Ciencia en el Perú: historia de cuatro décadas de resistencia

Escrito por Revista Ideele N°306. Octubre-Noviembre 2022. Imagen: Andina.pe

Mientras las potencias se pelean por el conocimiento científico, en el Perú se le desprecia.

La competencia mundial en ciencia, tecnología e innovación (CTI) se está intensificando. Las potencias se esfuerzan por seguir en el certamen, mientras que los algunos países pobres que quieren dejar de serlo organizan sistemas de CTI para generar y exportar conocimiento.

A pesar de que el boom de los primeros chips empezó en Estados Unidos en los años 50 del siglo XX, en la tercera década del siglo XXI ha perdido el liderazgo en la producción de chips de tecnología avanzada. Para tratar de recuperarlo, el Congreso ha aprobado la “Ley Chips y Ciencia”, y el gobierno, rompiendo sus principios liberales, prohíbe a sus aliados la venta a China de equipos para elaborar chips de alta gamma.

Nadie duda que el sector CTI sea crucial para la supervivencia de las potencias como tales, por lo que a estas les resulta imprescindible contar con investigadores científicos y tecnológicos. Por ello, hacen todo lo posible para atraerlos desde donde se encuentren.

Gracias a medio siglo de política consistente de atracción de sus talentos en CTI que se formaron en Estados Unidos y Europa, China es ahora el primer exportador de productos tecnológicos.

En los años ochenta, Estados Unidos estaba muy contento de recibir jóvenes chinos en sus universidades, porque luego ellos contribuían con la competitividad de sus laboratorios y sus empresas tecnológicas. Hoy, los líderes norteamericanos temen que los estudiantes chinos regresen a su país para hacerles la competencia. Y es lo que está ocurriendo: algunos, incluso, regresan con sus directores de tesis para iniciar proyectos ambiciosos en China.

En un programa de televisión, Sagasti, para argumentar contra la propuesta de Castillo, dijo que se tiene un ministerio de Educación y que la educación está mal. ¿Acaso con ese razonamiento sugiere que sin ministerio Educación estaríamos mejor?

Caso Perú: la primera década perdida (1980 – 1990)

En la misma década de los 80s, cuando empezaba una gran competencia por la CTI, el Perú iba en otro sentido: repeliendo a los científicos que intentaban regresar después de sus estudios de posgrado. El Instituto Peruano de Energía Nuclear (IPEN) es, en ese sentido, un caso de estudio. En este instituto, los investigadores tenían remuneraciones insuficientes para sobrevivir, y sus jefes eran militares sin conocimientos básicos de física nuclear. En esa situación, los científicos, ingenieros y técnicos nucleares organizaron manifestaciones de protesta, ante lo cual los militares reaccionaron despidiendo a un grupo representativo de estos grupos ocupacionales.

El problema del IPEN se convirtió en crisis intersectorial. Para resolverla, el gobierno de Fernando Belaunde creó una Comisión de Alto Nivel. Sin embargo, luego de recibir su informe, no se cambió nada, confirmando la sentencia atribuida a Napoleón: “Si no quiere resolver un problema, crea una comisión”.

En el periodo 1985 – 1990, con el gobierno de Alan García, los presupuestos eran volatizados por la inflación, y los investigadores investigaban cómo sobrevivir. Para empeorar la situación, la “Asociación de Trabajadores Apristas del IPEN” politizó el ambiente laboral, tratando de controlar la gestión institucional. Un relato sobre esa década fue publicado en el libro “Los Secretos de Huarangal”.

Como consecuencia de la crisis, los científicos enviados a Estados Unidos para prepararse en temas nucleares decidieron no regresar, privando al IPEN del esperado liderazgo de científicos calificados.

La problemática arriba mencionada no era solo del IPEN. Algunos científicos del Instituto Geofísico del Perú (IGP) renunciaban ante la insuficiencia de sus remuneraciones.

