La educación al final de gobierno

La educación al final de gobierno

Ideele Revista Nº 259

(Foto: Andina)

Al final del gobierno, aparecen en el horizonte eventos y escritos donde se reflexiona sobre nuestra educación. El sabor que nos va quedando de estas interesantes intervenciones es que sólo se enfoque el tema educativo desde la vertiente económica y no del desarrollo humano. ¿Qué se quiere lograr? ¿Educar los recursos humanos que el sistema económico demanda para un desarrollo y mejor producción? ¿Y el desarrollo de las capacidades de cada una de las personas que se educan? ¿Y la formación del ciudadano? ¿En qué momento aparece esta preocupación cuantificada? ¿En esto no puede haber inversión? Existe el Programa Beca 18, pero con interrogantes. No se tiene a la mano, cuántos de los beneficiarios han desertado y por qué, cuántos continúan y en qué condiciones. No solo de rendimiento intelectual sino de desarrollo y atención personal.

Quisiéramos señalar de manera sucinta lo que ha pasado casi desapercibido en estos días de coyuntura electoral en donde el tema de educación ha sido visto de soslayo y no con la intensidad y profundidad que amerita: una invitación al debate que ha recibido sólo algunas respuestas y luego el silencio. Triste es constatar que la educación es noticia estacional (inicio del año, algunos resultados de pruebas, y fin de año, amén de denuncias sensacionalistas mal tratadas y menos solucionadas), y no preocupación permanente de una sociedad que debe mantenerse vigilante por la forma y manera cómo se educan sus hijos/as y qué ciudadanos estamos formando; y no sólo de los indicadores económicos o del estancamiento de nuestra economía. Comparto una síntesis de lo que se ha tratado, para que no sean palabras al viento, sino una manera de ser constantes en una responsabilidad cívica: la educación nacional.

1. Abriendo el debate
El investigador Ñopo (El Comercio 16.03.16) en su artículo “Haciendo política educativa desde el MEF, se pregunta: “. ¿Cuánto gasta nuestro país por cada uno de sus estudiantes en el sistema educativo? Hoy invertimos US$1.110 por estudiante cada año. Ese monto es muy cercano al que varios de ustedes, queridos lectores, pagaron por dos horas de un fabuloso concierto de los Rolling Stones hace unos días. O es el monto que varios pagamos cada temporada por ver los partidos de la selección de fútbol. Aunque esto último, de fabuloso no tiene nada... ¿Y me van a decir que no podemos invertir más en nuestros estudiantes?”.

Contradicción enorme, a la que no encontramos solución. Sin duda el artículo enfatiza en lo económico y justifica que el MEF intervenga en la aplicación de la política educativa del país, porque es el recaudador y distribuidor de los recursos. Las salidas recurriendo al sector privado, a las que critica el investigador no son las más recomendables, pues el Estado es el responsable de velar por el derecho que tienen los ciudadanos de contar con una buena educación.

A inicios de marzo, el Ministro de Educación Saavedra, escribió en un diario un artículo retador que decía, entre otras apreciaciones “Es posible –como señala el politólogo Vergara (“De Guzmán a Guzmán”, del 21 de febrero del 2016)- que, en la actualidad, no hay temas reales que estén articulando el debate político, no existen lealtades ideológicas sustanciales ni confrontación de posiciones sobre los temas, que no estén planteándose esos debates… Sin embargo, es muy necesario que discutamos sobre temas cruciales en los que el país requiere consensuar una posición. Muchos de ellos están en el campo educativo” (EL COMERCIO, 04 DE Marzo de 2016). El tema es educación, su concepción y enfoque. El Ministro expresa, casi iniciando el debate: “En todos esos aspectos se ha avanzado significativamente en los últimos años. Eso explica, en parte, el incremento de la inversión en educación en la forma de gasto recurrente. La educación es un servicio que necesita del talento de la gente y ello requiere de un mayor gasto recurrente, aunque eso implique un importante esfuerzo fiscal.” Antes había aseverado que: “Nadie está en desacuerdo con la importancia de ofrecer a todos una educación de calidad. Pero el cómo y el cuándo pueden ser objeto de sustancial discrepancia.” (Ibidem).

