Un año del derrame de petróleo de Repsol: testimonios de pescadores

Foto de Alan Benavides

Escrito por Revista Ideele N°308

“Estuve ese mismo día cuando ocurrió esa desgracia que ocasionó Repsol y lamentablemente hubo pérdidas grandes donde perdí mi malla, perdí el pescado que había sacado y a la fecha estamos viviendo una situación caótica, desesperante” recuerda Ángel Virto, de la Asociación de Pescadores Artesanales, Rederos y Orilleros la Playa Costa Azul de Ventanilla con más de veinticinco años de experiencia, sobre ese terrible quince de enero de 2022 en que se derramó el combustible sobre el mar. “Cuando yo saqué mi malla ya estaba llena de petróleo, entonces ya queda obsoleta, inservible. En esos tiempos había entrado la corvina en cantidad, sacaba lisa a diario. Ahora no estoy sacando nada, acá hay lornitas chicas nomás pero están llenas de petróleo, no las puedo vender”.

“Cuando yo vi el mar lleno de petróleo y escuché las noticias de lo que había sucedido mi impresión fue de tristeza. Me sentí tan triste, psicológicamente me afectó porque ya no podíamos trabajar” recuerda Susana Medina, propietaria de barcos pinteros en Ancón. “Lloré por lo que estaba sucediendo. Era como si hubieran tirado una bomba nuclear en el agua. Nos quedamos sin trabajo y tenemos familia.”

“Esto ha sido con la explosión del volcán Tonga. Al día siguiente la marea subió y nos enteramos que Repsol había ocasionado este derrame y nos prohibieron rotundamente asistir al trabajo porque estaba cerrado el puerto. Cerraron para todos el desembarcadero, no solamente para fileteros sino recurseros, vendedores, los mismos pescadores que son los más afectados porque luego nosotros le seguimos” señala Kathy Medina Ricse, obrera de la Asociación de Procesadoras y Fileteras del Puerto de Chancay. “Desde ese día hemos dejado de hacer nuestras labores y estamos acá en lucha para que nos den lo que nosotros ganamos ahí porque la vivencia es diaria. Nos han afectado emocionalmente, psicológicamente, con nuestros recursos para generar ingresos para nuestros hogares.

Hace un año, unos once mil barriles de petróleo crudo se derramaron al mar peruano desde la refinería La Pampilla en Ventanilla, administrada por la gigante transnacional española Repsol. La inacción del gobierno de Pedro Castillo al mando de la entonces premier Mirtha Vásquez indignó a los miles de pescadores de la costa norte de Lima.

Mario Poma del Sindicato de Pescadores del puerto de Chancay comenta que la mancha negra recién llegó a su localidad al cabo de unos días. “Nosotros como asociación fuimos a Chacrimar que venía bajando el petróleo un veinte de enero, porque el quince fue el derrame. Como está cerca a Chancay, fuimos a apoyar a los hermanos de Aucallama”.

“De un momento a otro, nosotros habíamos ido a pescar, en la tarde pescamos y nos fuimos a la casa. Al día siguiente regresamos, sacamos la carnada y cuando vamos a pescar, era una mancha de puro petróleo. Tiramos el cordel para probar nada más y el plomo se quedaba casi encima del grosor del petróleo. Pero de ahí ya malogró toda la playa, todos los pesqueros” cuenta Marcelino Rojas, pescador artesanal de Aucallama. “Ya no se ha vuelto a pescar porque se ha matado todo el desove que vienen los pescados de fuera a desovar ahí. Todas las hueveras, todo lo mata, todas las crías, los muy muy, cangrejos, mariscos, los choritos donde se crían las lombrices para que coma el pescado”.

De filetear en la mesa a protestar en la calle

El desastre ecológico acaeció en pleno verano. “La mejor temporada es desde noviembre hasta fines de marzo. A partir de abril baja un poco pero no tanto, para nosotras siempre hay trabajo porque así no sean los pescadores quienes nos dan el trabajo son las mayoristas que nos traen de otros puertos y nosotras seguimos trabajando ahí.” Menciona Kathy quien trabaja fileteando el pescado en el muelle para los comercializadores. “Ventanilla al ser el primer afectado, luego Ancón y luego nosotros, de ahí traían el pescado nuestras mayoristas. Traían cajas y cajas y nos daban trabajo todos los días, de lunes a domingo, no había un día que no trabajemos”.