Desde esos tiempos no hay una ley general de carrera que permitiera remuneraciones de acuerdo con la producción. Tampoco había una mínima estabilidad laboral que evitara maltratos, como el despido a los que manifestaban su desacuerdo con la gestión institucional. Cada instituto tenía su particular régimen salarial y reglamento de evaluación, los que generalmente desincentivaban la producción científica y tecnológica.

Para buscar cómo salir de la crisis, el año 1989, los investigadores de los IPIs fundaron la Sociedad Peruana de Ciencia y Tecnología (SOPECYT), la que organizó una serie de eventos con el propósito de informar a la sociedad y a los políticos sobre la necesidad urgente de CTI y proponer políticas para impulsar su desarrollo. La primera propuesta de la SOPECYT fue la creación de la carrera del investigador científico y tecnológico.

El IPEN es uno de los institutos públicos de investigación (IPIs) que nacieron desarticulados (El modelo copiado de Estados Unidos de los años 50, consistía en la creación de institutos especializados, justificable por el gran número de investigadores en ese país. Hoy los centros de investigación son interdisciplinarios). Los IPIs estaban adscritos a diferentes ministerios y no se relacionaban entre sí. Hubo casos en los que dos IPIs hacían investigaciones sobre un mismo tema sin intercambiar información entre ellos.

Segunda década perdida (1990 – 2000)

El 28 de julio de 1990, Alberto Fujimori asumió la presidencia del Perú, generando esperanzas basadas en su lema de campaña: “Honradez, Tecnología y Trabajo”. Pensando en el futuro de la CTI había la necesidad que el nuevo gobierno estableciera la carrera del investigador y se articulara a los IPIs. Sin embargo, los acuerdos del gobierno de Fujimori con el FMI, el Banco Mundial y el BID, Fujimori se olvidó de la tecnología, trajo un mensaje privatizador, y llegó a decir “El IPEN es un elefante blanco que no sirve para nada”.

Al año de gobierno de Fujimori ya se veía lo que le esperaba a la ciencia en el Perú. Su gobierno cerró el Museo de Ciencias “Castro Mendívil” y cerró el ITINTEC, instituto que se dedicaba a la investigación tecnológica para la industria.

Los científicos se organizan

En 1991, ante la desarticulación entre los IPIs, universidades y empresas, la SOPECYT propuso la creación del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología (SINACYT). Sin embargo, Fujimori cerró el Museo de Ciencias “Castro Mendívil” y el ITINTEC (instituto que realizaba investigaciones tecnológicas para la industria).

Ante ese panorama, la SOPECYT convocó a los presidentes de los IPIs, los que firmaron la propuesta de añadir, en la Constitución que se estaba elaborando, un artículo clave para impulsar la ciencia y la tecnología: “Es deber del Estado promover el desarrollo científico y tecnológico del país”. La propuesta fue aprobada y se la incluyó como el artículo 14.

Mientras eso ocurría en el Perú, los colegas que hicieron su posgrado en los países desarrollados manifestaron su voluntad de no regresar. Buscando la forma de que ellos participen en el desarrollo de CTI en el Perú, el año 1993 se creó el Encuentro Científico Internacional (ECI), a través del cual los científicos residentes en el extranjero pudieran exponer sus avances de investigación y establecer colaborar en proyectos de interés nacional.

Uno de los mayores proyectos exitosos que surgió de la experiencia del ECI fue el que llevó a Carlos Bustamante, prestigioso biofísico de la Universidad de Berkeley. Luego de participar en el ECI del 2003, Bustamante estableció, en la Universidad Peruana Cayetano Heredia, un laboratorio gemelo al que tenía en Berkeley.

La ciencia del milenio en el Perú

El año 2001, Jaime Quijandría (con quien interactuamos por la organización del Encuentro Científico Internacional, el que se llevaba a cabo en el auditorio de Petroperú, del cual él era presidente) fue designado ministro de Energía y Minas, luego de lo cual me propuso la presidencia del IPEN. Acepté el reto. Como ministro, Quijandría logró que aprobase la triplicación de las remuneraciones de esta institución, lo que permitió convocar un concurso de plazas para investigadores calificados. Como resultado de la labor de los investigadores seleccionados, todos los indicadores de desempeño del IPEN despegaron, incluyendo el número de publicaciones SCOPUS, el que hasta ese año se había mantenido en cero (salvo algún año excepcional). Además, el IPEN se convirtió en la primera institución en obtener patentes y se hizo ganador de varios premios por el trabajo de sus investigadores.

