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Revista Ideele N°213. Octubre 2011Cazals es un director de la vieja guardia mexicana, realizador de películas de culto como Canoa, que los jóvenes de los 70 veían en el cine club del Ministerio de Trabajo. Fue un lujo tenerlo en el Festival de Cine de Lima este año, donde presentó Chicogrande, un western sobre el compromiso y la lealtad en medio de la Revolución Mexicana, proyecto que tenía guardado hace más de 30 años.
Actualmente, en un país como México, donde ‘el me vale madre’ impera y donde el norte es tierra de cárteles, el asunto de la lealtad al país y los valores de una revolución trunca cobran actualidad.
–Chicogrande toca el tema de la Revolución Mexicana. Después de tantas décadas, ¿qué es lo pendiente? No vale decir “todo”.
-Lo sustancial es lo que está pendiente, es decir, la justicia social. En un país cuya Revolución es la primera del siglo XX y cuyos principios igualitarios son el reclamo fundamental, a 100 años de ella digamos que el 47% de los 110 millones de mexicanos no come dos veces al día. Esto resume la desigualdad, el despojo. La Revolución sufrió una metamorfosis sucesiva, a veces traicionada, otras mimetizada. El gran resultado de ella es que sus beneficiarios inicialmente lucharon por la revolución, después sus líderes se sentaron en los confortables sillones del poder, se establecieron metas por etapas que no hicieron más que fraccionar los principios ideológicos, y al fragmentar las metas cada grupo en el poder cumplió con lo que creía era su parte de la ideología que no necesariamente eran los principios revolucionarios. Todo esto fue creando en el país desilusión, desconfianza, escepticismo y, hoy, el ‘valemadrismo’.
–En la Revolución se suceden las revueltas, la lucha armada; llega al poder un caudillo que se convierte en lo opuesto de lo que defendía.
–Son varios caudillos según la geografía y según las cuotas de poder. Cuando, después de Obregón, Plutarco Elías Calles se asienta en el poder, se funda el PRI, que, como otras utopías, concentran el poder en un grupo e incluyen en el partido a la población para que nadie pueda escapar de ese juego. Aquí lo que hay que entender es que los principios fundamentales de la Revolución son aprobados por los zapatistas y magonistas, pero estos dos grupos nunca llegan a ponerse de acuerdo con las otras fuerzas. De tal manera que el reclamo fundamental, que es el del campo en sus distintas variantes, nunca resulta beneficiado. Y digo distintas variantes porque en el centro de México el campo demanda unas cuantas hectáreas para sembrar maíz, en tanto en el norte se exigen grandes extensiones para que el ganado pueda alimentarse.
–¿Ni con la reforma agraria?
–La reforma agraria de Lázaro Cárdenas, que es el gran catalizador de la Revolución, un político con las manos limpias que termina con el formato del Ejército, que tiene una visión mucho más progresista y de izquierda. Es él quien nacionaliza el petróleo mexicano, el que funda el Instituto Politécnico Nacional. Pero, obviamente, para nuestros hermanos del Norte es una bestia negra que no les conviene.
–Pobre México: tan lejos del cielo y tan cerca de los Estados Unidos.
–Según mi criterio, seremos irremediablemente vecinos, necesariamente socios y no necesariamente amigos.
–Vayamos a tu película. Hay en ella una investigación muy rigurosa.
–En todas mis películas el trabajo de investigación es muy sólido, porque mezclo la parte ficcional con un marco histórico real y procuro sustentar lo que propongo y tener pruebas indiscutibles. Aunque Chicogrande fue pensada hace treinta y siete años, con el paso del tiempo encontré mucha documentación en los Estados Unidos que habla de la intervención norteamericana escrita por militares norteamericanos y por el Estado Mayor del propio general Pershing durante esta invasión a México.
Esto me permitió llegar a la conclusión, un poco atrevida, de que la persecución en México fue un ensayo de orden táctico y militar para la Primera Guerra Mundial. Allí se dieron cuenta de que la gran caballería norteamericana, el go west, ya no tenía sentido; había que mecanizar todo. Hay reportes oficiales que dicen que las armas automáticas ya no sirven, porque se atascan, y tienen que usarse pistolas de barrilete; que en la sierra de Chihuahua se dieron cuenta de que los caballos, los comisariatos, no podían ser como se habían pensado.
–Hay un personaje real en la película que es médico y que finalmente salva a Pancho Villa.
–En la historia documentada, que relaciona el cine con el periodismo, encontré que en la expedición había cocineros chino-americanos que habían trabajado en el ferrocarril de Chicago y que eran expertos en envenenar la comida; ellos experimentaban con todos los perros que hallaban hasta encontrar a Villa y envenenarlo, porque lo que interesaba en el Departamento de Estado era llevar la cabeza de Villa, no apresarlo.
