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¿Cuánto debemos temer del estado de guerra declarado por la conflictiva y hermética Corea del Norte? Aquí las claves para entender el emplazamiento de esa parte del mundo.
Kim Jong-un, el joven líder de Corea del Norte, la nación más aislada y militarizada del planeta, es un personaje tan enigmático que ni siquiera se conoce su edad con exactitud (se especula que debe de tener entre 28 años y poco más de 30 años).
La temprana leyenda que ya lo rodea refiere que tiene un gran gusto por la cultura occidental, cosa rara viniendo de un país que le ha cerrado las puertas a Occidente; y que ha estudiado en un colegio suizo —con un seudónimo, por supuesto—. Aquí desarrolló su afición por el baloncesto, deporte que lo entusiasma tanto que en marzo pasado invitó a Pyonyang al extravagante superstar de la NBA Denis Rodman, quien lo llamó su “amigo”, ligereza que le valió ser declarado por la prensa internacional “espía al servicio de los norcoreanos”.
Para dar más exotismo a este nuevo episodio en la larga cadena de desencuentros y amenazas entre las dos Coreas, desde febrero pasado la presidenta de su rival eterno es la primera mujer que asume ese cargo. Se trata de Park Geun-hy, más conocida como “La Dama de Hierro de Asia”. Ella es, además, hija del dictador Park Chung-hee, un duro militar anticomunista asesinado en 1979. Adiestrada en las intrigas políticas como acompañante de su padre cuando fue Primera Dama, ha sido firme en abrirse paso en un país de honda tradición machista, al punto que exhibe la cicatriz de un navajazo en el rostro y se ha mostrado inmutable frente a las bravatas de Kim Jong-un, el heredero de la dinastía monárquico-comunista y a quien más que le dobla la edad (64 años). En uno de esos actos de firmeza, la Presidenta afirmó que la población de Corea del Sur debía continuar con sus actividades normales pese a las amenazas, y que las inversiones debían mantenerse en calma.
Éstos son los actores de la actual crisis de Corea: uno, irresponsablemente desafiante; la otra, calculadora e inescrutable. Ambos se están probando ante sus élites políticas y sus pueblos; son nuevos en tomar las más altas decisiones de sus países, y esta ocasión que sigue escalofriando al mundo les sirve para demostrar su fortaleza.
Pero ¿cuánto de cierto habrá en la amenaza de desencadenar una guerra nuclear? Sesenta años después, la dividida península de Corea es uno de los últimos rezagos de la Guerra Fría. En 1953 se firmó un armisticio para acabar con las acciones bélicas, pero la paz nunca se acordó y desde entonces ambos países, la República Popular Democrática de Corea (Norte) y la República de Corea (Sur), conviven intercambiando una retórica confrontacional. Precisamente bajo este marco han ocurrido numerosas escaladas de tensión; pero no solo eso: también ha habido numerosos episodios de enfrentamientos localizados. Lo que añade fuerza a estas últimas amenazas es la posibilidad de que Corea del Norte haga uso de sus misiles nucleares.
¿Cuánto de cierto habrá en la amenaza de desencadenar una guerra nuclear? Sesenta años después, la dividida península de Corea es uno de los últimos rezagos de la Guerra Fría.
El hermético Estado-cuartel
¿Cuán poderoso es Corea del Norte? Tampoco se sabe mucho, aparte de que su aislamiento del resto del mundo se refleja en una economía atrasada, con un PBI que no se puede calcular debido a que internacionalmente no se cuenta con datos económicos verosímiles, aunque el CIA World Factbook lo estima en aproximadamente 40 mil millones de dólares.
Según el mismo CIA World Factbook, Corea del Sur tiene en cambio un PBI de más de 1 billón 300 mil millones de dólares; y si nos referimos al PBI per cápita, es 15 veces mayor que el de su belicoso vecino norteño (31 mil 700 dólares versus 2 mil).
Cuesta creer que este mismo país fuera considerado en los años 70 del siglo pasado el más exitoso modelo económico socialista, pero la crisis económica, combinada con la caída de la Unión Soviética y el excesivo gasto militar, afectaron gravemente su desarrollo, mientras su contraparte se iba convirtiendo en uno de los gigantes asiáticos emergentes.
