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Andahuasi: Episodio I

Nuevas pistas sobre un drama que ya parecía olvidado, el caso Andahuasi, que motivó la renuncia del vicepresidente Chehade. Este artículo nos ayuda a comprender el origen del conflicto y aporta pruebas que hasta este momento no se conocían públicamente.

El escándalo de la reunión del restaurante Brujas de Cachiche que propició la renuncia a la vicepresidencia de Omar Chehade aún no culmina. Es que no se trataba de una película con inicio, nudo y desenlace, sino solo del capítulo de una serie de misterio. Tan misteriosa que aún hoy los espectadores no saben bien de qué se trató.

Omar Chehade, en ese entonces vicepresidente de la república y feroz paladín de la anticorrupción en el Congreso, fue acusado de promover, junto con altos jefes de la Policía, el desalojo de la azucarera Andahuasi, actualmente en manos de sus trabajadores-accionistas. Andahuasi tiene desde hace años un litigio con dos empresas que se la disputan: los grupos Wong y Bustamante. La intermediación de la que fue acusado Chehade iba a beneficiar al primero de ellos.

Cuando el Vicepresidente fue suspendido de sus funciones parlamentarias, ‘la serie’ entró en una especie de receso, que algunos confundieron con final. Pero no: solo se trataba de un cambio de temporada. Ahora, cuando Omar Chehade está de nuevo con un pie en el mismo Congreso que 80 días antes lo expulsó, sería bueno recapitular, pero mostrando las escenas que no se habían exhibido aún. La versión completa, la versión del director. Y vaya qué director, como veremos a continuación.


“Nos engañó a todos, nos sentimos estafados”, se lamenta Santos Baldeos, antiguo accionista de Andahuasi, de una persona con la que compartió carpeta en el Directorio. Santos se acaba de enterar de que la persona que desde el 2006 fue miembro del Directorio de Andahuasi era, a la vez, Director de la Bolsa de Valores de Lima y también de un consorcio de empresas agentes de Bolsa. ¿Es eso posible? No pero sí. Sí pero no. El Perú es el país donde lo imposible no existe. Al menos para quien cuente con un bien cimentado poder económico y las relaciones políticas correctas.

El caso Andahuasi es aleccionador y alucinante. En esto último coinciden todas las partes involucradas. Cada una de ellas cree tener la razón y se mortifican ambas por que hasta ahora no se haya encontrado una solución definitiva.

En este tipo de líos no todos pueden estar en lo cierto, y las soluciones salomónicas están bien para el Rey Salomón. Todo parece indicar que en la serie Andahuasi alguien ha pretendido vendernos una copia pirata.

Existen un conjunto de piezas que hasta el momento no terminan de calzar: ¿Cómo llegó el Grupo Wong a interesarse por Andahuasi? ¿Fue una pesquisa económica exhaustiva? ¿O los actores de reparto (¿o “del reparto”?) jugaron un papel protagónico en este interminable drama?

Lo que hasta entonces se conocía era que el Grupo Wong y el Grupo Bustamante habían comprado de manera indebida acciones de la ex Cooperativa Andahuasi, tal como lo detectó la Conasev, institución que se encargaba de velar por la transparencia en las transacciones comerciales (hoy lo hace la Superintendencia del Mercado de Valores).

Los dos grupos fueron sancionados. El Grupo Bustamante optó por la vía judicial, y actualmente el caso está en la Corte Suprema. El Grupo Wong, en cambio, se allanó a la decisión de la Conasev, que ordenó que se haga una oferta pública de acciones (OPA), basándose en una metodología reinventada por el Directorio de la ex Conasev. Dicha ley estaba destinada al caso en que solo una empresa estuviera disputando las acciones. Como se sabe, por Andahuasi se enfrentan varios grupos económicos. Hasta ahí la saga es más o menos conocida.

Pero toda la información con la que se cuenta parece apuntar a que el asunto va mucho más allá de hacer o no hacer OPA. Existen muchos indicios que demostrarían que la operación de la Bolsa fue una mera formalidad o, peor aún, que fue una pantomima para legitimar una transacción ya pactada y gestionada hace meses.

Una serie de hechos extraños se han cometido en esta transacción, y parece que ante ellos la Conasev ha demostrado una vista voluminosa. Determinar si se trata de delitos financieros es ‘chamba’ del Poder Judicial.

¿Pura finta?
Una operación en Bolsa debe ser lo más transparente posible. Cuando una empresa pone en venta sus acciones, no pueden existir arreglos económicos previos. “Si una empresa recurre a la Bolsa es porque quiere vender públicamente sus acciones, no a alguien en particular —es decir, a cualquiera que se presente y las quiera comprar—. La Bolsa se pone al centro de dos grupos de personas: los que quieren comprar y los que quieren vender”, explica el economista de la Universidad del Pacífico Guillermo Runciman.

