Añadir nuevo comentario

Socialistas y neoliberales

Hay algunos temas en que los socialistas y los neoliberales deberían estar de acuerdo, por ejemplo en la educación, pero a veces pareciera que tienen diferencias. Un socialista defenderá la idea de lograr la mejor educación posible de toda la población para que de esa manera las decisiones que tome cada persona sean más libres. Las personas menos educadas suelen ser objeto de manipulación en muchos ámbitos, como el político e incluso el económico. En el político, es bastante obvio ya que vemos que se miente descaradamente, por lo que es de esperar que si los electores tuvieran mejor educación serían presa más difícil de estos engaños. En el económico, vemos que los expertos en mercadotecnia saben que la mayor parte de gente compra por razones emocionales, pero si las personas tuvieran mayor nivel de educación tenderían a ser más racionales. Habrá sin embargo algunos neoliberales que defiendan la libertad de no educarse, cosa que tiene sentido si lo analizamos de manera individual, pero no como política de Estado. Si incluyéramos en el currículo escolar algunos cursos de análisis crítico de los comerciales, es probable que las personas tenderían a ser más racionales en sus compras y no ser fácilmente manipulables por la publicidad, más habrá quien se oponga en nombre de la libertad, sosteniendo que los mencionados cursos no deberían ser obligatorios.

Uno de los problemas con los denominados neoliberales es que muchos de ellos lo son hasta cierto límite, que suele ser sus propios intereses personales muy vinculados con sus empleadores. Por ejemplo, frente al tema de la libertad para ahorrar para la vejez muchos se sienten incómodos de criticar el sistema de aportes obligatorios por la sencilla razón de que están tocando a los grandes intereses de los que en muchos casos son quienes los contratan. Algunos se han atrevido incluso a publicar algún artículo defendiendo esta la libertad, pero han preferido no insistir para evitar represalias. Otros han sido más descarados y salieron desde el principio a defender a las administradoras de fondos de pensiones (AFP). Algo similar pasa cuando se habla de permitir la competencia extranjera en el sistema financiero, por ejemplo, permitiendo la venta de seguros por empresas ‘no registradas’ o la colocación de fondos para la jubilación en transnacionales extranjeras que pueden garantizar mayor rentabilidad, en que se les acaban los principios neoliberales. También en otro más complejo como es el mercado laboral donde algunos de ellos defienden a Donald Trump, quien pretende limitar el ingreso de inmigrantes porque les quitan los trabajos a sus connacionales. Este último es un tema más amplio y complejo que el neoliberalismo pretende escamotear porque están de por medio las fronteras que son una traba que esperemos que no dure mucho tiempo. En medio de la globalización es de esperar que al final se pueda trabajar en cualquier parte lo que podría elevar los sueldos en los países menos desarrollados y reducirlos en los más.

Por lo general, un socialista es el resultado del rechazo a un statu quo injusto y en muchos casos abusivo. Reacciona frente a una realidad que en su opinión hay que cambiar, pero hay quienes han estereotipado las concepciones de socialista y comunista, convirtiéndolas en caricaturas y se valen de ellas para criticarlas. Se le critica al socialismo recortar nuestra libertad, pero ¿de qué libertad estamos hablando cuando alguien no tiene qué comer, cuando ven que sus hijos no tienen futuro, cuando comprueban que su compañero es despedido de su trabajo injustamente, cuando son testigos de los abusos de ‘los dueños de la pelota’, cuando comprueban que incluso manipulan las leyes y logran que se promulguen algunas injustas? Algunos neoliberales afirman que los socialistas se apropian de nuestro destino, mientras que sostienen que el libre mercado logrará que en el futuro esos miserables tengan con qué vestirse, cosa que si ocurriera la verán sus nietos.

El mejor comentario que conozco sobre la vinculación entre libertad y responsabilidad es el de Erich Fromm en ‘El miedo a la libertad’ y por supuesto no tiene nada de neoliberal. Es evidente que la privación o limitación de la libertad incluye también la responsabilidad. Quien no decide no puede ser responsable de las decisiones de otros y a la inversa el que es libre debe asumir las consecuencias de sus actos. Empero, cuando se aterriza en la realidad se encuentra que muchos carecen de verdadera libertad. Es fácil hablar de ésta, cerrando los ojos a la realidad de los parias del sistema que no tienen ninguna: pueden hacer lo que quieran, pero no tienen con qué hacerlo. Sin darse cuenta les están pidiendo que confíen que el MERCADO los sacará de su miseria con el tiempo. No se percatan que están siendo títeres en manos de ‘los que cortan el jamón’, que los están usando y los descartarán el día que se rebelen.