Para agravar las cosas, con la presión comercial de las Naciones Unidas como represalia por la decisión de construir armas nucleares, Corea del Norte está aislada sobreviviendo casi autárquicamente, aunque ha admitido la inversión china, sobre todo de pequeñas empresas y de algunas corporaciones occidentales que aprovechan una mano de obra barata y calificada.
Esta “autarquía” proviene de su modelo de gobierno basado en el “Pensamiento Zuche” (o “Juche”), que reemplazó al concepto “comunismo”. Según esta variante filosófica oriental creada por el primer líder del país y abuelo del actual, Kim Il-Sung (y que es, además, casi religiosa para un 60% de los ciudadanos), Corea del Norte es también nacionalista (o sea, antiimperialista) y militarizada. Se calcula que por lo menos un 20% de su PBI está destinado a este fin, y que esto explica que, además de misiles nucleares no muy sofisticados, cuente con el cuarto ejército más numeroso del mundo (1 millón 300 mil soldados).
Corea del Sur, por otro lado, también tiene un ejército muy considerable que, si bien no supera en efectivos a su rival, cuenta con un armamento de tecnología moderna; además, es aliado de los Estados Unidos de América, lo que compensa el desequilibrio frente al potencial nuclear de Corea del Norte.
¿Qué pretende Kim Jong-un con estas provocaciones? Para fines externos, es posible que busque una mejor interlocución con Estados Unidos, como abrir algunas puertas que lo mantienen aislado; pero es difícil creer que Estados Unidos ceda terreno en este punto, por lo menos mientras las amenazas de guerra sigan y no renuncie a incrementar su arsenal nuclear.
En el ámbito de la política interna se dice que esta crisis le sirve a Kim Jong-un para consolidarse ante la vieja élite militar que sirvió a su padre. El embajador de Corea del Sur ante la ONU, Kim Sook, ha afirmado que, como líder hereditario, Kim Jong-un necesita dar una imagen de fuerza ante su pueblo. Otras opiniones no descartan que el joven gobernante sea manejado por su entorno familiar, quienes consideran primordial que aquél encuentre legitimidad ante los ojos de los líderes más importantes del país.
Cuando la Unión Soviética cayó, dando fin a la Guerra Fría, se especuló que el capitalismo y la democracia liberal habían triunfado en el mundo, con Estados Unidos a la cabeza, y que el mundo volvería a ser unipolar por primera vez desde la época del Imperio Romano. La realidad ha sido muy diferente: hoy tenemos una potencia hegemónica desobedecida por muchos de los antiguos aliados de la Unión Soviética, por algunas de las naciones del Medio Oriente, e incluso de su “patio trasero” (América Latina). Domina económicamente, pero ya no puede imponer condiciones sociopolíticas ni culturales a naciones medianamente poderosas.
Además, China le ha restado influencia en el continente asiático, sin mencionar que Rusia ha expresado sus marcadas diferencias no solo con los Estados Unidos sino también con los países de Europa occidental. (Dicho sea de paso, ni siquiera China, el principal aliado de Corea del Norte, ha apoyado al joven Kim Jong-un en esta crisis.)
El “Pensamiento Zuche” y el insomnio del mundo
No parece probable que se desencadene la tan temida guerra en la península coreana; se trataría, más bien, de otro episodio de la habitual tensión entre las dos Coreas. Kim-Jong-un se mantendrá como líder de su país, y con él la dinastía de los “reyes comunistas”. En tanto, Corea del Sur tendrá que convivir, serena y pálida, con su conflictivo vecino del norte, y Estados Unidos seguirá visibilizando su inferioridad y su caída cada vez más profunda frente al crecimiento del dragón chino. Y, por supuesto, las armas nucleares se incrementarán, porque los países pequeños nunca han tenido razón para ratificar el Tratado de No Proliferación Nuclear debido a que las potencias mantienen intacto su arsenal nuclear disuasivo.
¿Habrá en la “Doctrina Zuche” un principio referente al desarme nuclear de las potencias? Así acabaría definitivamente una amenaza que ha agregado, en estas últimas semanas, más insomnio a la humanidad.
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