El artículo prosigue abordando la nueva ley universitaria, los COAR, y otras realizaciones. Consideramos que está bien y suma y fortalece a la educación. Pero el quid del asunto es cómo considera la educación ¿es un derecho o un servicio? Si no se tiene claridad en esta posición, fortaleceremos cada vez más a un Ministerio de Economía que es factótum en lo que recursos económicos se trate. ¿Y los derechos? Así como ha establecido estudios de factibilidad para infraestructura, licitación para gastos corrientes y materiales. ¿Por qué no establecer el mismo rigor para lo que significa el fondo de la educación? El descuido se objetiva, por ejemplo, en la imposibilidad de poder contar, al término de la gestión actual, con un currículo para EBR. Poco a poco se han ido olvidando reglas básicas, esenciales para la gestión institucional como el PEI (Proyecto Educativo Institucional); el PER (Proyecto Educativo Regional) y finalmente poco se menciona en el discurso oficial el PEN (Proyecto Educativo Nacional). Sin estos elementos no existe la llamada educación de calidad. A los maestros y directores se les cambió la ruta reemplazándola por protocolos de capacitación, de supervisión y control, y cursos para obtener grados y especialización, como requisitos indispensables para poder escalar en la ley de Reforma Magisterial.

También hemos apreciado una entrevista bastante informal que le hacen al Ministro Saavedra en el programa Chicharrón de Prensa Nº 39.- Edición Especial con el Ministro de Educación Jaime Saavedra. En dicha entrevista el Ministro dijo en qué estamos, qué nos falta por hacer y qué es lo que no podemos dejar de hacer de lo poco que se ha podido avanzar. Un testimonio de lo que es el discurso y preocupaciones por la educación nacional, pero sin una estructura de modelo pedagógico que sea un indicador sobre el futuro ciudadano que estamos educando, sobre el país que queremos, sobre los valores que deben transmitirse. La plantilla heredada sigue igual, es decir con decenios de repetición, salvo con la introducción actual de las nuevas tecnologías. Se ha insistido y mucho sobre la gestión, pero esta consiste en seguir protocolos, llenar formularios y no desarrollar capacidades de los directores y docentes en cada institución educativa, para que ellos tomen decisiones y asuman responsabilidades. Habla de una herencia de males, pero los acrecentamos con el desarrollo de una parte -lo material- del todo que es la educación.

2. ¿Por dónde empezar?
¿Por dónde empezar? ¿Por el discurso oficial, o por el inicio: qué educación queremos para el Perú? Al respecto dos educadores miembros del Consejo Nacional de Educación (Ricardo Cuenca y León Trahtemberg) han respondido al Ministro Saavedra. Sus preocupaciones, que suscribimos, tratan de encontrar la punta del pabilo del ovillo educativo, que se ha perdido. No somos ejecutores de recomendaciones de consultores internacionales y sugerencias de agencias, que con el pretexto de apoyo al financiamiento, tienen injerencia en el cómo realizar la educación peruana, sin tener en cuenta que aquí no podemos aplicar matrices, protocolos estandarizados pues somos un país diverso e intercultural. Sobre esto no se escucha casi nada. Salvo el Plan Selva y los textos en lengua de poblaciones originarias, no hay más. ¿Acaso nuestro país desde los años 40 del siglo pasado no ha cambiado? Existe un alto porcentaje de la población que habla quechua, aimara y otras lenguas en la misma capital. Sin embargo los estándares en los que son educados nuestros estudiantes son para la costa. ¿Cómo queremos lograr la integración si en la base de la formación no inculcamos sus raíces culturales?