No fue ésa, sin embargo, la forma en que se hizo la transacción de los 49 millones de la empresa Andahuasi al Grupo Wong. Desde hacía tiempo Eduardo Núñez, entonces presidente de Andahuasi, venía “negociando” con el Grupo Wong la venta de un paquete fuerte de acciones. Ya los Wong habían ido comprando de a pocos, pero con los 49 millones iban a quedar como los socios mayoritarios.

La verdad es que “negociar” es mucho decir. En un inicio Núñez quería vender cada acción en S/.1,85, cantidad que a sus socios les pareció muy elevada. Tras varias misivas en las que mejoraba la oferta, al final quedaron en 1 sol; es decir, lo que los Wong le habían ofrecido desde el inicio.

El día 20 abril del 2009, a pocos días de que culmine su mandato, Núñez le envía a Erasmo y a Efraín Wong una carta con tono de ultimátum fatídico: “Tal como le hice saber, no tenemos la seguridad de continuar al frente de la compañía en mayoría, razón por la cual acepto la propuesta sobre el valor por la acción en la suma de S/.1.00 determinada por ustedes, precisándoles que esta acción debe hacerse a la brevedad posible”.

La repuesta de los Wong fue afirmativa, y la maquinaria de la venta comenzó a funcionar.

Alerta de fraude, oídos sordos
El mismo día en que se realizó la transacción de los 49 millones de acciones a través de Scotia Bolsa (toda operación en Bolsa debe hacerse mediante un agente de intermediación), los trabajadores-accionistas enviaron una carta a Conasev alertando que la operación de compra de acciones era ilegal, porque las dos personas que la estaban realizando (Eduardo Núñez y Carlos Rivas) no tenían facultades legales para hacerlo. Días antes se había llevado a cabo la Asamblea en Andahuasi, en la que, si bien Núñez volvió a salir elegido director, ya no tenía la correlación de fuerzas que requería para hacer el trato con Wong, porque había salido elegida gente ligada al Grupo Bustamante. Los trabajadores denuncian que Núñez y Rivas falsificaron un poder con el que hicieron la transacción.

La Conasev pidió explicaciones a Scotia Bolsa, que le respondió: “Te pasamos la orden de venta y la orden de compra. Más información estamos recopilando, estamos buscando la información”. Raro. Una institución tan experimentada como Scotia ha debido de tener todos los papeles que acreditasen la legalidad de la transacción, tal como lo establece el Reglamento de Agentes de Intermediación de Mercado de Valores. Mucho más extraño aún es que la Conasev no haya tomado en cuenta nada de esto cuando hizo la resolución de sanción al Grupo Wong. Si la información que estamos publicando es nueva para los lectores, de ninguna manera lo era para la Conasev.

Al día siguiente, Elizabeth Bernal, entonces gerente de finanzas de Andahuasi, le envía una carta a Scotia Bolsa en la que le informa que la venta de esas acciones ya había sido cancelada directamente por Río Pativilca. El vendedor le dice al intermediario que no se preocupara, que el comprador ya le había cancelado. ¿Y Scotia Bolsa? Pintadita.

(Un dato: Scotia Bolsa pertenece al grupo financiero Scotia Bank, en cuyo Directorio, hasta el 3 de marzo del 2009, se encontraba un tal Erasmo Wong.)

Pero cuando Bernal informa a la Conasev como se había realizado la operación dijo que fue una operación en rueda de bolsa.

 

La famosa operación en Rueda de Bolsa cumplió solo con las formalidades, porque ya todo estaba negociado. En una carta firmada por Erasmo Wong y Eduardo Núñez, remitida a una funcionaria del Banco Interamericano de Finanzas, le daban cuenta de la operación (venta de acciones a un sol) y le indicaban que cuando se liberen las acciones debía abonar el dinero a una cuenta Escrow (cuenta cifrada) a la que solo tengan acceso Erasmo Wong y Eduardo Núñez a nombre de industrial Andahuasi. Esta operación tampoco se incluyó en la investigación que inició la Conasev hace ya casi tres años.

¿Manipulación de precios?
No se vaya a creer, sin embargo, que Scotia Bolsa ha sido un espectador pasivo: también tuvo un papel importante en la producción de esta serie. Cuando Eduardo Núñez y Erasmo Wong pactan la venta de acciones a un sol cada una, los precios estaban muy bajos y así no se podía transar. La tarea era, entonces, subir las acciones. (Dato: Las acciones suben automáticamente cuando se compran muchas acciones.)