La responsabilidad social es la que tenemos los hombres por el hecho de serlo, porque a un ser humano le hiere ver a otro viviendo en la miseria, sin esperanza, es la consciencia de que algo podemos hacer para cambiar las cosas, lo que es muy diferente a creer que podemos decidir por los demás. Por haber dejado que el statu quo se mantuviera es por lo que tuvimos que soportar a Velasco y vivir veinte años de terrorismo, por haber esperado que los pobres tomaran sus propias decisiones y el ‘mercado’ que no solo funciona en lo económico ‘solucionara’ nuestros problemas. Sin duda, hay muchas diferencias respecto a cuáles son los remedios y, por lo menos, para mi está claro que el camino no es el estatismo probadamente fracasado, pero tampoco creo que la solución sea enfrentar la situación sólo desde la economía, defendiendo la eficacia del mercado, como hace el neoliberalismo (cuyos miembros se denominan liberales economicistas, a los que con razón Mario Vargas LLosa ha llamado ‘logaritmos vivientes’) cuyos defensores pueblan sus artículos recordando a economistas, mejor si han obtenido el Premio Nobel, usando así el falaz argumento de autoridad, pero casi nunca citan a los filósofos y menos a los importantes.

Si bien es cierto que –como dicen los defensores de la propiedad a rajatabla– el hecho de que no haya alguien responsable de una cosa hace que ésta se descuide, no puede olvidarse que el hombre es por definición un ser social, que es quien es como resultado de su medio y entorno. La idea de que el ser humano es una isla independiente está probada como falsa desde que se encontró a algunos seres humanos que habían crecido fuera de la sociedad y eran poco más que animales. Es bastante obvio que el respeto irrestricto a los derechos humanos es un logro mayor en la historia y que cualquiera sea la receta tiene que mantenerlo y dentro de lo posible ampliarlo.

Es verdad que la libertad y responsabilidad son individuales, mas tampoco debemos olvidar que terminan donde empiezan la de otros, como todos los derechos. Hay entonces un espacio que no es individual y que es irresponsable dejar a que lo solucione el mercado, porque entonces –como decía Isaiah Berlin, eminencia liberal– ‘la libertad total para los lobos es la muerte para los corderos, la libertad total para los poderosos, para los dotados, no es compatible con una existencia decente de los débiles y menos dotados’ . Los corderos serían libres, pero seguirían siendo corderos. Pensar que la libertad y la responsabilidad son totales o están completamente restringidas, es una simplificación maniquea que olvida los matices de la realidad.

Con frecuencia se confunde socialista y estatista, olvidando que en nuestros días hasta se habla de un ‘socialismo libertario’ y me consta que hoy muchos socialistas son partidarios de la economía social de mercado.

Algunos neoliberales se quejan de que el socialismo destruye el sistema de incentivos que en su opinión generan el progreso y se quejan de los impuestos, de las regulaciones y expropiaciones, mostrando así todo su materialismo y su visión economicista de la vida en la que los valores espirituales tienen poco o ningún peso. Creen que las personas viven marcadas por la economía. Para ellos no es imaginable que haya seres humanos como Gandhi, Martín Luther King o Mandela que pueden sacrificarse por el bien de las otras personas; son idealistas, excepciones a la concepción que tienen del ser humano. Quienes nos permitimos soñar por encima de la rastrera economía, creemos que es posible un mundo poblado por hombres como ellos.

La responsabilidad social es la que tenemos los hombres por el hecho de serlo, porque a un ser humano le hiere ver a otro viviendo en la miseria, sin esperanza, es la consciencia de que algo podemos hacer para cambiar las cosas, lo que es muy diferente a creer que podemos decidir por los demás. 

Los neoliberales se quejan de que el socialismo lastra el crecimiento, pero esa es la caricatura que se han construido, que no tiene nada que ver con la idea de los que lo concibieron; aunque al aterrizar en la realidad se hayan encontrado con variables no previstas, como siempre ocurre y como seguramente pasaría si algún día se aplicara la receta neoliberal. Los economicistas sostienen que el socialismo distribuye el patrimonio ajeno, haciendo gala de un respeto irrestricto a la propiedad, olvidando sus orígenes y sus límites sociales. Por eso es que en ciertas circunstancias resulta conveniente el neoliberalismo, para ‘los que cortan el jamón’, pero hay otros –como en el reciente caso de las AFP– en que la posición liberal se atenúa.

La visión del neoliberal, tiene un profundo tinte económico, originario de Marx, y sus recetas son del mismo tipo, sólo que el filósofo alemán tenía una visión más optimista del hombre, muy diferente a la de Hobbes que es la de los neoliberales.

El neoliberalismo insiste en darle ‘poder a los consumidores’, pero prefieren no mencionar que muchos de ellos no han recibido educación y no tienen información suficiente. En su opinión, tendrán que aprender y sufrir mientras tanto, ya que el mercado es la mejor alternativa. Si algunos se enriquecen y otros pagan las consecuencias es algo momentáneo, porque al final el mercado corregirá el problema.