Ricardo Cuenca en su artículo “Aceptando un debate” (El Comercio, 18.03.16), responde al Ministro de Educación. Inicia su artículo dejando en claro que “Estaré siempre a favor de acabar con las desigualdades educativas. La calidad de algunos no es mejor educación. A continuación precisa: “creo que el debate debe empezar por el qué –ese en el que el ministro supone que todos estamos de acuerdo–, para luego atender el cómo y el cuándo.” Explica luego “Cuando aludo al qué, me estoy refiriendo a la finalidad de la educación que, de un tiempo a esta parte, ha devenido en una confusa noción de calidad. Y es que antes de la irrupción de la calidad, los fines educativos se centraban en la formación de personas para la construcción de un tipo de sociedad y de Estado. Hoy esos fines le han cedido el paso a los resultados de aprendizaje y han quedado atrapados en la idea, incompleta por cierto, que propone que todo existe en tanto sea posible de ser medido.”

Las salidas recurriendo al sector privado, a las que critica el investigador no son las más recomendables, pues el Estado es el responsable de velar por el derecho que tienen los ciudadanos de contar con una buena educación.

Cuenca, sigue precisando lo que debe ser la educación hoy para nuestro país y hace ver la confusión y contradicción en que nos encontramos, en la gestión feliz del llamado el mejor ministro de educación. “Al vaciarse de sentido el sentido, la calidad educativa adopta con absoluta libertad formas distintas e incluso opuestas. Se vuelve un “significante vacío” que entonces es llenado ocasionalmente con los triunfos de aquellos que ganan en las batallas por el poder. De esta manera, esa calidad se coloca en el centro de las políticas, se apropia del sentido común y se naturaliza como lo correcto, aun cuando no necesariamente sea así.” Un dilema que no se quiere abordar con la claridad que merece y por una toma de posición que no mezcle en la confusión agua y aceite, sabiendo que no son compatibles.

Y concluye, luego de referirse a dos ejemplos a propósito de los COAR: “La determinación de ese qué y del sentido de educar permitirá que la decisión de dónde invertir primero y más cobre sentido, que la discusión sobre el gasto recurrente o el de capital salga de una trampa y que, además del importante esfuerzo fiscal, se redistribuyan los recursos del sector, respondiendo a orientaciones preestablecidas.” Cerrando el artículo, Cuenca dice: “Se trata, por lo tanto, de decisiones, de énfasis, de prioridades que no son arbitrarias ni están libradas al azar. Administrar mejor la precariedad mientras se gestiona exitosamente la excelencia es un enorme riesgo en el futuro.” Agregaría que sobre ello debemos construir educación, la base de todo país democrático que se precie. Podremos ser exitosos en determinados campos, pero, no lo suficiente para garantizar un sistema educativo intercultural eficiente y eficaz.

Otro artículo que se engarza en el debate, es el redactado por León Trahtemberg (“Jaime Saavedra: Es hora de entrar en el aula” (El Comercio,28.03.16). Considero que está en otra clave. En el cómo. Desde la premisa inicial en el subtítulo “El actual ministro ha creado condiciones para mejorar la educación. Por ello sería bueno que se quede en el cargo”. No se invita al debate, sino a tomar posición sobre una gestión que no se puede negar de exitosa, sobre todo en el campo de la inversión en infraestructura y el continuar con una agenda de gestión donde en el campo pedagógico se continúan algunos cambios previstos, pero con baja intensidad, al punto que todo fracaso en los resultados de pruebas (PISA, Llece, Censo) muestran que el desarrollo de aprendizaje no es su fortaleza. ¿Por qué? Porque a los docentes no se les ha preparado adecuadamente. Los eventos de capacitación no son los apropiados, no tienen en cuenta la demanda de los cambios en contenidos y menos el enfoque que debe darse.

