La Rusia postsoviética y la guerra actual

Escrito por Revista Ideele N°306. Octubre-Noviembre 2022

Tras la disolución de la URSS, los viejos dirigentes del PCUS, en cada república federada o república autónoma, de pronto se vieron con el poder. Casi todas ellas se desligaron inmediatamente del pasado comunista y soviético, y vieron su oportunidad de enriquecerse abiertamente con los recursos estatales. Se aliaron prontamente con las nacientes oligarquías formadas del robo de las empresas soviéticas, y con militares locales que de pronto tuvieron que crear ejércitos de la nada, sobre la base de las antiguas guarniciones soviéticas. Aunque formalmente hubo lecciones, todos sabían quién iba a ganar. Y esto fue así en todo el espacio postsoviético. Excepto en aquellos lugares donde la guerra reemplazó la vida normal.

¿Por qué las guerras? Porque las élites locales, una vez dejado de lado la legitimación en base al pasado soviético, echaron mano de viejos nacionalismos, en algunos casos de aliados nazis, para legitimar sus gobiernos, sus latrocinios. Y todas estas élites postsoviéticas, o la mayoría de ellas, pronto buscaron el favor de la OTAN y los EEUU, midiendo siempre ese acercamiento con las posibles objeciones chinas o rusas.

Occidente recibió con manos abiertas a los nuevos déspotas, siempre y cuando permitieran el acceso occidental a recursos locales, y transfirieran las ganancias de los oligarcas y burócratas en el poder a bancos occidentales. Al mismo tiempo, en cada país y región, la CIA y servicios similares han cultivado fuentes alternativas de poder, liderazgos alternativos, para el caso que sea necesario derrocar a algún dirigente muy propenso a China o a Rusia. EE.UU ha financiado a decenas de organizaciones en el espacio postsoviético para influir en la población local, para cultivar liderazgos cercanos a occidente. Billones se han gastado en invitaciones a oficiales militares y policiales.

Y se ha promovido en todo el espacio postsoviético discursos y políticos antirusos, y antichinos. Explotando hechos históricos de imperialismo zarista o chino, de matanzas de locales por el ejército zarista, o por el ejército soviético (que siempre se ecualiza con lo ruso).

Las élites en Rusia tras Yeltsin

Mientras tanto en Rusia, en la década de 1990 se forma una alianza de poder entre la nueva burocracia neoliberal central, burocracias locales, y las diferentes cliques oligárquicas, todas unidas en la defensa de la legalidad del robo a los recursos soviéticos. A esa alianza se unieron pronto, a fines de los noventa, los siloviki, que aceptaron legitimar el robo, a condición que se impusiera cierto orden dentro del país y se eliminaran las tendencias centrífugas. Putin/Medvedyev no son un poder autónomo (sin desconocer que tienen cierto grado de autonomía), sino una vector resultante de las fuerzas en el poder en Rusia. Del desorden total de los noventa, se pasó así a quince años de crecimiento económico de la mano de crecientes precios de hidrocarburos, hasta el 2014, que los precios cayeron estrepitosamente cuando EE.UU empezó a inundar el mercado con petróleo y gas de campos de fracking.

Estas fuerzas en el poder (burocracia neoliberal central y de las empresas estatales, burocracias locales, diversas cliques oligárquicas, diversas cliques de silovikis) buscaron, entre 2000 y 2007, ser parte de la OTAN y occidente, al tiempo que liquidaron las tendencias centrífugas dentro del país (exitosa segunda guerra chechena 2000-2005) así como los intentos de algunos oligarcas de tener un poder autónomo frente al Estado (como los Jodorkovski y los Berezovsky). Los silovikis, sobre todo, vieron con terror cómo occidente no sólo armaba a separatistas chechenos y promovía su terrorismo dentro de Rusia, sino cómo se promovía abiertamente tendencias antirusas en todo el espacio postsoviético, y cómo la OTAN se expandió a los antiguos territorios soviéticos. Su terror se vio confirmado cuando en 2008 el gobierno georgiano atacó a separatistas osetios y abjasios que tenían apoyo ruso.

