Los Chalecos amarillos contra el gobierno ultra liberal del presidente Macron

Un gran movimiento social ha comenzado en Francia a inicios del mes de noviembre, provocando graves violencias urbanas y una represión nunca antes vista en el país, sobre todo el sábado 1ro de diciembre, cuando miles de manifestantes marcharon en la Avenida de los Campos Elíseos y llegaron al monumento del Arco del Triunfo, realizando actos de vandalismo que han dejado traumatizados a muchos ciudadanos que consideran que se ha “profanado” un monumento erigido luego de la Primera Guerra mundial, que representa a la nación francesa y donde se realizan ceremonias oficiales muy solemnes.
¿Cómo comprender este movimiento que por su amplitud y por el apoyo de al menos 70% de franceses puede llamarse alzamiento o insurrección ciudadana? Los factores que explican la situación actual son bastante complejos y hunden sus raíces en la gran mutación que ha comenzado hace 40 años, de la transición de un sistema económico fundado sobre las industrias hacia una sociedad fundada sobre los servicios; y la transición ecológica actual que está transformando el modo de vida de todos los franceses.
Esta gran transformación social implica la pérdida de empleos que está afectando a millones de personas (9-10% de desempleados a nivel nacional), desde la grave crisis financiera de 2008. Actualmente, sobre un total de 67 millones de franceses, se estima que existen entre 5 millones (8% de la población) y 8 millones de personas pobres (14% de la población); las variaciones dependen del nivel considerado como limite de la pobreza: sea a 50% del nivel de vida promedio (menos de 855€ mensuales), sea a 60% (menos de 1026€). En Francia, el nivel promedio de salario para una persona sola es de 1692€; el salario mínimo es de 1150€ luego de la deducción de impuestos. Los que viven con menos de 1000€ son considerados pobres. La evolución de la situación de pobreza depende del empleo, de la manera de redistribución de la riqueza creada en el país, así como de la composición de las familias (INSEE y Observatoire des inégalités 11 de setiembre de 2018).
Sin poder tratar las causas profundas de la crisis que están ligadas a las políticas liberales de los gobiernos de Chirac y de Sarkozy, podemos señalar algunos elementos de coyuntura, la modalidad inédita de un alzamiento sin dirigentes, las respuestas del Estado, y la expansión del movimiento a las zonas rurales y al sector universitario. El presidente Emmanuel Macron ha dado su primer mensaje a la Nación el día de ayer, lunes 10 de diciembre. Hay que destacar también que durante sus acciones urbanas y rurales (bloqueos de carreteras), los Chalecos amarillos despliegan la bandera de Francia y entonan el himno nacional para simbolizar el sentido nacional del alzamiento. Los franceses tienen un alto sentido del patrimonio histórico que han heredado de la Revolución de 1789 y de sus valores de igualdad, libertad y fraternidad.
En fin, a pesar del peligro constante de atentados terroristas islamistas desde enero de 2015, no se registró ninguno hasta el día martes 11 de diciembre. En la noche de ese día, un hombre atacó con un fusil a los concurrentes del Mercado de Navidad de la ciudad de Strasbourg, al noreste del país, matando a 3 personas y dejando 16 heridos (8 graves). Por fortuna, los militares que resguardan las zonas sensibles como este Mercado navideño (estaciones de tren, aeropuertos, ministerios) estaban presentes y pudieron intervenir de inmediato. La policía ha logrado identificar al terrorista de origen magrebino (Cherif C., 29 años), que ya estaba en la lista de islamistas; pero hasta el 12 de diciembre en la mañana no se había logrado capturarlo. Las medidas de seguridad han aumentado en el país, donde los planes “Vigipirate” (7,500 soldados) y “Sentinelle” (al inicio 10,000 soldados, luego 7,500) están desplegados desde 2015. El 13 de noviembre de 2015, los atentados en Paris provocaron 130 muertos.
• El movimiento de los Chalecos amarillos presenta características de insurrección y tiene la particularidad de haberse organizado sin ninguna dirección política o sindical, a través de las redes sociales, donde miles de personas expresaron su indignación por las medidas autoritarias del gobierno de Macron que no tiene bases reales pues llegó al poder en julio de 2017, a pesar de que obtuvo sólo 24% del voto ciudadano en la primera vuelta, si triunfó en la segunda vuelta fue porque la mayoría de franceses votaron contra Marine Le Pen, la candidata de extrema derecha; al final Macron obtuvo 66% de los votos y Le Pen 33%. La tasa de abstención fue muy importante: 25% del electorado no votó (Le Monde, 23 de abril de 2017).
• Los detonantes del alzamiento han sido las alzas de los precios del consumo de gasolina, gas y electricidad anunciadas para el 1ro de enero de 2019; es decir que en pleno invierno, cuando las necesidades de consumo de energía para calentar las viviendas son altísimas, el gobierno decide imponer alzas enormes del costo de vida. Luego de dos marchas de los Chalecos amarillos, en Paris y en todo el país, los sábados 17 y 24 de noviembre, el gobierno propuso reportar esas alzas al mes de junio de 2019. Los manifestantes se negaron a aceptarlo, y realizaron otra marcha el sábado 1ro de diciembre, que convocó a 136,000 manifestantes a nivel nacional y 8,000 en Paris.