El Dr. Carlos Malpica, ex ministro de educación escribe en su artículo “Magisterio inicia el año escolar 2016 con currículo nacional 2008 parchado”. Expresa que: “Se implementará la Resolución Ministerial No. 199-2015-ED que modifica parcialmente el Diseño Curricular Nacional vigente (…) respecto de las “Competencias” y “Capacidades” de algunas áreas curriculares, e incorporar “Indicadores de Desempeño” para cada grado y/o ciclo (…)”: (Foro Educativo – Opinión, 22.03.16)..Otra señal preocupante. No todo lo que se dice y formula en entrevistas y en conferencias tiene su correlato con la realidad. Son intenciones, pero estas no se complementan con acciones. ¿Por qué esta reiterada postergación del currículo anunciado? ¿No existen especialistas acaso en el país con experiencia y trayectoria? Los aportes alcanzados ¿por qué no son suficientes? ¿Qué es lo que falta? ¿Qué carencias tienen? Tiene razón el ex Ministro Malpica cuando dice que iniciamos el año escolar con currículo parchado. Se conduce bien la gestión, pero lo pedagógico va de tumbo en tumbo, pues no se cuenta con una conducción profesional adecuada.

De otro lado existe el tema cómo descentralizar la educación para no ahogarla con protocolos, registros, directivas y pruebas que luego poco sirven para convertir las conclusiones en política educativa relacionada con la pedagogía, la metodología, materiales educativos y otros. ¿Por qué no desarrollar capacidades pedagógicas locales para asumir desde la dirección de la institución educativa y constituir equipos de docentes? ¿Por qué no generar movimientos de docentes por niveles, por región, por provincia que permitan cohesionar la propuesta pedagógica y el enfoque intercultural que se debe desarrollar en el aula y la institución educativa? Todo ello promovería y haría factible la innovación educativa; y se podría tener un proyecto educativo de cara a la realidad de la región y del país. Tenemos dispersas las propuestas educativas en el país. Los esfuerzos de los docentes son poco reconocidos. Ellos van construyendo una nueva manera de articular el desarrollo de los aprendizajes con las exigencias del currículo.

Ya Arguedas en la época en que estuvo en el Ministerio de Educación hizo algo por rescatar parte de la cultura de las regiones al promover un concurso nacional sobre mitos y leyendas de cada zona, formando una antología que editó el Ministerio de Educación bajo el título Mitos, Leyendas y cuentos peruanos, narraciones populares recogidas por los maestros y alumnos de las tres regiones geográficas del país. Existe un potencial docente en el país que requiere de oportunidades profesionales para desarrollarse y hacer el trabajo educativo más pedagógico.

Las carencias que tiene hoy nuestra educación no son de ahora, es un acumulado de décadas. Lo que hizo Arguedas en 1947, es una muestra que nuestra historia de la educación peruana está construida por diversas vertientes que requieren, no un promotor de inversiones, ni un gestor permanente, sino un equipo de profesionales de la educación de alto nivel que asuman de manera comprometida, el Proyecto Educativo Nacional y su desarrollo, en los tiempos signados. Una golondrina no hace el verano, como un ministro exitoso no “revoluciona” la educación al ritmo de Pisa, de Llece, sino de instrumentos equivalentes que realmente muestren el estado del aprendizaje de nuestros alumnos. Encinas profesor no ha sido una “falla estadística”, sino una muestra de cómo cuando existe vocación pedagógica se pueden alcanzar logros hasta en las escuelas más humildes del campo. Sin embargo ello exige de la comunidad un compromiso político que no se tiene abiertamente, pues las propuestas están mediatizadas por intereses mercantilistas antes que pedagógicos y educativos.