Las élites en Rusia tras la Guerra de Georgia de 2008 y hasta 2014

Parte de las élites siloviki se dio cuenta que nunca iban a ser aceptados en occidente, y que tenían que reconstruir el ejército ruso, lo cual se inició en 2008. Esto fue saboteado desde la burocracia central y las corruptas empresas estatales, pero también por la corrupta oficialidad militar, que desde los noventas se acostumbró a robar descaradamente los bienes militares bajo su custodia. Esta corrupción e ineptitud está detrás de decisiones que llevaron a que Rusia no desarrolle, a pesar de contar con la capacidad técnica, ni municiones de precisión ni aviones de combate no tripulados (ACNT), con las cuales sí cuentas países de menor desarrollo tecnológico e industrial como Irán o Turkía.

Las élites siloviki vieron preocupadas cómo luego de la primera revolución de color promovida por occidente en Ukraina el 2003 la enseñanza antirusa en escuelas y prensa se incrementaba. Esto también fue visto con preocupación por la población rusa de Ukraina en el Donbas y otras partes de Novorossiya, que empezó a organizarse con el apoyo de un sector minoritario de los siloviki rusos para resistir una mayor antirusificación de la política interna ukrainiana. El 2014, cuando el gobierno legítimo ukrainiano fue derrocado por políticos ukrainianos rabiosamente antirusos, población del Donbas y otras partes de Novorossiya se levantó militarmente, con apoyo de sólo una parte de los siloviki rusos, creando exitosamente las Repúblicas Populares de Donyetsk y Lugansk, y fracasando en el resto de Novorossiya. Mientras tanto, las diversas élites rusas apoyaron la incorporación pacífica de Krimea en Rusia (desde 1780 hasta 1954 Krimea fue parte de Rusia), pues sin Krimea Rusia pierde sus posiciones en el mar Negro. Las élites rusas pensaron que esta incorporación iba a ser aceptada por occidente. Se equivocaron, empezó la primera ronda de sanciones antirusas.

Desde 2014 el ejército Ukrainiano, entrenado y armado por EEUU y la OTAN, está en guerra de posiciones con las Milicias Populares de Donyetsk y Lugansk. Este ejército creció a 200 mil soldados fogueados en guerra, con una reserva de 500 mil soldados que han pasado por los campos de batalla del Donbas. A ellos hay que agregar unos 50 mil militantes de grupos nazis como Kraken o Azov o Sector Derecho, en muchos casos de rusos ukrainianos rabiosamente antirusos. Se han enfrentado a unos 25 mil soldados de la RP de Donyetsk y otros 25 mil de la RP de Lugansk. El espectro político ukrainiano en estos ocho años ha acentuado su antirusismo y su aspiración a ser parte de la OTAN, y las voces políticas de los rusos ukrainianos han sido sistemáticamente silenciadas. En contraste a Ukraina, la única república postsoviética donde las élites no adoptaron una postura antirusa, y curiosamente tampoco permitieron el robo oligárquico, fue Bielorrusia, el único aliado que le queda hoy a Rusia en la antigua URSS.

Antecedentes de la Guerra. Reacción al intento de golpe de Estado en Bielorrusia

Desde el 2020, cuando fracasó el golpe de Estado promovido por la OTAN en Bielorrusia, los siloviki se dieron cuenta que, si no hacían algo, Ukraina entraba en la OTAN, y el país se vería frente a la amenaza de tener el grueso de su economía a tiro de piedra esas armas y sería sometido a chantajes que no podrían evitar.

Las élites rusas necesitaban impedir esto, y pensaron que una operación militar limitada obligaría a las élites ukrainianas antirusas a aceptar la implementación de los Acuerdos de Minsk del 2014, que impidieron la derrota militar ukrainiana a manos de las milicias populares de Donyetsk y Lugansk, y que obligaban a Ukraina a incorporar en su cuerpo político a estas repúblicas, con lo cual se bloqueaba la incorporación de Ukraina en la OTAN.

Por eso, a pesar que el ejército y las milicias ukrainianas tenían más de 300 mil efectivos, y contrario al conocimiento militar básico que para derrotar a un oponente se requiere de tener una ventaja numérica de 3 a 1, en febrero del 2022, y con la oposición y el sabotaje de la burocracia neoliberal central (que retiene los fondos para el ejército y las operaciones militares) y parte de las cliques oligárquicas, Rusia inicia una operación militar especial. El objetivo final era, no conquistar Ukraina o derrotar militarmente al ejército ukrainiano, sino obligar a la élite ukrainiana a cumplir los Acuerdos de Minsk, es decir, a impedir la entrada de Ukraina en la OTAN.

