La desaparición de Jacobo Grinberg

Escrito por Revista Ideele N°308. Enero-Febrero 2023

Cuando un hombre curioso encalla en la intersección exacta entre la ciencia y la filosofía, y sus grandes preguntas siguen sin respuesta, adentrarse en el terreno del misterio es una alternativa. Y en ese misterio, las claves de lo sobrenatural pueden ser una liberación espiritual o un arma real y poderosa. Y siempre hay mucha gente detrás de un arma nueva.

La cámara enfoca un viejo recorte de periódico: “Jacobo Grinberg, desaparecido. Desde principios de diciembre de 1994 se ignora el paradero del director del Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia, investigador de la Facultad de Psicología de la UNAM y autor de más de 50 libros”.

Son muchos los sospechosos de estar involucrados en la desaparición del científico: una esposa irascible, empleados del FBI de Boulder (Colorado), agentes de la CIA pertenecientes al Proyecto Stargate, incluso el antropólogo-chamán de origen peruano Carlos Castaneda.

Nunca se halló el cuerpo, ni hubo sangre ni muestras de ADN.

El documental “El secreto del doctor Grinberg” (Polar Star Films, 2020), del director español Ida Cuéllar, reseña el caso de forma objetiva y nos conduce por un laberinto donde todo lo que parece certeza se convierte en sospecha al doblar la esquina.

Jacobo Grinberg Zylberbaum nació el 12 de diciembre de 1946 en Ciudad de México, en el seno de una familia de ascendencia judía. No tuvo una niñez y adolescencia normales porque le tocó afrontar los cinco años de cáncer de su madre, que terminó calva y ciega antes de morir. Jacobo decidió desde entonces descifrar la mente humana, tal vez como un ajuste de cuentas con la vida. Inicialmente estudió física en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero se definió por psicología. Jacobo se casó con la artista plástica Lizette Arditti, con quien tuvo a su única hija, Estusha. A inicios de los 70 viajó a Estados Unidos para estudiar psicofisiología y neurofisiología en el Brain Research Institute, y se doctoró en el New York Medical College. De regreso a México instaló un laboratorio de psicofisiología en la UNAM y creó el INPEC (Instituto Nacional para el Estudio de la Conciencia), avalado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Sobre el matrimonio de Jacobo con su segunda esposa, Teresa Mendoza López, el hermano de Jacobo (Jerry Grinberg) contó que ella lo abordó en un congreso y luego entablaron una relación, y, para sorpresa de todos, un día sin más se casaron, en un pueblito alejado sin contárselo a nadie.

Pero, ¿de qué iba el trabajo de Grinberg, a quien bautizaron como “el Einstein de la consciencia”? Es difícil resumir su trayectoria de décadas con más de cincuenta libros en los que abarcó temas como la visión extraocular, telepatía, potencial transferido, meditación chamánica y tibetana, etc., pero su propuesta se puede resumir en su teoría sintérgica que proponía la existencia de un permanente espacio de energía a nuestro alrededor y del que apenas percibimos una parte que conocemos como “realidad”. Grinberg era un apasionado -y obsesionado- por comprobar lo sobrenatural con el más riguroso método científico, con un especial interés desde que conoció a la sanadora mexicana Bárbara Guerrero, mundialmente conocida como “Pachita”, en los jardines del palacio presidencial durante el gobierno de José López Portillo. “Pachita” fue conocida, entre otras hazañas, por operar personas solo con las manos o con un cuchillo de cocina, por retirar órganos enfermos y “materializar” órganos sanos, un poder que le atribuía al espíritu del mismísimo Cuauhtémoc que supuestamente la guiaba durante los estados de trance.

Mientras más se adentraba Grinberg en el misterio, aunque fuese con la antorcha del método científico, más se alejaba de la comunidad académica que alguna vez lo vio con buenos ojos. Por supuesto, la academia lo empezó a ver como un chamán o un mago que hablaba en términos científicos, y los chamanes (su objeto de estudio) lo veían como un científico de bata blanca.

