Los niños invisibilizados y los asesinados: una navidad enlutada

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Escrito por Revista Ideele N°307. Diciembre 2022

Una vez más estamos frente al abismo de la ingobernabilidad con la diferencia de que somos más conscientes de haber permitido que ello ocurra. Tenemos mejor identificados a los representantes de los extremos que con discursos distintos llegan a lo mismo: fracturar más el país, responder a sus intereses y prebendas esperadas sin importarles la mayoría de los peruanos que han retornado a la pobreza y pobreza extrema con algo peor: la convicción de que la justicia cuesta y ellos no tienen como “adquirirla”. Que los derechos ciudadanos no son para todos y para todas.  Discursos y posturas que exacerban los legítimos sentimientos de rencor, frustración y desesperanza de un lado y los de soberbia, arrogancia y menosprecio del otro; pero al final ambos coinciden en lanzar a una gran parte de población a la muerte y destrucción, porque no son precisamente marchas ciudadanas. Son actuaciones vandálicas que se aprovechan de personas desesperadas expresan su dolor e indignación frente a la muerte y la injusticia arriesgando sus vidas. Porque esos que desprecian la vida de los más vulnerables necesitan “héroes del pueblo” para agigantar las contradicciones o, del otro lado, una cifra más de los “exaltados irracionales”. Ambos extremos menosprecian la vida y cuidan las suyas.

No hemos reaccionado suficientemente frente a la muerte de dos adolescentes que, según la Carta de la Convención, aún son niños y algunos de ellos organizados trabajadores que hace poco en un Seminario sobre Políticas de Infancia, expresaban cómo la sociedad de adultos los ninguneaba y les negaba su voz o no la tomaba en cuenta en su condición de adolescentes trabajadores organizados que afrontan la vida desde la pobreza y educándose.

Los bebes, los niños y las niñas son testigos invisibilizados en estos momentos. Algunos acompañan a sus familias a la protesta, están en los puestos de comercio ambulatorio, en las chacras o ven asustados y expectantes desde las ventanas de sus hogares como mueren y se atacan de ambos bandos.

Algunos de estos niños y niñas luchan por su vida en una ambulancia o en ómnibus a la que la turba no deja pasar. Luchan por una curación en Lima que debieron tener en el hospital de su región y que no mejoró a pesar que la pandemia desnudó que su derecho a la salud está constantemente vulnerado.

Otros niños y niñas distantes del escenario del conflicto estarán alternando sus clases virtuales con las noticias en pantalla de cómo se enfrentan las autoridades y harán muchas preguntas que pocos padres responderán con criterio educador porque “para eso está el colegio” y seguramente responderán con frases irracionales que expresan racismo y discriminación que no ayudan a entender la magnitud de lo que nos está pasando. Seguramente responsabilizarán a uno u otro personaje sin darse cuenta que no han educado a o tal vez sí, a sus hijos en lo que es respeto a la diversidad, a la convivencia democrática y respeto a las instituciones y principalmente la ética. Otros niños estarán pensando en su fiesta clausurada y cómo sus planes y regalos de fin de año se ponen en riesgo. Otros niños y niñas sólo esperarán que su familiar herido por las balas de una protesta retorne a casa con vida. Lo cierto es que nuevamente los niños y niñas de la primera infancia no serán tomados en cuenta por la mayor parte de la población adulta porque si así fuera medirían sus actuaciones para darse cuenta de lo que estamos enseñándoles dentro y fuera del hogar, en las plazas y en las pantallas. Ellos son los que en unos años responderán con incredulidad que la democracia es sólo un sueño y no nos sorprendamos que no crean ni en los derechos humanos y no se quieran comprometer con cuidar el bien común.

Sobre el autor o autora

Emma Aguirre Fortunic
Licenciada en Educación Inicial por la UNMSM con estudios de Maestría en Gestión Educativa en la PUCP, profesora con título otorgado por el Instituto Superior Pedagógico Público Emilia Barcia Boniffatti hoy Escuela Profesional. Su trayectoria está marcada por ser gestora de iniciativas: Coordinadora de los Derechos del Niño para la firma de la Carta de la Convención, Promotora de los Programas de Cuidado Infantil en San Juan de Lurigancho antecesores de los Wawa Wasi, la primera Guía de Estimulación Socio Afectiva y de Lenguaje (1987) en el contexto de violencia para niños sectores populares. Directora de la Dirección de Educación Inicial del MINEDU (2007 – 2011). Actualmente, coordinadora del Grupo Impulsor de la Educación Inicial.

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