El IPEN se convirtió en una isla, pero los IPIs seguían desarticulados. Para resolver este problema, en febrero del año 2006, se propuso la creación de un Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI) que articulara las actividades de los IPIs y de las universidades. Además, en el libro Optimización del Sistema Peruano de Ciencia y Tecnología, se planteó la creación del Grupo Ocupacional de Investigadores Científicos y Tecnológicos (GOCYT) con remuneraciones que permitieran retener y atraer a talentos en CTI.

Ese año 2006, regresó Alan García y su manera tradicional de gestionar las instituciones públicas. Los científicos más productivos del IPEN fueron hostigados, ante lo cual renunciaron y la producción científica del IPEN empezó a decaer.

Para la campaña electoral del 2011, el candidato Ollanta Humala nos pidió el apoyo de los científicos. Se presentó al ECI y prometió la creación de un ministerio de ciencia y tecnología y de la ley de carrera del investigador científico y tecnológico. Lo apoyamos.  En junio de ese año 2011, en el libro Políticas para Impulsar el Desarrollo de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación se describió la realidad del sector CTI hasta ese entonces: persistía desarticulación de los IPIs y los recursos económicos estaban dispersos y malgastados; pero, además se recomendó: 1) la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (MCTIT) que integrara y optimizara los esfuerzos nacionales en CTI y 2) la promulgación de la Ley de Carrera de Investigador Científico y Tecnológico (CICT) que incentivara las publicaciones científicas y las patentes.

Ollanta Humala, una vez en el poder no cumplió su palabra. Peor aún, durante su mandato, la producción científica del Perú fue superada por Ecuador, país que tiene un poco más que la mitad del número de habitantes del Perú. Ante la pregunta por qué desechó su promesa, Humala respondió: “El CONCYTEC no había hecho su trabajo”.

Política científica: la propuesta del presidente Pedro Castillo y la Ley Sagasti

Entre el 2016 y 2021 el Perú entró en permanente crisis política caracterizada con la sucesión de cuatro presidentes. El año 2021 surgió el candidato Pedro Castillo, quien asumió la propuesta de creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MCTI) para articular el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación y optimizar su funcionamiento.

Por coincidencia, el último presidente en ejercicio del quinquenio de caos era Francisco Sagasti, quien constantemente militaba contra la propuesta del ministerio.

En un programa de televisión, Sagasti, para argumentar contra la propuesta de Castillo, dijo que se tiene un ministerio de Educación y que la educación está mal. ¿Acaso con ese razonamiento sugiere que sin ministerio Educación estaríamos mejor?

Otro argumento que se esgrime contra la propuesta MCTI es que no hay suficiente número de investigadores como para merecer un ministerio. Como se sabe, los primeros ministerios que se crearon seis días después de proclamada la independencia del Perú fueron el Ministerio de Estado y Relaciones Exteriores y el Ministerio de Guerra y Marina. Ello se debió, precisamente, a que no se tenía un número suficiente de soldados y diplomáticos para consolidar la independencia, por lo que se creó esos ministerios para dar las leyes de las carreras correspondientes y formar las Fuerzas Armadas y el Cuerpo Diplomático.

Un tercer argumento es que un ministerio significa burocracia. Burocracia es la que se ha creado para administrar una veintena de pequeños institutos con pocos investigadores, pero con frondosas administraciones. El MCTI deberá fusionarlos en uno solo y reducir drásticamente burocracia que ha generado la desarticulación entre ellos.

La Ley Sagasti

Luego de que Pedro Castillo ganara las elecciones, Francisco Sagasti se apuró en promulgar la Ley 31250 de Ciencia y Tecnología, la que se presentaba como la solución alternativa a la propuesta del presidente electo.