En medio de esto apareció un médico ítalo-americano que falta en la lista de regreso y no murió en ningún combate. De ahí llegamos a la conclusión de que ese personaje podía ser convertido ficcionalmente en alguien que participó involuntariamente, forzado por las circunstancias, a subir a la caverna de Villa y curarlo.
–El personaje de la película estaba muy disconforme con la actuación del Ejército estadounidense, que torturaba y mataba indiscriminadamente.
–El personaje que creamos era un puritano de esa época que, rodeado de brutalidad, sin servicios religiosos, va contra sus prejuicios. También hay norteamericanos buenos. Este buen doctor no entiende nada, pero se da cuenta de que algo terrible está pasando y sube adonde le indican.
–En la película el personaje de Villa es tangencial. ¿Por qué no es protagonista?
–Porque Villa es un personaje que no tiene cara; desde que el cine existe, ha sido interpretado por 25 actores Además, es ambiguo y difícil. La única película mexicana en la que está bien retratado es una obra maestra que se llama Vámonos con Pancho Villa, de Fuentes. A mí no me interesa Villa sino el espíritu del ‘villanismo’, y la concepción de la lealtad. Yo quiero que el espectador se pregunte: ¿Y yo a qué carajo le soy leal? En un momento de riesgo definitivo ¿a quién soy leal?
–Pero sí hizo una película sobre Emiliano Zapata como personaje principal.
–La película que tuve la desgracia de hacer hace 35 años es una abominación, perfectamente olvidable, horrorosa. Con ella pagué mi derecho de piso para entrar en el sindicato; por eso está muy bien hecha pero con un contenido vergonzante, folclórico; no va a lo medular.
–La imagen de Villa es más la de un forajido o la de un líder sin un proyecto político claro. ¿Cuál es la diferencia entre Villa y Zapata?
–Un solo ejemplo sienta una diferencia notable: cuando ambos llegan con otros revolucionarios a la ciudad de México y entran en el Palacio Nacional, Villa le dice a Zapata:
“Allí está la silla presidencial. ¿No quiere sentarse?”. Zapata le dice que no le interesa. Villa replica: “Yo sí quiero sentir cómo se siente”.
Eso explica muchas cosas. Villa es un estratega militar, tiene una personalidad ambigua según la cual la justicia se ejerce por propia mano. Y es que el norte de México es otro mundo. Villa sabe que la miseria y el despojo en el norte van de generación en generación, que llevan siglos. No entiende más que el procedimiento inmediato. Su frase histórica es: “Cuélguenlo y luego averigüen”. Zapata es la antítesis: está rodeado de intelectuales, de gente preparada, con una formación anarquista. Entiende muchísimo más y ve mucho más hacia delante que Villa; nunca entrega las armas, siempre se disgrega en guerrillas sueltas: de noche revolucionarios y de día campesinos. Por eso el zapatismo, además de su reclamo en materia de táctica y la personalidad de Emiliano, es la antítesis del ‘villanismo’.
Lo grave de todas estas historias es que los dos grandes perdedores de la Revolución Mexicana son Zapata y Villa.
–No se entiende su país sin la revolución.
–No podía dejar de haber revolución. La dictadura de Porfirio Díaz trajo una reforma industrial y económica absolutamente aplastante que hizo que el 6% de la gente poderosa se volviera mucho más rica y poderosa, mientras que el otro 94% de la población seguía analfabeta y en el hambre. La revolución era inevitable.
Dudo que obama sea reelecto; es evidente que el racismo, la derecha y las corporaciones norteamericanas están otra vez en pie de guerra
–No se entiende su país sin la revolución.
–No podía dejar de haber revolución. La dictadura de Porfirio Díaz trajo una reforma industrial y económica absolutamente aplastante que hizo que el 6% de la gente poderosa se volviera mucho más rica y poderosa, mientras que el otro 94% de la población seguía analfabeta y en el hambre. La revolución era inevitable.
–Usted ha hablado de los últimos diez años de la derecha en el poder. ¿Entonces, cómo cataloga al PRI?
–Hoy, con el partido Acción Nacional en el poder, el PRI es un centro-izquierda. El PRI no es solo corrupción; es el fundador de estas estructuras que le han permitido a la derecha, que lleva 10 años en el poder, seguir gobernando. El PRI fundó esas instituciones y se quedó 70 años en ellas. El PRI que yo conocí de niño y adolescente no tiene nada que ver con el de ahora. Hoy todos parecen ejecutivos de ventas.
–¿Cómo invadió Pancho Villa los Estados Unidos?
