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Revista Ideele N°217. Marzo 2012Han pasado un poco más de 100 días desde que el presidente Humala iniciara su mandato, y parecen mil. A algunos el panorama ya se les ha desdibujado. Otros, en cambio, celebran un contexto que no imaginaban. ¿Los hechos de Conga han marcado un antes y un después? ¿Qué entraña el estrenado Gabinete? ¿Estamos entrando a un proceso de militarización del régimen? El analista político Mario Ghibellini, el historiador Manuel Burga y la periodista Jaqueline Fowks analizan esta sorpresiva coyuntura.
Hasta hace unos días, una de las críticas recurrentes al régimen del presidente Humala era su falta de definición. ¿Seguimos en ésas o, más bien, ya podemos ver una definición mucho más clara?
Mario Ghibellini: Seguimos en ésas. Si hay gente que pensó que “Conga va” desde hace tres semanas era ya cruzar el rubicón del apoyo a la inversión privada, pues la suspensión de este proyecto por presión del Ejecutivo —Yanacocha lo ha suspendido, pero por presión del Ejecutivo— tiene el sentido exactamente contrario. No se ha definido en un sentido o el otro.
No está ni a la derecha ni a la izquierda. Humala está interesado en reelegirse… él o su esposa, Nadine Heredia. Está haciendo lo que él siente que es conveniente para poder llevar el barco a este puerto. Eso no supone estar a la derecha ni a la izquierda, sino solo hacer las cosas que le permitan conservar su popularidad. En determinado momento debe de haber pensado que necesitaba la plata del proyecto Conga y de la minería en general, pero cuando llega la resistencia y la potencial caída de su popularidad en Cajamarca, se echa para atrás. No es una consideración de tipo ideológico la que me parece que está primando, sino una de tipo político, electoral, cortoplacista.
Manuel Burga: Hay una sorpresa en el Gobierno, en los que conducen las políticas públicas. Esperaban probablemente una tregua inicial de unos meses y ésta no se ha producido porque hay una enorme insatisfacción en las provincias.
El Gobierno de Ollanta ha dado oportunidad a los movimientos regionales de volver al respeto de los valores fundamentales como el cuidado ambiental, pero que también pueden ser, como lo sostiene Javier Arellano, que las regiones donde están situados los yacimientos piden una intervención mayor en los beneficios.
El realismo siempre viene después, y aquí en el Perú existe la tradición de que lo que se prometió en campaña no se cumple en la realidad. Ha habido una falta de buena maniobra del Presidente. Uno no pasa tan bruscamente del agua en lugar del oro al agua y el oro. No se puede hacer eso, porque es incumplir las promesas establecidas. Ello ha producido un desencanto en las provincias mineras.
Jaqueline Fowks: No es útil intentar ubicarlo en la derecha o la izquierda. Gana Perú no es un partido con una definición ideológica muy fuerte. Las personas que fueron convocadas entre la segunda y la primera vuelta tenían características ideológicas muy disímiles. Un circuito de poder que se ha estado notando es el grupo de militares en retiro que tienen posiciones de decisión importante. Es un grupo de personas que toma decisiones, que asesora al Presidente, que tiene mucha influencia en él, y no se mueven en términos de derecha o izquierda. A Humala le interesa que ese proyecto resulte, porque el cumplimiento de sus promesas —la “gran transformación”, la inclusión social, todo eso— depende de que haya dinero en el presupuesto, y ese dinero, a su vez, depende de la inversión principalmente en minería, en petroquímica o en hidrocarburos. Humala responde de manera práctica a sus necesidades políticas.
La definición, una vez que hemos visto el cambio de ministros, es que el sector con un pasado de afinidad militar, con un poco más de experiencia en asuntos de orden, es la opción que está eligiendo Humala. Pese a que el ministro Valdés haya dicho que el hecho de que sea el reemplazo como el nuevo Premier de ninguna manera significa mano dura, yo diría que no. A no ser que nos equivoquemos, lo que parece que va a venir es una conducción un poco rígida del poder, menos dialogante.
¿Cómo está entendiendo el presidente Ollanta Humala el ejercicio de la autoridad?
Mario Ghibellini: La formación militar y también familiar del comandante Humala lo inclinan más al ejercicio de una autoridad vertical. Él ha declarado que hay que revisar el voto de los militares y también el Servicio Militar Voluntario. ¿Hacia dónde se está inclinando eso? Expresa, en su manera de hablar, cosas que no coinciden precisamente con la democracia y con el Estado de derecho.
Desde que accedió al poder, sus problemas han ido en incremento. Antes de tomar el cargo Palacio ya tenía el problema de Alexis Humala. Luego de eso, ha tenido varios otros problemas: el PRONAA con la señora García Naranjo, el Ministro de Agricultura que le puso medidas fitosanitarias a la importación de los hilados de la India, el señor Chehade, la señora Anicama, el señor Amado Romero de la minería informal, el papelón que hicieron los ministros de Agricultura y de Energía y Minas en Abancay, lo que ha pasado en Conga, la señora Baca. Todo eso lo pone en un estado de zozobra permanente.
