Escrito por José Antonio Mazzotti. Revista Ideele N°310
(Texto leído en la presentación de la novela ¡Kachkaniraqmi, Arguedas! en el Centro Casa de España, Lima, el 24 de marzo del 2023).
Eduardo González Viaña (Pacasmayo, 1941) es hoy sin duda uno de los narradores latinoamericanos más importantes. Aunque se fue del Perú hacia los Estados Unidos en los años 90 con varias novelas propias en su bagaje, siempre mantuvo una clara presencia en el ambiente peruano gracias a su labor de difusión cultural y sus nuevas ficciones, que tocaban temas de migración y nostalgia.
En años recientes ha publicado algunas deslumbrantes novelas históricas sobre personajes peruanos, como Vallejo en los infiernos, (2007), El largo camino de Castilla (2020) y ¡Kutimuy, Garcilaso! (2021) Ahora nos regala ¡Kachkaniraqmi, Arguedas!, basada en la vida del gran autor de Los ríos profundos, pero con buenas dosis de invención.
Desde hace ya varios años González Viaña ha recibido reconocimiento internacional por su activismo en favor de los migrantes latinos a los Estados Unidos
En uno de los frecuentes diálogos que sostienen los míticos “zorro de arriba” y “zorro de abajo” a lo largo de esta nueva novela, dice el zorro de arriba: “La verdad es que nosotros estábamos contando la historia del hermano José María Arguedas, pero el escritor González Viaña no cesa de cortarnos la voz, inventar un acento que no tenemos e, incluso, omitir algunas etapas de la vida de José María”. En efecto, González Viaña logra con esta novela “inventar un acento” que los zorros no tienen, entremezclando ficción, biografía, autobiografía y poesía, tal como el propio mundo del gran escritor andahuaylino estaba configurado. ¡Kachkaniraqmi, Arguedas! es otra muestra rotunda del arte narrativo de González Viaña, que no solo rinde homenaje al auki Arguedas, sino que expande y reafirma su esperanza por un Perú compuesto de muchas naciones, en que el quechua y las otras lenguas originarias no son ni más ni menos importantes que el castellano. Así logra explorar dimensiones tan profundas como el espíritu del wamani que habita en el danzante de tijeras (retomando el drama presente en el relato de “La agonía de Rasu Ñiti”) y la reflexión sobre la muerte que acaece cuando el silencio impera, pues como dice el otro zorro: “la muerte es solamente eso, una suspensión de la palabra”. Agradezcamos a Eduardo González Viaña esta reafirmación de la palabra –es decir, de la vida misma, la vida libre y armoniosa en un Perú aún inexistente–, como en el encuentro con la madre biológica de Arguedas, muerta cuando el escritor tenía dos años, pero llegada a la ancianidad por arte de la poesía. En el retrato de la anciana se lee que “sus cabellos completamente blancos desaparecían en una nube”. Poesía, imaginación, memoria, dominio de la palabra y amor por el Perú son algunos de los elementos que rezuman en este nuevo libro del consagrado autor liberteño.
Desde hace ya varios años González Viaña ha recibido reconocimiento internacional por su activismo en favor de los migrantes latinos a los Estados Unidos. Son célebres sus novelas El corrido de Dante, El camino de Santiago y, más recientemente, La frontera del paraíso, que recrean las penurias y alegrías de diferentes personajes de origen latinoamericano en su odisea por encontrar una vida mejor en el país del norte.
Y es que la población que conforma ese conglomerado heterogéneo que se conoce como los latinos ya llega en los Estados Unidos a más de cincuenta millones. De hecho, es la comunidad hispanohablante más grande después de México. Sus tradiciones culturales, sus formas de hablar, sus sueños, sus visiones, aspiraciones, deseos y temores se yuxtaponen en un nuevo territorio que es caldo de cultivo de sonoridades y estrategias inéditas de supervivencia y transformación que producen un efecto visible en sus países de origen. Eduardo González Viaña ha entendido la importancia de esta enorme población que además sustenta con sus remesas la economía de muchos países latinoamericanos, afectando presupuestos familiares y un dinamismo cultural que incrementa la globalización cultural de la región.
Cómo no novelar los miles de dramas (entre ellos, muchos peruanos) que se suceden día a día desde el mero cruce de la frontera hasta la adaptación y la nostalgia que abarcan todos los espectros de la experiencia y la subjetividad latina. Utilizar el castellano para ficcionalizar esas realidades es además una defensa política del derecho a pensar y soñar en español en los Estados Unidos, sin que eso signifique la anulación de otras lenguas latinoamericanas.
¡Kachkanirajmi Arguedas! es una clara muestra de esos valores y visiones, pues Arguedas defiende hasta la médula la supervivencia del quechua y las culturas andinas. Se trata de una novela donde lo mágico y lo profundo y mítico del Perú se mezclan de forma casi inavertida. Pero no se trata de una narración de corte realista y sociológico. Ya González Viaña nos ha mostrado desde sus valiosos libros anteriores que posee dos talentos fundamentales en todo buen narrador: un oído para la buena prosa y una sensibilidad especial para narrar sus historias sin sacrificar el mundo de la imaginación, el mito y el subconsciente. Esa sonoridad cadenciosa solamente se logra tras muchos años de práctica y lecturas, ajustando el idioma al oído para que incluso en voz alta suene bien.
Los animo a leer esta novela, que sin duda nos hace sentir a todos más y mejores peruanos. Muchas gracias.
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