Juego peligroso

Escrito por Revista Ideele N°217. Marzo 2012

En el ajedrez, la preocupación mayor de alguien que está en jaque es librar al rey de esa pieza que lo amenaza. El peligro estriba en que una segunda pieza inmovilice al rey y también lo jaquee. Eso es casi un jaque mate. Los hermanos Cori, cualquiera de ellos, saldría casi con seguridad airoso del acoso buscando restañar las heridas y cambiando rápidamente la situación planteada en el juego; y hasta podría ganar la partida.

El actual escenario político es muy parecido a una de estas partidas, con la diferencia de que aquí no juegan los Cori sino el presidente Ollanta Humala, y aún no conocemos cuán buen ajedrecista es.

Juega el Presidente
No es difícil imaginar, en Palacio de Gobierno, al presidente Ollanta Humala hundiendo las yemas de sus dedos en el cabello oscuro, jugando al ajedrez del poder. Una partida muy complicada la que está dispuesta en este momento en el tablero. El mandatario está jaqueado.

Cansado, el Presidente se soba los ojos pensando en Conga. Acaba de escuchar a sus asesores dándole una u otra mirada al problema, pero en todas las soluciones posibles hay siempre una pieza que amenaza, y esto parece incomodarlo. Si satisface a los mineros, jaque con un alfil; el presidente regional Gregorio Santos y las fuerzas vivas locales amenazan por la diagonal.

Si satisface a Santos, el jaque viene desde la reina rival; la presión desde el espacio empresarial podría ser insostenible. Tiene claro que, si “Conga no va”, los mineros y los inversionistas pueden pensar en alejar sus alforjas de nuestro país. Es una posibilidad de ataque casi frontal, típico jaque con la torre. (Aunque podría también pensarse que se trata de un bluff, de un farol en el propio juego, planteado por quienes dicen que se llevan su plata pero que a la larga nunca se van.) Pero no solo eso: el sector social que votó por él en la primera vuelta, la gente de “la gran transformación”, podría reventar en la calle si “Conga va”. Ése es un jaque que viene con el galope del caballo.

En esta partida el Presidente necesita pensar rápido y con criterio pragmático pero, al mismo tiempo, político. Es decir, si al talante poco deliberativo del primer mandatario, según versiones de quienes lo tratan a menudo, se suma el estilo Valdés —a todas luces poco conciliador—, es probable que el jaque se sostenga y se haga virulento ante la ausencia de interlocución posible: los ataques vendrían de todos los lados. Los operadores políticos, esos peones que deberían estar trabajando intensamente tras bastidores para que esa interlocución sea posible, no parecen estar siendo muy eficientes en este tenaz enfrentamiento.

Su reina, Nadine Heredia, parece ser la válvula de escape en este juego de acosos. Sus mensajes en twitter estarían siendo más eficientes que mil reuniones o mesas de diálogo. Pero la reina también está acosada, con poco espacio en el juego, por el rol que desempeña y que la ley le faculta, y por una oposición que escruta cada uno de sus movimientos. En este momento Humala, juegue a donde juegue, parece que siempre quedará en jaque.

Pero, a diferencia del ajedrez, en la política que rige el reparto y la administración del poder en un Estado de derecho no se puede aceptar el jaque mate, pues éste equivaldría a una crisis de proporciones, de ésas que los peruanos ya conocemos. Hay que seguir jugando y no patear el tablero.

Entonces, ¿dónde está la salida del rey a esta suerte de inmovilismo en la que parece estar estancado, en medio de una compleja encrucijada en la que solo se defiende aupado por la multitud silenciosa de las encuestas? ¿Cuál es el siguiente movimiento, aquel que le permitiría al Gobierno de Ollanta Humala pasar a la ofensiva y ganar espacio para “gobernar hacia adelante”? Preguntas que es necesario hacer y que además trascienden a Conga, si tenemos en cuenta que la inseguridad ciudadana, la corrupción generalizada, la ausencia de un auténtico partido que le dé estructura al gobierno —comenzando por la bancada— son parte del complejo escenario.

Cómo se gana la partida
Ésta es una partida que no se puede ganar: tome la decisión que tome, pierde. La mezcla de una enorme carencia de capacidad deliberativa del Presidente y de su Premier con las posiciones que no dan concesiones, no resuelve problemas. Lo que sí se puede hacer es sacrificar su posición en relación con determinados espacios políticos y económicos. Aunque, claro está, estas posiciones se decantarán naturalmente cuando comience a tomar decisiones. Éstas tendrán consecuencias, y lo ideal será que, una vez tomadas, comunicadas y ejecutadas, se sostengan en el tiempo con importantes dosis de coraje y cabeza fría. Lo que no cabe aquí son decisiones que hagan felices a todos, porque éstas no existen. En ese contexto ya no estamos.

Humala necesita preguntarse, entonces: ¿Podré gobernar los próximos años sin la base social que vino de “la gran transformación”? ¿Podré gobernar los próximos años sin la inversión de los privados o su amenaza de partir raudamente a otras tierras? Si no pueden cohabitar ambas, base social e inversión, ¿con cuál me quedo? ¿Tengo la talla de estadista para salir de este estado de cosas?

Le toca jugar al rey, y el próximo movimiento es clave. Pero se vienen nuevos movimientos y habrá que jugar con el manual del ajedrez en la mano.

Sobre el autor o autora

Carlos Cornejo
Periodista por la Universidad de Lima. Conductor de noticias en Canal N, Exitosa y TV Perú. Fundador de la agencia de noticias La Factoría.

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