Manuel Burga: Le ha salido el comandante Humala al Presidente. Quiere hacer que el Estado se respete de manera autoritaria. El Estado es respetado por la gente cuando sienten que están representados por la gestión del Gobierno. En tanto ellos representen lo que prometieron, podrán reclamar el apoyo, pero no se puede hacer respetar la autoridad cuando se están incumpliendo las promesas electorales.
El estado de emergencia es un acto de autoritarismo al cual recurren los gobiernos muy débiles y poco representativos, que no tienen nada que dialogar para encontrar consenso. Era explicable en los años ochenta, cuando estábamos en una guerra con un ejército civil armado contra las políticas del Estado y contra la sociedad nacional. Pero ahora los movimientos ambientalistas están en todas partes del mundo, y acá en forma minoritaria. Puede producir agitación como la que ha sucedido en Cajamarca.
Espero que sea una reacción coyuntural, no bien pensada, y no una dirección autoritaria del Gobierno. Podría ser una desilusión para todo el país.
Jaqueline Fowks: He escuchado a Rosa María Palacios decir que el Gobierno se está manejando al borde de la ley. Ahora hay cada vez más información de que a Salomón Lerner lo habían dejado medio aislado, y de que quienes estaban tomando las decisiones más importantes de la crisis de Conga eran Villafuerte, Valdés y Humala. Espero que la conducción no sea eso, de un grupo que aísla al resto del Gabinete, que no les participan las decisiones que van a tomar y que no tienen una conducción que se rige por todos los principios de la democracia.
Hay poca capacidad de ver lo delicado que está el panorama. El mapa del Perú tiene un montón de focos prendidos. Con anuncios que dicen que será un Gabinete más pragmático que político, lo que hacen es generar un poco más de tensión en las poblaciones que están desatendidas, que no son escuchadas, que han oído ciertas promesas del Presidente y que ahora se sienten traicionadas. Si anuncian este tipo de conducción pragmática y van a seguir enviando a los Dinoes y calificando de extremistas y de terroristas a los que se movilizan o a los que se levantan en paros, van a tener serios problemas.
¿Qué papel juegan los asesores Favre y Adrián Villafuerte y cuáles son los riesgos de esto?
Mario Ghibellini: A juzgar por lo que ha dicho el señor Tapia al verse forzado a renunciar y lo que han dicho otras personas, el señor Villafuerte está desarrollando un poder semejante al de Vladimiro Montesinos, que tiene que ver hasta con el resguardo del Presidente. Favre también tiene un poder importante, asociado a la imagen y a las cosas que debería o no llevar adelante. Sin embargo, ninguno de ellos dos, ni sumados, equivalen a la influencia de Nadine Heredia.
Falta mucho para que podamos concluir que Villafuerte es un Montesinos. Una cosa son cuatro meses y medio de gobierno y otra cosa son prácticamente 10 años.
Manuel Burga: El Presidente recurre a un especialista que viene de los años noventa y de la camada del SIN de esa época. Puede ser útil si cumple las normas democráticas de organización del Estado, de consulta de la opinión pública y de respeto a la ciudadanía. Todo gobierno tiene gente de seguridad y todos los integrantes de seguridad son antipáticos para la sociedad civil.
También tenemos al asesor Julio Favre. Yo desconfío de esas asesorías porque históricamente no han tenido mucho éxito. En los noventa fueron conducidas hacia diversas formas de corrupción por Montesinos. Y antes los asesores extranjeros no tuvieron la utilidad ni la incidencia que se esperaba de ellos. Estos asesores muy cercanos, que son ayayeros y felpudinis, terminan siendo los más confiables, y sus discrepancias con otros miembros del entorno del Presidente terminan haciendo perder a estos últimos. Todos los asesores que vienen de afuera, como beduinos que llegan a tender su carpa aquí, terminan haciendo más perjuicios que beneficios para el país.
Jaqueline Fowks: Es muy grave que una gran cuota de poder sea invisible, que no esté en el Gabinete, que sea un asesor en la sombra el que tenga más prestigio y más influencia que algunos miembros del Gabinete. Es un problema el hecho de que esta persona no sea fiscalizable, porque no sabemos bien qué cosa hace. Villafuerte no participa de las actividades públicas del Gobierno, no sabemos cuál es su agenda, no sabemos con quiénes se reúne, y es muy peligroso que haya un personaje así. Hay que salvar las distancias con lo que significó Montesinos, pero es un problema muy serio para nosotros, como sociedad, que haya un personaje no fiscalizable tan influyente en el Presidente.

¿Qué errores ha cometido el Gobierno durante la ola de conflictos sociales? ¿Será posible aplacarla?
Mario Ghibellini: Será posible aplacarla de alguna manera. No veo que eso pueda suceder en el futuro inmediato. El problema es que durante la campaña se despiertan afanes para capitalizar o cosechar votos. Quizá se sepa que una vez en el poder no van a poder satisfacerlas, pero una vez que se llega ahí se encuentran con la demanda justificada, en el sentido de que son los sectores a los que has estado cortejando. Es una falta de seriedad.