El presidente Castillo, cumpliendo su promesa, presentó al Congreso de la República el proyecto de Ley de creación del MCTI. La Comisión de Ciencia, Innovación y Tecnología lo aprobó, pero la presidencia del Congreso se niega a ponerlo a debate en el pleno, como lo hace con casi todas sus propuestas.

Como alternativa al MCTI, la Ley 31259 crea la Comisión Multisectorial de Ciencia Tecnología e Innovación (CMCTI) presidida por el presidente del CONCYTEC y conformada por el Ministro de Economía y Finanzas, el Ministro de la Producción, el Ministro de Desarrollo Agrario y Riego, el Ministro de Transportes y Comunicaciones, el Ministro de Educación, el Ministro de Salud, el Ministro de Relaciones Exteriores, el Ministro del Ambiente, el Ministro de Energía y Minas, el Ministro de Defensa, el Ministro de Comercio Exterior y Turismo, el Ministro de Desarrollo e Inclusión Social y el Presidente de la Asamblea Nacional de Gobiernos Regionales (ANGR). Esta comisión, la que bien podría llamarse un mini consejo de ministros presidida por el presidente del CONCYTEC, atenderá los temas de ciencia y tecnología y fiscalizará la ejecución de la Política Nacional de CTI y dará lineamientos de políticas a los integrantes del Sistema Nacional de CTI (SINACTI).

Como sabemos, los temas prioritarios se ven en el Consejo de ministros, con la presencia del presidente de la República. La existencia de la CMCTI significa bajar el nivel de decisiones respecto a lo que sería en caso de la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. La práctica en la gestión pública sugiere que a dicha comisión probablemente asistan funcionarios de tercer nivel jerárquico. Si ello ocurriera, se ve difícil lograr la necesaria articulación de los esfuerzos de los IPIs, las universidades, las empresas y las regiones. En suma, se cumpliría una vez más la sentencia de Napoleón.

Divulgación científica

El 4 de octubre, ante la necesidad de dar a conocer  a la sociedad y al Gobierno los problemas por los que atravesaban los científicos del IPEN, en el diario “La República” se publicó la nota “Crisis en desarrollo nuclear del Perú”.

En 25 octubre de 1984, cuando se intensificó los reclamos contra el maltrato y despido a los científicos, ingenieros y técnicos del IPEN, la página de Opinión del diario “La República” tituló: “El hambre Nuclear”. El 3 de noviembre de ese mismo año, en la misma página, ese diario opinó que lo que ocurría en el IPEN era un “problema multisectorial”. Hasta ese entonces los científicos no exponían sus problemas ante la prensa. Casi como una actividad defensiva, ellos empezaron a explicar la naturaleza de la ciencia y sus beneficios para la sociedad, con lo que se inició el surgimiento de científicos divulgadores de la ciencia. El diario “La República” adoptó la idea y se convirtió en un aliado de los científicos.

El 12 de septiembre de 1992 se crea el Centro de Preparación para la Ciencia y Tecnología (Ceprecyt) para intensificar de divulgación de la ciencia y llevarla a todos los estamentos de la sociedad. Entre una de sus actividades estaba la organización de cursos taller de ciencia para niños. Era una novedad que atrajo la atención de los medios de comunicación masiva tanto escritos como televisados. Los niños de este semillero científico hacían demostraciones de experimentos en los programas televisión. Luego vinieron los programas empaquetados que, a la larga, terminaron por erosionar el interés por la ciencia en la población.

El tercer sábado del 1993, el Ceprecyt organizó la primera “Fiesta de la Ciencia” en el Parque de Miraflores, en la que participaron IPIs y universidades. Las familias acudieron a la fiesta e interactuaron con los investigadores que presentaron sus experimentos. En esa oportunidad se organizó también el Primer Encuentro Científico Internacional, con los científicos que venían del extranjero a visitar a sus familias en ocasión de las fiestas de Navidad y de Año Nuevo. Durante la década del 90 el Ceprecyt realizó una serie de eventos de promoción de la CTI.

