Tiempos inciertos
Las recientes encuestas* muestran a un Presidente con buenos resultados de popularidad que, interpretación mediante, podrían leerse como una consolidación inicial de su Gobierno.
Las recientes encuestas* muestran a un Presidente con buenos resultados de popularidad que, interpretación mediante, podrían leerse como una consolidación inicial de su Gobierno.
Debería el presidente Humala preguntarse, a estas alturas, sobre el costo de oportunidad que significó apartarse de su plan de gobierno original. En muy pocas ocasiones anteriores se han manifestado de manera tan nítida las enormes contradicciones y paradojas sobre las cuales se ha asentado el loado crecimiento económico.
Con el transcurso de los días, luego del mensaje a la Nación de Pedro Castillo, anunciando el inicio de un “momento excepcional”, van aclarándose algunos aspectos que si bien no son claves para la comprensión de lo sucedido -seguramente nos tardaremos algún tiempo para construir versiones plausibles de esto- pueden ser considerados para darnos algún manejo de los acontecimientos.
Los golpes de Estado perpetrado décadas atrás por los militares, pese a que gran parte de la derecha peruana los añora, parecen resoluciones políticas cada vez menos probables.
La presencia del general José Williams en la Mesa Directiva pone en evidencia que la participación de oficiales militares en la política peruana es bastante activa y con mandato claro.
Nuevamente, a propósito de la reforma política que deberá proponer la comisión de alto nivel conformada para tal fin, colocamos a los partidos políticos en el centro del debate, en gran medida para denostarlos, seguramente con razón pero sin que se vislumbren alternativas claras para incluirlos en una democracia que, como la nuestra, procede solo bajo la condición de la existencia de estas organizaciones.
Dicen que el formato del “debate” municipal –en dos bloques- favoreció la candidatura de Jorge Muñoz, quien finalmente ganó en Lima por un amplio margen. También afirman que se impuso la tesis del “menos malo”. Incluso, hay quienes estiman que el “buen recuerdo” de su paso por la alcaldía de Miraflores, fue si no determinante un factor importante en su triunfo.
Emergió el peor escenario que jamás se pudo suponer. PPK evidenció una vez más que su interés no fue generar alguna posible estabilidad política -que nunca quiso esforzarse en entender- sino en defenderse de las crecientes evidencias de sus actividades de siempre –el lobby- que podrían conducirlo a un proceso judicial y, eventualmente, la cárcel. En otras palabras, nada resultó siendo tan individualizado y personalizado como los objetivos presidenciales de PPK.
El presidente Castillo debe gobernar, seguramente, en el momento más delicado que le ha tocado vivir al país en los últimos 30 años.
El presidente Castillo consideró que una misión de la OEA podía venir al país para investigar la corrupción y detectar culpables, de su gobierno y los anteriores.