Cuando la plata no llega sola

Cuando la plata no llega sola

Gerardo Saravia Editor de la Revista Ideele
Patricia Wiesse Directora de la Revista Ideele
Ideele Revista Nº 254

(Foto: Gerardo Saravia)

El Estado no tiene dinero para financiar la cultura. El ministerio del sector recibe cada año alrededor de 25 millones de soles con los que debe realizar todas sus actividades a nivel nacional. Esto es el 0,084% del presupuesto nacional, cuando la recomendación de la UNESCO es que los fondos destinados a la cultura deberían ser del 1%.

Siendo esa la situación, lo ideal es combinar fondos públicos y privados. Hace seis años el Ministerio de Economía dejó en la congeladora a la Ley del Mecenazgo, que establecía beneficios tributarios para las empresas y patrocinadores que financiaran proyectos culturales. En este caso, el calificativo perro del hortelano sí está bien aplicado a un Estado que no come ni deja comer (cultura).

Mientras esto ocurre en el Perú, a nivel mundial la cultura ocupa un lugar en la economía y en el crecimiento de las sociedades actuales. Se habla de industrias culturales (cine, video, televisión, música, radio, periódicos, revistas, libros, videojuegos) y se les considera bienes y servicios con valor económico. Son productos que tienen un precio: se compran o venden a personas que están dispuestas a pagar por ellos. En otras palabras, generan riqueza económica. China y Estados Unidos producen el 40% de los bienes y servicios culturales comercializados en el planeta, mientras que América Latina solo llega a producir el 1%.

El especialista en gestión cultural, Santiago Alfaro, sostiene que la producción cultural ha contribuido al crecimiento de la economía en términos de comercio exterior, productividad y creación de puestos de trabajo. “Según UNESCO, en la década pasada el comercio internacional de bienes y servicios culturales pasó de 39.3 mil millones de dólares a 59.2 mil millones, que suman más del 7% del Producto Bruto Interno generado en todo el mundo. A partir del 2005 el valor de las industrias culturales en el mercado mundial ascendió a 1.3 billones de dólares, y la consultora Price Water House Copper pronosticó que su tasa de crecimiento será de 10% anual”, añade.

Los fondos nacionales y los mecenazgos son de gran ayuda para que los productos culturales puedan gestarse y vean la luz, y no ser fetos abortados como generalmente ocurre. Los que se dedican a este sacrificado e incierto negocio son pequeñas y medianas empresas, o asociaciones sin fines de lucro que tienen muchas dificultades en acceder a los créditos bancarios. Dependen de la buena voluntad de los auspiciadores y de los fondos estatales que se cuentan con los dedos. Además, deben competir, en condiciones de total desventaja, con el mercado global de la cultura dominado por las transnacionales.

Alfaro especifica las dinámicas económicas de algunas actividades culturales: “El cine se caracteriza por el alto costo de producción y distribución que demanda cada película. La fonografía independiente tiene el problema de la reducida recuperación de la inversión debido a la piratería. En el teatro se genera una brecha entre los ingresos por taquilla y los gastos de la inversión”.

El caso de la única radio cultural peruana con una programación cuyo pilar es la música clásica es revelador y sorprendente.

Filarmonía danza con mi espalda
La Asociación Cultural Filarmonía es una sobreviviente de los años ochenta. Aquella década que arrasó bancos, supermercados y medios de comunicación. Pero su comité directivo soportó el vendaval apretando los dientes y sin tener que vender las joyas de la abuela.

Dos décadas después la economía peruana se recuperó. Algunas empresas resucitaron y se reinsertaron con éxito en el mercado. El país sí tuvo que vender sus joyas y, producto de ello, sobrevino una millonaria inversión extranjera. Sin embargo, el Sol no salió para todos. Ahora, cuando afrontamos los primeros signos de la desaceleración económica, el primer afectado es, como siempre, el sector cultural.

Filarmonía atraviesa su más severa crisis, que amenaza con ser terminal, si no logran alcanzar los 600,000 mil dólares que necesitan para subsistir el próximo año.

No se puede hablar de esta emisora sin referirse a su directora, Martha Mifflin. Tiene oído absoluto. No se dedicó a ser música del conservatorio porque en esa época su futuro era el matrimonio y la casa.

Una noche asistió al concierto de un renombrado director extranjero en el Teatro Municipal. Todos alababan la interpretación. Decían que la Sinfónica Nacional era otra cuando la dirigía alguien con tantos pergaminos. Solo ella se dio cuenta de que la orquesta iba por un lado y el director por el otro.