La Guerra. Cómo pensaban las élites rusas que iba a ser y cómo fue

El propio ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Lavrov, cándidamente reconoció en febrero del 2022 ante periodistas occidentales que la élite rusa jamás se imaginó la respuesta de occidente, que fue la de aplicar las más severas sanciones económicas que se han aplicado en la historia de la humanidad a país alguno, por un lado, y por otro que han financiado y entregado cada vez más sofisticadas armas y municiones al ejército y milicias ukrainianas. Rusia se enfrenta en Ukraina a todo occidente: Más de 40 países de la OTAN, Japón, Sur Korea, Australia y Nueva Zelanda, que han enviado armas y municiones a Ukraina, que entrenan a tropas ukrainianas en occidente. Las sanciones económicas han afectado el comercio ruso con todo el mundo, y pronto entrarán en vigencia sanciones contra las exportaciones de hidrocarburos adoptadas por el Grupo de los 7. La prensa occidental ha entrado en un desenfrenado antirusismo, apoyando abiertamente que el objetivo de la guerra no es sólo la victoria de Ukraina contra Rusia, sino, a través de esta victoria, la disolución de Rusia en una veintena de estados subordinados a occidente.

El ejército ruso, deja vu

Al igual que en la época zarista y soviética, las élites rusas actuaron en base a información falsa fraguada por los subordinados para caer bien ante sus superiores, tanto respecto a las posibles reacciones de occidente, como a las capacidades reales del ejército ukrainiano y el nivel de apoyo de Rusia dentro de Ukraina. No se tomó en consideración que, desde 1991, la doctrina nacional impulsada por las élites ukrainianas en el poder, a través de la prensa y la educación, ha sido de un creciente antirusismo, de una creciente heroización y glorificación de los nazis ukrainianos que apoyaron a los nazis alemanes en la Gran Guerra Patria. No esperaron el nivel de resistencia armada que encontraron. La guerra sacó a relucir, al igual que guerras zaristas (contra Japón en 1904-5) o soviéticas (Afganistán 1980-1989), las deficiencias del ejército: corrupción que dejaba a las unidades mecanizadas sin combustible o con unidades en muy mal estado y sin mantenimiento, y que se tenían que abandonar. También los problemas de una deficiente logística militar, de deficientes sistemas de armas, etc. Y salió a relucir que la corrupción en los sistemas de compras impidió que Rusia cuente con aviones de ataque no tripulados y munición de precisión.

Quiénes pelean la guerra

Si bien las pérdidas del lado ruso en la guerra han sido menores (muertos: 6 mil soldados rusos, 4 mil en la Milicia Popular de Donyetsk, 4 mil en la Milicia popular de Lugansk, 6 mil en las otras fuerzas involucradas), frente a los más de 60 mil muertos del lado ukrainiano, son 20 mil muertos en 7 meses, muchos más que los 10 mil en los 10 años de la Guerra de Afganistán, o los 5 mil en 10 años de las dos guerras de Chechenia.

Es evidente que los que están enfrentando el grueso de las operaciones militares son las milicias populares de Donyetsk y Lugansk, así como los chechenos, los voluntarios y los Wagner, con el ejército ruso en segundo plano fuera de algunas unidades. Ahí donde no están los primeros, el ejército ruso está evidentemente falto de personal para mantener el frente. Y, en un ambiente donde las RPDL permiten amplia libertad de prensa para blogueros y corresponsales de guerra rusos, en la telegramósfera rusa han crecido las críticas de los que están en el frente contra la dirección militar de la guerra desde el lado ruso.

En el lado ukrainiano, la guerra se ha hecho con total apoyo occidental, y sabiendo de antemano dónde y cómo iba a atacar Rusia. Febrero se puede ver como una emboscada ukrainiana, dirigida por EEUU y la OTAN, a un realmente inocente ejército ruso. Como ya lo dijo recientemente el ministro de Defensa ruso, el tuvino Shoigu, 70 satélites militares de la OTAN y 200 satélites civiles occidentales han seguido cada movimiento de las tropas rusas. Los mandos ukrainianos reciben información de inteligencia en tiempo real de cada movimiento, de cada orden dada por el lado ruso. Y cuentan no sólo con los 50 mil milicianos nazis, que son sus tropas de choque, sino también con una reserva fogueada en el Donbas de medio millón de hombres, que ha sido paulatinamente llamada al frente este año. También se usan las tropas territoriales, formadas en cada región de Ukraina hace varios años, como carne de cañón para mantener las trincheras, mientras tropas de élite hacen los asaltos contra las posiciones rusas. Y si bien los ukrainianos han perdido más de 60 mil soldados, tienen un par de millones movilizables, siempre y cuando esto sea financiado por la OTAN, pues el estado ukrainiano está quebrado.

