Cambios y nuevas dinámicas de la migración venezolana en el norte del país

Escrito por Revista Ideele N°310 Julio-Agosto 2023

Según la Plataforma de Coordinación Interagencial para Refugiados y Migrantes de Venezuela (R4V), los refugiados y migrantes provenientes del país llanero suman un total de 7.3 millones de personas. De este total, 6.1 millones residen en otros países de América Latina y el Caribe y, de este grupo, más de la mitad viven entre Colombia (2.4 millones) y Perú (1.5 millones).

A inicios de 2015, el agravamiento de la crisis multidimensional en Venezuela llevo al complejo panorama migratorio que ya viene caracterizando a la región por casi una década. En el último lustro, especialmente, hemos visto como los gobiernos de diversos países han buscado ordenar los flujos migratorios y regularizar a la población migrante que han recibido de distintas maneras y con resultados mixtos. El Perú no ha sido la excepción y, pese a los avances y retrocesos de nuestras políticas migratorias, pero también de las cambiantes actitudes sobre este fenómeno, se han logrado algunos resultados concretos.

Sumado a ello, el presente año ha probado ser uno particularmente difícil para la población migrante y refugiada en el país. Entre marzo y mayo del presente año se produjo un hecho que marcó un hito en la historia de la crisis migratoria en el Perú y la región: cientos de migrantes y refugiados se quedaron varados en la línea de la Concordia, hito limítrofe entre Perú y Chile, después de verse obligados a salir de la comuna chilena de Colchane. Este proceso —que no solamente involucro a migrantes y refugiados provenientes de Venezuela, sino también a colombianos y haitianos— sirvió para que los estados de los países involucrados tomen decisiones radicales con respecto a sus políticas migratorias y controles fronterizos.

Al impacto negativo de este episodio, se le puede sumar también el tratamiento periodístico masivo que se le dio a casos concretos de crímenes perpetrados por migrantes extranjeros durante el año que también han influido en las percepciones generales sobre la migración. No obstante, de forma paralela a estos acontecimientos, se vienen desarrollando una serie de dinámicas que son importantes de considerar en el afán de darle una mirada regional y focalizada al fenómeno migratorio en el país y que vamos a abordar brevemente en este artículo.

El norte y los distintos destinos de llegada para la migración

Desde la llegada de las primeras olas migratorias al país, Lima ha sido el principal destino final de estas, incluso llegando a convertirse en la ciudad extranjera con mayor cantidad personas venezolanas en el mundo (1 millón) y la quinta en el mundo, solo después de ciudades del país caribeño como Caracas (3.9 millones) y Maracaibo (2.4 millones). No obstante, el norte del Perú se ha consolidado en el tiempo como el segundo destino más importante, logrando así albergar a poblaciones importantes de migrantes y refugiados.

Para empezar Trujillo se ha mantenido como la segunda ciudad de destino, así como la segunda con mayor cantidad de personas venezolanas en el país, albergando a más de 65 mil personas según cifras correspondientes a la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) de las Naciones Unidas para finales del 2022. Sin embargo, los resultados de la última Matriz de Seguimiento de Desplazamiento (DTM por sus siglas en ingles), elaborado por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) para rastrear y monitorear los flujos migratorios en puntos fronterizos, da cuenta de que el orden y la prioridad de ciertas ciudades en esta parte del país ha ido cambiando en el tiempo.  

Si bien, a inicios de 2020 se priorizaban destinos alternativos como Chiclayo, Tumbes y Piura, en ese orden; podemos ver que, entre abril y marzo de 2023, las ciudades prioritarias luego de Lima y Trujillo han pasado a ser Piura y Chiclayo, relegando a Tumbes a un sexto lugar que no ocupaba antes, incluso después de Ica.

Esto se podría interpretar de varias maneras. En principio, los procesos de securitización que ha implicado el endurecimiento de los controles en zonas fronterizas, incluso llegando a la militarización de las mismas, podría ser un factor influyente para la relegación de Tumbes como destino de la migración, por ejemplo. De otro lado, la saturación de servicios que se han concentrado, sobre todo, en las zonas fronterizas podría también haber tenido un efecto inesperado de densificación de la población migrante y refugiada en estas zonas, que paulatinamente ha visto esa concentración de población afectar su acceso a oportunidades laborales y comerciales, más aún en una ciudad relativamente pequeña como Tumbes. Finalmente, se podría hablar de un fenómeno particular en donde Tumbes como otros destinos similares paso de ser una ciudad de tránsito a una de llegada; solo para ver esta figura invertida nuevamente por situaciones externas como la pandemia y/o la creciente inflación global.