Finalmente, cerrando este ítem, cito a la PhD, Piscóloga Susana Frisancho que escribe un artículo titulado: “Educación: algunas cuestiones de fondo”. (Revista Ideele Nº 258). Creemos que lo que expresa es un tema medular del debate que debería tenerse en cuenta: “Desde mi punto de vista, las grandes intencionalidades educativas no están claras en un país que pone por igual, como ejes articuladores del proceso educativo, la interculturalidad y el emprendedurismo, sin hacer explícitos sus fundamentos epistemológicos, ideológicos y teóricos, y sin ser consciente de sus contradicciones. Esta tendencia –la de reducir el proceso educativo a una cuestión técnica servil al mercado- es característica del momento en que vivimos y pone en riesgo principios y valoraciones fundamentales para la construcción y perfeccionamiento de las democracias, y para el logro de una ciudadanía más justa y más inclusiva. En muchas de las propuestas de los candidatos está presente la idea de formar emprendedores ya desde la educación básica (alguno sale incluso con el neologismo “emprendizaje”), lo que muestra el predominio de una razón instrumental que mide el éxito exclusivamente en términos de eficiencia y de valor económico, y que entiende la educación no como un proceso de formación de ciudadanos, sino como uno que responde a la lógica del mercado.

Es la misma lógica que, en el mundo entero, está eliminando las humanidades del currículo escolar y reduciéndolas en la educación superior hasta casi desaparecerlas. Disciplinas como la filosofía, tan necesaria para la formación de conciencias críticas, no tienen presencia ya en la educación básica porque esta ha cedido excesivamente a las poderosas fuerzas del mercado. Terrible y muy peligroso…. Son estas cuestiones de fondo y de direccionalidad del proceso educativo las que deben examinarse, y a las que tendrá que enfrentarse cualquier gobierno que en verdad desee reorientar la educación hacia lo que debería ser su meta más importante: la formación de ciudadanos críticos, éticos y democráticos.”

Los temas están planteados. Sin duda faltan muchos. Necesitamos reactivar el debate y la propuesta sobre educación, pues deberían replantearse los enfoques poco pedagógicos que se vienen dando. Es una tarea que debe asumir el nuevo ministro de educación, sin dejar de gestionar el sistema educativo heredado. Respetando el proceso, sin introducir ritmos, ni perturbar con mediciones cuyas conclusiones no se aplican a la política educativa.

3. “El reto es crear ciudadanos”
Es una frase de Fernando Savater en una entrevista realizada hace un tiempo (SOMOS Nº1526. 05.03.16). La he elegido porque en ningún momento he escuchado que al fin de cuentas la educación en nuestro país debería educar y formar ciudadanos democráticos, con espíritu crítico, con ansias de innovar, de aprender de manera permanente, de generar procesos relacionados con el desarrollo de la producción, de las ciencias y la tecnología. Esa carencia demanda definir qué educación queremos como lo plantea R. Cuenca. Eso implica diseñar un gran marco interdisciplinario que tenga como referente, eje y motor a la educación con un enfoque intercultural y perspectiva de desarrollo sostenible. Un objetivo ambicioso, pero necesario para saber dónde estamos y hacia dónde queremos dirigirnos. Hasta hoy tenemos iniciativas y buenas intenciones, propuestas espejo, exitosas en otros países y continentes, cuando podemos construir una propuesta nuestra desde la práctica, desde la experiencia docente. En este objetivo ambicioso debería comprometerse toda la sociedad con sus instituciones. Si no existe este marco como soporte y como cantera de ideas, seguiremos a la deriva y merced de los que creen que la educación es un servicio y no un derecho. No merecemos seguir por ese derrotero, que sabemos lleva a un callejón sin salida. Contamos con el Proyecto Educativo Nacional hacia el 2021 como base, pero debería reajustarse a la luz de las nuevas demandas del país y de la educación.

Estamos de acuerdo con León Trahtemberg en que se requieren docentes bien preparados que sean mediadores del conocimiento y lo transmitan pedagógicamente, para despertar y desarrollar en los alumnos las capacidades que están latentes. Este es un trabajo de largo aliento -¿cómo hacer para que se entienda que es un proceso que lleva mínimo diez años para ver los resultados?- Es un proceso alejado de usos y costumbres políticas que interfieren su desarrollo. Alcanzar esto demanda coraje y valor, como dice Savater. Y añade “enseñar es ir a contracorriente, y hay que ser capaz de decir esto es lo que es, no importa que no esté de moda o esté menos valorado”, pero es necesario aprender y desarrollar porque es importante para el crecimiento personal y profesional.