Y las acciones subieron. ¿Arte? ¿Magia? No tanto. Para que esto ocurra pueden hacerse algunas maniobras de compra constante y prudente, sin exceder el 15% del precio de la acción cada día, para estar acorde con la ley de valores. Algunos le llaman manipulación de precios. ¿Qué nombre le pondría el Poder Judicial?
Lo cierto es que Río Pativilca empezó a comprar acciones vía Scotia Bolsa, con lo que los precios empezaron a subir: el 7 de mayo compró 10.000 acciones; el 8 de mayo, 14,000; el 11, 15.000. Luego, el 14, vino el gran salto: ese día compraron 49 millones de acciones. ¿Qué motivación explicaría esta movida de compra y venta? La modificación artificial de los precios es una. ¿Existe otra? En todo caso, ésta es una información que no puede ser dejada de lado por el Poder Judicial. Los precios no pueden manipularse. Bueno, sí, y de hecho se hace, pero no es legal, porque atenta contra la médula del libre mercado.

Información privilegiada
Pero la Conasev no es la única institución que sufrió de miopía y silencio repentinos. ¿Qué pasaba en la Bolsa de Valores? ¿No había nadie que pudiese alertar que algo raro estaba pasando con esa operación? Todo esto resulta nuevo para nosotros; pero, como hemos visto, en la Conasev, en la BVL y en Scotia Bolsa sabían muy bien lo que estaba pasando. ¿Estaba enterado el Director de la BVL? Al menos debería, si era al mismo tiempo uno de los directores de Andahuasi.
José Fernando Romero Tapia, director de la BVL, no es homónimo del director de Andahuasi: es el director de Andahuasi. Tampoco es homónimo del gerente de NCF Inversiones, una empresa que invierte en la Bolsa. Por tercera vez, es el mismo. Y todo al mismo tiempo.

Si coleccionar cargos gerenciales no es de por sí una afición ilegal, tener acceso a información privilegiada sí lo es. Durante el tiempo que duró esta triangulación, la empresa Inversiones Agroindustriales N&F SAC estuvo comprando y vendiendo acciones de Andahuasi. Todo bien si se basaba en los boletines de la BVL, como cualquier mortal; el problema es que Romero Tapia sabía mucho más que cualquiera, lo que lo ponía en ventaja frente a las demás empresas que cotizan en Bolsa.

Aunque la palabra así lo sugiera, correr en la Bolsa no es ningún deporte —menos, de aventura—. Existen reglas estrictas para evitar que los empresarios con mayores recursos e influencia se beneficien de ello. A cualquiera que observe el panorama le puede parecer demasiado ventajosa y sospechosa esta triangulación de poderes. Pero como no se trata de pareceres, remitámonos a la ley.

Varios artículos de la Ley de Mercados y Valores tendrían que ver con este caso. El 187.° es particularmente claro:
“No pueden ejercer el cargo de director, gerente u otro representante de sociedades agentes:

”a) Quienes sean directores, funcionarios, empleados o representantes de empresas con valores inscritos en las bolsas en que la sociedad agente es asociada; y,
”b) Quienes representen a personas jurídicas que ostenten la calidad de director y gerente general de empresas con valores inscritos en las bolsas en que la sociedad agente es asociada”.

La Ley también contempla los casos en los que surjan problemas con las transacciones. En estas circunstancias establece una especie de árbitro llamado “Director de la Rueda de Bolsa”, que es un funcionario de la Bolsa de Valores de Lima, entidad de la cual, como sabemos ya a estas alturas, es director Romero Tapia.

¿Fue Romero Tapia el nexo entre Andahuasi y el Grupo Wong? Santos Baldeo piensa que sí, por la estrecha relación que existía entre Eduardo Núñez y Fernando Romero Tapia:

“Romero Tapia, en Andahuasi, las veces que se le veía —aunque cobraba puntualmente sus dietas— siempre fue pro Núñez. Fue él quien propuso a Elizabeth Bernal como gerente general. Romero Tapia llegó a ser director de Andahuasi de manera irregular. El estatuto dice que para ser director debes ser accionista, y Romero Tapia nunca lo fue. De todas maneras él estaba obligado a declarar un conflicto de interés en sesión de Directorio y decir “yo soy director de la BVL”, y nunca lo hizo”.

De hecho, durante el tiempo en que Romero Tapia estuvo yendo a Andahuasi mantuvo una relación fluida con Eduardo Núñez, el ex presidente de la empresa implicado en la venta de 49 millones de acciones. ¿Es aquí donde nace la relación Wong-BVL? Como ya hemos visto, Núñez estuvo mucho tiempo antes de la transacción coordinando con el Grupo Wong la venta de acciones.

Otro misterio en este asunto es: ¿Cómo llegó Romero Tapia a ser director de Andahuasi si no era accionista? Todo parece indicar que acá también quisieron hacerla linda. Quizá porque pensaba en las implicancias que podía tener posteriormente, Romero envió una carta a Eduardo Núñez diciendo que no se le considerase como director, porque él no era accionista de Andahuasi. Sin embargo, esta desvinculación es difícil de sostener, ya que él había sido director el año 2006. Además, están los testimonios de sus ex colegas de Andahuasi y otros documentos que prueban su participación. Por ejemplo, el video donde se le presenta como candidato.

