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Revista Ideele N°217. Marzo 2012A este Gobierno le quedan aún unos 1.700 días, por lo cual sacar conclusiones sobre sus primeros meses de gestión puede resultar apresurado. Sin embargo, la experiencia nos dice que los primeros 365 días son vitales para vislumbrar el camino elegido, así como las intenciones y capacidad para hacer reformas sustantivas. De esos vitales 365 días, el Gobierno del presidente Ollanta Humala ya se ha jugado un tercio. Es como si estuviésemos en el minuto 30 de un partido de clasificación (o eliminación) para ir al mundial, de modo que resulta también importante ir esbozando algunas hipótesis.
Lo primero que habría que hacer es “desideologizar” el análisis del accionar del Gobierno. Cuando el presidente Ollanta Humala se negó a designar apresuradamente a su Gabinete, se asumió esta posición como una contra “la derecha” que buscaba señales prontas de confianza para la inversión privada; cuando, a las pocas semanas, se designó a Luis Miguel Castilla en el MEF y a Julio Velarde en el BCR, la lectura fue que intentaba “correrse al centro” para tranquilizar a los inversionistas; cuando juró, en 28 de Julio, por los principios de la Constitución del 79, un sector lo ubicó de vuelta a la izquierda; cuando, hace unas semanas, en Paraguay, hizo mención nuevamente a los problemas del modelo, a los poderes fácticos, al desbalance que se había instaurado en el país entre el Estado y el mercado, casi casi que Velasco había resucitado; cuando, hace menos de dos semanas, el presidente Humala expresó la importancia para el país de que se desarrolle el proyecto minero Conga, Alan García estaba de vuelta. Todo esto en cuatro meses.
Si en unas semanas el Gobierno asume que el informe del Ministerio del Ambiente sobre el proyecto Conga tiene aspectos válidos, el Gobierno volverá a “correrse” hacia la izquierda o hacia el centro, dependiendo de quién esté mirando.
Entonces, los analistas dirán que el Gobierno no tiene un norte. Una interpretación posible. La otra, que lo estemos interpretando mal. Finalmente, ¿quiénes son los que se sienten permanentemente descolocados? La derecha, que se demoró en darse cuenta de que no es PPK el que ha ganado las elecciones, y la izquierda, que hasta ahora no se da cuenta de que no fue el proyecto “La Gran Transformación” el que consiguió que Ollanta Humala llegara a la presidencia, que llegó ahí gracias a la Hoja de Ruta. ¿O hay un sector de la izquierda que pensaba que el giro al centro era solo para “hacer la finta”?
De lo sucedido en estos meses, de lo que se ha conocido sobre cómo opera este Gobierno, sobre quiénes son las personas que más influyen en el Presidente y quiénes son los miembros del Gabinete que han ido tomando más peso, es posible esbozar algunas ideas: (i) En algún momento el candidato, ahora Presidente, dejó de ser una persona ideologizada, y parece haberse convertido en un político pragmático, enfocado en la solución de problemas. (ii) Su lectura de los problemas del país no ha cambiado; lo que ha cambiado es su aproximación a cómo resolverlos. (iii) En este contexto, el Presidente y el Gobierno parecen tener clara la importancia del mercado y de la inversión privada, pero pretenden buscar que estén acompañados de una mayor responsabilidad ambiental y social, y que el Estado recupere o asuma el rol que le corresponde como contrapeso en una economía de mercado. Si esto último es cierto, en lo que viene deberíamos ver señales que distingan a este Gobierno de los dos anteriores; si no lo es, podemos estar camino a cinco años muy parecidos en lo económico a la última década pero con mayor convulsión social. Hasta el momento, las señales no son suficientes para saber si efectivamente se producirá una diferencia sustantiva.
La gran carencia del país es la falta de una estrategia de desarrollo y de un Estado capaz de ejecutarla u orientarla. Es esto lo que está detrás de la frustración de los pobladores de Cajamarca y de cada protesta social, más allá de su rechazo a la minería y de la manipulación política de algunos falsos líderes. En este sentido, la designación de la científica peruana Giselle Orjeda al frente de una comisión integrada por Fernando Villarán, para que en enero próximo presente los lineamientos de política para la innovación, la ciencia y la tecnología, así como la institucionalidad que debe acompañarlos, es una buena noticia en sí misma, pero lo sería aun más si es cierto que el propio Presidente ha asumido este tema para que se ponga en marcha en el más breve plazo. Esas políticas públicas serían una muy buena señal de que este Gobierno no se está ahogando en los problemas de corto plazo y que en alguna medida tiene una perspectiva de largo plazo respecto de los temas que efectivamente permitirían llevarnos a un estadío superior de desarrollo. Sin estrategia ni planes de desarrollo; sin innovación, ciencia y tecnología; sin salud y educación de calidad para todos, lo demás (regalía minera, mejores programas sociales, Ley de Consulta Previa, PetroPerú reforzado, etcétera), sería pura ilusión.
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