Ha tenido avances y retrocesos, expresiones equívocas constantemente, que es distinto a equivocadas. Es casi un político paradigmático, una persona cuyo lenguaje no puede ser finalmente atado a un significado claro, cartesiano, sino que está lleno de expresiones porosas y susceptibles de ser interpretadas en un sentido o el otro. Ese tipo de ambigüedades están permanentemente en el discurso de Ollanta. Eso hace que cada uno lea lo que quiere. Y eso va a generar conflictos.
Manuel Burga: ¿Qué tienen de extraordinario Chota, Cutervo, Hualgayoc? ¿Nada? Lo que la gente percibe de ese tipo de minería es que simplemente deja socavones abandonados. Lo que debe haber es un conocimiento de la región, una participación mayor de la población, de sus expectativas respecto de la explotación de la minería. Han visto pasar las barras de oro por sus narices. ¿Qué es lo que queda en las provincias? Ésos son los problemas que ahora se deben discutir.
Es muy importante defender el medio ambiente. El agua es un recurso muy valioso. Pero también es importante en un país tradicionalmente minero que se exploten las riquezas minerales pero dentro de nuevos pactos que mejoren a las regiones, que no creen grandes empresas beneficiadas, sino que también haya una irrigación regional.
Jaqueline Fowks: Un primer error ha sido no prestar atención rápidamente a las primeras expresiones de insatisfacción o de protesta en Cajamarca. Segundo, creo que Víctor Caballero, la persona de la PCM que está en esta oficina de conflictos, posiblemente no ha tenido el respaldo político suficiente para hacer lo que tiene que hacer, y creo que el Gobierno tampoco ha querido tener en un perfil muy alto a la Defensoría del Pueblo, que intenta ayudar. Se demoraron mucho en reaccionar, y cuando lo hicieron ya era un momento mucho más delicado. Cuando uno reacciona más rápido ante un conflicto, tiene más posibilidades de hacer algo, porque la población no está tan movilizada, fastidiada, indispuesta.
Me es difícil asociar estas formas a la hoja de ruta o a la “gran transformación”. Lo que recuerdo de los anuncios de campaña de Humala acerca de los conflictos sociales es que se iban a resolver con diálogo.
¿Cuál es su percepción del nuevo Gabinete?
Mario Ghibellini: Lo más relevante es el hecho de que el Ministro del Interior sea trasladado al Premierato, y la permanencia de Castilla. Marcan una orientación. Tan importantes como las llegadas son las salidas: el hecho de que hayan prescindido de Susana Baca, García Naranjo, Eguiguren, Giesecke, marca claramente una intención de cauterizar los conflictos. Tiene inclinación hacia la autoridad y a apoyarse en los militares más que por un aspecto ideológico.
Un problema adicional es su bancada en el Congreso, donde ya 3 de sus integrantes han sido suspendidos 120 días por razones éticas. Eso mostraría un motivo por el que, al perder votos en el Parlamento, ya que no puede confiar que sigan ahí muchos más, estaría buscando otro tipo de apoyos. Lo que sucede en el Congreso es paralelo a lo que ha ocurrido en el Gabinete.
Manuel Burga: De manera metafórica, Ollanta Humala empezó jugando ajedrez y ahora está jugando damas. Ha dejado los caballos para tener piezas más anodinas. Entonces se vuelve un juego menos de posiciones y de resultados finales bastante impredecibles. Definitivamente, parecería que la presencia de un teniente coronel en el premierato es un síntoma de que las personas de confianza del Presidente son aquéllas que pertenecen al mundo castrense.
Esta suerte de eficiencia empresarial, que sería la que puede exhibir el premier en política y en la conducción del aparato del Estado y en la conducción del Poder Ejecutivo, no es como la conducción de una empresa. En la relación del Estado y del Gobierno, con la sociedad civil, nos guía el principio de representatividad que hace la democracia. Es otra la gestión, y no se mide por la eficiencia sino por la legitimidad de los gobernantes frente a los gobernados.
Jaqueline Fowks: En esta designación de nuevos ministros no hay figuras muy fuertes, excepto Roncagliolo y el Ministro de Economía; espero también que la Ministra de Inclusión Social y Manuel Pulgar Vidal. El resto son figuras que no tienen un perfil público muy conocido, que tendrán poca capacidad de dialogar profesionalmente con el Presidente. Son ministros que van a acatar absolutamente todo. Normalmente, lo que tiene que hacer un ministro es decirle al Presidente cuál es su mejor opción. Eso puede implicar discrepar con el Presidente, y al final el Presidente tomará la decisión que mejor le convenga, pero después de haber escuchado puntos de vista que no necesariamente son iguales a los de él.
Lerner, la figura que podía ser un buen articulador de Humala con varios sectores económicos, políticos y sociales, se está yendo, y nos queda Valdés, que ha sido un empresario exitoso en Tacna, pero no sé cómo será su red aquí en Lima, en la sociedad civil, si la conocerá o tendrá un estereotipo de ella. Habrá que ver.
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