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Revista Ideele N°229. Mayo 2013Ante el recrudecimiento del delito y la inseguridad ciudadana, la respuesta del Estado ha consistido en incrementar las penas y el número de cárceles. No solo es un problema peruano sino global, incluso en países de una economía boyante como Brasil. Eduardo Baker, abogado brasileño de Justicia Global, disiente de este tipo de soluciones. Su punto de vista es polémico y apunta a problemas de fondo que merecen debatirse a profundidad.
–La cárcel debe cumplir un fin de resocialización.
–Yo no creo que las cárceles estén para la resocialización. Materialmente es imposible que en una cárcel se resocialice a alguien, aunque haya casos individuales en que eso pase. La cárcel nunca va a ser una estructura de resocialización. Ése es el mito de resocialización en el que donde yo trabajo no creemos. Entonces, siendo un mito, nunca se va cumplir. Es imposible: la función de la cárcel no es la de resocializar; eso es lo que cuentan los políticos.
–¿Qué sistema penitenciario a nivel mundial rescataría?
–No hay una experiencia buena de cárcel: hay experiencias menos malas, menos violadoras de derechos humanos.
–¿Cuál es el principal problema de las cárceles de Brasil?
–El problema es la existencia de las cárceles. Dentro, la sobrepoblación y la tortura.
–Si la cárcel no sirve para resocializar, ¿para qué sirve?
–Sirve para muchas cosas, pero no para resocializar a nadie. Hay una función real de cárcel, pero no para resocializar o para combatir el crimen. La cárcel cumple una función de reprimir, segregar determinados elementos o personas de las clases más pobres. El sistema penal cumple una función de proteger los bienes jurídicos de tutela.
–Hay problemas concretos como el hacinamiento. ¿Qué medidas se pueden tomar?
–Tenemos una de las tasas más grandes de crecimiento en el tema de las cárceles. Cuando se construyen más cárceles, se reprime a más personas. En Brasil, la relación es muy evidente. En los primeros estudios de cárcel de Brasil del siglo XIX se decía que las cárceles son sobrepobladas, que tenemos que construir más cárceles: la misma cosa hace más de 100 años.
–En las cárceles a menudo se entra por un delito menor y se sale graduado como un delincuente mayor. ¿Cómo se trata este problema?
–Despenalizando las conductas, no reprimiendo a las personas que están en las cárceles. Lo que hacen es no pensar en las personas; no hay alternativas al conflicto.
“La cárcel nunca va a ser una estructura de resocialización. Es imposible: la función de la cárcel no es la de resocializar; eso es lo que cuentan los políticos” Eduardo Backer
–¿Por qué delitos se condena más a la gente en Brasil?
–Los problemas que más abundan son los estratégicos, que los produce el Gobierno, pero quienes están en la cárcel tienen delitos contra el patrimonio, como si el gran problema de la sociedad fuera el robo. El manejo de este tema es muy selectivo. Si vas a preguntar a la Policía o al Gobierno cuál es el problema, te van a decir “drogas y delitos contra el patrimonio”, pero esos son los intereses de una élite. No me parece que los problemas principales de los conflictos sociales en Brasil sean delitos y drogas, porque el punto no es el delito sino el conflicto.
–¿La privatización de las cárceles es una solución?
Ahora en Brasil lo estamos debatiendo. Si el problema de las cárceles es que el Gobierno está gastando mucho, es una lástima, porque tendrá que gastarse. El problema es que las cárceles privadas no son una solución para la sobrepoblación y la tortura. Podría ser una solución para que el Gobierno gaste menos plata.
–¿Funcionan las penas alternativas?
–En Brasil hay servicio comunitario, multas, pero esa ley la tenemos hace unos 10 años y no funciona. El punto es descriminalizar las conductas.
–¿Hay algún seguimiento para los que salen de las cárceles?
–Existe un órgano del Estado que es responsable del seguimiento, pero es muy difícil, porque no hay mucho presupuesto. Hay mucho más presupuesto para construir cárceles y contratar gente para trabajar en ellas. Las políticas de excarcelaciones son una posible solución.
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