Si la política pública es un proceso de decisiones públicas, en ocasiones los gobiernos deciden también no decidir nada. Es lo que Yves Meny llamó la política de la no decisión. Esto se puede producir por varias razones, entre las más frecuentes están: i) la ignorancia profunda del aparato burocrático sobre el tema; ii) la ausencia de un análisis de política que estructure correctamente el problema, o en otros casos seleccione alternativas de solución inteligentes; iii) la influencia de grupos de poder que se oponen o inciden para que algo no se apruebe.