Alabaré
A fines de los años 80 José Luis Pérez Guadalupe acababa de terminar la carrera de Teología – faltaban muchos años para que obtuviera un master en criminología, se convirtiera en presidente del Instituto Nacional Penitenciario y luego en Ministro del Interior– y percibía que un fenómeno de masas estaba tomando cuerpo, que había que enfrentarlo, no negarlo y tomar cartas en el asunto.