Snowden: El espía que no puede regresar de Rusia

Snowden: El espía que no puede regresar de Rusia

Ideele Revista Nº 231

El fundador de Wikileaks, Julian Assange, hizo un llamado a los países para ofrecer asilo a Edward Snowden. (Foto: The Huffington Post)

Edward Snowden es un liberal en el sentido más utópico de la palabra. Ferviente defensor de la libertad y de la privacidad, renunció a su trabajo como empleado de la CIA y de la Agencia Nacional de Seguridad, que le daba sueldos de hasta 200 mil dólares anuales, para convertirse en un prófugo en nombre del ideal que encarna.

Traidor para unos, héroe para otros, no hay duda de que se ha convertido en un polémico personaje por las revelaciones que comprometen a Estados Unidos frente a su ciudadanía y el mundo. Después de sentirse defraudado por Barak Obama y de haber participado en las últimas primarias del Partido Republicano financiando la campaña del liberal casi anarquista Ron Paul, a sus 30 años de edad se le puede identificar como un idealista que cree en la libertad sin “opresión” del Estado. Esto es lo que muchos valoran de él, porque vuelve a poner sobre la mesa el debate de cuál debe ser el rol del Estado y cuán prioritaria es la seguridad de una nación que puede violar la libertad de sus ciudadanos.

Mientras tanto, Snowden se encuentra a la espera de un país que le dé asilo y lleva semanas en el Aeropuerto Internacional Sheremétievo, en Moscú, ciudad a la que huyó desde Hong Kong luego de haber filtrado información confidencial a la prensa, en junio pasado. ¿Cuán importante era esa información para que Estados Unidos adoptase una actitud tan severa con él? Según los periódicos The Guardian (británico) y The Washington Post (estadounidense), la Agencia de Seguridad Nacional está llevando a cabo un programa de espionaje denominado PRISM, QUE permite rastrear llamadas telefónicas y redes sociales en internet con el fin de detectar a ciudadanos que tienen conexiones con el terrorismo internacional.

Seguridad colectiva versus derechos individuales
La idea de seguridad llegó al debate filosófico durante la modernidad. El inglés Thomas Hobbes, famoso por su libro Leviatán (1651), defendió claramente la seguridad como una necesidad básica del ser humano y como la razón por la cual necesitamos al Estado en primer lugar. Hobbes diría que antes del orden existía la anarquía, y ella implicaba una guerra de todos contra todos, en la que uno nunca sabía cuándo el que estaba a su lado lo iba a apuñalar por la espalda. Por eso afirmaba que cada comunidad había aceptado un soberano que gobernara por encima de todos, para establecer un orden. El Estado, pues, existe para proteger a los individuos de los demás, para impedir cualquier atentado contra la vida mediante el miedo al castigo. Ergo, existe para garantizar la seguridad.

Pero la modernidad también trajo consigo una corriente de pensamiento opuesta a cualquier justificación autoritaria, que se mantiene como su contraparte hasta la actualidad: el liberalismo. John Locke, otro filósofo inglés del siglo XVII, se opuso a Hobbes, aunque partiendo de una misma base. Para él, el “soberano” no debía ser el Estado, pues el hombre no puede ser libre si está sujeto a las restricciones y a la violencia de sus gobernantes. Las leyes entonces están hechas para restringir al Estado y a las personas. Así se defiende la integridad y la propiedad.

Precisamente, la “propiedad privada” es el concepto esencial de Locke y una de las bases de los planteamientos liberales. Las leyes están hechas para proteger a un individuo de los otros individuos y del Estado mismo. Siendo la vida un asunto privado, en el que cada quien decide lo que hace, los gobernantes no tienen derecho a imponerse sobre nadie, ya que la privacidad del individuo es parte de su propiedad.

