre las tropas de su etnicidad. Y reclamaban como suyos territorios hasta entonces nunca considerados como parte histórica del territorio de las fronteras (U-Krayina-en la frontera entre los imperios polaco, zarista y otomano-tatar krimeano), como el Dombas o las costas de los mares Negro y Azov (hasta 1700 parte del Janato de Krimea, desde 1780s parte del Imperio Zarista como  Novorossiya-Nueva Rusia).

En este ambiente confuso y complicado, Lenin (el mencionado Ulianov) y un tal judío Bronshtein (más conocido como Trotsky, hasta ese momento enemigo mortal de Lenin, pero que se unió a los bolcheviques en julio del 17, como decenas de miles de otros mencheviques y eseristas), contra la opinión de la mayoría de los dirigentes viejos bolcheviques, y con el apoyo de los eseristas de izquierda, ven una oportunidad, como también la vieron los mencheviques georgianos encabezados por Tsereteli, los eseristas ukrainianos encabezados por Pletyura o los Dashnaks armenios: tomar el poder en sus manos de un Imperio Ruso descompuesto. Así, un 7 de noviembre, el Segundo Congreso de los Soviets declara disuelta la República Rusa y proclama la Rusia Soviética, y da los famosos decretos de la Paz y de la Tierra. En todos los confines del imperio, los soviets encabezados por los bolcheviques se declaran parte de la Rusia Soviética.

Guerra civil y creación de la URSS

La Guerra Civil se inicia, pues los generales zaristas aún comandaban ingentes tropas no contaminadas por los soviets. Visto entre la espada y la pared, entre tropas germanas avanzando y destruyendo soviets y ejércitos zaristas atacando el poder soviético en todos los confines del imperio, Lenin, contra la opinión de bolcheviques y eseristas, impone en Marzo de 1918 la firma de la Paz de Brest Litovsk, por los que da a Alemania todo el control de Belarus, Latvia, Ukraina, Crimea y Novorossiya-Dombas, a cambio de poder tener libres las manos para crear un ejército de campesinos y obreros que pudiera enfrentar a os ejércitos zaristas (autodenominados blancos). Los alemanes usan mano de eseristas locales para dar legitimidad a su ocupación militar, y éstos aprovechan para armar protoestados en Belarus y Ukraina.

Lenin, un político realista como pocos, reconoce que sin el apoyo de las poblaciones no rusas la revolución está perdida. Y contra la opinión de viejos y nuevos bolcheviques como Stalin y Trostky y de sus aliados eseristas de izquierda, así como de eseristas de derecha y mencheviques rusos (que inicialmente se aliaron a los generales blancos), acepta las demandas más extremas de los políticos nacionalistas no rusos: reconoce las independencias de Finlandia y Polonia, y acepta las demandas de autonomía territorial administrativa a las que por 20 años se opuso férreamente: eso le gana a los bolcheviques el favor de miles de políticos eseristas no rusos, de miles de políticos no rusos, que, inicialmente, apoyaron a los generales blancos, pero viendo que éstos estaban sólo interesados en reinstaurar un zarismo ultranacionalista ruso, no les queda más remedio que unirse a los bolcheviques. Surge así el 1918 la República Federativa Soviética Rusa, con decenas de unidades étnica federadas a su interior. De hecho, cuando se gana la Guerra a los generales zaristas en Europa en 1920, Lenin ordena que Novorosiya y Dombas (contra la opinión de los bolcheviques locales), sean incorporados en la República Socialista Soviética de Ukraina, a pesar de casi no contar con población ukrainiana. Así mismo ordena que las repúblicas del Asia Central, que eran parte de la Rusia Soviética, fueran desgajadas de ella y convertidas en repúblicas soviéticas separadas. En 1922 se forma la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

La URSS, y el Ejército Rojo, no se forman sobre el aire. El 90% de la oficialidad y suboficialidad del Ejército Rojo estaba compuesto por viejos oficiales y suboficiales del ejército zarista. A pesar de la migración de casi 3 millones de rusos blancos, el estado soviético se formó sobre la base del estado zarista, así como la Comisión Extraordinaria (Cheka-futuro servicio de inteligencia soviético), se formó sobre a base de la Ojrana zarista, la policía de seguridad del zar. Con ello, este estado tenía las taras de sus funcionarios que venía de la época zarista: nacionalismo ruso, arribismo, tendencia a maquillar estadísticas e informes para satisfacer al zar (o al Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética-heredero de los bolcheviques), en muchos casos incompetencia que se maquillaba con sobonería y falsas estadísticas. Sin embargo, este estado logró legitimidad ante todo porque realizó la reforma agraria, destruyendo el sistema de latifundios de la noblezas rusa, polaca, etc. Y la revolución liberó energías sociales gigantescas, que se tradujeron en campañas masiva de alfabetización, en una apertura de la educación superior a toda la población, en apoyo social masivo a la necesaria industrialización forzada del país.

