Matrimonios no tan sagrados. Discursos de odio y cristianismos

Josué Gutiérrez, defendor del Pueblo. Foto: Andina

Escrito por Enrique Vega-Dávila. Revista Ideele N°310

Las recientes conocidas declaraciones del señor Josué Gutiérrez, Defensor del Pueblo elegido por un deslegitimado Congreso, en torno a una pregunta realizada por Alejandro Muñante, miembro del partido Renovación Popular, ha dejado claro un tema que, desde los estudios de género y religión, se tiene en cuenta: muchas posiciones políticas existentes tienen una matriz religiosa. Esta es explícita como en el caso de Milagros Jáuregui Martínez de Aguayo, del mismo Muñante, de Julio Rosas, en el mundo evangélico, y también lo es en el caso de Rafael López Aliaga o Rafael Rey Rey quienes se identifican como católicos, pero existen otros casos que revelan formas de actuar y pensar que se relacionan con lo religioso más allá de lo que pueda ser explícito.

La posición de personas que se dedican a la política desde lo religioso está relacionada de modo íntimo con aquella que hacen de lo religioso una posibilidad de participar en lo político. Los límites que la ética coloca son claros para algunas personas, pero en el caso de Bolsonaro en Brasil, de Trump, y antes de Bush, en Estados Unidos son muestra de que lo religioso está jugando un rol más que importante en la construcción de sociedad que busca imponer una cosmovisión basada en presupuestos creyentes. Por esta razón quisiera desarrollar en las siguientes líneas algunos elementos que nos permitan pensar este matrimonio sagrado entre religión y política desde una perspectiva crítica de género y religión.

I

Que religión y política se encuentren en unidos históricamente es un tema revisado en el mundo de la academia, textos clásicos como la Rama dorada de Frazer hasta los estudios sobre el mundo evangélico en diferentes partes del mundo dan cuenta de ubicar lo religioso como tema en la construcción y solidificación del poder. Muchas experiencias creyentes a lo largo de la historia han empleado lo político para sostenerse públicamente y, viceversa, lo político ha ocupado estructuras y discursos relacionados con lo religioso para incidir bajo una serie distintas de narrativas (Linz 2006).

Estas no solo están relacionadas con el viejo mundo y la historia narrada desde allí, sino que puede ser observada en el país, de modo más reciente por las diferentes apariciones de movimientos que se han opuesto a los derechos de las mujeres y de las diversidades. Angélica Motta ha estudiado discursos por parte de grupos conservadores en su libro “Biología del odio” (Motta 2019) dejando en claro cómo tales retóricas se encuentran al servicio de un proyecto que no solo es antiderechos y ocupan discursos que se presentan como científicos, sino que se tratan de teocracias disfrazadas de democracia y realizada por medios democráticos.

Lo anteriormente enunciado me lleva a pensar en una expresión ya vieja de uno de los ancestros en teología bíblica, Gerhard von Rad, quien afirmó contundentemente que “no existe verdad de fe que no pueda ser manipulada idolátricamente” (Von Rad 1974, 161). Si bien este autor lo afirma en torno al estudio de los profetas veterotestamentarios, la historia del cristianismo es muestra de lo denunciado ya que durante siglos una serie de banderas ha sido levantada para anular vidas, para impedir derechos, para sostener instituciones.

En mi investigación he llamado cristianismo hegemónico a los esfuerzos de muchas denominaciones cristianas que se han unido en contra de derechos (Vega-Dávila, Divinidad al desnudo. Cuerpos que oran. Borrador de tesis para obtener el grado de doctor en Estudios Críticos de Género 2023). No se trata de una sola denominación como lo es el catolicismo en nuestro país, sino a la convergencia con muchas otras en este tipo de temáticas. Esto ha sido mucho más evidente en tiempos como los que vivimos en el país, quedando en evidencia. El matrimonio sagrado entre religión y política ha permitido que una serie de situaciones como la esclavitud o la colonización, el sostenimiento de monarquías o el impedir las independencias nacionales son ejemplos que permiten ver cómo muchas causas defendidas por esos grupos son una suerte de ídolos-excusas.

Frente al matrimonio sagrado entre religión y política es menester recordar uno de los grandes logros de la laicidad: el divorcio

II

La batalla contra lo que era considerado malo es muy temprana en los cristianismos. En el cristianismo primitivo puede notarse cómo este grupo minoritario pasa de una real persecución en la que viven tortura, muerte y que consideró al Imperio romano como enemigo (Arens y Díaz Mateos 2000) a ser persecutora de todo lo que atentaba contra su hegemonía cuando son mayorías. Y así a la lista de enemigos puede sumársele el protestantismo, la teoría de la evolución, el comunismo, el modernismo, los estudios histórico-críticos, los feminismos y las diversidades sexogenéricas en lo que más recientemente han llamado “ideología de género” (Bárcenas Barajas 2020).  Estos grupos han hecho de la libertad, de la familia, de la vida misma un motivo por los cuales combatir colocando sus recursos y creando discursos olvidando otras libertades, otras familias, otras vidas que sí están constituidas.