En ese momento tuvo una revelación: la gente no entendía de música clásica, la mayoría no tenía formación musical. Pensó que le gustaría explicarles qué estaban escuchando y de qué trataba cada movimiento. ¿Debía escribir folletos y repartirlos en las salas? ¿Dictar talleres en los colegios? ¿Por qué mejor no hacerlo a través de la radio y llegar a más gente?

Empezó con un programa en Radio Selecta, pasó a Radio Unión, y cuando ya tenía su tercer programa en Radio Pacífico, el foco se le volvió a prender. ¿Por qué no una radio dedicada al arte y a la cultura?

Así nació la radio cultural del Perú, con el aporte de 20 amigos de Martha que dieron 10 mil dólares cada uno para comprar los equipos. Crearon la Asociación Filarmonía que está exonerada del pago de impuestos. No tienen accionistas, ni utilidades.

Aunque la venta de música clásica a nivel mundial no llega ni al 5% del total de ventas de las grandes transnacionales disqueras - ése es un indicador del reducido público que escucha la llamada “música culta” - ella apostó por el respaldo de un sector que todavía disfruta de Beethoven y no de la cumbia peruana.

Su primer auspiciador fue COSAPI, gracias a que Walter Piazza, el socio mayoritario de esa empresa, tenía una sensibilidad especial hacia todas las artes. Ha sido el más fiel, junto al Banco de Crédito. Mantener la radio cuesta 600 mil dólares al año. Tiene solo 16 personas en planilla. En otro país sacarla adelante sería una fácil tarea. Acá es de titanes.

Este es el primer año en el cual su programa Musiciana no tiene auspicio. Dice que ya se rebeló. Jura que el próximo va a contratar alguien de marketing y abrirá un departamento de ventas. Tiene 27 productores que consiguen sus propios auspicios. Llama la atención que Buenos días Amadeus sea auspiciado por el patronato de Huacachina. ¿Un patronato en un pueblo de Ica? Sí, pero conformado solo por Alberto Benavides, propietario del fundo Samaca que está ubicado en esa zona.

El Estado, a través de sus ministerios de Educación y Cultura, la han apoyado cada vez que lo solicita. Hace un año que Radio Nacional le ha cedido una hora diaria que se retransmite en 38 emisoras de todo el Perú. También transmiten en vivo muchos de los conciertos que se presentan en el Gran Teatro Nacional. Pero más allá de su caso particular, lamenta que no haya una política cultural que sobreviva a los gobiernos, así como la falta de educación musical en los colegios.

Por una de esas casualidades de la cual dice que está llena su vida, Alejandro Miro Quesada le ofreció la frecuencia de radio El Sol que él no estaba utilizando. Así empieza la aventura de la radio propia y las 17 horas de programación diaria que debía llenar con sus 250 longplays.

Al poco tiempo tenía un grupo de oyentes que se quejaba porque escuchaba por enésima vez los valses de Strauss. Un día se le acercó un funcionario de la embajada de Bélgica que le ofreció donarle grabaciones de todos los concursos de música clásica realizados en su país, y discos de los compositores belgas. Martha contrató una pick up y transportó todo el material a la radio. 

Filarmonía atraviesa su más severa crisis, que amenaza con ser terminal, si no logran alcanzar los 600,000 mil dólares que necesitan para subsistir el próximo año.

Al mes recibió una queja de la embajada de Suiza, que protestaba porque transmitían mucha música belga y nada de la suya. Al conocer el motivo se apresuraron a realizar su donación, y lo mismo fue ocurriendo con el resto de embajadas. Hoy tiene música de 52 países. En 31 años solo ha comprado cuatro discos que contienen todos los himnos nacionales.

Ha sido una especie de ropavejera de la música. La gente le ha ido donando sus colecciones antiguas y ella ha recibido todo. Hay cintas de carrete, longplays de vinilo, casetes. El archivo ocupa tres habitaciones deshumedecidas y con aire acondicionado. Contiene 100 mil horas de música que están empezando a digitalizar. Las cajas y sobres de cartón envejecidos parecen reliquias expuestas en algún museo de la Segunda Guerra Mundial.

Los ojos le brillan cuando habla del archivo, que no solo contiene música sino los programas grabados de importantes radios europeas como DeutcheWelle, Radio Netherland, y las radios nacionales de Italia, Francia y España. Y algo que ninguna otra emisoratiene: las charlas de muchos artistas y escritores peruanos, la mayoría fallecidos.