“Nosotras trabajamos hace más de veinte años en ese desembarcadero. Nos dedicamos al rubro del fileteo, eviscerado y estibamiento del producto hidrobiológico. Como asociación somos independientes pero somos un grupo de treinta y dos personas que nos dedicamos siempre a esto y no comercializamos. Pertenecemos al rubro de pesca” prosigue explicando que su trabajo continúa en la cadena inmediatamente luego del pescador “Normalmente se trabaja desde las 4:30 a.m., algunas van a las 3 a.m.”

“En el aspecto psicológico, los niños que podían ir a veranear a ese puerto, todo el mundo iba al puerto de Chancay a veranear, asolearse, a nadar en el agua limpia, ahora no se puede. Todo este año ha sido un caos para todos. Los bebés al menos para que conozcan el mar, se vayan socializando con la gente, no han podido”.

“Nacionalizado chancayano”

“En la pesca ganábamos regular y podíamos ayudar a la familia. Toda nuestra vida y nuestra juventud ha sido la pesca, no sabemos hacer otra cosa, trabajar en una chacra por ahí, algún trabajito pero dependemos de la pesca” reflexiona un veterano Marcelino quien lleva cincuenta y seis años como pescador junto a otros cuarenta de su localidad. “Las municipalidades han dado por abiertas las playas ya como si estuvieran limpias en Aucallama, en todas las playas de Chancay. Las capitanías que debieran de cuidar, porque no están limpias pues. Estarán limpias al sesenta, cincuenta por ciento”.

“Soy de Huacho pero vine cuando tenía catorce, quince años a Chancay y en Chancay he pasado toda mi vida. Soy nacionalizado chancayano. Es muy tranquilo, muy apacible, sus playas son hermosas. En verano la gente va a veranear y de paso a comprar pescado”.

En abril la empresa Repsol empezó a pagar una pensión de tres mil soles mensuales a algunos de los pescadores, supuestamente más de cuatro mil beneficiarios según la misma transnacional, aunque se interrumpió brevemente en noviembre. “Hemos recibido después de dos meses de lucha, dos meses de estar padeciendo porque no teníamos nada para la casa. Recién en abril después de tanto pedir ayuda a la prensa para que tome Repsol conciencia, el Estado tampoco no hacía nada” se queja. “Parece que el gobierno, el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, no sabemos nosotros qué arreglos hacen en favor del pescador. El Estado ha cobrado una buena multa que han implementado pero ¿y nosotros?”

Compensación superficial

“Tengo como cuarenta años de pescador como mi padre que fue pescador también. Toda una vida” se reafirma Mario, de Chancay. “El pescador artesanal se identifica como lornero, lisero, cangrejero, pintero. Todo pesca. A veces hay temporada de lisa, temporada de chita”.

“En mi asociación somos ciento setenta y cuatro” apunta, insatisfecho con los pagos temporales de tres mil soles. “El mejor momento de nuestra pesca es verano. Doscientos, trescientos, hasta cuatrocientos diarios en mes de verano”.

“Nosotros como pescadores sabemos que hay enfermos pero ¿a quién le corresponde hacer esos estudios? Al Estado peruano” increpa molesto. “En el Congreso no están viendo la situación del estudio para que el pescador tenga una indemnización justa. No están haciendo los estudios correspondientes. Pero ¿qué está haciendo la empresa Repsol? Está jalando a todas las asociaciones para que lleven cuatro reuniones y en la última va a venir una compensación final. Pero estamos hablando de una compensación final sin estudios correspondientes. Estamos pidiendo que sigan los adelantos mientras que haya una compensación o un estudio correspondiente”.

“Nosotros nos hemos plantado en Ancón, en Ventanilla, han tomado la Panamericana para que nos hagan caso” dice mostrando preocupación. “Nosotros como pescadores reconocemos que el mar está limpio en la superficie, pero las profundidades ¿Quién ve eso? Repsol dice que ya está limpia el agua. Y ahora en este tiempo está rebotando el petróleo ¿Quién lo ve? El pescador ¿Dónde están las autoridades para que vean? Ahora la OEFA dice este lado está contaminado, este lado está limpio ¿Por partes se contamina el agua?”

