La memoria no ha sido olvidada

Escrito por Revista Ideele N°233. Octubre 2013

¿Cómo ha trabajado sobre este tema el IDL? Básicamente, a través de procesos regionales para intentar reconstruir el pasado.

El trabajo en Huancavelica fue intenso. Poco se sabía de lo ocurrido en ese departamento, a diferencia de Ayacucho, donde hubo cobertura mediática y hay cantidades de fotos y evidencias de la terrible violencia que se vivió allí.

En esa época Huancavelica era lejana, y los pueblos del interior más inaccesibles aún. Hoy cuenta con una carretera a todo dar que la conecta con Huancayo, pero todavía da la impresión de que estuviera cerrada en sí misma. Por eso, tragedias como las de Manta y Vilca se conocieron bastante tiempo después. Salvo las fotos de Leonidas Canchaya, un fotógrafo huancavelicano que registró varias masacres e hizo un recorrido por las tenebrosas bases militares, no hay en los diarios de Lima mucho más registro visual de lo ocurrido. Desde que empezamos con las investigaciones sobre los procesos locales de memoria, nos dimos cuenta de que existía un déficit de información bibliográfica, en particular sobre los antecedentes del conflicto en la zona.

Por ello nos propusimos la tarea de completar la información acerca de los proceso de violencia vividos en los distritos donde la Comisión de la Verdad llegó apresuradamente o no tuvo posibilidad de llegar. Recordemos que la Comisión seleccionó Huamanga (región Ayacucho) y Huancayo (región Junín) como sedes de su labor. Consideró que Huancavelica era una región desarticulada geográficamente, y trabajaron la zona norte —Churcampa, Tayacaja y Huancavelica— como parte de la vecina región de Junín; la zona central —Angaraes y Acobamba— como parte de Ayacucho; y la zona sur —Castrovirreyna y Huaytará— fue trabajada por la sede de la CVR en Lima.

Los libros, los talleres y las audiencias

Pensamos que la mejor manera de contribuir a la reconstrucción de la memoria en esa región era a través de dos investigaciones: una sobre los procesos locales de memoria, para ir hilando fino y poder zurcir los huecos de este frágil tejido; y otra que nos permitiera encontrar casos emblemáticos que se pudieran dar a conocer, fueran éstos de personas o comunidades que resistieron la violencia gracias a sus recursos personales o comunales, y a sus valores democráticos. Ambas investigaciones terminaron convertidas en libros. También se utilizaron los medios masivos de comunicación para conocer algunas de estas historias, a través de una campaña de difusión de la memoria para la que se elaboraron 14 series radiales sobre héroes y heroínas de ese periodo, la mitad de ellos en quechua, y varios reportajes televisivos.

El primer relato sobre el conflicto armado interno en esta región se publicó bajo el título de El umbral de la memoria: Pasado, presente y futuro en las memorias de la violencia en Huancavelica, e incluye un resumen en quechua y un disco compacto en ese idioma, pensando en la población local que tiene dificultad de leer en castellano. Era muy importante que ellos, los testigos y protagonistas, pudieran examinar el fenómeno visto en conjunto. Solo así se puede visualizar la magnitud de lo acontecido en Huancavelica en las dos décadas pasadas.

Recopilar la información parecía mucho más simple de lo que en realidad fue. Seleccionamos informantes clave en las siete provincias de la región. Eran actores y testigos de la violencia entre 1980 y 2000: autoridades, líderes, periodistas, docentes, funcionarios públicos y profesionales de las ONG. Después de tantos años, se mantenían temerosos y suspicaces. Las entrevistas se volvían complicadas, interrumpidas, cortadas. Las heridas y el temor seguían a flor de piel. Hay que tener en cuenta que a las víctimas y a los responsables no les queda otra alternativa que la convivencia pacífica, lo que implica un cuidado extremo y un estar siempre cuidándose las espaldas. A ello contribuía la constante información de la existencia de incursiones de remanentes del terrorismo en algunas provincias, en apoyo al narcotráfico.

Para resolver el problema de la falta de confianza y de la dificultad para establecer una comunicación que nos permitiera escarbar en el pasado, en el mes de mayo del 2006 decidimos organizar talleres sobre memoria. Se cayeron algunas barreras. La población participó, habló y validó la historia reconstruida por ella misma. Como señaló una integrante del equipo ejecutor: “Los talleres de memoria permitieron que los huancavelicanos tengan un espacio para el diálogo con su pasado, y éste sea utilizado como herramienta para construir su futuro”.

Desde que llegamos a Huancavelica buscamos acercarnos a las autoridades locales y regionales, y juntos vimos la necesidad de retomar las audiencias que tanto impacto tuvieron no solo en el ámbito mediático sino también entre la víctimas, quienes sentían que por primera vez eran escuchadas públicamente en un acto que, si bien era muy doloroso, resultaba también terapéutico y reparador. En siete audiencias provinciales, y con la presencia de las autoridades de los distintos niveles de gobierno, quedó oficializada la memoria.