China y la guerra

Lo que el presidente Xi  de China y Raisi de Irán le han preguntado a Putin en su reciente reunión,  es si Rusia es seria en la guerra. Porque China e Irán tienen que prepararse para la eventualidad de una derrota rusa, que lleve a la fragmentación de Rusia, a que sus armas nucleares sean controladas por occidente, y a que tropas de EEUU y a OTAN estén en las fronteras china e iraní. Ellos no desean una derrota rusa, y es por eso que Irán está enviando miles de aviones no tripulados de combate a Rusia, y esperan que Rusia termine pronto la guerra en condiciones favorables, es decir, no derrotada. Es por eso que China ha incrementado su comercio con Rusia este año, que se ha pasado a usar las monedas nacionales y abandonado el dólar en el intercambio comercial mutuo, para dar respiro y apoyo económico.

Derrota rusa en Járkov, reacción de las élites

En este contexto, y ante la derrota rusa en el frente de Járkov las semanas pasadas, provocada por no contar con número adecuado de topas en ese sector, la semana pasada Putin anuncia una movilización militar parcial, para agregar 300 mil soldados a los 200 mil actualmente en el frente (sin contar unos 70 mil de las Milicias Populares de Donyetsk y Lugansk, unos 10 mil chechenos, unos 10 mil mercenarios de Wagner, unos 10 mil voluntarios rusos y otros 50 mil de la Guardia Rusa, servicios de seguridad y fuerzas especiales de la policía rusa enviados a la guerra), así como la celebración de referendos para incorporar a las Repúblicas Populares de Donyetsk y Lugansk y a las provincias ocupadas de Zaporozhie y Jerson dentro de la Federación Rusa.

A qué juegan las élites rusas

Desde un punto de vista militar, estos 650 mil soldados del lado ruso no son suficientes para lograr una victoria militar sobre el millón de movilizados en Ukraina. A lo sumo alcanzarán para sostener todo el frente y la retaguardia frente a cualquier asalto ukrainiano. ¿A qué juegan entonces las élites rusas? Juegan a que Europa Occidental pase un mal invierno sin el gas ruso, tenga una mala cosecha sin el fertilizante ruso, y por tanto se desligue de EEUU, deje de financiar y armar a Ukraina (sin ello Ukraina no puede sostener la guerra), y apoye una solución negociada en Ukraina, que reconozca las anexiones, por un lado, y por otro que neutralice a Ukraina y prohíba su entrada en la OTAN.

En el fondo, las élites rusas (burócratas neoliberales, oligarcas, la mayoría de los siloviki) creen que pueden volver a ser parte de occidente, o al menos que se va a volver al statu quo previo al 2014.

Estos grupos surgidos en los ochenta en Rusia dentro de la URSS, se desarrollaron y tomaron el poder en los noventa en Rusia, confiando que podrían gozar para siempre de su riqueza mal habida en los paraísos occidentales, legitimando ante la población rusa su control de las riquezas del país con un mínimo de orden y estado mínimo más o menos eficiente. Confían que una vuelta al statu quo ante permitirá que los rusos comunes sigan gozando de bienes que Rusia no produce e importaba de occidente (el 70% del inventario de los supermercados rusos, desde las toallas higiénicas hasta la comida para gatos). No se creen capaces ni están interesados realmente en una sustitución de importaciones, y por eso para ellos la guerra debe terminar pronto. Le apuestan todo a que el invierno cambie la posición de los europeos occidentales. Y no están interesados para nada en una victoria militar, que implica varias cosas: control estatal de la economía (por tanto, sobre su riqueza), economía de guerra, sustitución de importaciones y desligamiento total de la economía y sociedad rusa respecto a occidente. Como en 1914, las élites rusas se han metido a una guerra queriendo mantener el statu quo.

Sobre el autor o autora

Miguel Tejada
Sociólogo con 30 años de experiencia en trabajo con pueblo indígenas y campesinos. Experto en consulta previa y conflicto social.

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