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Revista Ideele N°213. Octubre 2011Cada vez que se descubre una nueva falta en el Congreso nos preguntamos: ¿Qué hacer para mejorar este poder del Estado? Planteamos a un grupo de ilustres peruanos la interrogante por qué no se animan a postular al Congreso para que nos demuestren de un porrazo, a todos nosotros, cómo se puede hacer una gestión decente, caramba. En el supuesto (negado) de que algún día se animen a incursionar en esa parte de la política, que nos confiesen (más vale antes que nunca) algún pecadillo de ésos que nunca faltan. Porque nadie es perfecto ¿O sí?
Verónica Linares
Periodista
En algún momento hubo un ofrecimiento y varias veces lo he discutido con mi papá. Él, cuando me escucha quejarme sobre política, me dice: “tú eres joven y podrías entrar. Así que no reniegues”. Me parece difícil, porque la política está muy desprestigiada. Podría ser una solución, de repente, pero debe ser complicado nadar a contracorriente. Así que lo veo muy lejano.
No he cometido delitos, ni faltas. Al contrario: a veces soy demasiado estricta. Debo confesar, sin embargo, que sí he chocado mi auto y que me he pasado la luz roja por distraída. Pero cuando me para un policía, me dice: “váyase nomás señorita linares”. Eso no me gusta, y pido que me den una papeleta. No aprecio este tipo de “favores” porque salgo en la televisión y termino peleándome con ellos.
Aldo Miyashiro
Conductor de TV
A lo mejor algún día decida postularme, pero necesito sentir que voy a poder hacerlo bien. tuve ofrecimientos políticos en las últimas elecciones para ir como regidor de unas listas municipales y también hubo un acercamiento para el congreso, pero por proyectos personales y porque no me siento preparado no acepté. si yo me hubiera lanzado amparado en una cuestión de popularidad, estaría estafando a la gente como otros.
¿Si tengo algún ‘anticucho’? no he cometido delitos, pero parte de la informalidad del país hace que uno se crea más vivo que la ley y se pase la luz roja. aunque confieso que en mi juventud, saliendo de una discoteca, me peleé en la calle y pasé una noche en la comisaría, pero no pondría en mi currículo que tengo un mba de una universidad a la que no he asistido. y, además, debo reconocer que una vez me salvé de que me pongan una papeleta. tenía las luces apagadas de mi auto y una policía femenina me paró. cuando las prendí y me vio la cara, dijo: “Tony de la gran sangre”. le dije: “jefe, no me di cuenta”, y me dejó ir nomás.
Chema Salcedo
Periodista
Ha querido el señor que no sea ni pueda ser congresista; no soy peruano de nacimiento. Me hice peruano, porque quise, a los 21 años de edad. Bien por el Perú y bien por mí. El Perú se libra de un mal congresista y yo me libro
De la droga del poder. Sí he sido candidato a alcalde: fue para miraflores, a inicios de los ochenta. Confieso que acepté ser candidato porque se trataba de izquierda unida y eso hacía casi imposible que yo fuera elegido.
Bien por miraflores y bien por mí.
Sobre antecedentes y anticuchos: debo tener un montón. Por eso, ahorita,
No quiero acordarme de ninguno. Como no soy un chiquillo, debo tener un montón de cosas de qué arrepentirme: a más vida, más pecado. Ahora bien, es imposible que me haya pasado la luz roja pues no tengo automóvil, a veces tan peligroso y pecaminoso como el poder. De todas maneras, no importa lo que es sino lo que parece que es. La verdad es inasible. La verdad periodística, que a veces forma opiniones públicas, es la verosimilitud. Si mucha gente llega a creer que yo soy capaz de determinado crimen, yo estoy perdido aunque pueda demostrar lo contrario. Si yo fuera candidato o, peor aun, ya congresista, habría un montón de gente que me creería capaz de cualquier cosa.
Alberto Alanoca
Médico
No, nunca he pensado en hacerme de una curul. Siempre he creído que ése es un espacio para políticos que provienen de partidos políticos (demagogos, gente que sin tener ninguna idea de la realidad lleva, en el mejor de los casos, todo al plano del idealismo), o para gente interesada, es decir, aquélla que utiliza el cargo para provecho personal y de pequeños grupos. Aunque considero que se puede lograr más de ellos confrontándolos o asesorándolos, también considero que valdría la pena que la gente honesta, de sólida formación y con vocación de servicio social, no dé un paso al lado y se anime a postular.
