¿Por qué el discurso xenofóbico no caló en la campaña municipal?

Escrito por Revista Ideele N°306

La campaña municipal en Lima terminó hace unas semanas, pero nos ha dejado algunas lecciones interesantes no solo desde el campo exclusivamente político, sino también desde sus repercusiones en el ámbito social. Es muy conocido por cualquier persona medianamente informada —y reflexiva— que la cuestión de la migración venezolana en el Perú ha sido el chivo expiatorio de ya un buen número de campañas y discursos políticos en los últimos años. Relacionar la migración con la inseguridad ciudadana es un cliché harto repetido por políticos y hasta un sector de los medios, como una forma de canalizar problemas mucho más profundos y duraderos que el flujo migratorio. ¿Pero qué ocurrió en la última campaña municipal que no tuvo igual acogida y repercusión que en otros procesos electorales? ¿A qué se debió esto? En el presente artículo, se buscará responder brevemente a estas preguntas.

            A diferencia de otros procesos electorales, la campaña municipal de Lima no apeló en gran medida a la criminalización de migrantes venezolanos. Este es un hecho que puede verificarse con cierta sorpresa, después de haber atravesado una campaña presidencial el 2021 con discursos sumamente beligerantes al respecto. Así, excandidatos presidenciales como Daniel Urresti, George Forsyth o Rafael López Aliaga, quienes afirmaban que expulsarían a extranjeros que delinquieran en el país —encasillando así a los migrantes entre dos bandos: buenos y malos—, no utilizaron el mismo discurso para la campaña municipal del presente año. Distinto fue el caso de la candidata Elizabeth León, del Frente de la Esperanza, quien fue la mayor protagonista de estos discursos sin recibir mucho entusiasmo como respuesta por parte de la ciudadanía.

            Existen una serie de razones por las que este tipo de narrativas no ha calado en esta última campaña, las cuales pueden comprenderse por la propia coyuntura política que atravesamos hasta algunos cambios en las mentalidades de peruanos y peruanas tras un quinquenio de migración venezolana en el Perú. Veamos algunos de estos puntos.

  1. El fuerte ruido que vienen haciendo actores políticos y medios de comunicación en favor de la destitución del presidente Pedro Castillo ha concentrado la atención de la ciudadanía, y en algunos casos producido un desgaste de la misma, por cuestiones como la vacancia presidencial o el adelanto de elecciones. La crisis política es el telón de fondo para cualquier novedad informativa, hasta ser información sobresaturada.
  2. La campaña municipal se ha visto eclipsada por la crisis política nacional, por lo que no ha sido visible hasta pocas semanas antes de las elecciones. Hubo un escenario de poco interés, desconocimiento y fragmentación de la oferta política sin que haya existido un claro favorito hasta el cierre de votación. Esto también se ha reflejado en una fuerte falta de representación política para la población a través de los candidatos.
  3. En el cierre final de la campaña, se pudo evidenciar una predilección de los candidatos por abordar los problemas de inseguridad ciudadana. Así, se han hecho propuestas inverosímiles, recalcando hasta el hartazgo que contra el delito —sin duda, un problema real— deben encaminarse la mayor cantidad de esfuerzos y recursos municipales. Se olvida así una visión integral de la institución municipal, una que no apele a los discursos efectistas o busque azuzar las narrativas de miedo para evadir los problemas de fondo.
  4. La candidata que abordó con mayor énfasis el “problema” de la migración venezolana fue Elizabeth León, haciéndose notoria en uno de los últimos debates municipales. De hecho, el desempeño político de León fue bien considerado entre sus votantes, con un crecimiento significativo de intención de voto en las dos últimas semanas. Sin embargo, sus propuestas como el “empadronamiento de venezolanos” fue muy cuestionado por tener claros tintes de xenofobia. La seguridad ciudadana no ha sido el tema de mayor rédito que ha tenido entre sus electores necesariamente.
  5. En redes sociales, se encontraron fuertes cuestionamientos contra Elizabeth León por el uso de los migrantes venezolanos como chivo expiatorio de los problemas de inseguridad. Sin ser una candidata de peso mediático, recibió una gran cantidad de críticas por apelar a un discurso harto conocido (el del venezolano “delincuente”), por tener propuestas xenofóbicas y segregacionistas (el empadronamiento de migrantes), y porque hay una conciencia de que los problemas de seguridad tienen larga data y trascienden la llegada de la diáspora venezolana.
  6. A pesar de que un grueso sector de nuestra población sigue teniendo rechazo a la presencia de migrantes venezolanos en nuestro país (pensando a los migrantes en abstracto, como un bloque homogéneo), es evidente que existe un cambio de mentalidad también entre un buen número de peruanos y peruanas que ha aprendido a hacerle frente a los discursos de discriminación por xenofobia. Estos son frutos de un trabajo conjunto que empieza por la propia comunidad venezolana en el Perú, y en la que también se ven involucradas organizaciones que han buscado cambiar la perspectiva de la migración a fin de fortalecer los lazos de integración social. Este es un elemento importante a considerar cuando se encuentran respuestas contra campañas políticas que utilizan a los migrantes para sus fines.
  7. Según el Barómetro de Xenofobia, una plataforma que monitorea las incidencias de redes sociales en la región, durante el mes de septiembre —el mayor mes de atención mediática en la campaña municipal—, el Perú fue el país en el que hubo mayor cantidad de difusión de noticias e interacción sobre integración social y el menor en casos de xenofobia comparado con Colombia y Ecuador. Aunque el caso analizado se centra solamente en Twitter, es un indicador interesante de cómo vienen existiendo cambios que se afianzan en el comportamiento de la población peruana, y que es llamativamente visible en tiempos electorales, cuando tendían a crecer los discursos antiinmigrantes.

La diáspora venezolana en el Perú ya tiene más de cinco años como proceso social, político, económico y cultural. Como se ha demostrado en los anteriores grandes procesos migratorios de nuestra etapa republicana —es el caso de la inmigración china y en menor medida la japonesa—, existe un punto de flexión en el que se dejan de lado las prácticas y los discursos de rechazo y empiezan a tejerse lazos de integración e inclusión social. Y aunque nos encontramos todavía lejos de esta etapa, resulta interesante que existan algunos visos de reflexión, crítica y rechazo a ciertas narrativas xenofóbicas.

            No deja de ser verdad que la crisis política ha traído una saturación para la ciudadanía sobre lo que los actores políticos puedan decir o proponer. No obstante, resulta muy importante que el cuestionamiento vaya de la mano con una comprensión sobre cómo fenómenos de preocupación legítimos —es el caso de la inseguridad ciudadana— puedan ser comprendidos dentro de un marco de intención política y discriminación social. Es verdad que falta mucho camino por recorrer para que esta práctica pueda ser más amplia y asentada. No obstante, es un precedente interesante para afirmar convicciones favorables para todos, sin importar nuestros orígenes, y en el marco de un diálogo de democracia construido desde la propia ciudadanía.

Sobre el autor o autora

Aldo Pecho Gonzáles
Investigador. IDL-Seguridad Ciudadana

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