La “Construcción” de Chico Buarque

Escrito por Revista Ideele N°310. Julio – Agosto 2023

Me encontraba manejando bicicleta por la ciclovía cuando el algoritmo de Spotify, aquel oráculo que todo lo sabe, puso en mis audífonos la canción “Meu Caro Amigo” del gran Chico Buarque de Hollanda, en la versión de su disco En español de 1982, esa elegancia que el poeta, escritor y cantante brasileño le regaló a Hispanoamérica. Un suave bossa nova de ritmo juguetón, con flautas en los arreglos musicales, en donde el cantautor simula una sentida carta grabada en una cinta: “Querido amigo no pretendo provocar/ Ni atizar tus añoranzas/ Pero me ocurre que ya no puedo evitar/ Darte noticias sin tardanza”. Las novedades no son nada esperanzadoras, sin embargo, y contrastan con el ritmo de la canción y el temperamento festivo de los brasileños.

El narrador resume “la cosa aquí está negra”. La gente se distrae bebiendo aguardiente, fumando cigarrillos y gritando gol porque “no hay quien aguante la cuestión”. Mientras manejaba bicicleta iba pensando en cómo una canción grabada en 1976 por un carioca puede sonar tan vigente en el Perú de hoy. El mismo desánimo generalizado, la voluntad de evasión y la recesión económica que avanza galopante; pero, también, la imagen del pueblo resistiendo a la dictadura militar, que la canción apenas si sugiere. Me pregunté entonces cómo se podría reescribir la letra en el marco de la coyuntura peruana, qué le tendría que contar a ese hipotético amigo: sobre Dina y sus muertos, la derecha bruta y mercantilista copando todos los poderes y las instituciones del Estado, los expresidentes presos en Barbadillo. “Un beso a la familia, a Cecilia y a los niños/ Y Francis aprovecha y también manda cariños/ A todos por igual/ Adiós”.

Me detuve a buscar otra canción en el aparato tecnológico, hasta entonces los temas se sucedían aleatoriamente. Me acordé de “Apesar de Você”, una letra que resulta mucho más explícita frente a la dictadura militar, o esa otra joya que es “Cotidiano”, el recuento de la vida común de una persona que va al trabajo y regresa a su casa. La rutina se repite como un círculo y el protagonista empieza a sentir asfixia del amor de su esposa: “Todo el día yo pienso en poder parar/ Al mediodía pienso en decir no/ Luego pienso en la vida y continuar/ Y me callo con boca de arroz”. Pero el tema que buscaba era “Construção”, la obra maestra de Chico Buarque, la canción más hermosa jamás escrita en esta parte del mundo. Un experimento de versos dodecasílabos terminados con rimas esdrújulas, que van rotando en un desorden gozosamente poético.

En sentido estricto, “Construção” es una canción perfecta. Tal vez porque Chico Buarque había estudiado arquitectura, aunque sin terminar la carrera, pudo comprender la labor del poeta como una edificación de versos y estrofas. Teniendo como sujeto, además, al obrero anónimo que es víctima de la enajenación cultural y las dinámicas de producción. El personaje sube un sábado a levantar unas paredes a lo alto de un edificio que es como una Torre de Babel, pero se tropieza y muere estrellado en medio de la pista. Esa simple historia es contada de manera distinta conforme avanza la canción. En una parte dice: “Y tropezó en el cielo con su paso alcohólico/ Y flotó por el aire cual si fuese un pájaro/ Y terminó en el suelo como un bulto flácido”. En la siguiente estrofa, se tropieza como “si oyese música”, flota “cual si fuese sábado” y termina “como un bulto tímido”. Se van cambiando así las esdrújulas, transformando las metáforas y sus significados.

Chico Buarque incluyó este tema en Construção, disco editado en 1971, cuya primera canción, “Deus lhe Pague”, se incorpora al final de la pieza de marras como los últimos versos del lado A, cerrando así un círculo mágico y lógico. Antes había sacado cuatro álbumes con éxito y se había refugiado en Italia, harto del clima opresivo de la dictadura. Ya era uno de los referentes de la música popular brasileña, una generación prodigiosa que incluye a gigantes como Caetano Veloso, Elis Regina o Milton Nascimento. Solo con Construção, Buarque se sintió un músico de verdad. El álbum vendió 140,000 copias durante el primer mes, solo en Brasil, y la canción, casi siete minutos de complejidad, no dejaba de sonar en la radio. Considerada por la revista Rolling Stone como la mejor canción brasileña, sigue sorprendiendo, precisamente, por su construcción.   

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