Cipriani y PUCP: Prohibición sin autoridad

Cipriani y PUCP: Prohibición sin autoridad

Ideele Revista Nº 227

Cipriani ha defendido su decisión de no renovar la autorización para que sacerdotes dicten el curso de teología en la ex PUCP (Foto: LaMula.pe).

La palabra latina autoritas, que es la que ha dado origen a la castellana “autoridad”, se refiere solo a cierta acepción en nuestra lengua, la que deviene del prestigio o crédito que tiene una persona por su legitimidad, calidad o conocimientos. Es, por ejemplo, la que tenía Jesús entre sus discípulos, que para el Evangelio de Juan “era la verdad”; es decir, su proceder era auténtico, verdadero, coherente, congruente… Sería también la de una persona que, sin tener ningún cargo, es obedecida por los de su entorno, porque tiene carisma, aunque esto último se refiera más que nada a una especie de don sobrenatural.

Nuestra jerarquía eclesiástica, salvo excepciones, carece de autoritas; y no es que no la haya tenido, sino que con su proceder la ha perdido. A ello la han llevado sus errores históricos, en los que la autoridad fue mal ejercida para imponer “verdades” que el tiempo ha mostrado como falsas. Lo grave es que incluso hoy persiste en el error de sentirse dueño de la verdad y actuar en consecuencia.

Cipriani es un caso paradigmático, y tenemos que decir que la prohibición a los profesores de enseñar Teología en la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) es, además de inconstitucional  —como lo ha señalado la revista ideele—, una muestra de una orden que no tiene autoritas, aunque hay quienes han pretendido sostenerla desde el Derecho Canónico. En el mejor de los casos, éste puede explicar la autoridad, pero no la autoritas como la hemos definido.

Sin embargo, el Código Canónico tambalea si lo analizamos desde los modernos conceptos de autoridad legítima, que tienen origen en la delegación a través del voto y por plazos determinados. No creo que nadie se atreva a sostener con seriedad el origen divino de la autoridad papal, porque tiene el mismo sustento que el de los reyes anteriores a la Revolución francesa.

Me temo, más bien, que a buena parte de la jerarquía le es aplicable la dura crítica de Jesús a la de su tiempo y al que está dedicado todo el capítulo 23 del Evangelio de Mateo. A continuación transcribo solo un par de párrafos:

Pero ustedes no deben pretender que la gente los llame maestros, porque todos ustedes son hermanos y tienen solamente un Maestro. Y no llamen ustedes padre a nadie en la tierra, porque tienen solamente un Padre: el que está en el cielo. Ni deben pretender que los llamen guías, porque Cristo es su único Guía. El más grande entre ustedes debe servir a los demás. Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido.

¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que cierran la puerta del reino de los cielos para que otros no entren. Y ni ustedes mismos entran, ni dejan entrar a los que quieren hacerlo (Mt 23, 8-13). 

Nuestra jerarquía eclesiástica, salvo excepciones, carece de autoritas; y no es que no la haya tenido, sino que con su proceder la ha perdido. Lo grave es que incluso hoy persiste en el error de sentirse dueño de la verdad y actuar en consecuencia.

La Iglesia está organizada como monarquía, no porque Jesucristo así lo quisiera, sino porque las circunstancias históricas así lo determinaron ¿O es que alguien puede imaginarse a Jesús de Nazareth —quien dedicó su vida a defender a los marginados y fue crucificado porque se le consideró una amenaza para el poder político— organizando su Iglesia monárquicamente, o la del siglo I con un Papa? La negativa es obvia si recordamos el pasaje evangélico del lavatorio de los pies (Jn 13, 1-17) que nos mostró a un Dios que estaba al servicio del hombre, invirtiendo todas las concepciones divinas de las diferentes religiones, incluida la judía. Otro de los sinópticos también lo hace notar:

[…] entre los paganos hay jefes que se creen con derecho a gobernar con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que quiera ser grande entre ustedes, deberá servir a los demás, y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser el esclavo de los demás. Porque ni aun el Hijo del hombre vino para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” (Mc 10, 42-45).

Desde la perspectiva jónica, y que valida toda la teología moderna, como solo hemos conocido a Dios a través de Jesucristo, debemos entender su conducta como la de Dios mismo.

¿Hasta cuándo vamos a seguir soportando órdenes de quien carece de autoridad para darlas? Creo que estamos asistiendo a los estertores de la organización de la Iglesia católica como la conocemos. El laicado está reclamando participación en las decisiones, mientras la jerarquía se resiste por temor a perder el poder que todavía tiene y quizá también porque no confía del todo en lo que pasará cuando quede atrás aquello de las “órdenes se obedecen sin dudas ni murmuraciones’, como en el Ejército. Es hora de confiar en el Espíritu…

No podemos dejar de reconocer que la mayor parte de laicos no tenemos suficiente preparación a la vez que aplaudimos la opción de los sectores más lúcidos de la jerarquía que han optado por prepararnos e instruirnos. El problema es que también les preocupa la falta del voto de obediencia. La Iglesia ha sido gobernada a partir de una estructura piramidal durante tanto tiempo que pensarla tal como la concibió —si alguna vez lo hizo— Jesucristo: entregada al Padre, plena de amor y misericordia, democrática y dinámica, les resulta poco menos que imposible.

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la iglesia católica está

la iglesia católica está atravezando un dificil momento, por lo que debemos unirnos todos los católicos y dejarnos de disputas internas que es lo que nos debilita, debemos recurrir a la enseñanza de jesús y a una lógica elemental que nos indica lo que es bueno y lo que es malo, no podemos quedarnos en una actitud de intolerancia.

Muy de acuerdo con el

Muy de acuerdo con el artículo; Jesús siempre enseño a sus discípulos a mantener un perfil bajo; por ejemplo cuando en una circunstancia los discípulos se le acercaron para preguntarle ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Jesús llamó a un niño y lo puso en medio de ellos ; luego les dijo que si no se volvieran y se hicieran como niños, no entrarían en el reino de los cielos, y les añadió cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino e los cielos Mateo 18:1-4). Entonces Jesús enseña con la palabra y con el ejemplo, la humildad, la humillación; Él mismo fue humillado frente a sus acusadores y no respondió ni hizo defensa cuando lo estaban juzgando y condenando a muerte; pero hay otro episodio cuando dos de sus discípulos, Jacobo y Juan se acercan para pedirle que les conceda que le hagan lo que pidieren: Jes´su les dice cual es vuestra petición y ellos les responden diciendo:, conc´denos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Jesús les dice: No sabeis lo que pedís. Y les rechaza la petición. Cuando vemos las actitudes de algunos eclesíasticos, nos preguntamos ¿serán discípulos de Jes+us? ,

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