Fue en Ayacucho, lugar y escenario de las escenas más trágicas de nuestra historia. Y aunque no fuera la década de 1980, sino 2015, una mujer volvía a correr tratando de salvar la vida. Tras ella se precipitaba Adriano Pozo, desnudo y furioso, decidido a regresarla al cuarto de hotel donde, minutos antes, había intentado violarla y estrangularla. La encontró refugiada en la recepción y la hizo regresar a rastras y de los pelos, no una sino tres veces, antes de que la chica consiguiera encerrarse en un almacén. Él fue controlado por tres trabajadores del hotel mientras llegaba el serenazgo, pero por poco tiempo pues con gran habilidad, los convenció de que lo soltaran: habló, rio, los abrazó y juró que era inofensivo.