• La marcha del 1ro de diciembre se acompañó de acciones de violencia urbana inéditas y de actos de vandalismo excepcionales (sobre todo en el Arco de Triunfo, y en tiendas lujosas de la Avenida de los Campos Elíseos). Las fuerzas del orden fueron desbordadas y se observó su falta de organización y de previsión para detener la violencia de los agitadores (de extrema derecha, de extrema izquierda, y jóvenes de los barrios populares periféricos) que se habían mezclado con los Chalecos amarillos, y dispersar a los manifestantes. La policía dio también muestras de violencia extrema que han sido filmadas y están siendo analizadas para identificar a los responsables de esos abusos de autoridad. Al final de esta jornada de enfrentamiento calificado como “guerrilla urbana” fallecieron dos personas, hubieron 263 heridos entre los cuales 81 policías; además, 682 personas fueron capturadas y 630 permanecieron bajo custodia en las comisarias.
• En esa coyuntura, las reivindicaciones habían evolucionado considerablemente; los Chalecos amarillos —que tienen algunos representantes informales que tienen cuentas Facebook y que son invitados a dar declaraciones en los canales de televisión—, empezaron a reclamar el retorno de la democracia directa de la cual se sienten excluidos desde el inicio del nuevo gobierno. Se exigían la justicia social real, el retorno de los valores de igualdad tan importantes para el pueblo francés, y la justicia fiscal pues se considera que el alto nivel de impuestos (+12% del promedio en Europa) empobrece cada vez más a las clases trabajadoras y a las clases medias. Se denunció igualmente la altanería, la arrogancia y el desdén constante del presidente Macron hacia el “pueblo de abajo”, como él dijo en una ocasión. Sus declaraciones desde Buenos Aires, donde se reunía el G20, “echaron más aceite al fuego”, y los manifestantes declararon que el movimiento continuaba el sábado 8 de diciembre.
• El altísimo nivel de violencia alcanzado el 1ro de diciembre, hizo pensar que la manifestación del 8 de diciembre podría ser aún peor y producir más heridos y muertos. Pero finalmente la marcha no tuvo esos resultados temidos; en primer lugar porque las fuerzas del orden aumentaron considerablemente, se movilizaron 89,000 policías en todo el país y 8,000 en París. Por primera vez en la historia del país, se utilizaron también 14 carros blindados en la capital que llevaban polvos paralizantes (nunca utilizados en Francia), y decenas de policías a caballo; en total hubieron 125,000 manifestantes en toda Francia.
Hay que destacar que la cólera y los sentimientos de indignación que expresan los Chalecos amarillos de todo el país, sobre todo en los medios rurales y periurbanos donde el alzamiento ha comenzado, son inéditos desde el movimiento de Mayo de 1968; aunque la diferencia es notable: en 1968 eran los jóvenes que exigían la modernización de la vida social y política en Francia, en cambio en 2018 son las clases medias y pobres las que reclaman una transformación del sistema capitalista ultra liberal que las está asfixiando.
• El lunes 10 de diciembre, a las 8 p.m., el presidente Macron ha dado su mensaje a la Nación a través de una video pre-registrada, y no en directo como es habitual. Macron ha admitido algunos de sus errores, diciendo que “la cólera actual le parece justa” y ha reconocido también que no ha sabido aportar una “respuesta suficientemente rápida y fuerte” a los problemas nacionales. De igual manera, ha tratado de mostrar su buena voluntad para resolver la crisis del país con algunas medidas introducidas a partir de enero de 2019: el salario mínimo será aumentado de 100€; las horas suplementarias no serán sometidas al impuesto; y el alza de los impuestos de solidaridad de los jubilados cuya pensión es inferior a 2,000€ será anulada. Esas medidas, agregadas a la anulación de las alzas de precios de la gasolina, de la electricidad y del gas, costarán cerca de 10 mil millones de euros al Estado. Se estima que esas medidas beneficiaran a cerca de 15 millones de personas, pero no han convencido a los Chalecos amarillos que han anunciado que piensan continuar su movimiento. En cuanto a la sociedad francesa, que sigue apoyando el alzamiento, no parece estar tampoco convencida de la veracidad de la nueva voluntad de cambio anunciada por el presidente Macron (Le Monde del 11 de diciembre de 1018).
Reflexiones finales
• El alzamiento de las clases medias y pobres de Francia, sobre todo en la zona rural y la periferia urbana, demuestra que millones de franceses que están sufriendo de manera muy aguda los embates del empobrecimiento debidos a las reformas ultra liberales, han decidido hacer oír su voz de protesta y de reprobación.
• El presidente Macron, llamado “presidente de los ricos” ha perdido el reducido capital político que tenía luego de 18 meses de gobierno; en su mensaje del 10 de diciembre, ha hecho tímidos esfuerzos para mejorar su imagen ante la nación, pero como dicen algunos comentaristas, “no es capaz de esconder su arrogancia de clase superior”. Por ello se ha convertido en la personalidad política más detestada del país.