Los antecedentes del sistema de mentiras

En vida, Lenin dio dos pasos que tuvieron consecuencias funestas luego: primero, tras el intento de golpe de estado de los eseristas de izquierda en julio de 1918, prohibió en la Rusia soviética otro partido que no sea el bolchevique, y tras la rebelión de Kronshtad de 1921 prohibió las facciones dentro del propio partido bolchevique. Las facciones sin embargo persistieron durante toda la década del 1920, y ello dio a esa década cierto grado de libertad dentro de la URSS; se aplicó la política de korenizatsiya (etnificación), por la cual se promovió en todas las regiones no rusas la alfabetización en idiomas locales, y se desarrolló el teatro, la radiodifusión, la prensa en lenguas locales, con el apoyo de la mayoría de las poblaciones e intelectualidad no rusas.  Los problemas del país se discutían abiertamente en la prensa, en congresos locales, en el Congreso de los Soviets.

Pero, por lo bajo, la lucha fratricida entre los viejos dirigentes bolcheviques por quién tendría el poder tras la muerte de Lenin, un hábil Stalin ponía en cargos de dirección a leales suyos, y creaba un entorno político donde las opiniones contrarias a las del Secretario General se consideraban contrarrevolucionarias, y reprimibles. Y creó un culto a la personalidad, empezando por el culto a Lenin, ocultándose hechos como el apoyo germano a Lenin, su capacidad para cambiar de opinión y adoptar la contraria a la que defendía días antes. Toda la revolución aparecía como obra de una mente maestra incapaz de equivocarse, y esas características se trasladaron al Secretario General y al partido, cuyas opiniones no podían por tanto considerarse erradas (do pena de ser considerado un enemigo del partido, del país, un agente extranjero).

Lamentablemente, Trotsky y todos los viejos dirigentes bolcheviques que aspiraban a reemplazar a Stalin, apoyaron esos métodos para tratar con oponentes políticos. Y muchas luchas de carácter estrictamente personal entre dirigentes se disfrazaron de políticas, con ciertas políticas convertidas en tabú por serlas propuestas por dirigentes caídos en desgracia. Lo otro, Stalin dio cada vez más poder a los servicios de seguridad (Cheka, NKVD) para reprimir a los que podían representar un peligro para su supremacía, creándose un clima de terror con las represiones de los 1930s, cuando Stalin ya había derrotado y reprimido a todos los viejos bolcheviques que le podían disputar el poder.

El sistema de mentiras

Este temor, junto a la sobonería y la tendencia a presentar cifras que agradaran al zar (Secretario General) que venían de la burocracia zarista, creó un clima en el cual, desde los 1930s, no se reconocían ni discutían abiertamente los problemas del país, no se aceptaba que se podían cometer errores. Eso creó, desde los 1930s, un clima opuesto al necesario para que la ciencia, la economía, se desarrollaran.

A pesar de ello, el PCUS mantuvo su legitimidad en los 1940s y 1950s, porque había dirigido mal que bien al país a la victoria sobre el nazismo. Por ello fue un choque para el país el reconocimiento por Jruschov en el XX Congreso del PCUS de los crímenes cometidos durante el gobierno de Stalin.  Pero este fue un reconocimiento que se hizo sólo para justificar la eliminación de enemigos internos de la nueva dirección del PCUS. Hasta los 1960s la legitimidad del PCUS sobrevivió porque entre el 45 y 1965 pudo reconstruir el país destruido hasta los cimientos por el nazismo.