Recuerda lo difícil que fue lograr que se acercaran a la radio a grabar. Dice que le costó dos años convencer a Blanca Varela para que ingrese a la cabina. La poeta le decía que no le gustaba su voz, que no le daban ganas de leer sus poemas; pero después de 200 capuchinos la logró convencer. Otro de los difíciles fue Emilio Adolfo Westphalen, quien fue llevado con engaños hasta la puerta de la radio por una de sus hijas que vive en México. Fue casi un secuestro del que no tuvo escapatoria.

Hasta que en un momento la suerte se les tronchó y se quedaron sin su frecuencia. Alejandro Miro Quesada había recibido una mejor oferta y les daba un plazo para que busquen otra. Debían dejar la frecuencia de Radio El Sol. Con el empuje que la caracteriza Martha visitó las 28 emisoras FM que en ese momento estaban en el aire, buscando un espacio. El gobierno de transición de Valentín Paniagua estaba de estreno. Marcial Rubio era el ministro de Educación en ese momento, y decidió apostar por el proyecto. Hizo los trámites para gestionar una frecuencia ante el Instituto de Radio y Televisión Peruana. Les salvó la vida.

Adiós Sol Armonía y bienvenida Filarmonía. Vencido el escollo, surgió otro. Necesitaban equipos nuevos para la frecuencia FM. Equipos, antena, instalación en el morro solar, torre: todo ello sumaba 300 mil dólares. A Martha se le ocurrió lanzar la campaña “Mil de mil”. Como una de esasinmisericordespruebas que atraviesan los escogidos de Jehová en el Antiguo Testamento, debía conseguir mil personas que donaran mil soles. Pensó ingenuamente que en tres meses lo iba a lograr. Se demoró nueve añosen conseguir 890 personas.Nunca llegó a las mil.

Tampoco llegó a la meta con su radiotón. Se le ocurrió publicitarlo en el aire. Con su voz cálida informó a los oyentes sobre el peligro de cierre y les pidió su colaboración. Ese fin de semana hubo un desfile constante de gente. La gran sorpresa fue que llegaban de todos los conos de Lima. Donaban tres soles, cinco soles. Aunque tuvo que solicitar un préstamo al banco, ese evento la colmó de satisfacción.

Sostiene Martha que la cultura filantrópica de los peruanos es endeble,que todo el tiempo le dan portazos en la cara, que este año, como  nunca, ha descubierto la poca facilidad que tenemos para donar aunque sea 10 soles. Asegura que a estas alturas debe tener cuero de chancho. Piensa que mucha gente tiene la mente estrecha porque no se da cuenta lo que se puede hacer con la música.

Afirma que no es a ella a quien perjudican. Están perdiendo la oportunidad de ampliar la educación del pueblo peruano. Cuenta que llevó a 18 violinistas jóvenes al centro comercial Lima Norte. Antes del concierto,un profesor explicó la diferencia entre el violín y la viola. La gente escuchó en silencioy no se movió del lugar hasta que terminaron los allegrosde Vivaldi. Martha cree que éste debería ser un proyecto nacional.

La casa señorial que ocupa tiene los días contados. Lo más probable es que sus propietarios, los de Osma,la conviertan en un hotel boutique.

¿Qué hubiera sido de Leonardo da Vinci?
A principios del siglo pasado existía una cultura filantrópica en el Perú. Larco Cox donó su colección que terminó expuesta en el Museo Larco,  Riva Agüero sus tierras a la Universidad Católica. Ahora hasta la chatarrase remata.

En países de economías bastante más sólidas, como la norteamericana, la cultura filantrópica está sólidamente enraizada. El Museo Metropolitano de Nueva York vive de donaciones. Las fundaciones donan millones de dólares.

Pero, además, Estados Unidos es el proveedor de casi el 90% de las películas que se ven en el mundo, y este monopolio cultural es producto de un fuerte apoyo estatal a su industria, a través de subsidios y exoneraciones fiscales.

 El mayor problema de los artistas peruanos no es su falta de creatividad o talento, sino el acceso a los recursos económicos. La entrada a un espectáculo o la compra de un libro no aseguran los ingresos necesarios para cubrir la inversión realizada.

