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Revista Ideele N°306. Octubre-Noviembre 2022“¡Nada ocurre, nadie viene, nadie se va, es terrible!”
Esperando a Godot[1]
La actual situación política que atraviesa el Perú está marcada por la precariedad de los actores, la judialización de la arena política, la corrupción (en un claro patrimonialismo), la miopía de un sector del empresariado y también por los conflictos de poderes donde diariamente los medios de comunicación (también deslegitimados) buscan en los analistas y abogados reacciones, propuestas de salidas y diagnósticos sobre las disputas entre ejecutivo, y legislativo.
¿Podemos encontrar algún símil con esta realidad? Veamos algunas referencias: La primera planteada por Juan de la Puente[2], describió un ring de box donde dos púgiles (ejecutivo y legislativo) llevan uno de sus últimos rounds sin mayor fuerza para dar un golpe, pero sostenidos uno con otro en el agotamiento. La segunda imagen es presentada por Mirtha Vásquez[3], y se refiere a observar a los poderes del estado como si se tratara de una pelea de cachascán, es decir, un espacio de lucha libre en donde se golpean de forma elocuente y hasta estrepitosa, pero todos los actos son fingidos. El tercero, viene de Paulo Dirinot y Alberto Vergara,[4] bajo el mito de Sísifo donde el país padece la misma condena, es decir, empujar como roca cada proyecto hasta la cima de una montaña solo para dejarla caer y repetir el proceso infinitamente. Agregan, que, a partir del ensayo[5] de Albert Camus sobre este relato, la condena de la libertad significa también ser consciente de esta carga y aceptar la libertad de forma reflexiva y en ese entendimiento la capacidad de liberarse y conseguir el progreso nacional.
La inclusión de Camus no es casual, pues dicho autor y Jean Paul Sartre representan los mayores contribuyentes desde lo filosófico al teatro de lo absurdo. Este tipo de símil con la dramaturgia es la que propongo nos ayuda a ofrecer una representación más cercana a nuestros tiempos, así como a la particular situación política peruana y para ello establezco los siguientes elementos a tener en consideración:
La primera reflexión del absurdismo es el contexto. El teatro de lo absurdo[6] (1950-1960) que nace en Paris, apareció en una época donde ya no se podía pensar en términos optimistas el mundo pues acababa de presenciar dos guerras mundiales, bombas atómicas y salir del horror del fascismo alemán con los campos de concentración. En nuestro caso nacional, salimos de la peor etapa de una pandemia mortal que llegó a tener la mayor muerte per cápita del mundo y que suman más de 217mil fallecidos en cifras oficiales. Un país que nunca procesó con voluntad política la reconciliación y la verdad ante los horrores durante el terrorismo, un sistema económico que se ufanaba de su bonanza macroeconómica pero incapaz de mejorar un sistema de salud público que no tenía más de 100 camas UCI o un solo aeropuerto de vanguardia. Tenemos a una clase política precarizada y desnudada rotundamente con la corrupción de Odebrecht, 7 expresidentes[7] señalados por la corrupción (varios en prisión y uno se suicidó) y ni en el peor momento sanitario de nuestra historia puso un alto a la inestabilidad política y la vacancia presidencial, que sigue sumando intentos contra el actual gobierno. Además de la precariedad y corrupción se adiciona el impacto externo de la guerra en Ucrania y el asedio de una extrema derecha digna del último bastión realista y animada -como en todo el mundo- desde la irrupción de Donald Trump.
En el Perú de hoy, lo trágico y lo cómico se fusiona, al igual que en una obra absurdista, una risa se transforma en una muestra de angustia. Resultan así más interesantemente explicativas y claras las caricaturas de Carlos Tóvar, Diego Avendaño, Andrés Edery o Eduardo Rodríguez que la mayoría de analistas, columnas o artículos indexados y tampoco extraña que los sketches de Diego Capusotto como “Micky Vainilla” o “Padre progresista”, puedan parecer un calco representativo de varios políticos locales.