Luego, los hijos de los que pelearon contra los nazis, desde los 1960s, esperaron más del PCUS: no sólo lo básico, sino más y mejores servicios y bienes públicos y privados. Esto, la base productiva de la URSS, no lo podía atender. Su economía estaba orientada a defender el país de una posible agresión externa, la planificación central no funcionaba a la hora de producir bienes de consumo masivo de calidad. El abismo entre los logros científicos y la aplicación de los mismos a la producción civil se ampliaba. Pero estos problemas reales eran algo que ya no se discutía abiertamente, ni tampoco la forma de resolverlos. El PCUS que por 30 años había ayudado al desarrollo de las fuerzas productivas, se convertía en un obstáculo para siquiera plantear la existencia de los problemas. En el Estado, la burocracia se contentaba con dar cifras cada vez más alejadas de la realidad, la prensa pintaba una imagen que todos sabían falsa.

¿Qué hacer? Los geólogos soviéticos tuvieron suerte; encontraron inmensos yacimientos de petróleo y gas en el oeste de Siberia a inicios de los 60s, y una distención con occidente, sobre todo con una Alemania occidental sedienta de energía, ayudó a obtener financiamiento y tecnología moderna occidental para extraer y exportar gas y petróleo a occidente. Eso permitió al PCUS en la década de 1960 ordenar a la KGB establecer una división interna encargada de obtener la tecnología civil que la propia URSS no estaba en condiciones de desarrollar prontamente. Los ingresos del petróleo y gas generaron divisas para importar máquinas, herramientas y tecnología occidental para producir en el país productos de consumo masivo, o para importarlos directamente. Esta división de la KGB necesitó crear empresas dentro y fuera del país, y ello generó una capa social en los setentas que vivía de intermediar entre occidente y la URSS, y que crecientemente veía a occidente como su ideal, a la vez que comenzaba a corromperse, robando al Estado y guardando lo robado en occidente.

Mientras tanto, desde la década de 1950 la militancia en el PCUS se había convertido en sólo un medio para ascender socialmente, para acceder a bienes occidentales o a los pocos bienes de calidad producidos localmente. Lejos se estaba del etos revolucionario, del etos patriótico que permitió derrotar a los nazis. El país vivía sabiendo que había un golfo creciente entre la realidad y las cifras estatales. El cinismo y la desconfianza imperaban. Esto permitió el robo, por los altos funcionarios , de las empresas estatales. Esta situación ya se daba desde los treintas pero ahora se hacía de manera descarada. El PCUS en los setentas empezó a perder legitimidad. Ya no podía atender las demandas de la sociedad. No podía reconocer los problemas del país, discutirlos libremente, ver la manera de solucionarlos. Ni en lo interno, ni a nivel público.

Por esos años, un sector de la KGB, de los siloviki (miembros de los servicios de seguridad y fuerzas armadas) y de los dirigentes del PCUS, entendió que algo debía hacerse para desarrollar las fuerzas productivas del país, pero no sabían cómo. Y no se atrevieron a derrocar a un decrépito Brezhnev, que bloqueaba todo intento de modernizar la economía nacional, y se regodeaba en cifras falsas y falsas imágenes, ahondando la deslegitimación del PCUS.

De cómo Deng tuvo razón

En China, el Partido Comunista Chino se forjó en una lucha de decenios contra el imperialismo japonés y los nacionalistas corruptos del Kuomingtan. La legitimidad del PCCH se forjó y mantuvo entre los 1940s y los 1970s en la victoria contra los colonialismos, por un lado, y contra los hacendados y los gobernantes corruptos por otro. El PCCH inició una primera industrialización del país en los 1950-1970, pero, al igual que en la URSS, pronto se llegó a los límites de una economía planificada. A diferencia del PCUS, sin embargo, en el PCCH (y en partidos como el comunista Vietnamita) siempre hubo espacio para la discusión interna, y fuera de Mao, todo líder y política podían ser cuestionados. Deng logró derrotar en los 1970 a los inflexibles de la banda de los 4, y se dio cuenta que, por sí sola, China no podía desarrollar sus fuerzas productivas. Por eso inició en 1980 una política de apertura económica bajo un férreo control político por el PCCH.

Enfrentando similares problemas, de límites en el desarrollo económico, el PCUS tomó otro camino. El Jefe de la KGB, Andropov, promovió a un ambicioso dirigente local, Gorbachov, al centro del poder del PCUS, esperando que éste podría suceder a Brezhnev y generar algún cambio dentro del país. Gorbachyov sube al poder, sin saber mucho qué hacer. Se le ocurre la Perestroika, la apertura informativa, que sólo sirvió para destruir la poca legitimidad que quedaba al PCUS, sin generar ninguna política de desarrollo económico. En China, un intento similar fue rápidamente eliminado en 1989, y bajo férreo control del PCCH, en los 1990 se procedió a un desarrollo brutal de las fuerzas productivas.