No se trata de tomar decisiones por los demás, sino de proporcionarles la información que algunos privilegiados ya tenemos, para que ellos tomen las suyas. Si el nivel de educación fuera alto el mercado funcionaría mejor. En la concepción neoliberal las empresas buscan utilidades y no satisfacer a sus clientes. Para ellos los problemas son económicos y las soluciones también, olvidando la dimensión espiritual del ser humano.

El neoliberalismo defiende la libertad a toda costa, especialmente la de contratar, así como la propiedad. Podría hacerlo enunciando el respeto irrestricto a los Derechos Humanos, pero eso suele incomodarlos; prefieren un Estado limitado, porque en su opinión es el que favorece más la concentración de poder, mas prefieren cerrar los ojos al enorme poder que gana el empresariado, en especial las transnacionales. Un Estado débil, sometido a aquellas suele ser el resultado, pero prefieren no verlo.

No defiendo a los estados totalitarios y a los elefantiásicos de hace algunos años, ya que considero que el Estado tiene que tener límites y ser eficiente, pero la solución tendría que ser el denominado Estado Constitucional de Derecho. El neoliberalismo olvida el problema de la otra cara de la moneda del poder, el que resulta teniendo el sector privado, entendido como el empresarial, mejor dicho el Poder económico, que en el mundo globalizado de hoy es el mayor de los poderes y que manipula y controla al poder político del ‘Estado limitado’ (mínimo). Entonces el péndulo se va al otro extremo y quienes mandan son las transnacionales y sus aliados circunstanciales que pueden financiar las campañas políticas, comprar congresistas, bloquear leyes justas y conseguir que se aprueben las injustas. Y que además cuentan con los mayores expertos en marketing que no sólo venden productos que nadie necesita, sino que aliados de los medios de los que el Poder económico es propietario, nos venden presidentes y legisladores que luego se someten a sus intereses.

El neoliberalismo se inventa un enemigo en el otro extremo que es el de un Estado grande e ineficiente, que atribuyen al socialismo, pero esa es una simplificación maniquea del problema, carente de matices. En realidad, necesitamos un Estado pequeño, pero eficiente y sobretodo independiente del Poder económico, si es que tal cosa es posible. En otros términos, es necesario que el péndulo no se vaya hasta donde ha llegado y que el Poder político tenga la menor interferencia posible del Poder económico. Y eso puede ser regulado, más sería una locura dejárselo al mercado. En pocas palabras el neoliberalismo resulta contradictorio al combatir la concentración de poder en el Estado, trasladándosela al Poder económico, que es tan o más peligroso que el anterior. La mejor forma de redistribuir es mediante los impuestos, incluido el sucesorio –que extrañamente existe en todas partes del mundo menos en el Perú– que por supuesto no deben ser excesivos, ni confiscatorios.
En el nuevo modelo el sector con mayor influencia, reitero, es el Poder económico. La capacidad de corrupción que tiene el dinero casi no tiene límites, por lo que se hace indispensable la liberación de las drogas. El narcotráfico es quizá el mayor poder económico que existe en el mundo actual.

El neoliberal intenta diferenciarse del mercantilismo, pero la verdad es que éste difícilmente se disfraza de socialismo, pero sí de neoliberalismo. Lamentablemente, la capacidad corruptora del dinero termina por corromper a la mayor parte de los más puros neoliberales y hoy podemos parafrasear una cínica frase aplicada al comunismo diciendo: ‘quien no es (neo) liberal a los veinte no tiene corazón, pero quien continúa siéndolo a los cuarenta no tiene cabeza’. El dinero y la capacidad de auto justificación se encargan de la transformación.

Aunque el neoliberal trate de ser llamado liberal, académicamente, el primero –que tiene connotaciones peyorativas– es el liberal economicista1. Otro término asociado es el de ‘libertarismo’2, del que Robert Nozick3 es considerado uno de sus pensadores símbolo. Sin embargo, conviene recordar que los libertarios, en algunos casos, han sido vinculados al anarquismo.

Los neoliberales acusan a sus críticos de construir una imagen falsa de ellos para criticarlos, pero eso es lo mismo que hacen cuando critican al socialismo, al que tildan de bien intencionado, pero equivocado, olvidando que esa afirmación tiene mucho de intolerante y de fundamentalista. Se sienten dueños de la verdad, considerando que los otros están errados. En mi modesta opinión, un verdadero liberal no es economicista. Un buen ejemplo es John Rawls a quien todo el mundo académico considera liberal excepto los neoliberales.


1Ver ‘Neoliberalismo’ en Wikipedia. En: https://es.wikipedia.org/wiki/Neoliberalismo
2Ver ‘Libertarismo’ En: https://es.wikipedia.org/wiki/Libertarismo
3En: https://es.wikipedia.org/wiki/Libertarismo
4Ver mi artículo ‘Liberalismo con rostro humano’ publicado en la página 31 de Gestión (Opinión), el martes 19 de julio de 2011

Entrevista

Colaboraciones

Ciencia