–Villa, en una de sus múltiples facetas, era un contrabandista de gran habilidad, y como tenía un ejército de 5 a 10 mil hombres, necesitaba un volumen de municiones que no se producían en ninguna fábrica de México en esa época. Ese armamento venía de Estados Unidos y para comprarlo había que hacer un trueque de vacas robadas, qué sé yo. Bueno, y Villa tenía un hombre de negocios del otro lado de la frontera. Este hombre fue copado por el Departamento de Estado norteamericano que le dijo se acabó, no más negocios con Villa, y dejó de suministrarle los recursos que necesitaba. Para esto Villa ya había iniciado cierto declinar frente a Obregón, a Carranza, otros caudillos del norte de la República. Para poner remedio a esa presión del gobierno norteamericano, Villa pensó en dar una alcaldada, hacer un avance sobre una posición norteamericana en represalia por esta forma de bloqueo que le estaban haciendo. Entonces mandó a 200 gentes a atacar el cuartel de Columbus. Como la historia de México está llena de ironías, algunas muy tristes pero otras muy graciosas, sus gentes atacaron el hotel de Columbus y no el cuartel. Lo incendiaron y murieron ciudadanos norteamericanos, volvieron a cruzar el río y ése fue el pretexto para que al día siguiente 9 mil hombres, aviones y demás invadieran México.
–¿Cuál es el aporte del PRI?
–Son considerables dentro del caudal de errores de su visión sexenal. La aportación fundamental es la creación de las instituciones mexicanas: sin ellas el país no existiría.
–En Latinoamérica vivimos un periodo en el que hay gobiernos —incluyendo el peruano, ojalá, porque está recién estrenado— que le paran el macho a los Estados Unidos y le dicen: “Un ratito, déjanos solucionar nuestras cosas”.
–Yo no veo eso de manera tan optimista, va a ser duro y difícil. Dudo que Obama sea reelecto; es evidente que el racismo, la derecha y las corporaciones norteamericanas están otra vez en pie de guerra. México se ha negado a seguir siendo el centinela del resto del continente. Ellos no acaban de ver que se muera Castro, Chávez los molesta profundamente, Brasil que crece desmesuradamente les molesta. Es decir, América Latina ya no es el traspatio de Estados Unidos. Algo van a hacer; pero, como siempre, lo harán mal. Por ejemplo, matar a Bin Laden y llamarlo Operación Gerónimo demuestra que siempre repiten los errores, porque esa operación consistió en acabar con todos los indios norteamericanos, lo cual es un error histórico. Su economía es una catástrofe, no producen más que armas, y para vender armas hay que generar guerras. Canadá es un amigo introvertido y el resto del continente ya no tiene la dependencia aparente.
–¿Qué opina de la gestión del actual presidente Calderón?
–Una catástrofe. Se va el próximo año con 60 mil muertos en el hombro, no importa si son delincuentes o narcotraficantes. Calderón es un hombre bien intencionado que creyó que el poder de la fuerza iba a poner en orden un país al que lo que precisamente no se le puede hacer es imponerle las cosas por la fuerza.
–¿Y la izquierda?
–Como siempre, dividida. Y cuando están al borde de llegar al poder, alguien dice no estoy de acuerdo. Para poner a México nuevamente de pie, hay que reconocer que se han perdido 10 años porque el valor de la alternancia no se dio. Es una obre titánica.
–Parece que el norte mexicano tuviera un karma: Sinaloa, Ciudad Juárez.
–Los capos del narcotráfico no tiene nada que ver con lo que Calderón está combatiendo. Está combatiendo contra los caballerangos. A los capos no les conviene todo esto que ha sucedido, ellos hace año y medio propusieron hablemos y acabemos con esta historia. Ellos tienen una franja de circulación que nosotros no vamos a poder abortar. Si en 29 estados de la Unión norteamericana la marihuana es autorizada, cómo vas a impedir que pase la marihuana. Es absurdo. No se puede acabar de golpe con la droga y su circulación; se tiene que convertir el problema del crimen en un problema de salud. Si quieres coca, vas a la farmacia y la compras, pero si hay un mercado negro habrá delincuencia. Y por cerrar la frontera, toda esa basura no se pudo quemar y se tuvo que revender al menudeo, y esos revendedores son los que se matan por los territorios.
–¿Y qué fue del Comandante Marcos?
–De repente está dando clases en una universidad peruana, no lo sé. Nadie sabe. Existe el movimiento de resistencia zapatista, pero como presencia es un fantasma. En su momento supo utilizar la tecnología como modo publicitario, tenía todas las primeras páginas. Es una gran desilusión porque tuvo un momento donde debió haber hecho lo que no hizo porque no se puso de acuerdo con otros, como siempre.
–Ayer dijo que estaba al final de su carrera. ¿Por qué? Por ejemplo, Oliveira tiene 100 años y sigue filmando.
–No sé, ya no tengo muchas ganas. Tengo más ganas de volver a ver las películas que me gustan. Hay un momento de relevo generacional necesario. Vivo en un mundo donde hay un montón de cosas que suceden que no me atraen la atención, siempre estoy pensando en lo que está atrás y en que pude haber filmado mejor y que debí haber filmado mejor. Y a esta edad, volver a corregir errores, ya me da una hueva.
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