Estas productoras y asociaciones artísticas andan contando los centavos y necesitan apoyo financiero como subsidios, subvenciones,créditosbancarios, exoneraciones de impuestos, fondos nacionales y regímenes de incentivos tributarios para la inversión privada o leyes de mecenazgo.No estamos en Brasil dondedel Banco Itaú invierte millones en cultura, e incluso ha financiado sus propios centros culturales.

En el Perú hay pocos centros de ese tipo. En los últimos años, sobre todo las universidades, han formado sus patronatos y creado estos espacios. Tal es el caso del Centro Cultural de la Universidad del Pacífico que vio la luz hace tres años, al cumplirse el 50 aniversario de la fundación de esa universidad. “Tenemos que subvencionar algunas actividades porque no todas son 100% autosostenibles. No somos un centro que genere ingresos, pero síqueremosautosostenernos”, señala Sergio Llusera, su director.

 La apuesta en un inicio fue arriesgada. Parecía que ya el mercado estaba saturado. En San Isidro y Miraflores, estaban el IPCNA, la Alianza Francesa y el Centro Cultural de la Universidad Católica,  con quienes comparten actividades similares. Pero el olfato no les falló y descubrieron un público interesadoen Jesús María y zonas aledañas.

Su experiencia es hasta el momento exitosa. No han dejado de montar obras de teatro y organizar exposiciones. Con las primeras, en el mejor de los casos, logran recuperar la inversión. Las exposiciones, en cambio, son gratuitas y cuentan con la subvención de la universidad, que también es una entidad sin fines de lucro, y como toda institución educativa, está exonerada del IGV, un beneficio que también se traslada al teatro.

El espectador puede llevarse una idea distorsionada al ver el afiche de una obra de teatro cargada de auspicios. Sin embargo, la mayoría de las contribuciones son en especies: afiches, publicidad, promoción, cenas y hasta servicio de lavandería.

Sus contactos con las empresas privadas están en proceso de consolidarse.No tiene el mismo arraigo que el Centro Cultural Británico o el Centro Cultural de la Universidad Católica. (Éste último ha heredado la relación institucional de su universidad con entidades financieras como el BBVA, que le facilita el apoyo a sus actividades culturales).

Mirada corta
Llusera sostiene: “El empresario peruano tiene una mirada de corto plazo. Como existen pocos incentivos tributarios, busca el retorno inmediato de su inversión. Por lo tanto, prefiere espectáculos que tengan carácter masivo y de entretenimiento. En un concierto de  Shakira su marca va a repercutir en  45, 000 personas; mucho más que en un teatro”.

En el Perú, hay pocas empresas que apuestan por la “alta” cultura. De las bellas artes, el ballet tiene muchos patrocinadores porque les da prestigio. Pero lo que prima es el apoyo a proyectos sociales de transferencia de infraestructura oa los proyectos educativos, como en el caso de la Fundación Telefónica.

Aquí no hay lonche gratis y menos en estos temas. Se juntan dos problemas: nuestro poco apego a la cultura y la escasa tradición de donación. Así las cosas, los 31 años de Filarmonía deberían ser, más bien, un caso de estudio en un país que se juega la baja en las ligas culturales.

 A ningún político le quita el sueño la cultura. Parece, más bien, que les produce una modorra infinita.

Las empresas brindan su apoyo a través de tres modalidades: presentación, patrocino y auspicio. El presentador es el que apoya con una suma importante de dinero y prácticamente comparte el gasto de la puesta en escena (en el caso de las obras de teatro). Patrocinio y auspicio, en realidad vienen a ser lo mismo. No hay diferencia semántica, pero se suele considerar que el patrocinador contribuye con un aporte más significativo.

Los empresarios esperan que sus aportes les generen  beneficios concretos, pero lo que les ofrece el Estado no les resulta suficientemente atractivo. La única ventana abierta que tienen las asociaciones sin fines de lucro - como Filarmonía - para que puedan ser apoyados por los privados, es la del Impuesto General a las Ventas (IGV). Junto al deporte y la educación, es un sector susceptible de donación.

Aquéllos que desean donar tienen la posibilidad de trasladar la cantidad que han aportado al rubro “gasto” lo cual reduce de manera indirecta el pago de sus impuestos. Si una empresa tiene mil soles de utilidad y  500 de gasto, y decide donar 100, el cálculo de sus impuestos será sobre los 400 de su renta y no sobre los 500.

 La condición para poder recibir ayuda es que la asociación esté inscrita en un registro de entidades perceptoras de donaciones. La empresa recibe un comprobante por donación, que es lo que deduce de su base. Pero hay un límite: la ley dice que solopueden donar hasta el 10% de su utilidad.