Otra hipótesis sobre la relación Wong-Andahuasi-BVL es la “conexión Paramonga”. Luis Baba Nakao fue al mismo tiempo director de Agraria Paramonga, de propiedad de los hermanos Wong, y director de NCF Inversiones, la empresa de Romero Tapia. NCF Inversiones es también un tema interesante. Se trata de una empresa que contiene a su vez a NCF Bolsa, NCF Fondos y a Credinka. Esta empresa anduvo comprando y vendiendo acciones desde el 2006 hasta el 2008. En ese lapso le vendió a Cervesur y Minsur. ¿Qué información usaba para ello?

En las operaciones de NCF hay algo curioso: se compraba a través de Inversiones Agroindustriales NCF SAC, una empresa no inscrita en la Sunat pero sí en Cavali (que es el lugar donde deben registrarse las transacciones) con el RUC de NCF Consultores.

(Dato: ¿Saben quién es uno de los principales directores de Cavali? Adivinaron: José Fernando Romero Tapia.)
Alguien debería despejar tanto misterio. Cada uno de estos casos tiene que ver no solo con manejos privados. Infringir la Ley del Mercado de Valores es hacer un fraude al Estado. O sea, a todos.

Mientras tanto, ¿qué pasa en Andahuasi?
Andahuasi está en su hora cero. La estrategia de la empresa Wong para hacerse de la ex cooperativa no da tregua; solo reposa a la espera de las condiciones propicias. El viento a favor que implicaba la relación con el ex vicepresidente fue un plan abortado por una denuncia periodística. Pero la historia no ha terminado. Actualmente existe una orden judicial que concede la administración de la empresa al Grupo Wong. Cuestionada, viciada, pero orden al fin.

En el tiempo que ha pasado desde la caída del vicepresidente Chehade han sucedido muchas cosas, algunas muy extrañas. Los medios de comunicación, nunca tan independientes y objetivos como nos lo enseñan en nuestras clases de periodismo, nos dan algunas pistas.

La defenestración de Omar Chehade desnudó ante los ojos del país el caso Andahuasi. Antes de ello, poco o nada había interesado este enredado proceso en el que dos empresas y sus trabajadores se peleaban por la administración de la azucarera. A pesar de las incesantes denuncias del sindicato y de que en este asunto está involucrado uno de los grupos más carismáticos del país (Wong) y otro, el Bustamante, de mucha influencia política (uno de los que estaba detrás era Hernán Garrido Lecca, como se aprecia en el video de la asamblea), nunca fue del interés de la gran prensa capitalina.

Hasta que pasó lo de Chehade y todos se enfocaron en este agridulce lío. Entonces se escribieron muchos reportajes que daban cuenta de la actuación del Grupo Wong, y el maquillaje que tan bien le asentaba se deterioró. Para muchos estaba claro que la conversa entre el vice y los jefes de la Policía no fue por iniciativa propia.

Pero los meses no pasan en vano, y la revancha es un plato que hay que comer frío. De un momento a otro los medios de comunicación que con tanta vehemencia respaldaron una investigación al Grupo Wong, comenzaron a darle primeras planas a Wilder Ruiz, congresista de Gana Perú y ex director de Andahuasi, que había representado a los trabajadores en todo este conflicto. Las portadas eran lapidarias.

¿Por qué la prensa ha sido tan voluble? Be-to-a-saber.
Hace unos días los trabajadores de Andahuasi han denunciado una reunión en el Ministerio del Interior entre un alto mando de la Policía y los hermanos Wong. ¿De qué hablaron? Habría que recordar lo dicho por el vicepresidente de la república: “Mi error fue hacer una reunión en un lugar público”.

De momento, a los trabajadores-accionistas de Andahuasi les está haciendo la vida a cuadritos. Como toda empresa productora, las máquinas con las que trabajan necesitan mantenimiento, y en el trajín de la jornada las piezas se van malogrando y necesitan ser cambiadas o reparadas.

Carlos Rivas ha enviado una circular a las empresas que brindan el servicio de alquiler a Andahuasi exigiendo que dejen de hacerlo. Rivas aduce que la persona que lo está solicitando no tiene el poder para ello. Mientras tanto, Andahuasi se ahoga en su propio almíbar.


Los estragos que dejó el azúcar amarga de las Brujas de Cachiche se encuentran en su punto más dramático. La ex cooperativa Andahuasi se ha convertido en muchas cosas al mismo tiempo: es una de las principales productoras de azúcar del país, una dulce y gigante manzana de discordia, un triste retrato del Perú.

Andahuasi es, en definitiva, una tarea urgente para la justicia.

Entrevista