Destrucción de la URSS, quiénes y porqué la impulsaron

En este contexto de destrucción del poco poder de control que le quedaba al PCUS y a la dirigencia estatal, en la segunda mitad de los ochentas, los ambiciosos jefes de las empresas estatales empiezan a promover la privatización de las mismas, pues sabían bien que ellos eran los únicos que podrían aprovechar esta situación, junto a la corrupta parte de la KGB que traficaba con occidente. Estos son los sectores sociales de entre los cuales surgieron las actuales oligarquías postsoviéticas. Gorbachyov apoyó la privatización de las empresas estatales desde fines de los ochenta, y ello llevó al robo descarado en las mismas, y a la destrucción de la economía del país. Los nuevos oligarcas se dedicaron a vender como chatarra las máquinas e insumos industriales y a trasladar a occidente los productos del latrocinio.

Los noventas fueron una época de robo descarado de los bienes estatales en todo el espacio postsoviético, excepto en Belarus, donde Lukashenko defendió los bienes estatales del latrocinio oligárquico. Millones de obreros y empleados perdieron sus ingresos y, de un día para otro, pasaron de una situación de cierta escasez a quedarse sin un rublo con qué vivir. El hambre, y la desesperanza, llevó a millones al alcoholismo y la drogadicción, a una muerte prematura. Todo el sistema de seguridad social soviético, la salud, la educación, fueron destruidos bajo el gobierno de Gorbachyov.

Desde los 1980s, bajo la perestroika, los líderes de los Partidos Comunistas locales de la URSS, de Asia Central al Cáucaso, los países bálticos y Ukraina, vieron que su legitimidad en tanto PCUS se perdía. A qué recurrieron? Al nacionalismo local que el PCUS había combatido desde los 1930s. Ya bajo Gorbachyov en las repúblicas federadas se empezó a reivindicar a los líderes nacionalistas que se habían opuesto y habían luchado contra el poder soviético. Incluso a los que ss habían aliado a los nazis en la Segunda Guerra Mundial (Gran Guerra Patria en la URSS). Algunos comunistas incluso refundaron los partidos decenas ha desaparecidos. Los conflictos interétnicos proliferaron bajo la perestroika. Y, como los dirigentes locales del PCUS controlaban lo Ministerios del Interior republicanos y sus tropas, pronto estos conflictos en muchas partes tomaron un tinte armado, como en Azerbaiyán, donde en 1988 los dirigentes comunistas locales promovieron la matanza de armenios en Sumgayt, lo que a su vez generó el armamento de los armenios de del Distrito Autónomo de Karabaj dentro de Azerbaiyán, y su decisión de separarse y unirse a la vecina Armenia. Gorbachyov y la dirección central del PCUS, no supieron cómo enfrentar esta situación, tomando medidas que sólo agravaban los problemas.

A nivel internacional, un Gorbachov que había cedido en todo a la OTAN, que aceptó promesas verbales que la OTAN no se expandiría al este, y que había aceptado la disolución del espacio defensivo soviético del Pacto de Varsovia, y la liquidación de los gobiernos comunistas en Europa oriental, puso fin a la Guerra Fría entre la URSS y occidente. Nunca antes en la historia un dirigente de ningún país cedía tanto a cambio de nada. Un PCUS acostumbrado a no criticar al Secretario General, fue incapaz de poner freno a esto o de imponer negociaciones con garantías escritas.

En este contexto, los pocos dirigentes del PCUS que creían en el socialismo, intentaron un golpe de estado contra Gorbachyov en 1991. El golpe fracasó porque la población, desmovilizada y sin entender a dónde iba la cosa, no apoyó a estos dirigentes. Y porque la oficialidad del ejército, que vio como con Gorbachyov se abría un inmenso campo para el enriquecimiento ilícito, se opuso a una recentralización del control estatal. Luego de esto, Gorbachyov fue fácilmente derrocado por los ambiciosos dirigentes locales de Rusia, Bielorrusia y Ukraina que, contra la opinión mayoritaria de la población en un reciente referéndum en 12 repúblicas de la URSS que apoyaba la mantención de la URSS, la disolvieron. Si antes de esto la privatización ya había empezado la disolución de los vínculos económicos, y con ello la destrucción de sectores industriales enteros, tras la eliminación de la URSS miles de empresas vieron a sus proveedores y clientes desaparecer. Los únicos que se beneficiaron de la disolución de la URSS (aparte de la OTAN y EEUU) fueron los nacientes oligarcas y dirigentes corruptos e ineptos como Yeltsin.

