Marx
Marx
Ahora que se cumplen 200 años de su nacimiento sabemos de la grandeza de Marx, más allá de lo que sus seguidores marxistas hicieron de él. Sin duda, uno de los grandes filósofos del siglo XIX, fue convertido en una especie de líder religioso cuyas aseveraciones –acertadas o equivocadas– eran verdades irrevisables (de allí el calificativo de ‘revisionista’) e incontrovertibles. Citar a Marx en una polémica con marxistas era demoledor y definitivo. Todos los filósofos, incluidos los más grandes, como seres humanos, han tenido aciertos y errores, pero los enemigos de Marx se han encargado de satanizarlo hasta el punto de convertirlo en el terror de muchos políticos y analistas que con frecuencia nunca lo han leído.
De otro lado se considera, equivocadamente, en mi opinión, que el capitalismo criticado por Marx ha derrotado al socialismo, olvidando que si en algo acertó este filósofo fue en su crítica al capitalismo salvaje de sus tiempos y que esta ha servido con el correr de los años para que se humanice el sistema y tengamos hoy algo muy diferente de lo que vio Marx, que bien podría ser considerada la síntesis hegeliana del capitalismo de ese entonces y el socialismo. Durante la vida de Marx, post-revolución industrial, los obreros incluyendo niños, trabajaban doce horas o más, eran una especie de esclavos con otro nombre. La jornada de ocho horas, las vacaciones, la jubilación y la seguridad social, en general, son conquistas en las que mucho tuvo que ver Marx.
Entre lo más rescatable que podemos encontrar en este filósofo está su concepción ontológica de un hombre que no necesariamente es el lobo del hombre, su ‘sospecha’ de que la economía tiene una enorme importancia en la vida humana y su análisis económico de las relaciones de producción, incluyendo al Derecho como una superestructura, que precedió en tiempo y profundidad el ‘análisis económico del Derecho’, sin pretender desconocer el aporte que esta visión constituye.
Lo que sí me parece una verdad indiscutible hoy día es que la planificación centralizada de la economía, el estatismo, predicado por Marx, ha fracasado y ha quedado claro que el camino correcto no va por allí. La corrupción, resultado del poder, entre otras cosas hizo imposible esta receta. El error de algunos interesados en descalificarlo es la identificación de socialismo con estatismo. El diagrama de Nolan, un libertario, los separa con acierto. Desde la derecha, se caricaturiza a la izquierda suponiéndola estatista (quedan muy pocos que defienden esta alternativa) y desde la izquierda se hace lo mismo, generalizando las ideas economicistas de los neoliberales que han hecho una especie de dios del mercado, que supuestamente soluciona todos los males.
Otra de las equivocaciones de Marx fue la de meterse a profeta y adivino pretendiendo proyectar el futuro (socialismo y comunismo) a partir de su análisis historicista de origen hegeliano, lo que tiene explicación en la visión del mundo de esa época que creía que todo podía ser entendido científicamente, incluida la sociología y la historia y en consecuencia podía proyectarse el futuro. Se equivocó de medio a medio, las cosas no han ocurrido como supuso y quienes tomaron su nombre se convirtieron en jerarcas corruptos, lo contrario de lo predicado por Marx. ¿Sorpresa? Para nada, las proyecciones teóricas resultan muy diferentes cuando aterrizan en la realidad. En este aspecto, Mao tenía razón: la prueba definitiva es siempre la práctica y las predicciones de Marx han estado muy lejos de corresponder a lo ocurrido.
San Isidro, 15 de mayo de 2018