Todo ello, configura que en el Perú contemporáneo la idea de progreso, de evolución, que eran muy típicas y amparadas en la minería desde los 90s y luego hasta en la gastronomía se vean cuestionados los imaginarios utópicos del Perú, soñando ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos o esperando desaparecer el racismo de nuestras mesas, a punta de restaurantes. Entonces aparecen las distopias[8], es decir, ya no se piensa (al igual que en la década del 50) en un futuro mejor para todos e integrador, se piensa en escenarios apocalípticos, donde lo que predomina es una subjetividad pesimista y nihilista (en tanto rechazo a todos los principios morales y políticos más que religiosos).
El segundo elemento interesante a comparar, es la aparente condición “periférica” para percibir la condición de lo absurdo. Si pensamos en Eugene Ionesco (1909-1994) autor rumano de “La cantante calva”, Samuel Beckett (1906-1989) irlandés que escribe “Esperando a Godot”, Arthur Adamov (1908-1970) ruso destacado por “Ping Pong” y Jean Genet (1910-1986) francés con obra “Las criadas”; todos son escritores lejanos de la vanguardia parisina de dicho periodo y establecen un análisis sin necesidad de ser originarios de dicho territorio.
En ese mismo sentido, el diagnóstico sobre la realidad peruana pareciera necesitar cierta distancia y pericia para la evaluación de los puntos que nos deterioran, esto se puede ver reflejado en la necesidad del estado peruano de apelar a la Carta Democrática Interamericana y la visita en curso de una comisión con 5 cancilleres tras su aprobación por mayoría absoluta. Esta arista se podría rastrear históricamente en la teoría de la independencia concedida que afirma que sin el papel determinante de los ejércitos libertadores no hubiera habido independencia del imperio español y también incluso en algo tan aparentemente menor, pero de carácter nacional como el desempeño del argentino Ricardo Gareca para que nos atrevamos a “pensá” como colectivo en lo futbolístico y con ello clasificar a un mundial masculino después de 30 años.
Un tercer punto de evocación absurdista consiste en comparar las características de estas obras con los rasgos de nuestra clase política. Aquí vale la pena recordar que los dramaturgos absurdistas no formaban ningún movimiento, sino que su percepción y denominación como grupo es interpretación de la crítica (a partir de Martín Esslin en 1961). Algo parecido sucede con nuestros políticos que no se encuentran -salvo para el mero acto electoral- comulgando con algún partido político realmente, ajenos a cualquier agenda programática u organización que genere bien común alguno. Esta forma de establecerse en política desde la irrupción del fujimorismo hasta la fecha son las “coaliciones de independientes”[9] cuya denominación y bautizo posterior a su nacimiento corresponde al politólogo Mauricio Zavaleta en el 2014 y constituye un clásico para entender la realidad peruana.
Una cuarta característica para calificar a nuestros políticos de dignos absurdistas es que atacan el lenguaje, pero lo hacen de distintas maneras como minimizándolo, llevándolo a un lugar donde el lenguaje oral no es sino uno más entre un conjunto de sistemas significantes. Es decir, la palabra no puede tener más peso que el diseño, que las formas, que la espacialidad. Nuestros actores (políticos) van a cuestionar el lugar de la palabra, pero desde la palabra vaciándola de sentido y presentando una representación. Si no, pensemos en cualquier “discurso” del presidente Castillo y su necesidad (como tantos actores políticos) de usar Twitter para evitar el diálogo y desnudar sus carencias.
