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Revista Ideele N°311En muchas partes del mundo y en diversas épocas de la historia, el dominio de la lectura ha sido y sigue siendo un privilegio de una minoría social favorecida por el poder o la riqueza. Los esclavos eran castigados severamente si se descubría que intentaban leer o escribir, e incluso en pleno siglo XX, algunos latifundistas peruanos prohibían la instalación de escuelas para los hijos de campesinos que trabajaban en sus haciendas. En algunas regiones de nuestro país, esta exclusión persistió hasta la reforma agraria del gobierno de Velasco.
El reconocimiento de los analfabetos como ciudadanos con derecho al voto en las elecciones y a un trato legal igualitario ocurrió recién en 1979, con la aprobación de la Constitución que puso fin al gobierno militar. Desde entonces, han podido participar en las elecciones, pero la mayoría de las exclusiones y desventajas en el acceso a derechos, servicios del Estado y oportunidades laborales persisten hasta hoy. Hay quienes argumentan que esta exclusión no es significativa estadísticamente, porque afecta a un porcentaje pequeño de la población, olvidando que cada persona tiene derecho al bienestar.
Además, la dimensión social del problema cambia cuando se constata que el analfabetismo es apenas “la punta del iceberg” de un enorme y grave problema de exclusiones y deficiencias en la lectura en el Perú. El dominio de la lectura no se limita a vocalizar las letras o pronunciar palabras escritas; leer es comprender completamente y con autonomía reflexiva los mensajes comunicativos, ya sean explícitos o implícitos, que alguien ha plasmado en un texto sencillo o complejo. Leer es descifrar el contenido, comprenderlo, relacionarlo con su contexto, inferir su intencionalidad, activar actitudes o emociones, aceptar el mensaje o cuestionarlo con argumentos claros y aprender algo nuevo.
La lectura eficaz es esencial para el avance en la escolaridad y la educación, ya que habilita para obtener información y adquirir conocimientos, tanto básicos como avanzados. Sirve para identificar y reconocer realidades diversas, tanto en el presente como en el pasado. Permite sumergirse y disfrutar del mundo de la ficción literaria y acceder a visiones, opiniones y sentimientos de autores inmersos en culturas, situaciones y experiencias de vida muy diversas. Favorece el conocimiento, la evaluación y la comparación de argumentos distintos o contrapuestos sobre los asuntos de la vida social. Posibilita reforzar, cuestionar y sustituir las opiniones propias sobre temas relevantes. La lectura crítica es indispensable para la formación y el ejercicio de cualquier profesión u ocupación y también es esencial como instrumento para la práctica de la ciudadanía en el mundo actual.
A pesar de su importancia para el bienestar personal y su relevancia para el desarrollo de la sociedad con justicia y equidad, la educación peruana de hoy sigue excluyendo del dominio de la lectura a una gran mayoría de los jóvenes, manteniendo en la práctica la tradición elitista y discriminatoria del pasado. Los resultados de las evaluaciones nacionales e internacionales más recientes aplicadas a estudiantes de educación secundaria lo demuestran de manera contundente. En la prueba PISA, administrada por la OCDE a adolescentes de 15 años en todo el mundo, menos del 20% de los estudiantes peruanos de esa edad lograron el nivel de competencia lectora inicial. Este porcentaje es aún menor entre los jóvenes de nivel socioeconómico bajo y muy bajo.
De manera similar, en la evaluación nacional realizada por el Ministerio de Educación en 2022 a una muestra representativa de los estudiantes de 2do. de Secundaria, solo el 19.1% de ellos obtuvo un nivel satisfactorio en la prueba de lectura esperado para ese grado. Este porcentaje desciende drásticamente a apenas un 5.4% en el caso de los estudiantes de áreas rurales, lo que pone de manifiesto una marcada desigualdad en comparación con la pequeña élite de alumnos de colegios urbanos privados de alto costo (58.5%) y muy alto costo (71.6%), quienes sí alcanzaron el nivel satisfactorio.
El desempeño en lectura de la mayoría de nuestros estudiantes de secundaria podría corresponder a lo que algunos autores denominan “analfabetismo funcional,” caracterizado por la incapacidad para usar eficientemente las habilidades de lectura, escritura y cálculo en situaciones cotidianas. Esta condición podría explicar el bajo rendimiento de los estudiantes peruanos de 15 años en otras pruebas de PISA en 2018: solo un 16.6% de ellos superaron el nivel inicial en Matemáticas, y un 16.5% lograron este mismo nivel en la prueba de Ciencia. En ambos casos, el desempeño de los jóvenes de áreas rurales es significativamente inferior al de los alumnos de colegios urbanos.
La situación descrita es extremadamente grave debido a las implicaciones para la vida de los propios estudiantes a corto, mediano y largo plazo, así como por las consecuencias de estos déficits y desigualdades para el presente y el futuro de nuestro país. En una época en la que el conocimiento y la innovación se han convertido en la principal riqueza de las personas y las sociedades, y en la que la lectura independiente y crítica es esencial para el desarrollo individual y la protección contra bulos y campañas de desinformación y propaganda basadas en el miedo y los prejuicios.
Al igual que en el pasado histórico, la exclusión y discriminación de amplios sectores de la población en el acceso a la lectura privilegia y beneficia a las élites letradas de la sociedad. Esto les facilita el control de la economía, la política, los medios de comunicación y los recursos del Estado, lo que les permite mantener y ampliar sus ventajas y su dominación sobre el conjunto de la sociedad. Mediante un simulacro de educación para las mayorías, la élite hace que crean que acceder a las rutinas repetitivas e ineficaces de colegios o universidades mediocres, junto con “títulos” falaces, los jóvenes y sus familias podrán hacer realidad sus sueños de una vida mejor.
Es fundamental denunciar la indiferencia de los medios de comunicación, así como la indolencia de los políticos y del Ministerio de Educación frente a la severa ineficacia del espejismo educativo en el que se ha convertido el sistema escolar peruano. En lugar de abordar este grave problema social mediante cambios en el presupuesto, la gestión y la distribución pública del servicio educativo, en la pedagogía y en la participación de la sociedad para asegurar que todos los adolescentes concluyan la secundaria con el nivel esperado de conocimientos y competencias, el MINEDU organiza concursos de lectura y matemáticas para premiar con dinero público a unos pocos ganadores. Sin duda, estos provendrán del privilegiado 19% de estudiantes que han tenido más y mejores condiciones y oportunidades en sus hogares para aprender desde la primera infancia. Así, el Estado y el presupuesto público se utilizan para perpetuar y ampliar las desigualdades educativas y sociales.
La responsabilidad de los educadores y especialistas comprometidos con superar la pobreza educativa y las desigualdades, con el objetivo de contribuir al desarrollo del país con bienestar para todos y justicia social, es motivar y movilizar a los padres de familia, las organizaciones sociales y comunidades, los maestros, los directivos y los propios estudiantes para exigir colectivamente la implementación prioritaria de políticas, estrategias, programas y enfoques pedagógicos destinados a garantizar que todos los estudiantes avancen juntos desde el comienzo siguiendo el currículo escolar, sin dejar a nadie atrás y logrando que la culminación de la educación secundaria con las competencias esperadas sea verdaderamente universal.
Dentro del marco de una educación inclusiva y eficaz para todos, el dominio de la lectura debe recibir una atención prioritaria, ya que, como se ha demostrado, es la capacidad con mayor eficacia habilitadora para el éxito escolar, el desarrollo personal integral y la construcción de una sociedad mejor, con una ciudadanía plena. Sin un dominio universal de la lectura, no puede existir una democracia sólida.
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