¿Impuestos y cuota de pantalla para un cine que detestamos?

Escrito por Revista Ideele N°218. Abril 2012

El 22 de marzo Semana Económica publicó un artículo del señor Hans Rothgiesser sobre el nuevo Anteproyecto de Ley de Cine. Allí señala la causa por la cual “nos interesa ver cada vez menos cine peruano”. La razón sería que “los que hacen películas han perdido contacto con lo que nos interesa”, debido a que el CONACINE (hoy DICINE) premió solo las películas“que muestran aspectos de la sociedad peruana en la que sufrimos, como La teta asustada, y las que muestran el supuesto vacío de las vidas de las clases sociales altas, como No se lo digas a nadie”.

Se añade que, debido a la cuota de pantalla, la nueva ley obligaría a los contribuyentes a ver cine que detestan, y que se estaría creando un nuevo impuesto a la taquilla y otro a la televisión por cable, lo que introduce distorsiones en el mercado. Esto habría ocurrido, en su opinión, por no invitar a los exhibidores, distribuidores y operadores de cable a la redacción del Anteproyecto de Ley.

Interpretación interesante, porque las películas del ejemplo son dos de las más exitosas del cine peruano. La primera, merecedora de uno de los premios más importantes del cine del mundo (el Oso de Oro de Berlín) y de una nominación al Óscar, convocó a gran número de espectadores; y la segunda fue un éxito rotundo de taquilla. De manera que podríamos decir, siguiendo el razonamiento del señor Rothgiesser, que si se premiaran más películas como las citadas, estaría asegurado el futuro del cine peruano. Lamentablemente, no es tan simple.

El artículo pifia también respecto de un supuesto nuevo impuesto a la taquilla. Es falso que no exista; existe desde hace años y está destinado al 1,5% de municipios del país que tienen cines en sus jurisdicciones. Conforme al Anteproyecto, con este dinero ahora se crearía el Fondo de Fomento del Cine Peruano. Pero ¿cómo podría distorsionarse el mercado porque cambie de destinatario? Más bien, conviene recordar que los exhibidores reclaman el impuesto para sí. ¿Distorsión?

Es cierto que se crea una tasa del 1% a los operadores de cable, pero ella tampoco afectará a exhibidores y distribuidores, que son quienes manejan el mercado.

En el Perú, los ingresos por taquilla del año pasado ascendieron a 226 millones de soles, pero las películas peruanas participaron con menos del 3%

Conmueven las alarmas del señor Rothgiesser por evitar las distorsiones del mercado. Muestran cuánto ignora lo distorsionado que está. El Anteproyecto busca precisamente dar igualdad de oportunidades a las películas peruanas frente a las poderosas Majors, que usan prácticas monopólicas para acaparar las pantallas y excluir a las producciones fuera de la industria estadounidense. ¿Distorsión?

Sería una revelación saber cómo la cuota de pantalla podría obligar, aunque fuera a un único espectador, a ver una película que no le interesa. En Europa y el resto de América solo ha garantizado la exhibición en igualdad de condiciones con las Majors, y que el público pueda escoger qué prefiere ver. Pero lo más notable es que la cuota, en rigor, no existe en el Anteproyecto, señalándose solamente la potestad de la autoridad estatal de implementarla cada año (artículo 45.°). Es decir, también podría no implementarse.

Sospecho que no se ha invitado a las exhibidoras y distribuidoras a la redacción del Anteproyecto porque son los principales instrumentos de las Majors para introducir en el mercado las distorsiones que permite su posición monopólica. El Anteproyecto pretende corregir esto. Parece prudente que no lo redacten quienes defienden las distorsiones. Aun así, el DICINE hace ahora esfuerzos por consensuar la propuesta con ellos.
 
El artículo de Semana Económica cita la experiencia exitosa de otras cinematografías de la región. Hay que precisar que las de mejores resultados tienen una ley fuerte que asegura la producción por medio de un impuesto a la taquilla, y la exhibición por medio de una cuota de pantalla. En Argentina, la participación de las películas nacionales en el mercado es del 16%, y en México, del 12%, como se señala en el mismo Anteproyecto de Ley.

En el Perú, los ingresos por taquilla del año pasado ascendieron a 226 millones de soles, pero las películas peruanas participaron con menos del 3%. Podemos imaginar lo que significaría para nuestra economía si contáramos con una ley como las de los países citados.

Ahora bien: no hay que olvidar, además, que el cine, como otras expresiones artísticas, contribuye a formar ciudadanos críticos de sus circunstancias, cada vez más conscientes y libres. Y lo hace con películas como las que molestan al señor Rothgiesser, aquéllas que señalan las cosas que creemos que merecen ser cambiadas. Tal vez ése sea, más bien, un elemento que se debería empezar a considerar como indicador del desarrollo de una nación.

Sobre el autor o autora

Manuel Siles Vallejos
Cineasta. Estudió cine con Armando Robles Godoy. Ex Director del Festival Internacional de Cine Lima Independiente. Director de "Vivir Ilesos", "Extirpador de Idolatrías", "Buscando a Claudia", "Divas y Fantasmas Sobre Una Alfombra Roja".

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