Destrucción postsoviética de fuerzas productivas-Desarrollo de fuerzas productivas en China

En cada ex país soviético, surgió una nueva oligarquía, que destruyó la poca libertad de prensa de la perestroika y restablecieron el culto a la personalidad de los exdirigentes soviéticos de pronto convertidos en presidente de nuevos países, con oligarcas y presidentes controlando los medios de comunicación y usándolos para beneficio personal. Trillones de dólares de riqueza acumulada en el periodo soviético fueron robados en cada una de las repúblicas y transferidas a bancos de occidente, o se invirtieron en lujosas villas en el Mediterráneo, Londres o Florida. Y, en cada país no ruso, con apoyo de la CIA y los servicios secretos de la OTAN, se reivindicaba a criminales de guerra nazis como héroes locales, y se promovía sentimientos nacionalistas antirusos. Y dentro de Rusia, estos servicios financiaron y armaron a políticos separatistas, como Dudayev en Chechenia. En el resto de Rusia, los dirigentes étnicos locales tuvieron el tino de no iniciar guerras civiles, aunque sí inflamaron sentimientos antirusos en los 1990s.

Rusia vio su economía liquidada en los 1990s, con economistas neoliberales organizados por EEUU tomando el control de los ministerios económicos. Ello, y jugosos sobornos a dirigentes de empresas estatales, hicieron que desde el 2000 se prefiriera comprar productos occidentales y no los equivalentes locales, desde la aviación a la industria minera. Rusia, y la mayoría del espacio postsoviético (incluso países que entraron en la OTAN), se desindustrializó.

Y fuera de algunos centros aislados del resto de la economía que se dedicaron a la tecnología de la información, y cuyos profesionales rápidamente se van del país, como ha sucedido este año con los 50 mil profesionales IT que han emigrado fuera de Rusia tras el inicio de la guerra, poco de industria se ha desarrollado en el espacio postsoviético tras la disolución de la URSS.

Por el contrario, en la misma década de los noventa que, contra el PCUS, la ex URSS se desindustrializó, se dio el inicio a 30 años de desarrollo productivo en China, con un Capitalismo de Estado bajo un férreo control del PCCH. Desarrollo que ha sacado de la pobreza a 800 millones de campesinos, algo que no tiene precedentes en toda la historia de la humanidad. Y que ha permitido la producción masiva de bienes de consumo que ahora están accesibles, por sus bajos precios, para miles de millones de personas fuera de China. El desarrollo de las fuerzas productivas en China, bajo control y dirección del PCCH, ha permitido mejorar la vida de miles de millones en todo el mundo. Y así, mientras en un país su partido comunista se autodestruye y condena a millones a la miseria, en otro, su partido comunista guía al país al desarrollo, y con ello mejora las condiciones y calidad de vida de miles de millones de humanos los últimos 30 años.

¿Cuál fue la diferencia? En un país, se aceptó que los líderes se podían equivocar, y se promovió la discusión interna de los problemas del país, sin ocultarlos. Se aceptó que luego de la revolución había lucha de clases, diferenciación social, y que cierto nivel de capitalismo era necesario para desarrollar las fuerzas productivas del país.

En otro país, se institucionalizó la mentira, se consideró sacrosantos los liderazgos, se ocultó la realidad y no se discutió los problemas del país. Y, cuando la realidad se hizo evidente y ya no se pudo mantener el sistema de mentiras, fuerzas sociales nacidas bajo el mismo sistema, con Gorbachyov, tomaron el control de la situación y la manejaron de tal manera que se pudieran beneficiar ellos personalmente, sin importar para nada el país, o sus ciudadanos. El sistema de economía centralmente planificada fue sustituido por el capitalismo salvaje de oligarcas ladrones.

Sobre el autor o autora

Miguel Tejada
Sociólogo con 30 años de experiencia en trabajo con pueblo indígenas y campesinos. Experto en consulta previa y conflicto social.

1 Comentario sobre "Surgimiento y caída de la URSS"

  1. Un artículo muy ilustrativo y aleccionador.
    Hubiera sido interesante comentar sobre el rol del actual presidente ruso y su gestión en la economía.

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