Cualquier parecido con la realidad es…

Escrito por Revista Ideele N°217. Marzo 2012

Era evidente que los temas álgidos de la campaña electoral iban a aparecer en el ejercicio del gobierno, ganara quien ganara las elecciones. La notable diferencia, se suponía, iba a estar en el procesamiento y las decisiones. Quedaba la certeza de que Keiko Fujimori (de lado o detrás de su padre) replicaría con un mínimo de novedad la historia de los 90 que fue, como sabemos, oprobiosa en todo sentido.

Ya instalada en el gobierno apelaría de manera reiterada al Estado de derecho para “darle a la inversión” todo lo que fuera necesario para que no se sintieran ofendidos usando el cuento de que cualquier cambio sería hostil y los ahuyentaría. No miraría los contratos porque la regla de su padre los hizo ley y diría con pose bastante ensayada que lo firmado se respeta así esté lleno de flagrantes omisiones y de abusos evidentes. Con ello la continuidad económica estaría garantizada.

Sin perder tiempo indultaría a su padre o centraría su actuación política en ello. Tantearía el ambiente para una amnistía no tan disfrazada, que podría alcanzar, en el ánimo de “reconciliación”, incluso al hermano de su contrincante; y, si el extravío fuera mayor, a Abimael Guzmán y compañía. Recibiría con agrado el vitoreo de que hay que imponerse en cualquier circunstancia y a cualquier costo. Autoridad es la que manda. A la primera movilización importante decretaría estado de emergencia, perseguiría a los dirigentes sociales, y si pudiese los encarcelaría o les congelaría las cuentas a las autoridades disidentes para que se ablandaran y estén advertidas. Propondría el Servicio Militar Obligatorio y, argumentando la politización de las Fuerzas Armadas, las sacaría de su participación en democracia como ciudadanos para llevarlos a un escenario de convenientes informalidades. Obviamente, diría que sin actas de sujeción ni ocho cuartos.

En materia de lucha contra la corrupción, se haría la desentendida, más aun si alguno de sus altos colaboradores estuviera inmerso en negociaciones o menjunjes. No hubiese estado muy entusiasmada con investigar al régimen del ex presidente Alan García; por el contrario: con su anuencia se haría realidad el naufragio. Se rodearía de un grupo pequeño de asesores, algún ex militar en retiro con aprendizaje en dictaduras, porque para los caminos sinuosos hay que estar mal acompañados, rememorando a su padre, que se alió con un defensor de narcotraficantes porque “conocía al enemigo por dentro”. Hubiese conformado un gabinete de “ancha base” y seis meses después, en un proceso de endurecimiento, mostraría el cuchillo entre los dientes. ¿Se imaginan lo que hubiese sido eso? De lo que nos hemos librado.

Ollanta Humala ganó y tiene la oportunidad de gobernar de manera distinta. Hasta el momento parece lidiar con malos consejos, malos reflejos, con un lento aprendizaje y una capacidad poco frontal para manejar los apremios y los embates. Sus formas y similitudes con quienes combatió en la campaña ojalá sean la gran confusión que se disipará con el tiempo. Tiene todo de su lado para enrumbar distinto, sin contentar a todos o a unos pocos. De repente la gran transformación o la hoja de ruta dejen de ser pronto la principal exigencia. Creo que el arraigo debe estar en su “Compromiso con la Defensa de la Democracia”. De ahí sería bueno recordar algunos pasajes memorables:

“Proclamo que no me quedaré ni un minuto más de los 5 años que dura el periodo presidencial. Asumo el compromiso de no hacer ni intentar ningún cambio constitucional que permita la reelección.

“Manifiesto que respetaré la independencia y los fueros de los otros poderes del Estado.

“Me comprometo a que la libertad de expresión será respetada, protegida y estimulada. Que la libertad de prensa no solo será respetada y valorada sino será decididamente defendida.

“Proclamo que cumpliré con los cambios ofrecidos para lograr una distribución más justa de los recursos económicos del Perú, y para una mayor inclusión económica, social, étnica, geográfica y cultural de todos los peruanos, especialmente de quienes se encuentran en pobreza o extrema pobreza.

“Declaro que los cambios para una distribución más justa de recursos y para una menor exclusión, se harán respetando siempre los procesos propios del Estado de derecho, y teniendo siempre presente la importancia de no arriesgar sino de estimular el sostenido crecimiento económico que vive el país.

“Respetaré los derechos humanos de todos, y no permitiré ningún tipo de influencia política en las investigaciones que sobre la violación de estos derechos estén en curso o se abran en el futuro.

“Me comprometo a que la lucha contra todo caso de corrupción que se haya cometido en el pasado o que pudiera cometerse en mi gobierno, será una prioridad para mí, creando y fortaleciendo los instrumentos necesarios para ello.

“Será prioridad de mi gobierno luchar eficazmente contra la inseguridad ciudadana, el terrorismo, el narcotráfico y el crimen organizado.

“Proclamo que los ministros de Defensa y del Interior serán civiles, en respeto al principio del control civil democrático sobre las fuerzas de seguridad.

“Nos empeñaremos en prevenir y solucionar los conflictos sociales.

“Nuestro gobierno garantizará las inversiones y la explotación de recursos naturales, garantizando a la vez el respeto a los derechos y libertades de los pueblos indígenas y de la poblaciones locales, junto con los estándares de medio ambiente que no solo demandan la ley nacional y los convenios internacionales sino, sobre todo, las generaciones futuras.”

Sobre el autor o autora

Glatzer Tuesta Altamirano
Periodista. Director de Ideeleradio.

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