¿De quién es la culpa que exista tan poca participación privada en la cultura? ¿De la mezquindad de los empresarios o del poco interés del Estado?

El problema es complejo y el riesgo siempre es caer en el dilema del huevo y la gallina. Las empresas, como es lógico, buscan sacar provecho de toda actividad que realizan. Ser patrocinador de cultura es menos redituable que auspiciar un concierto de Marc Anthony o poner su marca en el centro de un equipo popular.

La doctora Lydia Arbaiza, de ESAN, estudió el caso alemán, antes de la crisis económica internacional. Lo que encontró fue a las grandes empresas comprometidas con el deporte, en primer lugar, y en segundo, con la cultura. Es el caso de Audi, Merck y Simens.

Arbaiza recuerda una exposición de artistas jóvenes en Hamburgo, auspiciada por Audi. Había dos salas. En una se exhibían las pinturas, y en la otra el automóvil último modelo de la marca. Para los asistentes que tenían que atravesar ambas salas, la relación era obvia. A eso le llaman “transferencia de imagen”.

La filantropía de los empresarios alemanes no es gratuita. Su desprendimiento es también una inversión: obtienen una buena relación con el gobierno local, consiguen una mejora en la motivación de su  personal, y la asociación que el público hace de la “buena acción” con la marca contribuye de manera indirecta a mejorar las ventas.

Arbaiza señala: “El patrocinio tiene que ver con prestación y contraprestación. Yo doy pero recibo algo a cambio. Son variables indirectas, pero si no fuera importante para ellos, los empresarios no lo harían”.

Es cierto también que en el Perú hay que ir con pinzas. Quienes consideran necesario que el Estado le brinde un tratamiento especial a la cultura, deben lidiar con unos cuestionables antecedentes de exenciones tributarias en el país. Los casos más recientes son los de la ley del libro y la de los conciertos (espectáculos públicos no deportivos)

¿Cuánto beneficio obtuvo el  ciudadano de las facilidades que brindó el Estado a los empresarios? Los libros nunca bajaron y mucho menos las entradas a los conciertos, que siguieron subiendo. Lo que más se ensanchó fue el bolsillo de los empresarios, aunqueése no era precisamente el espíritu de dichas normas.

 El experto en derecho tributario, Eduardo Sotelo, considera que el beneficio tributario  es una medida fácil pero de dudosa eficacia: “Es cierto que hay más libros y mayor flujo de artistas, pero el objetivo es que la rebaja tributaria se traslade al bolsillo del consumidor, lo que no ha sucedido. Un estudio de la Universidad del Pacífico no ha podido establecer la eficacia de la política de promoción al libro a partir de la facilidad tributaria.  En espectáculos, se tuvo que poner a Teleticket como agente retenedor de impuestos”, precisa.

Hay otras formas más sofisticadas de desnaturalizar los beneficios que brinda el Estado. Por ejemplo, las que se realizan mediante las fundaciones. Una fuente de la Sunat nos informó que hace unos años detectaron que una importante empresa  incluía dentro de la planilla de su fundación a trabajadores de la empresa, cuyas funciones nada tenían que ver con esta.

El funcionario de la Sunat agrega: “Se ha detectado que estas empresas no le donan a cualquiera, sino a su propia fundación, y se terminan haciendo promoción propia. Cuando donas a una entidad tienes que asegurarte de que cumpla con su fin y que no termine gastándose todo en planillas”.

 Por estas razones la política de exenciones tributarias está siendo cuestionada en el mundo. “Cada pequeño agujero va a ser un atractivo para que la gente lucre a costa del beneficio o incentivo tributario. Por eso, debería educarse a políticos y legisladores sobre esa práctica de acudir al mecanismo facilista de la exoneración, el beneficio, o el incentivo tributario”, sostiene Sotelo. La tendencia en muchos países es apostar a los fondos concursables, que son asignaciones monetarias directas que otorga el Estado. En el Perú sucede con el premio de la Dirección de Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios (DAFO), que anualmente premia a tres proyectos cinematográficos de ficción y a tres de documental.

 Sin embargo, inclinarse únicamente por este tipo de salidas para promover la cultura puede ser arbitrario, ya que las iniciativas culturales estarían sometidas a la arbitrariedad y subjetividad de un  jurado, y a los parámetros establecidos por el Estado.  En cambio, con beneficios tributarios para las empresas, el abanico de posibilidades es mucho más amplio para los gestores culturales.