Ambos intuían que la realidad no era otra cosa que una proyección en la consciencia y que esta se podía modificar a voluntad bajo ciertos estados

En diciembre de 1994 Jacobo tenía planeado viajar a Nepal para luego realizar experimentos de telepatía a larga distancia, entre el laboratorio de la UNAM y el Instituto Vivekananda Kendra. Su asistente Leah Bella cuenta que todo estaba listo, los permisos, los equipos y los doctores. En esos días, otra ayudante de Jacobo, la practicante Ruth Cerezo, recibió una llamada de la esposa de Jacobo, Teresa Mendoza, quien le aseguró que primero iría con Jacobo a Campeche y luego a la India. Nadie volvió a ver a Jacobo desde entonces. Ante la desaparición del científico, el Ministerio público asignó el caso al comandante Clemente Padilla.

La principal sospechosa fue su segunda esposa, Teresa Mendoza López, también desaparecida hasta el día de hoy. Al ser investigada se descubrió que mintió sobre su pasado y sobre las personas que la conocían, incluso su título universitario era adulterado. Se descubrió que luego de la desaparición de Jacobo, ella fue a retirar cosas personales de su casa, visitó a su madre e hizo algunas compras antes de desaparecer definitivamente. Alguna vez Jacobo le contó a una amiga periodista: “Ya no aguanto a Teresa”, y a su hermano: “Le tengo miedo a mi esposa, ya no duermo en la casa. Si algo me pasa, cuento contigo”.

Cuando el caso de la desaparición se hizo público, el comandante Clemente Padilla recibió mucha información errónea y falsa sobre el paradero de Grinberg, pero un dato específico llamó su atención. Se trató de “la pista Boulder”. Un mexicano que aseguraba trabajar en un grifo cercano a una agencia secreta en Boulder, Colorado (EE.UU.), dijo haber visto a Jacobo y a Teresa descender de un avión privado, escoltados por agentes del FBI, y ser trasladados en carros separados. El especial interés de Padilla por este dato “cinematográfico” hizo que la familia Grinberg perdiera confianza en su profesionalismo, y que las autoridades le retiraran el respaldo y lo cambiaran del caso.

La relación entre Jacobo Grinberg y el antropólogo-chamán Carlos Castaneda fue harto conocida, y se dio de forma natural. Ambos intuían que la realidad no era otra cosa que una proyección en la consciencia y que esta se podía modificar a voluntad bajo ciertos estados. El documental de Ida Cuéllar da con un discípulo anónimo de Castaneda que fue testigo de sus encuentros en México. El discípulo relata que Castaneda le pidió que invitara a gente que pudiera ser de su interés, por lo que recurrió a Grinberg. En un inicio la relación fue magnífica. Jacobo por fin podía hablar de todas sus complejas hipótesis con alguien que lo entendía y que lo celebraba entre aplausos.

Sin embargo, Jacobo detestaba que Castaneda usara su fama para lograr cosas incorrectas. Todo se complicó cuando entendió que para seguir el camino de Castaneda tenía que desprenderse de todo lo que era, de su trabajo, de sus logros, incluso Castaneda le enrostró su excesivo apego por su hija Estusha, a quien debía abandonar si quería desarrollarse con plenitud espiritual. Esto fue lo que separó a Jacobo del chamán de origen peruano. Jacobo consideró que Castaneda solo buscaba el poder por su “ego demencial”. Luego de su distanciamiento, Jacobo escribió: “Me he sentido vigilado desde que decidí interrumpir el contacto con Castaneda. No puedo contarte todo por teléfono, pero sí tengo un poco de miedo”.

En la parte final del documental “La desaparición del doctor Grinberg”, se demuestra que, entre los miles de documentos desclasificados por la CIA en 2017 (algunos del Proyecto Stargate), correspondientes a las décadas entre el 40 y 90, había algún artículo reseñado de Jacobo Grinberg-Zylberbaum.

La principal sospechosa de la desaparición de Grinberg sigue siendo su esposa.

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