Me he pasado, intencionalmente, la luz roja un par de veces. Una vez, regresando de viaje con unos amigos, decidimos “coimear” a una patrulla policial que nos había detenido por exceso de velocidad. También tuve un proceso judicial por defender los intereses de las socias y socios de una cooperativa de ahorro y crédito a la que la superintendencia de banca y seguros demandó solicitando su disolución. Ah, lo olvidaba: soy médico y creo que se debería legislar a favor del aborto, como lo han hecho los países desarrollados. No solo porque es un derecho de las mujeres decidir sobre su maternidad, sino porque con eso se reducirían los problemas de salud pública que afectan especialmente a las mujeres que viven en condición de pobreza.
Oswaldo Cattone
Actor
La política está lejos de mis planes. No me interesa. Soy un hombre feliz, realizado y con problemas, como todo el mundo. Hace poco murió mi único hermano y fue devastador para mí. O sea, tengo los problemas que tiene cualquier ser humano, pero no me busco otros. Además, soy una persona correcta. Hace diez años me ofrecieron la dirección de canal 7 y la rechacé, pese a que iba a tener un sueldo de 10 mil dólares.
¿Si he cometido algún delito? Ninguno. Bueno, sí me he pasado varias luces rojas, pero porque no quería pararme en una esquina por temor a ser asaltado (ya me han robado tres veces). Cuando era joven y no tenía plata, recuerdo que saqué un sencillo del monedero de mi mamá para salir con una chica. Pero de ahí, no tengo cosas demasiado graves como para arrepentirme. No sé si eso sea bueno o malo.
Esther Vargas
Periodista
Nunca he alucinado con ser congresista, ni siquiera cuando me entra la angustia por viajar al Caribe, trabajar menos y comprarme otro iphone, un Samsung, un ipad 2 y alguna tablet más. Pero a veces, sobre todo cuando me toca pagar mi tarjeta de crédito, he murmurado: “Carajo, si la plata llega sola, yo quiero ser un político… O un aprista, o un congresista, o el clon de Alan”. Y entonces recuerdo, con cierta vergüenza, algo de mi prontuario que nadie conoce, algo que he mantenido en secreto hasta hoy.
Yo robé. Yo mentí, señor. Hace unos años, regresaba de comprar el pan en mi cómplice Chorrillos. De pronto… Apareció una gatita amarilla. Creo que la gatita se había escapado de su casa, pero estaba sucia, triste, con unas heridas en el hocico, y llena de pulgas. La miré, me miró, yo miré a todas partes, agarré a la gata y corrí a mi casa.
A mi novia Milagros le dije que la gata se había metido por la ventana. Se impuso el silencio. Yo abracé a la gata, me dormí con ella y soñé que la Policía me buscaba. Los días siguientes fueron de angustia. Merodeaba por el barrio, preguntando si a alguien se le había perdido una gata amarilla, preciosa… Gatos sobran aquí, dijo alguien. A la gata le puse el nombre de Thelma.
Si fuera congresista mis enemigos políticos sacarían esto a la luz, y mis buenos amigos defensores de los animales me señalarían con el dedo, y colocarían el cartel “Se busca linda gatita”. Y en Facebook sería lapidada (crisis de ME GUSTA), y en Twitter habrían inventado el hashtag de #larobagatitos.
Renato Cisneros
Periodista
No me interesa postular al Congreso, pero tampoco podría hacerlo, pues tengo algunos antecedentes que algún adversario político, llegado el caso, podría utilizar en mi contra. Si administraran bien la información de mi pasado, mis futuros improbables contrincantes podrían montar una exitosa campaña de desprestigio, y no me dejarían más alternativa que la renuncia inmediata a la lista de candidatos.
