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La dignidad de la infancia trabajadora

(Foto: codehica.org)

Desde hace cerca de tres lustros se impone la necesidad de recordarle al mundo que lo que está en juego es la dignidad de la humanidad cuando de niños trabajadores y  derechos humanos se trata. 

En efecto, lo que debiera suscitar el fenómeno de millones de niños, niñas y adolescentes trabajadores (NNATs) en el mundo –cifras sin embargo no confiables y libradas a los criterios con los que estadísticos de organismos internacionales hacen que los números terminan dando la razón a las promesas de dichos organismos1 - no es otra cosa que indignación. En sociedades en las que se globaliza la razón indolente, la razón cínica, no es siempre la indignación la que emerge. Con frecuencia  es la pena, la compasión, la falsa sensibilidad y la ceguera política que atribuye el fenómeno de niños, niñas y adolescentes trabajadores a la irresponsabilidad de los padres de las criaturas, o que proclama sin más que la pobreza, la desocupación, el deterioro de las condiciones de vida, son apenas el efecto no deseado, el costo necesario a pagarse por el pretendido bienestar de las mayorías. Pero esta seudo indignación no es otra cosa que una legitimación de la lógica de un sistema en sí injusto aunque pretende naturalizar la desigualdad y la discriminación. 

Ciertamente que la millonaria campaña emprendida hace un par de décadas a nivel mundial por IPEC-OIT y por organizaciones internacionales con la abierta aceptación de gobiernos, medios de comunicación y empresas, han logrado que se vaya constituyendo una subjetividad social que ve como obvia la abolición y penalización del llamado trabajo infantil. Recientemente, incluso el novísimo programa oficial Yachay y educadores que lo conforman, se han prestado a limpieza de calles de chicos trabajadores –como el caso, entre otros, del “distinguido distrito de San Isidro” en Lima2 - bajo el lema de que se trata de mendicidad encubierta. Y es que no sólo se reedita una confusión conceptual sino de consecuencias prácticas que lindan en llamados a la represión toda vez que se sugiere de avisar a la policía de la comisaría más cercana, como se lee en carteles de la campaña “Cambia de conducta…tu dinero los condena a la mendicidad”.

Con frecuencia  es la pena, la compasión, la falsa sensibilidad y la ceguera política que atribuye el fenómeno de niños, niñas y adolescentes trabajadores a la irresponsabilidad de los padres de las criaturas

La confusión se da desde el ambiguo como tendencioso concepto de niños en situación de calle con el que se inaugura el Programa “Llachay” hoy corregido a Yachay. Lamentablemente, esta manera de nombrar las cosas “ avisa a la policía…a la comisaría más cercana…” constituye una estrategia de penalización de los pobres, amén del impacto de estigmatización que podría acarrear en las criaturas.

Pero no todo está parejo. Hay importantes sectores de la sociedad, entre ellos una minoría activa de NNATs organizados en nuestro país y en el mundo, cuya indignación  se concreta en movilizarse, en proclamar sus derechos, en impugnar discursos y normativas que no son otra cosa que expresar su sometimiento a intereses de minorías que no cesan de acumular y de dominar a cualquier costo, incluido el de millones de vidas. Parte de estas reservas de dignidad de la humanidad, son los movimientos de NNATs que siguen afirmando que sus luchas traen el mensaje de la fuerza de sus convicciones y la certeza de sus empeños cotidianos.

Cuando en el año 2006 en el Encuentro Mundial de Organizaciones de NNATs del Asia, África y América Latina celebrado en Siena -Italia, se decidió  establecer los 9 de Diciembre como Día Mundial de la Dignidad de los NNATs, eran plenamente conscientes de lo inaceptable de haber puesto niños contra niños a través de la llamada Marcha Global contra el Trabajo Infantil. Pero además, de la forma como desde organismos internacionales se denigraba y estigmatizaba a los niños trabajadores al llamarlos plaga, peste, peligro para los gobiernos, futuros adultos con algunas deficiencias mentales, necesitados de rehabilitación, y más recientemente, como causa de la pobreza, impedimento para el logro de los objetivos del milenio, justificación para que sus países pudieran ser elegidos por organismos financieros3 . Y todo ello, en el más flagrante atentado a la Convención sobre los Derechos del Niño, a su espíritu como a su litaralidad.

Pero el día de la dignidad no es para lamentarse o para hacer contrapeso a un oficial 12 de junio establecido como el día internacional contra el trabajo infantil. Para nada. De lo que se trata es de afirmar positivamente la fuerza simbólica de estos millones de luchadores exitosos contra el hambre diario, contra el despojo de su derecho a la sobrevivencia digna, de afirmación del sentido de su aporte cotidiano a la gobernabilidad de nuestros pueblos. Dignidad que, en el caso peruano, se concreta en un aporte, a nivel nacional, de más del 18% al presupuesto familiar mensual4 .

El día de la dignidad es un día de afirmación, de memoria del fundamento de los derechos de todos los humanos, incluidos los NNATs del mundo. Sin el respeto a la dignidad de los NNATs, es mera ilusión la dignidad del resto de la sociedad. No sin razón los movimientos sociales de NNAts en el Perú han levantado el lema reiteradamente proclamado: ¡¡SÍ al trabajo digno, NO a la explotación!!

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1Ver carta abierta de expertos a la directora de OIT/IPEC sobre manejo estadístico en Rev. Internacional NATs, No. 19; Ifejant2010; Pág: 141-145.

2Ver reportaje en algunos diarios y en la web del propio Programa Yachay en la que da cuenta de la campaña “Cambia de conducta…”, consultada el 27/11/2013.

3Ver OIT, “Guía Práctica  para Parlamentarios para la aplicación del C.182 de la OIT”, 2002, p.12, 21, 31 ss; Documento OIT para la Conferencia Internacional sobre Trabajo Infantil, 2010, La Haya, passim.

4Ver Los NNATs y la Canasta Básica Familiar: Una contribución Significativa para la Sostenibilidad del País: caso Perú, por Elvira Figueroa S, en Revista Internacional NATs No. 20; Pág 15-21, ver además Jorge Valencia Corominas, Contribución de los NNATs entre 14 y 17 años- Año 2005.

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