Si nos fijamos en porcentajes del PBI total de cada nación empleados para defensa, Estados Unidos invierte el 4,7%, muy por encima de otras naciones desarrolladas. La Unión Europea, en conjunto, solo gasta el 1,7% de su PBI para este fin

El liberal autoritario
Estados Unidos es el país en el que los valores de Locke parecen haber encarnado, pero la verdad paradójica es que ese país valora su seguridad de Estado por encima de todo. Por eso mismo, desde hace mucho se le conoce como un Estado-Guarnición. La prueba de ello se observa en su elevadísimo presupuesto de Defensa, que, según el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo, representó en 2012 el 39% de los gastos globales en cuestiones militares. Si nos fijamos en porcentajes del PBI total de cada nación empleados para defensa, Estados Unidos invierte el 4,7%, muy por encima de otras naciones desarrolladas. La Unión Europea, en conjunto, solo gasta el 1,7% de su PBI para este fin.

Como lo que manda es la evidencia económica, éste es un curioso modelo de Estado donde lo militar y los asuntos concernientes a la seguridad tienen la más alta prioridad, pese a que en la Constitución de los Estados Unidos se exalten los ideales de libertad y el respeto al individuo. La conocida doble moral se impone otra vez: el “defensor de la libertad” es la primera potencia del mundo, que ha recurrido desde fines del siglo XIX a métodos antiliberales que han involucrado posteriormente el espionaje, vetos a sus adversarios y el apoyo a regímenes autoritarios.

Edward Snowden contra el mundo
Snowden ha tenido una vida muy interesante. Se graduó como experto en computación y posteriormente trató de ingresar a las Fuerzas Especiales del Ejército de los Estados Unidos. Posteriormente pasó a trabajar con la CIA para ocuparse de la seguridad informática, y fue enviado a Suiza como el encargado de administrar la seguridad de la red. En el 2009 retornó a la NSA y se mantuvo trabajando de manera privada para personas de aquella organización hasta que huyó a Hong Kong a filtrar sus revelaciones a la prensa.

Por el momento, Snowden seguirá en la zona de tránsito del aeropuerto de Moscú; no puede salir, debido a que Estados Unidos le retiró el pasaporte mientras arribaba a Rusia. En aquel limbo no le queda otra alternativa que esperar que un país le otorgue la ansiada posibilidad de refugiarlo y que las autoridades rusas le permitan partir. Solicitudes de asilo han sido enviadas a diferentes naciones, entre las que se encuentra la misma Rusia, y existen algunas, como Venezuela, que expresaron públicamente su deseo de permitírselo.

Por supuesto que los países europeos no acogerán a Snowden. Sin embargo, extraña que no hayan tomado reacciones más enérgicas ante Estados Unidos, y que hayan pasado de protestas leves a una colaboración directa cuando se suscitó el problema con Evo Morales. Por un lado, la canciller de Alemania, Angela Merkel, solicitó explicaciones sobre los programas de espionaje. Por otro, está el caso de los cinco países que le impidieron el tránsito aéreo al presidente boliviano para asegurarse de que el fugitivo no se encontraba en su avión. Entre estas naciones está Francia, que tiene una historia de relaciones tibias con Estados Unidos, pero que esta vez no tuvo ningún inconveniente en apoyarlo. Quizá Hollande y el resto de la Unión Europea se encontraban al tanto de que incluso ellos estaban siendo espiados, y el mismo Snowden añade datos a este punto afirmando que Europa ha colaborado con los estadounidenses en los programas cuestionados.

De salir todo bien, Rusia será el nuevo hogar del ahora fugitivo; no obstante, Putin no desea agravar sus relaciones con los Estados Unidos, y le ha informado al joven que le otorgará el asilo si se compromete a no filtrar más información comprometedora.

Snowden dijo finalmente, en la entrevista con The Guardian, que no esperaba volver a su hogar alguna vez. Por ahora, para quienes se sintieron atraídos por el gesto de este antihéroe, queda desear que encuentre un lugar donde pueda vivir lejos de las amenazas de los Estados Unidos, pues alguien que se enfrentó al país-guarnición más poderoso del mundo merece tener su seguridad garantizada.

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