Por otra parte, un quinto rasgo de esta dramaturgia en su sentido originario es la importancia que se concede a lo metateatral: autoreferenciado. Así hablan de sí mismos, de un mundo que no es un mundo. Adicionalmente, el teatro de lo absurdo se presenta como un teatro de situaciones y no como una fábula de única acción, como no hay acción esa situación permanece siempre igual a sí misma porque no hay nada que la transforme, como eso permanece igual, no hay historia, no hay relato, no hay arco y se repite cíclicamente. En “Esperando a Godot” hay dos actos que, son casi simétricos, que de haber un tercer acto sería igual a los dos primeros y de haber un cuarto acto sería igual a los otros tres y así sucesivamente los días para los protagonistas Vladimir y Estragón ocurrían circularmente. También tenemos como ejemplo “La cantante calva”, donde acudimos a una charla entre un matrimonio burgués de Inglaterra (Los Smith) y esa misma charla la vemos repetida hacia el final de la obra. Algo similar ocurre en nuestra coyuntura, el ejecutivo se ve inmerso en un escándalo o caso de corrupción que pareciera tener potencial de activar una remoción del cargo presidencial o por lo menos control político. Sin embargo, ocurre algo igual o peor en otro poder u oposición que genera que el ejecutivo quede como el mal menor y no se hace cambio alguno.
Sexto, en el teatro del absurdo se cuestiona al personaje tradicional realista, atacando las bases, los fundamentos que son de identidad. Vale la pena recordar que el personaje realista se constituye a partir de una identidad configurada mediante una psicología y una biografía. En el teatro de lo absurdo, se pone en crisis el crecimiento identitario del personaje en la medida que no hay en los personajes absurdistas psicología alguna. Su conducta no resulta previsible y no tiene lógica alguna, no parecen tener fundamentos sus acciones y por otro lado tampoco hay mayor biografía en esos personajes. Por ejemplo, si uno piensa en los personajes de “Esperando a Godot” que son Vladimir y Estragón, lo único que sabemos es que son vagabundos, que por la noche los golpean y que hace bastante tiempo que están juntos y ni si quisiera sabemos sus nombres pues entre ellos se dicen Didi a Vladimir y Gogo a Estragón, incluso al primero al final le dicen Alberto. En ese sentido, si traemos esta característica a nuestro contexto, tenemos políticos sin mayor experiencia en el campo político, no se trata de tener un gran currículo profesional o académico, sino que se han desligado por completo de tener una línea política partidaria real, de haberse hecho de una gradualidad de campos representativos o ligados a tener conocimiento del funcionamiento estatal. Pensemos en el perfil de muchos políticos donde lo más que conocemos es que fue militar, profesor, voleibolista, influenciador o empresario.
Como séptima referencia podemos evocar cómo los diálogos tienen como componente lo absurdo, el sin sentido y contrario a la razón, se destruyen todas las herramientas lógicas al punto tal que Ionesco refirió a su oficio como la escritura de la tragedia del lenguaje (donde se usan el silencio, frases cortas y repetitivas). A diferencia de la literatura realista, los absurdistas no creen en la transparencia del lenguaje, es decir, no creen en la representación cristalina entre las palabras y las cosas que estas representan. De hecho, hay en el fundamento último del teatro de lo absurdo un pensamiento que está en sintonía con algunos avances que tenía la lingüística por aquella época, cuando piensa en una palabra como “casa” tan simple, parece que todos la entenderíamos. Sin embargo, no estamos entendiendo lo mismo[10], cada uno de nosotros tiene una representación mental distinta, cruzado por lo cultural, clase social y por la subjetividad que cada uno interpreta (espacio cálido, lugar horrible para otros, etc.). En esta misma línea podemos pensar nuestro contexto donde la palabra “democracia”, “periodismo”, “vacancia”, “pueblo”, “oposición”, “transparencia”, “caviar”, “comunismo”, etc. no tienen el mismo significado según quién lo evoque y se ha vaciado de contenido las definiciones que teníamos en común.
Por todo lo dicho, en el Perú de hoy lo trágico y lo cómico se fusiona, al igual que en una obra absurdista, una risa se transforma en una muestra de angustia. Resultan así más interesantemente explicativas y claras las caricaturas de Carlos Tóvar (Carlín), Diego Avendaño (@Avendiego), Andrés Edery (@otravezandres) o Eduardo Rodríguez (Heduardo) que la mayoría de analistas, columnas o artículos indexados y tampoco extraña que los sketches de Diego Capusotto como “Micky Vainilla” o “Padre progresista”, puedan parecer un calco representativo de varios políticos locales. Aspectos que están muy mezclados y se funden, se distorsionan, se disuelven y entonces nos abrazamos en la incertidumbre del destino nacional.