Entre el 2001 y 2006, se difundió ampliamente los conocimientos sobre las aplicaciones nucleares en los diversos sectores de producción y servicios. El año 2006, en TV Perú se lanzó la frase que más tarde se convertiría en lema político: “Sin ciencia no hay futuro

En la segunda década del siglo XXI, TV Perú inició el programa Umbrales con una sección de ciencias. Sin embargo, un par de años más tarde, la gestión Humala la reemplazó por uno que más parecía promover la compra de productos digitales. Al final, la sociedad peruana ha sido orientada a intereses alejados a la ciencia, Los medios han creado la confusión que no permite a la población diferenciar entre ciencia y promoción de la venta de productos tecnológicos.

Actualmente, el CONCYTEC está impulsando con mayor intensidad la divulgación científica, redoblando esfuerzos a través de eventos públicos, el más atendido de los cuales es la Feria Con Ciencia.

Red Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación

Para incentivar la investigación, el CONCYTEC ha establecido un nuevo reglamento para calificar a los científicos e incorporarlos a la Red Nacional de Ciencia y Tecnología (RENACYT). A pesar de que el CONCYTEC reconoce que persiste una baja alfabetización científica y que urge esfuerzos en la divulgación por parte de los científicos, en ese reglamento no toma en cuenta sus actividades de divulgación.

Por otro lado, el reglamento del RENACYT promueve la incorporación de los investigadores a proyectos internacionales con objetivos no tan cercanos a las áreas estratégicas escogidas por el propio CONCYTEC, como son: la economía circular y salud, la adaptación y mitigación al cambio climático, seguridad alimentaria, valoración y uso sostenible de la biodiversidad, energías renovables, tecnologías de la información y las comunicaciones.

Sigue la desarticulación y la falta de carrera del investigador

Actualmente, los IPIs siguen desarticulados. Lo mismo ocurre con los fondos para CTI: se tiene 140 fondos, 9 unidades ejecutoras, dispersos en once sectores.

Además, se sigue sin una carrera del investigador. La remuneración de un científico en la universidad estatal altamente calificado recibe una remuneración equivalente a la tercera parte de la que recibe un administrativo de confianza en cualquier ministerio. Peor aún, los investigadores terminan con una jubilación de indigencia.

En ese marco, resulta incomprensible la oferta de becas para estudiar en el extranjero, sabiendo con toda seguridad que los posgraduados en el extranjero no volverán al Perú, puesto que expondrían el futuro de sus hijos a un panorama y un futuro oscuros.

Conclusión

Lo expuesto en esta nota nos induce a pensar que el primer paso para impulsar la CTI en el Perú, es la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación. Este ministerio llevará, al más alto nivel político del Estado, las propuestas de las profundas reformas que necesita el Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación. Entre estas propuestas están: 1) la fusión de los IPIs y los fondos para articular los esfuerzos en el sector CTI, 2) la Ley del investigador que uniformice la gestión de personal en todo el sector y promueva la productividad científica y tecnológica en el país y permita atraer los mayores talentos peruanos en CTI.

Con la selección de líderes científicos y tecnológicos de alto nivel, y la colaboración internacional que se pueda atraer. se llevará a cabo los programas de investigación prioritarios para el desarrollo del país.

Como se dijo al principio, en este siglo se ha agudizado la competencia por el conocimiento. En esta competencia es crucial el potencial humano, el que por demasiado tiempo ha sido desdeñado. El despegue de la pobreza de nuestro país depende de ese potencial y de la optimización del Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación.

Sobre el autor o autora

Modesto Montoya
Es promotor de la ciencia y la tecnología en su país, fundador del Encuentro Científico Internacional que se desarrolla en Lima, Perú. Ha sido presidente de la Sociedad Peruana de Física y, entre 2001 y 2006, presidente del Instituto Peruano de Energía Nuclear. También ha sido ministro del Ambiente.

Deja el primer comentario sobre "Ciencia en el Perú: historia de cuatro décadas de resistencia"

Deje un comentario

Su correo electrónico no será publicado.


*