Potencialidades y retrocesos

La encuesta Condiciones de vida de la población venezolana que reside en el Perú (ENPOVE 20220),realizada por el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), recoge algunos resultados importantes que podrían ser aprovechados por las autoridades correspondientes para desarrollar e implementar modelos más focalizados y territorializados en materia de gestión migratoria.

Por ejemplo, según la encuesta, el 8.3 % de la población migrante y refugiada en el país que cuenta con estudios superiores concluidos logro homologar su título. De esta cifra, se sustrae que, en términos proporcionales, Piura (15.7 %) tiene la mayor cantidad de población que consiguió la homologación de sus títulos. Otras ciudades del norte como Trujillo (8.2 %) y Tumbes (7.7 %) tienen cifras similares que, si bien son todavía pequeñas, podrían indicar un derrotero interesante e importante a seguir para incorporar a esta población en los sectores industriales y técnicos con mayor demanda para esas regiones en específico. Estos porcentajes podrían deberse, en parte, a que las agencias de cooperación internacional como las ONGs que operan en la zona han priorizado, como parte de sus servicios, este tipo de procesos; así como también la composición sociodemográfica de la población migrante y refugiada de estas regiones; o las facilidades y agilidad burocrática de las universidades que ratifican la homologación. No obstante, es importante conocer las particulares de estos procesos para sacar lecciones y fortalecer estos procesos. Recientemente, se desarrolló en Piura un foro regional para evaluar el proceso de integración de la población migrante y refugiada con representación de autoridades locales. Este tipo de iniciativas sirven justamente para contextualizar a la migración y buscar un ordenamiento que este acorde a la realidad específica de una determinada región y/o ciudad.

Por su parte también, se ha marcado principalmente en el norte, un incremento importante de la proporción de hogares con jefas de hogar mujeres que creció moderadamente de 30,1% en 2018 a 34,3% en 2022. Chiclayo lidera este grupo en donde la proporción de hogares jefaturados por mujeres es mayor (45,5%), seguida por Tumbes (42,5%) y Trujillo (39,3%). A pesar de que el cambio de estas cifras no es tan marcado, es importante señalar que los procesos de reunificación familiar también se han visto afectados por los distintos contextos que han marcado la migración extranjera en nuestro país como la pandemia. En otros casos, nuevos procesos migratorios han ocasionado la separación de unidades familiares donde, muchas veces, las madres son las que se quedan a cargo del cuidado del hogar. Adicionalmente, se debe mencionar también que los casos de violencia intrafamiliar son frecuentes y tienden a estar subrepresentados en las estadísticas policiales por el miedo de las mujeres migrantes a acudir a una comisaría y/o el desconocimiento para denunciar casos de abuso físico o de alguna otra índole. Es importante también que las autoridades y los diversos organismos tomen cartas en el asunto para prevenir la expansión de estas dinámicas.

Un horizonte preocupante

En abril de 2023, el gobierno peruano aprobó medidas para promover la regularización de las personas extranjeras. Se ha establecido un período de seis meses de amnistía (no prorrogable) para extranjeros con multas (por exceso de permanencia y/o por no extender permisos de residencia). Adicionalmente, se ha modificado el Reglamento de la Ley de Migraciones para abrir nuevas puertas para la regularización. A pesar de ello, hemos visto como también se han suscitado episodios, como aquel desatado en la frontera sur, que han puesto en riesgo y perjudicado significativamente los avances logrados.

Sumado a ello, las extremas lluvias ocasionadas por el ciclón Yaku causaron graves daños en infraestructura, como también en el sustento de miles de familias en el norte peruano, entre ellas personas migrantes y refugiadas. Incluso, provocaron el peor brote de dengue registrado en nuestra historia y cuyo impacto ha ido creciendo en las últimas semanas. A pesar de que el norte peruano ya se ha consolidado como el segundo destino más importante del país para las personas migrantes, los efectos que se predicen como resultado del fenómeno de El Nino para este año podrían impactar negativamente y tener graves consecuencias para la población local y migrante de estos territorios. Es menester que los gobiernos locales consideren soluciones reales que incluyan a las personas migrantes y refugiadas como objeto de estas intervenciones. Y que busquen, dentro de sus posibilidades, potenciar el impacto positivo que la migración puede tener en sus ciudades y regiones. En ese sentido, la gestión localizada y focalizada de la política migratoria en el norte podría marcar un derrotero importante a seguir para otras regiones del país en el futuro.

Sobre el autor o autora

Stefano Corzo Vargas
Investigador del Área de Seguridad Ciudadana del IDL.

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