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Revista Ideele N°225. Noviembre 2012Para poder evaluar la actual gestión municipal, lo primero que debe establecerse claramente es la línea de base con la que se inició. Siendo así, conviene recordar que la primera década de este siglo dejó una ciudad envuelta en una espiral de desorden y de proyectos aislados que literalmente ahogaron en cemento a toda la capital y relegaron a los peatones como ciudadanos de tercera categoría.
Una ciudad donde las áreas residenciales y comerciales crecían como querían, donde querían y hasta donde podían, dejando que los incontrolados apetitos inmobiliarios hicieran lo que quisieran. Una ciudad donde, por cálculo político, se prefería relegar los cambios estructurales que demanda urgentemente nuestra capital, al tiempo que se desplegaba una elaborada estrategia de marketing y campañas de concientización, con el solo propósito de convertir el sillón municipal en un trampolín a la Presidencia de la República.
Por otro lado, viendo el informe que algunas encuestadoras están propagando, creo que es oportuno aclarar que “hacer obras” y “hacer una buena gestión” no es necesariamente lo mismo; e introducirlo como si lo fuera induce al encuestado a una interpretación y respuesta errónea. Muchas ciudades del Perú poseen una muy mala gestión, y sin embargo en ellas se inauguran obras todos los días, obras que no responden a una adecuada planificación y que no otorgan a la ciudad ninguna perspectiva de desarrollo sostenible. No todas las problemáticas urbanas necesitan, para su solución, la construcción de obras; en muchos casos solo es necesaria una adecuada gestión u optimización de los procesos y recursos involucrados.
El caos del transporte
Uno de los aciertos de la actual gestión municipal es haber dado un giro fundamental en cuanto a la implementación de un nuevo sistema de transporte público. La herencia encontrada planteaba la construcción de más corredores segregados de alta capacidad como el “Metropolitano”, situación que hubiera generado más rupturas en la continuidad urbana por toda la metrópoli, como las que lamentablemente se produjeron en Chorrillos, Barranco, el Cercado de Lima, San Martín de Porres e Independencia. La nueva propuesta, de forma acertada, incide fundamentalmente en establecer una alta prestación de servicio en la operación; los “corredores complementarios”, por tanto, no serán una propuesta egocéntrica de despilfarro de concreto y dinero, sino simplemente una reingeniería del sistema, avocada a una eficiente y moderna administración del sistema buses de transporte público, que dará fin a los 30 años de informalidad en el transporte de la capital y que, sin tanta fanfarria, atenderá a casi el 50% de la demanda del transporte público en Lima e integrará el Metropolitano y el Metro de Lima, dando inicio al Sistema Integrado de Transporte de nuestra ciudad.
Asimismo, como parte de los cambios estructurales para combatir el caos del transporte, la gestión de Susana Villarán ha logrado reducir en poco más de 50 consorcios las 500 rutas que aproximadamente operaban en Lima Metropolitana, y ha establecido una estandarización para los vehículos que brindarán el servicio. Con el nombre de “Buses Patrón”, se determinaron las características técnicas, relacionadas con el incremento del tamaño, reducción de emisiones (Euro 4), accesibilidad universal y reducción del ruido. Se fijó así la base para la implementación de los 5 nuevos “corredores complementarios” que se encuentran en proceso de licitación.

No todas las problemáticas urbanas necesitan, para su solución, la construcción de obras; en muchos casos solo es necesaria una adecuada gestión u optimización de los procesos y recursos involucrados
Otro acierto de la gestión de Susana Villarán es haber iniciado la reforma del servicio de taxis. La existencia de más de 45 mil taxis agrava la congestión en algunos puntos de la capital, y su informalidad no permite una adecuada fiscalización. Ante ello, el empadronamiento de los taxistas y sus vehículos permitirá brindar un servicio de mayor calidad a los limeños, quienes podremos desplazarnos en vehículos confortables y seguros que no superen los 15 años de antigüedad. Asimismo, intervenciones como la peatonalización de varias calles en el Centro Histórico, y el impulso al uso de la bicicleta, son clara señal de acierto en el nuevo enfoque para solucionar el caos del trasporte en Lima Metropolitana. Estas propuestas van en clara sintonía con la tendencia mundial de Ciudades con Movilidad Urbana Sostenible.
Pero claro: todas estas reformas y cambios afectan los intereses particulares de quienes desde hace varias décadas viven del caos, el desorden y el desgobierno que padece nuestra ciudad capital gracias a que las gestiones anteriores, que tuvieron en sus manos la administración de la comuna limeña, no se atrevieron a eliminar.
Por tanto, no debe sorprender que hoy exista tanto interés en revocar a la Alcaldesa de Lima; y pensando “inocentemente”, el temor a la revocatoria debió ser lo que a los anteriores alcaldes aterró para no haber tomado al toro por las astas en sus gestiones.
Revocando las reformas
Este proceso de revocatoria ofrece a los habitantes de la ciudad de Lima una decisión poco edificante. Muchos de los habitantes de la metrópoli pueden concluir que nada puede ser peor que dejar continuar a la actual Alcaldesa. Sin embargo, lo que todos deberíamos analizar es quién realmente pierde y quién realmente gana al frenar la gestión actual de nuestra ciudad capital.
La revocatoria es ciertamente legal y es un proceso democrático; y es muy probable que la actual gestión municipal merezca en algunos temas una llamada de atención. Pero es muy difícil creer que esto será positivo para el desarrollo de Lima. Otras municipalidades peruanas más pequeñas, luego de los procesos de revocatoria, además de los conflictos internos que se generan con los cambios de nuevas autoridades, en promedio paralizaron la ejecución presupuestal entre el 35% y 40%. Se observó la paralización de los concursos y licitaciones de obras públicas, se redujo la ejecución de obras entre el 80% y el 90%, además un retraso generalizado en la atención de las demandas de los vecinos. Los procesos de planificación —donde existieron— fueron detenidos al 100%, y los fondos dedicados a estos fines fueron reorientados a gastos corrientes.
Vista esta experiencia, no hay argumentos por los cuales esto será mejor en la ciudad de Lima luego de la revocatoria. En el caso de municipalidades chicas, los procesos de adaptación al cambio son generalmente más rápidos, pero mientras más grande es la municipalidad, la implementación de cambios es mucho más lenta. Lo que se estima en el caso de la Municipalidad de Lima es que ocurriría un quiebre de gestión que haría ingobernable la ciudad.
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