[1] Beckett, S. Teatro reunido. Barcelona: Tusquets Editores, 2006, p. 157.
[2] Politólogo y director de Pata Amarilla.
[3] Abogada, ex presidenta del Congreso y ex presidenta del Consejo de Ministros.
[4] Drinot, P. & Vergara, A. (Eds.). La condena de la libertad: De Túpac Amaru II al bicentenario peruano en seis ensayos y un colofón. (Bicentenario. Colección 1821-2021). Lima: Crítica, 2022, pp. 20-22.
[5] Camus, A. (1968). El mito de Sísifo. En Obras completas. Madrid: Aguilar, 1968.
[6] La denominación de esta dramaturgia se debe a Martín Esslin que en 1961 publica el libro “El teatro de lo absurdo”.
[7] Desde Alberto Fujimori (1990-2000), Alejandro Toledo (2001-2006), Alan García (2006-2011), Ollanta Humala (2011-2016), Pedro Pablo Kuczynski (2016-2018), Martín Vizcarra (2018-2020), Manuel Merino (10-15 de noviembre de 2020) y el presidente en curso Pedro Castillo. Son la excepción los gobiernos transitorios de Valentín Paniagua (2000-2001) y Francisco Sagasti (2020-2021).
[8] Pensemos en sectores no democráticos que aún no aceptan el triunfo de Pedro Castillo y se refieren a su gobierno como comunista y hasta totalitario antes que una necesaria oposición a la corrupción.
[9] Zavaleta, M. Coaliciones de independientes: Las reglas no escritas de la política electoral. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 2014, p. 49-56
[10] Invito aquí a revisar el excelente podcast “La batalla de las palabras” por la comunicadora política Laura Arroyo https://t.co/zXFaYKsNbT
buenas tardes,,el choloindio..EL EXPRESIDENTE CASTILLO NO DIO LA TALLA,DESDE EL COMIENZO DE SU MANDATO.DEBIO CERRAR EL CONGRESO Y HACER UNA NUEVA CONSTITUYENTE,PERO NO LO HIZO Y EN VEZ DE ESO,BOTABA HA LOS VERDADEROS MINISTROS REVOLUCIONARIOS COMO HECTOR BEJAR O IBER MARAVI QUE DECIAN LA VERDAD Y DABA MAS PIES PARA QUE ESAS PORQUEROIAS DERECHISTAS LO ATACARAM MAS Y MAS..que entre como presidente provisional el excanciller hector bejar o el exalcalde de lima ricardo belmont,ya que dicen la verdad y buscan la dignidad el honor la verdad y la justicia,se convoque ha nuevas elecciones presidenciales lo mas pronto posible se cierre el congreso y se reforme esos narcos corruptos poder judicial policia fuerzas armadas.. LA FILIPÌLLA PRESIDENTA,DINA BOLUARTE NO DA LA TALLA Y MAS BIEN ESTA MANDANDO MATAR HA GENTES POBRES E INOCENTES Y TIENEN QUE IR PRESOS TODOS ESO COMANDANTES GENERALES ALMIRANTES CONGRESISTAS QUE DAN ORDENES PARA MATAR HA GENTES INOCENTES Y DEBILES QUE SOLO ESTAN PROTESTANDO..se haga un referendum,para que el sur del pais y todos lo que quieran unirse,se haga una nueva confederacion peru bolivia collasuyo y que lima y el norte del pais sean otro pais..YA QUE LA MENTALIDAD COLONIAL GRINGO CRIOLLO MENTALIDAD DE EXCLAVOS NEGROS MENTE DE FILIPILLOS NARCOS CORRUPTOS Y TRAIDORES ESTA FUERTE EN LA CIUDAD DE LIMA EY EL NORTE DEL PAIS..si se haga una nueva confederacion peru bolivia collasuyo y que el sur del pais y toidas la regiones que quieran unisde,participen…gracias.