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Revista Ideele N°235. Diciembre 2013El desarrollo de la Ciencia, Tecnología e Innovación (CTI) en el Perú, conducente a lograr el progreso sostenible que el país necesita, supone la convergencia de muchas variables. Se afirma que esta convergencia se logrará planificando, gestionando y promoviendo los programas de CTI a través de un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación.
En otros países que se han convertido, durante los últimos 40 años, en exportadores de productos de tecnología avanzada, basados en la generación y uso de nuevo conocimiento y en un manejo informado, racional y responsable de sus recursos naturales a través de una planificación integrada y de largo plazo de la CTI, se puede ver que no existen fórmulas únicas. Con una evolución a diferentes ritmos y secuencias; con agencias, consejos o ministerios de CTI; desde economías protegidas hasta la liberalización y la apertura externa, Australia, Corea del Sur, Israel, Finlandia, Malasia, Nueva Zelandia, Singapur, Suecia y Taiwán están alcanzando a las potencias del siglo pasado en lo que respecta a su desarrollo económico y social.
En el Perú, lo más urgente es lograr un avance significativo en crear conciencia sobre la importancia de la ciencia y la tecnología en el desarrollo nacional, y alcanzar un nivel de inversión en investigación, desarrollo tecnológico e innovación al menos por un quinquenio, hasta que se logre una masa crítica de científicos e innovadores, financiamiento adecuado, y de funcionarios especializados en la gestión de la CTI.
Este fortalecimiento implica consolidar y focalizar las funciones normativas y actividades de apoyo a la innovación, la investigación científica y el desarrollo tecnológico en un sistema rector con componentes interconectados: (i) de Ciencia y Tecnología, a cargo de promover las actividades vinculadas a la creación y la oferta de conocimientos, y a la formación de recursos humanos de alto nivel; y, (ii) de Competitividad e Innovación, a cargo de promover las actividades vinculadas a la demanda y utilización de tecnología en las empresas. Esto permitirá dotar de manera progresiva, rápida y sistemática al país de una alta capacidad de investigación científica y desarrollo tecnológico, así como de condiciones de innovación en los sectores empresariales.
Este sistema rector de las actividades de innovación, ciencia y tecnología deberá tener asiento en el más alto nivel intersectorial, lo que permitirá adoptar, en el campo de la CTI, un conjunto de políticas rectoras multisectoriales que promuevan la competitividad, el desarrollo económico y social, y el uso sustentable de los recursos naturales y la conservación del medio ambiente.
Debemos, también, evitar la dispersión y duplicación de esfuerzos en el financiamiento de actividades en este campo, para maximizar el impacto de los recursos adicionales. Esto implica eliminar inconsistencias en el diseño y aplicación de los fondos dedicados a promover la innovación, ciencia y tecnología. En particular, se requiere una expansión y consolidación de los programas e iniciativas de fondos concursables tales como los Programas de Ciencia y Tecnología (FINCyT y FOMITEC); el Fondo de Investigación y Desarrollo para la Competitividad (FIDECOM), cuya Presidencia ejerce el Ministerio de la Producción; los Fondos Nacionales de Desarrollo Científico, Tecnológico y de Innovación Tecnológica (FONDECYT, PROCYT, PROCOM), que maneja el Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (CONCYTEC); y otros mecanismos financieros de carácter similar.
En el Perú, lo más urgente es lograr un avance significativo en crear conciencia sobre la importancia de la ciencia y la tecnología en el desarrollo nacional
La creación de un Ministerio de Ciencia y Tecnología podría aguardar a que cumplamos los requisitos antes mencionados y, sobre todo, corrijamos los bajos niveles de formación de capital humano en áreas prioritarias de la ciencia, la tecnología y la gestión de la innovación. Una reestructuración y consolidación de los programas de educación superior en ciencias e ingenierías, especialmente en el nivel de posgrado, es requisito indispensable para fortalecer las capacidades científicas tecnológicas. Esto exige el diseño y puesta en marcha de un programa acelerado y masivo de becas de posgrado, tanto en el extranjero como en el país, así como de iniciativas para promover la actualización y garantizar la calidad del personal docente, iniciativas que ya están avanzando favorablemente en el CONCYTEC.
Es imperativo simplificar las normas administrativas, financieras, presupuestales y operativas del sector público, adaptándolas a las necesidades de gestión en programas y proyectos de investigación científica, desarrollo tecnológico e innovación. Estos programas requieren mayor flexibilidad, rapidez y capacidad técnica para su ejecución, involucran nuevos mecanismos de evaluación y asignación de fondos mediante procesos concursables, procedimientos especiales para el seguimiento y control continuo de la ejecución de proyectos, y evaluaciones de desempeño realizadas en forma periódica.
Requerimos diseñar y ejecutar en forma coordinada, entre instituciones públicas, empresas privadas, entidades académicas y organizaciones de la sociedad civil, iniciativas de cooperación para promover la ciencia, tecnología e innovación. Estas iniciativas deben incluir necesariamente a la empresa, a una empresa convencida de que la puesta en marcha de instrumentos para promover la investigación, innovación y desarrollo de procesos y de tecnología son indispensables para incrementar su productividad.
Es de conocimiento público que la situación de la CTI en el Perú es preocupante. No nos debería sorprender, entonces, que en uno de los indicadores más importantes de la competitividad, la innovación, nos encontremos debajo del puesto 100 entre 139 países. En efecto, los indicadores que miden la innovación están relacionados con aquéllos en los cuales nos encontramos en los últimos lugares en América Latina; a saber: 1) el porcentaje del gasto del PBI en CTI, 2) la disponibilidad de científicos e ingenieros, 3) la calidad de instituciones de investigación, 4) la colaboración universidad-empresa en CTI, y 5) la capacidad de innovación. Los otros indicadores CTI están igualmente bajos, como es el caso de la inversión en I&D per cápita: Brasil gasta más de 90 dólares anuales por habitante; Chile, aproximadamente 80; Argentina 60, y México otro tanto, mientras que el Perú invierte no más de 10 dólares por habitante. Publicamos por año, aproximadamente, 12 veces menos en revistas científicas que Chile, 20 veces menos que Argentina, y 80 veces menos que Brasil. En cuanto a los indicadores de invención —por ejemplo, el número de patentes anuales aceptadas por cada 100.000 habitantes—, mientras que Brasil tiene 4 patentes y Argentina 2,3, el Perú cuenta con 0,1.
En lo que concierne a las actividades de investigación e innovación en el sector empresarial, según los primeros resultados publicados de la Encuesta Nacional de Innovación 2012, por ejemplo, en la industria manufacturera, la inversión en actividades de innovación y desarrollo solo representa un 5% de la inversión, y la inversión en innovación y desarrollo, respecto al total de ventas de las empresas censadas, es menor del 0,1%. Esto explica, en parte, que nuestra balanza comercial tecnológica sea deficitaria: exportamos menos bienes que incorporan tecnología e importamos una mayor cantidad de ellos.
Mientras no nos pongamos de acuerdo con una visión de país de largo plazo y definamos las prioridades para una política en CTI que nos impulse a ser una nación más competitiva y productiva, con o sin Ministerio de CTI, seguiremos siendo un país al que el desarrollo económico y social sostenible le será esquivo.
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