De manera paralela, el equipo de investigación continuó desarrollando entrevistas en campo con el propósito de elaborar cronologías provinciales que nadie había trabajado —por ejemplo, la de los antecedentes del surgimiento del PCP-SL—. Otra dificultad que enfrentamos fue que no existían metodologías sobre la reconstrucción de la memoria de eventos de violencia como el vivido en el Perú, en el cual no fue el Estado el único perpetrador de ésta, y que nos era necesaria ya que queríamos elaborar un documento histórico que pudiera servir a algunas instituciones públicas. A partir del texto El umbral de la memoria, se elaboró una propuesta didáctica para que sea usada por profesores de cuarto y quinto de Secundaria. Se trata de un material que los ayudará a desarrollar los contenidos del libro con sus alumnos y alumnas. Son clases planificadas de acuerdo con los objetivos curriculares exigidos por el Ministerio de Educación, que permiten que los jóvenes reflexionen y debatan en torno a lo ocurrido, para que ellos mismos reelaboren y enriquezcan la memoria, entendida ésta como un proceso permanente. La guía fue trabajada con la asociación Educa y validada con profesores y directores de varios colegios de la región Huancavelica. Con ese aporte, nuestro proyecto espera contribuir a la construcción de una cultura de paz, que es parte de la agenda regional.

“Los talleres de memoria permitieron que los huancavelicanos tengan un espacio para el diálogo con su pasado, y éste sea utilizado como herramienta para construir su futuro”

Procesos de memoria desde las comunidades

A inicios del año 2006 teníamos un promotor de campo en cada comunidad, que hacía un trabajo de hormiga con el cual intentaba sensibilizar a los líderes de los distritos y comunidades para que agrupen a la población y realicen sus autodiagnósticos de afectación. Éstos son insumos fundamentales para la elaboración de los planes comunales de reparación, que luego tuvieron un valor en sí mismos porque ayudaron a la reconstrucción de la memoria: facilitaron que las propias comunidades analicen su grado de afectación por efecto de la violencia, yendo más allá del diagnóstico de necesidades asociadas a la pobreza.

También fue duro y arduo porque al principio no se logró que los líderes capacitados hicieran las réplicas de los talleres de autodiagnóstico en sus comunidades. No comprendían la importancia de este encargo, ni estaban dispuestos a convencer al resto de la población. Con la ayuda y persistencia de los promotores, más del 50% de la población participó en el proceso, pero se registró una baja participación de las mujeres.

Los afectados no entendían cómo iban a ser reparados, y eran escépticos con respecto al proceso. No sabían que las reparaciones tienen una dimensión individual y otra colectiva. Esta total falta de información, y la consecuente indiferencia, contribuían al predominio de los intereses personales de los dirigentes. Por eso, el proceso de elaboración de los autodiagnósticos logró mejores resultados en comunidades con un mayor grado de organización.

Entre los años 2009 y 2010 hemos participado en otros procesos comunales relacionados con la memoria, que se llevaron a cabo en Secclla, Julcamarca y algunas comunidades asháninkas en Satipo. Éste fue un trabajo más amplio llevado a cabo en 6 zonas de 5 departamentos, y en el que trabajamos con otras instituciones de derechos humanos: Aprodeh, CAAAP y CEIDHU, para que, a través de la recuperación de la memoria histórica y colectiva, las comunidades vayan superando su duelo y sus temores. La estrategia de intervención permitió enfocar la memoria como un proceso de sanación, en la que la reconstrucción de espacios de recuerdo da lugar a momentos de reconciliación. Se afirma el ser comunal a partir de estos espacios de memoria comunales. Y de ahí surge la pregunta: ¿Para qué recordar?

Esta experiencia permitió que la gente recuperara el recuerdo y le diera un sentido, que se utilizara la memoria como un instrumento para lograr un futuro mejor. El resultado se publicó en los folletos A nuestra comunidad, una mañana entraron y Las memorias de las mujeres de la selva central.

La Casa de la Memoria

En la Plaza Mayor de Huancavelica, en tres ambientes que comparte con la antigua Biblioteca Municipal, se ha instalado este lugar de peregrinaje cedido por la municipalidad provincial. Su existencia es fruto del esfuerzo de varias instituciones a las que nosotros también apoyamos.

Los familiares de las víctimas rebuscaron entre sus cosas para encontrar “esa” foto del pariente desaparecido y donarla. Con su puño y letra han añadido información y comentarios en papeles de colores. Se ha elaborado una línea de tiempo que va del año 80 hasta 2000. Las fotos ampliadas de Leonidas Canchaya permiten visualizar la magnitud de lo ocurrido. En la última sala, debajo del dintel de una ventana, se encuentra una gran cruz de piedra tallada por el escultor Edwin Quispe.

Esta experiencia nos ha servido de ejemplo para trabajar la idea con el Gobierno Regional de Junín, que ha decidido invertir 7 millones de nuevos soles en esta obra. La primera piedra del Lugar de la Memoria ha sido colocada por el presidente regional, Vladimir Cerrón. La iniciativa va acompañada de otras acciones como, por ejemplo, la asignación de un presupuesto para recuperar y mantener algunos monumentos construidos en homenaje a las víctimas del conflicto. Por fin el gobierno regional ha entendido la importancia de la reparación simbólica.

Durante estos años hemos apostado por este trabajo de base que demanda infinita paciencia. Nos interesa estar en los lugares olvidados, donde es importante incentivar el recuerdo, que es lo único que asegura la no repetición.

Sobre el autor o autora

Gabriela Joo
Área de gobernabilidad y derechos humanos del Instituto de Defensa Legal.

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