En mi Hoja de Vida, por ejemplo, tendría que consignar mis muchas infracciones, delitos, fechorías y malas conductas, todas producto de faenas libertinas restringidas a episodios de mi primera juventud. Por ejemplo, he conducido un tráiler bajo los efectos del alcohol; he intentado corromper a un policía con seis soles en un peaje del Norte; he sobornado a un Fiscal con un ceviche de mero; he pernoctado en un nightclub de Surquillo (una noche en la que, incluso, me topé en el baño con el hoy barbudo Primer Ministro); he cometido el robo agravado de dos cajas de Chiclets en perjuicio de un bodeguero tacaño que se rehusaba a fiarme; he cometido homicidio culposo al asesinar, con dolo, a un chanchito de tierra; he falsificado numerosos documentos, entre ellos mi carné del Club del Llanero Solitario; he malversado los fondos de la CTS de mi abuela, pero fue para compensar lo miserable de sus propinas; y también pequé de tráfico de influencias a los diez años, cuando intenté meter a un amigo al Regatas escondido en la maletera del auto de mi papá.
Si no he purgado condena todavía, es porque he actuado con hábil impunidad, valiéndome de distintos cómplices y argucias. Ahora que lo pienso, revisando mi prontuario, creo que ha llegado el momento de ponerme a derecho. Hoy mismo me reportaré ante la Fiscalía de turno. Antes, si cabe, déjenme decir que confío plenamente en la justicia de este país.
Augusto Álvarez Rodrich
Periodista
No me anima ninguna postulación. De verdad. No me provoca en absoluto pero, para ser honesto, nadie me ha
Invitado nunca a nada al menos en las últimas dos décadas. A inicios de los Noventa tuve una invitación para postular al Congreso, pero ésta vino Del lado oscuro de la fuerza y preferí, caballero, dejar pasar nomás. Desde entonces, Nadie se ha acordado de mí. Algunos pensarán, con bastante razón, que estoy de capa Caída, y esto es cierto. Pero yo tomo este despecho electoral con una verdadera expresión De agradecimiento por quienes deben de creer que no tengo ninguna posibilidad de ganar votos si postulo a algo; o que piensen que ando ocupado en cosas mucho más interesantes, Lo cual también es cierto.
Lo único cercano a una invitación para postular a algo en los últimos años ha sido cuando me han hablado, en las graderías del estadio de Matute, para ser candidato en alguna lista para la directiva del Alianza Lima. Ante el entusiasmo de mi hijo Matías para que me lance, le expliqué que yo, al estadio, voy a divertirme, y a gritarle e insultar al árbitro, a los jugadores del otro equipo y a los del mío, y al entrenador, así como a los dirigentes. Pero yo no voy al estadio a que me insulten. Así que mejor me quedo en mi sitio de la tribuna nomás. Quizá Por lo mismo, prefiero quedarme en el periodismo y no estar en alguna posición pública Para que el periodismo me critique.
Y sobre los pecados, los divulgables son tan simples y tontos, que hasta me beneficiarían.
En cambio, los grandotes son tan graves que hundirían cualquier intento de Postulación que se me ocurriera. Pero ésos, felizmente, no los sabe nadie Y no pienso ayudar a revelarlos en este espacio.
Ramón Ferreyros
Automovilista
Siempre he querido ayudar a los demás, pero no me gustaría postular a algún cargo político. Es un trabajo muy complicado y, además, por ahora quiero seguir corriendo. Me veo compitiendo en los rallyes durante los próximos cinco años, como mínimo. Los autos y las carreras son mi pasión.
No he cometido ningún delito, y por ahora no me interesa la política.
Si hay alguna posibilidad para postular, tendría que ser más adelante y, sin duda, para apoyar al deporte. Es lo único que me interesaría.
Carlos Galdós
Conductor
No podría postular (tampoco me han llegado propuestas), porque saben que soy decente o intento serlo. Tengo sangre en la cara, amor propio, respeto a mi familia, me gusta ganarme la plata ‘chambeando’ y digo la verdad. Lo último ya es un problema gravísimo. Y no quiero escuchar discursos estúpidos. El nivel del Congreso es equivalente al de una escuela de subnormales. Otro motivo es que a mí se me pegan las cosas malas y voy a terminar robando cable, siendo ‘caficho’, comiendo pollo o matando perros.
He hecho de la confesión de mis faltas un modo de vida. Lo hago en mis shows, en mi programa de radio y en mis artículos de Somos. Es un ejercicio de sinceridad extrema y brutal, y eso está mal visto en nuestra sociedad. Por eso creo que existe una doble moral: mucha gente habla de inclusión social y, a la vez, son socios del Regatas. Claro, te dirán que era un club desigual, pero que hoy por hoy entran hombres y mujeres. Eso, para mí, es un pecado.
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