• Las clases políticas están sorprendidas ante este alzamiento sin precedentes desde 1968. La extrema derecha de Le Pen, así como la extrema izquierda de Jean-Luc Melenchon están tratando de recuperar el movimiento, y ofrecen su “apoyo político”, aunque todavía no se observe ninguna aceptación de los diversos grupos de Chalecos amarillos. Los principales sindicatos mantienen sus distancias esperando las reacciones de los grupos de “influenciadores” del movimiento que se declaran a-políticos.
Sin embargo, los sindicatos de liceos [tres años de estudios después del nivel secundario, con el diploma de “bachillerato” se puede ingresar directamente a la universidad, los alumnos tienen entre 15 y 19 años], y de agricultores han llamado a otras manifestaciones desde inicios de diciembre. Los primeros ya han salido a manifestar durante la primera semana de diciembre, al margen de los Chalecos amarillos, y exigen la anulación de las reformas de la estructura educativa que han comenzado en setiembre. Los agricultores denuncian la presión fiscal excesiva por el uso de pesticidas [en el contexto de la transición ecológica] y los bajos salarios que no corresponden al alto costo de la vida en Francia.
• Los intelectuales franceses, que tenían la reputación de participar activamente en la política nacional, brillan por su ausencia. Sin embargo, el economista Thomas Piketty y 120 intelectuales y dirigentes políticos de 16 países europeos han lanzado un Manifiesto para transformar las instituciones y políticas europeas (Le Monde del 9 de diciembre). Es cierto que la situación francesa no puede tratarse de manera aislada y que el movimiento de los Chalecos amarillos está sacando del marasmo al resto de Europa. En Bélgica un movimiento similar ha empezado hace unos días.
• La gran interrogante es aquella de saber hasta cuando puede durar un movimiento post moderno como el de los Chalecos amarillos que emergió de manera espontanea, creció y se expandió a través de las redes sociales en todo el territorio nacional, inclusive en regiones que nunca antes manifestaron (Alsace, Lorraine, Corse), pero que no tiene ninguna dirección local o regional. Para el gobierno, la falta de interlocutores representa una fuente de aprehensión pues nunca antes afrontaron una situación similar.
• Entretanto, los bloqueos de carreteras continúan en todo el territorio francés. Están situados a la entrada de las ciudades o en las zonas de bifurcación de las pistas, donde se han instalado campamentos rudimentarios para dar cobijo a los manifestantes, los cuales se turnan para asegurar la continuidad de los piquetes de protesta. La mayoría declara que, si es necesario, van a pasar todo el invierno ahí hasta obtener mejoras realmente substanciales que se resumen en dos reivindicaciones claras: justicia social y justicia fiscal. Una quinta jornada de protesta debería tener lugar el sábado 15 de diciembre.
Veremos la evolución del movimiento en unas semanas. Por el momento puedo testimoniar [desde la pequeña localidad donde vivo, al oeste de Lyon] del gran desconcierto y también de las grandes esperanzas de cambio que despierta el alzamiento de los Chalecos amarillos. Este movimiento social inédito puede ser visto como la expresión del hartazgo de las clases medias empobrecidas y de las clases populares de un país europeo que ocupa el 5to lugar entre las potencias económicas del mundo. Francia es un país rico y con un sistema de protección social excepcional en el mundo, sin embargo las riquezas están mal repartidas, como lo están denunciando los Chalecos amarillos. El Poder ejecutivo, de derecha ultra liberal, tendrá que introducir mejoras rápidamente, acercarse a la población, ver de cerca la realidad social de pauperización, y proponer soluciones a corto y a mediano plazo, de otra manera el riesgo de vivir un clima insurreccional hasta el final del mandato del presidente Macron [2022] es bastante fuerte en Francia.
• En fin, el atentado islamista del 11 de diciembre es un elemento más de perturbación social e institucional que puede influenciar negativamente el movimiento de los Chalecos amarillos pues el gobierno podría decidir la prohibición de manifestar para proteger a la ciudadanía. Algunos miembros del movimiento pretenden que el Estado ha organizado ese atentado para desarticularlo; una idea “complotista” y absurda que indigna a las autoridades, las cuales han promulgado el estado de “urgencia atentado”, el nivel más alto del Plan antiterrorista “Vigipirate” que implica un fuerte control de circulación de personas en todas las fronteras. El dispositivo militar “Sentinelle” que apoya las acciones de los policías y gendarmes de “Vigipirate”, ha sido igualmente fortificado en el territorio nacional. Como podemos apreciar, la coyuntura francesa atraviesa por una fase de crisis sumamente preocupante.
La policía logró identificar al terrorista de origen magrebino (Cherif C., 29 años), que ya estaba en la lista de islamistas. En la noche del jueves 13 de diciembre fue finalmente neutralizado en el barrio de Neudorf de Strasbourg por tres policías a los que él había atacado con un arma de fuego.
13 de diciembre del 2018