La posición explicitada por Josué Gutiérrez y otros personajes similares está relacionada tanto con el manejo intencional de creencias a favor de un proyecto político como con una matriz religiosa y colonialista que crea enemigos para justificar su existencia. Este Defensor del Pueblo personifica no una ignorancia sobre una temática que viene siendo abordada hace décadas, sino la búsqueda de aprobación de quienes secundan un pensamiento similar. No hay nada de nuevo en pensar que un aliado de una facción política piense de modo similar a sus pares y que por eso haya sido elegido para tal cargo, lo que no deja de escandalizar e indignar a quienes tenemos una opción por los derechos humanos, pero que no deja de ser una estrategia política para validarse frente a sectores que forman también parte de nuestro pueblo.

Más allá de profesar una fe, negarla o ser indiferente ante los credos religiosos me parece importante no considerar a los grupos conservadores y fundamentalistas como si fuesen una masa de ignorantes o personas manipuladas, sino más bien identificar, por un lado, los liderazgos reales que funcionan como mandos intermedios no de lo religioso sino de una posición política concreta, y, por otro lado, colocar en el espacio público otros discursos religiosos que cuestionen lo presentado por quienes atentan contra los derechos de personas vulnerables.

Lo último mencionado permitiría desarrollar alianzas con quienes podrían ayudar a desarticular o, al menos, proponer otras formas de comprender lo divino de modo crítico y que se distancian no solo de los discursos de odio a través de sus propuestas teóricas, sino también a través, principalmente, de su presencia en la sociedad. Esto coloca en evidencia que las narrativas religiosas no son neutras ni neutrales, por lo que pueden distinguirse, a mi modo de ver, entre las que respetan y fomentan los derechos y quienes lo niegan.

III

Aún queda por especificar más detalles, este matrimonio constituido entre política y religión en nuestro país no es una situación propia del mundo fundamentalista y conservador evangélico, sino también desde algunos catolicismos que se han validado históricamente (Romero 1995). El poder es poder, y como mencioné en las primeras líneas de esta reflexión, la historia nos ha mostrado cómo este ha sido manipulado religiosamente.

Los discursos de odio sostenido por distintos cristianismos son muestra de cómo lo religioso juega un rol fundamental implícito, el que debe ser rebatido por posiciones políticas claras, pero también por teologías críticas que pueden aportar en la discusión que van más allá de la clásica teología latinoamericana de la liberación, tales como las teologías feministas (TEPALI 2020) o las teologías queer/cuir (Althaus-Reid 2003, Vega-Dávila 2022) que proponen otras hermenéuticas que son liberadoras en el sentido no solo de culpa, sino de las instituciones opresoras.

Quisiera terminar esta reflexión insistiendo que ninguna fe puede ser la del Estado, ni la más progresista. Pero esto no puede lograrse si no criticamos el sustrato cristiano en el que nuestro continente, nuestro país, nuestras ciudades, hemos sido formadas y formados. Frente al matrimonio sagrado entre religión y política es menester recordar uno de los grandes logros de la laicidad: el divorcio. Y el Estado, del que formamos parte, somos responsables de que esto pueda darse nuevamente.

Bibliografía

Althaus-Reid, Marcella. «Sobre teologías feministas y teologías indecentes: panoramas de cambios y desafíos.» Cuadernos de Teología XXIII, 2003: 123-133.

Arens, Eduardo, y Manuel Díaz Mateos. Apocalipsis. La fuerza de la esperanza. Estudio, lectura y comentario. Lima: Centro de Estudios y Publicaciones. Centro de Espiritualidad Ignaciana., 2000.

Bárcenas Barajas, Karina. «¿Qué es la “ideología de género”?: Transformaciones sociales y políticas en Brasil a partir de la apropiación de una estrategia discursiva.» Encartes 3, nº 5 (2020): 227-230.

Linz, Juan. «El uso religioso de la política y/o el uso político de la religión: la ideología-sucedáneo versus la religión sucedáneo.» Revista Española de Investigación Sociológicas, nº 114 (2006): 11-35.

Motta, Angélica. La Biología del odio. Retóricas fundamentalistas y otras violencias de género. Lima: La siniestra, 2019.

Romero, Catalina. «Iglesia y sociedad en el Perú: Mirando hacia el siglo XXI.» En El Perú frente al siglo XXI, de Gonzalo Portocarrero y Marcel Valcárcel, 374-393. Lima: Pontificia Universidad Católica del Perú, 1995.

TEPALI. Las teologías feministas frente al fundamentalismo religioso. Ciudad de México: Editora UNIDA, 2020.

Vega-Dávila, Enrique. «¡Nosotrxs también somos lxs pobres!Teología de la liberación y diversidad sexo-genérica. Hacia una teología cuir de la liberación.» Revista Ciencias de la Complejidad 3, nº 2 (2022): 65-89.

Divinidad al desnudo. Cuerpos que oran. Borrador de tesis para obtener el grado de doctor en Estudios Críticos de Género. Ciudad de México: Universidad Iberoamericana, 2023.

Von Rad, Gerhard. «Die Wirklichkeit Gottes.» En Gottes Wirken in Israel. Vorträge zum Alten Testament, de Gerhard Von Rad, 141-162. Neukirchener Verlag, 1974.

Sobre el autor o autora

Enrique Vega-Dávila
Doctor en Estudios Críticos de Género por la Universidad Iberoamericana de Ciudad de México. Bachiller, Licenciado y Maestro en Teología. Sus líneas de investigación son poder, subjetividades e instituciones religiosas desde los estudios críticos de género.

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