Existen otros elementos que educan, pero no siempre son los adecuados y convenientes. No todos, dice Savater, cuentan con familia, con padres y con buenos maestros decididos; otros podrían ser educados por una pandilla de su barrio; la televisión basura. Los buenos educadores no garantizan necesariamente educar a todos por igual. ¿Están preparados los profesores para asumir estos retos? ¿Han sido formados para ello? Existen elementos que coadyuvan a la educación y tienen que ver con el desarrollo de la persona, su mundo afectivo, las experiencias personales, de vida. En esta perspectiva cómo abordar los valores, no cualquiera sino valores democráticos que permiten vivir en sociedad, en comunidad, en fortalecer instituciones, que fomentan el respeto y solidaridad. Ahora que se habla de Estado laico, por ejemplo, ¿alguna vez se ha tratado de esto en la escuela? El laicismo así como otros temas deben ser abordados, esclarecidos. Toda la educación debe desarrollarse alrededor de la gente y no necesariamente obsesionarse en que debemos educar para el trabajo. Todo lo contrario. Debe formarse y educarse para desarrollar diversas labores que existen en la sociedad. No es la educación proveedora de mano de obra. La educación apunta más alto: crea ciudadanos que viven en democracia y son capaces de respetar al otro, en una sociedad diversa e intercultural. Para eso debemos acudir a la filosofía, a la epistemología, y otras disciplinas que contribuyen a la construcción del saber pedagógico.

En medio de todo este debate distingamos lo principal de lo accesorio y la concepción de la educación como derecho y no como servicio que genera dependencias en desmedro de los derechos humanos, de la solidaridad, de la equidad.

Será complejo el abordaje del tema como lo sugiere R.Cuenca, para darle un marco más amplio al quehacer educativo y que no sea tributario de corrientes de moda, o de recomendaciones interesadas que de verano en verano llegan a nuestras instituciones postulando propuestas que no se ajustan a nuestra realidad. Si diéramos ese paso sería importante. Se requiere ciencia, liderazgo y pensamiento pedagógico para esta tarea. Tenemos buenos investigadores y docentes para ello. Pero sigue siendo urgente replantear el qué de nuestra educación y revisar el cómo para una población intercultural.

Referencias:
- LOS PROBLEMASDELSECTOREDUCATIVOS. Proponiendo un debate (más allá de los gestos) -- Jaime Saavedra Chanduví – Ministro de Educación. file:///C:/Users/pc/Downloads/elcomercio_2016-03-04_%2321.pdf
- Nuestro presupuesto público Haciendo política educativa desde el MEF. Hugo Ñopo. file:///C:/Users/pc/Downloads/elcomercio_2016-03-16_%2330.pdf
- El reto del Ministro de Educación, Jaime Saavedra. Aceptando un debate. Ricardo Cuenca. file:///C:/Users/pc/Downloads/elcomercio_2016-03-18_%2339.pdf
- COMENTARIO A LA COLUMNA “PROPONIENDO UN DEBATE (MÁS ALLÁ DE LOS GESTOS)”. Jaime Saavedra: es hora de entrar al aula. León Trahtemberg. file:///C:/Users/pc/Downloads/elcomercio_2016-03-28_%2335.pdf.
- Educación: Algunas cuestiones de fondo. Susana Frisancho. http://revistaideele.com/ideele/content/educaci%C3%B3n-algunas-cuestione...
- Magisterio inicia año escolar con currículo nacional 2008 parchado. Dr. Carlos Malpica Faustor http://foroeducativo.com/magisterio-inicia-ano-escolar-2016-con-curricul...

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