Filarmonía y la Universidad del Pacífico tienen a su favor ser instituciones conocidas y con posibilidades de relacionarse con empresas importantes. Pero, ¿y qué con aquéllos que no tienen los contactos? Llusera piensa que sería interesante reproducir la experiencia de Sao Paulo. Dicha ciudad cuenta con un sistema de certificación de emprendimientos culturales. Los evaluadores son gente de la sociedad civil. La lista de proyectos está al alcance de los empresarios o de cualquier persona que quiera hacer una donación.

“La idea es generar mecanismos para democratizar, descentralizar y generar fondos a instituciones que no tienen acceso a patrocinios tradicionalesporque no tienen contactos. Por ejemplo, algún artista popular de Chiclayo que no tenga cómo llegar a Backus. El Estado debe cumplir ese rol redistributivo”, sostiene.

Nuevamente, ¿y da Vinci?
En el Perú, el deporte y la cultura tienen que disputarse las donaciones con la pobreza, la salud y la educación. Durante la discusión de la ley de mecenazgo se plantearon argumentos como éstos: ¿Por qué la cultura tiene que estar por encima de la lucha contra la pobreza? ¿Por qué una ley propia?

No existe otra alternativa. La gente ligada a la cultura aspira a una ley que mejore la  oferta del Estado a los empresarios y que sea un verdadero incentivo a la donación. Al tener rango legal y no ser una disposición dentro de una ley, tendrán más peso político.

La última iniciativa legal fue la ley de mecenazgo, presentada por la congresista Luciana León, que no tuvo consenso y fue encarpetada el 2009. A ningún político le quita el sueño la cultura. Parece, más bien, que les produce una modorra infinita.

La ley consideraba que los aportes se podían hacer en cine, literatura, danza, conservación y restauración del patrimonio y en construcción de nueva infraestructura. Como beneficio a las empresas o personas naturales, consideraba como gasto 50% más del donativo original. Es decir, si se donaba 100, se incluía 150 como gasto a deducir de la base.

Santiago Alfaro insiste en la importancia de la ley de mecenazgo.Él apoyó la propuesta presentada por León en ese momento, pero no estuvo de acuerdo con la redacción del texto final. Por ejemplo, la ley no establecía  beneficios escalonados que favorecieran a los proyectos de provincias. “La experiencia de Chile y Brasil demuestra que se termina exonerando de impuestos a los proyectos de las grandes capitales”, afirma.

Otra discrepancia que tuvo con esa ley fue que no establecía diferencias entre las donaciones y los patrocinios. Para Alfaro, las primeras deben tener más beneficios y estímulos porque no ponen condiciones. Por el contrario, los patrocinios forman parte del marketing cultural de las empresas y exigen mucho. Un requisito básico es que se coloque la marca de la empresa. Según el especialista: “Lo hacen de manera jerárquica, como si le estuvieran haciendo un favor alos promotores culturales. Generalmente son canjes, y cuando entregan dinero, son montos muy reducidos”.

¿Por qué es importante invertir en cultura? ¿Qué ganan las empresas? Alfaro ensaya una primera respuesta dirigida al sector empresarial: “Promover y proteger nuestras industrias culturales es una manera de ampliar las libertades de los ciudadanos para hacer cosas valiosas y alcanzar estados valiosos, incrementar el número de puestos de trabajo, nutrir el PBI y esparcir por el mundo una diversidad de expresiones culturales”.

Y por si ésta no fuera contundente, ensaya otra: “La cultura es un factor de desarrollo. La red de grupos de interés de la empresa es beneficiada por la cultura. La cultura influye en las identidades, en los comportamientos y, por lo tanto, los valores de una marca pueden asociarse a ellos. Les permite buscar nuevos espacios en los mercados”.  

A nosotros nos basta con un solo argumento: la creación de belleza debe estar garantizada.

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Realmente da pena la forma

Realmente da pena la forma como se presenta en el país un desden por la cultura en todas sus facetas tanto por el gobierno como por los privados. En verdad no si hay una política cultural a parte de la ley que no se aprobó, en la que se ordene por tematica los objetivos y acciones que pueda realizar el estado aumentando el presupuesto y que se deja a ser apoyado por los provados grandes y chicos asi como a emprendedoores culturales. Esto implica la participación de los noiveles de gobierno de acuerdo a las potencialidades de su ambito y la riqueza de expresiones culturales de su gente.

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