Marcelino a la izquierda junto a sus compañeros pescadores. Foto de Alan Benavides

Una familia embarcada en Ancón

“Trabajo en la pesca desde los veintiséis años. Soy dueña de embarcación, mi esposo es pescador, mi hijo es pescador” refiere Susana quien es dueña de pequeños barcos pinteros que alquila a sus parientes y a otros hombres de mar quienes extraían corvina, chita, calamares, cabrillas. “También tengo otra embarcación grande para pesca de bonito. Trabajamos todo el año. Vendemos nuestra corvina, nuestro lenguado a los empresarios que vienen a veranear”.

“Este derrame de petróleo nos ha afectado enormemente. Después del coronavirus de dos años ha venido un derrame que prácticamente nos mató nuestro trabajo. Ya estamos meses sin trabajar porque el pescado de la costa está recontra contaminado. La gente que sale por ahí, les da diarrea, vómitos, las personas no pueden ir a pescar. Por consumir ese pescado se ha afectado la salud de muchas personas. Este derrame de petróleo ha matado el plancton que comen los peces. Los peces no hay, escasean y qué tiempo demorará en florecer ese plancton debajo del agua. Los pescadores han sido enormemente afectados”.

Temores en Ventanilla

Cuando le preguntan por la compensación que le paga Repsol temporalmente, Ángel Virto responde: “Sí tres mil mensual pero para la cantidad de pescado que sacaba antes del derrame yo generaba más ingresos pescando porque el mar estaba limpio”.

“Yo vivo ahí en la playa. A veces tengo miedo irme a hacer un examen médico general porque podría estar contaminado. A la hora que percibo mis alimentos siento un sabor a ese combustible. Tengo miedo estar infectado, tener alguna enfermedad que haya ocasionado en algunos órganos como los pulmones” revela sus miedos. “Nosotros pescamos en orilla nomás, con malla. A veces nos vamos a los cerros a tirar cordel”.

“Hasta ahorita no se pronuncian por la corrupción de esos cuatro congresistas que se han coludido con Repsol: Noelia Herrera, Estela Barba, Enrique Wong y la principal corrupta Patricia Chirinos”.

Pescadores exhiben orgullosos sus redes. Foto de Alan Benavides

Un futuro oscuro

La conocida abogada aprista Mónica Yaya asesora a los hombres de mar de Ventanilla: “El mar está contaminado, si ellos les enseñaran las fotos de cómo están las piedras en estos momentos en las playas que Repsol dice que están limpias, se evidenciaría que el petróleo continúa desde la orilla en las playas de Ventanilla hasta Huacho”.

“Pero yo quisiera dejar claro que más preocupa a estos pescadores es que van a ser aproximadamente treinta años de contaminación del mar en el cual no solamente ellos sino sus hijos no van a poder vivir de esta fuente de trabajo, de sobrevivencia que era el mar peruano. Ellos nunca le han pedido un empleo público al gobierno, ellos han vivido del mar y esa tradición de pescadores la han adquirido de sus padres y la transmiten a sus hijos. Hay jóvenes que en estos momentos se están quedando sin esa fuente de empleo que ellos tenían como una manera segura de mantener a sus familias. Van a ser treinta años en los que no solamente el presente de estos pescadores va a ser perjudicado sino también el futuro de los jóvenes, de los niños que se están formando en esa tradición de pesca artesanal para sobrevivir de manera honesta”.

“El mecanismo que ha utilizado Repsol es dividir a las asociaciones de pescadores, ofreciéndoles a algunos por la desesperación en la que se encuentran, cifras irrisorias como si solamente hubieran perdido unos meses de trabajo” acusa ante la falta de un real diálogo. “Es importante señalar que los pescadores están solicitando que la presidencia del consejo de ministros exija a su institución estatal OEFA el informe del tiempo que durará la rehabilitación de las playas desde Ventanilla hasta Huacho. Esa información no la tienen, cuánto tiempo demorará en remediarse esas playas. Solamente con eso podrá haber negociaciones con Repsol de manera justa y equilibrada. Sin esa información Repsol tiene todas las de ganar y los pescadores no van a saber cuánto daño les ha causado y poder negociar en igualdad de condiciones”.

Al cierre de esta edición, una de las cinco multas que el Estado peruano le impuso a la transnacional española Repsol por cinco millones de soles, fue anulada por un tribunal del organismo de fiscalización ambiental OEFA, debido a errores de forma en los informes de supervisión.

Ángel Virto muestra sus redes y pescados arruinados por el petróleo. Foto de Alan Benavides

Sobre el autor o autora

Alan Benavides Romero
Periodista redactor y fotógrafo de derechos humanos y conflictos sociales.

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