Añadir nuevo comentario

Carlos Dada: “Funes y el FMLN demostraron que la corrupción no tiene ideología”

Crédito de foto: americasquarterly.org

Durante la década de los ochenta El Salvador vivió una guerra civil que con el tiempo se estancó  ya que ninguna de las fuerzas en contienda (las Fuerzas Armadas y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional - FMLN) lograron alcanzar la victoria. Por ello, en 1992  firmaron un acuerdo de paz y la guerrilla se integró a la vida política nacional. En 2009 ganaron las elecciones presidenciales y los viejos anhelos de justicia social, que se habían albergado durante la etapa fundacional del Frente, volvieron a florecer en el país. Pero el presidente Funes no sólo no estuvo a la altura del cargo, sino que se convirtió  en aquello contra lo que miles de salvadoreños había entregado su vida años atrás. Su gestión estuvo teñida por denuncias de corrupción en todos los niveles. Sobre este y otros temas de la región conversamos con Carlos Dada, uno de los fundadores de El Faro, la publicación digital que desde hace más de veinte años pone sus reflectores sobre la corrupción y la violencia en El Salvador, a través del periodismo de investigación. 


 La falta de institucionalidad caracteriza a Latinoamérica. ¿Crees que el periodismo de investigación sirve un poco como contrapeso?


No sé si como contrapeso. La poca institucionalidad es un rasgo común y no es ningún misterio. Si nos vamos a la historia reciente, casi todos somos países que cerramos el siglo XX apenas saliendo de dictaduras. Las dictaduras por naturaleza desinstitucionalizan. Incluso, como dice Enrique Klauze los países que no tuvieron dictaduras tuvieron dictablandas, como es el caso de México. Nuestras  democracias son bastante jóvenes no hemos podido desarrollar una institucionalidad a la velocidad  que nuestra sociedad requiere. En mi país la democracia empezó formalmente en el 84 pero realmente empezó el 89  y sin todas las fuerzas políticas porque la izquierda estaba proscrita. Y si tú vas país por país en América Latina la experiencia es muy similar e todos. Nicaragua tuvo su revolución en el 79, derrocaron al dictador pero se instaló  una revolución que no abrió las puertas a  la democracia hasta varios años después.


¿Y Chile no sería una excepción?


No, porque tuvo su dictador también.


Justamente, tuvo un dictador y de los peores, pero ahora tiene una institucionalidad comparativamente más aceptable que los demás países de América Latina.


Claro, allá habría revisar sus particularidades, pero Chile es también una democracia muy joven. Terminó su dictadura con una transición muy ordenada, al dictador no lo derrocaron. Hubo un pacto para esa salida. Se quedó como senador vitalicio y tenía aún control sobre las Fuerzas Armadas cuando llamaron a las elecciones. La Alianza que ganó se dio cuenta de inmediato que tenía que fortalecer instituciones para servir de contrapeso al poder que el dictador todavía ejercía aunque.


Y se le blindo hasta el último, ¿no?


Si, pero digamos que todos acordaron que la nueva etapa chilena tenía que surgir de ese pacto entre distintas fuerzas políticas y que solo podía garantizarse por el fortalecimiento  institucional. Esa es  la historia del Chile posdictadura. No es el caso de otros países. Yo podría hablarte de mi caso. Nosotros salimos de la guerra con un acuerdo de paz porque las fuerzas  se convencieron que por la vía militar no había salida que no había manera que una  de ella spueda imponer su visión del mundo sobre la otra. 


Era una guerra que se iba a eternizar.


Había que hacer un acuerdo de paz. En ese momento fue modélico, a pesar de mis grandes críticas, hay que reconocer  que nuestra vida democrática ha estado hasta hace un mes basada en el  equilibrio de las dos fuerzas que salieron de la guerra: Farabundo Martí y Arena,  la extrema derecha y  extrema izquierda. Lo que garantizaba la convivencia política era el equilibrio entre estas dos fuerzas no la institucionalidad. La salida fue mediante el empate político y los espacios institucionales estaban marcados por la presencia de ambas fuerzas para eliminar las sospechas. Por ejemplo, el Tribunal Supremo electoral en El Salvador estaba partidarizado,  porque no había otra forma de que ninguna de las dos fuerzas confiara en los  resultados de un ente sobre el cual no tuvieran  supervisión. Claro, todo eso había más o menos funcionado hasta hace un mes, en que asumió un nuevo gobierno que por primera vez no es de  ninguno de ellos dos.


El presidente más cool, como él mismo se dice.


Jaja, por favor. En El Salvador hemos pasado de lo que yo llamaria este equilibrio de partidos a una plutocracia, donde hay un  tipo cuya  única promesa de campaña real es destruir el sistema bipartidista  que ya la ha cumplido desde que ganó. Pero ni siquiera necesitó  decir con qué iba a  sustituir ese sistema político que estaba derribando y creo que  todavía no lo sabe. Ahora nos estamos dando cuenta que lo que  teníamos no era institucionalidad, sino un equilibrio de fuerzas. En la mayor parte de  los países latinoamericanos los procesos tienen  muchas particularidades, pero  cada uno tienen en común que somos democracias muy jóvenes.


¿Crees que realmente el problema es la juventud? Porque no se avanza, sino todo lo contrario.  


Tienes razón, a lo mejor “jóvenes” no es la palabra correcta, sino inmaduras. 


Regresando a lo primero,  el periodismo de investigación juega un papel importante.


Este tipo de periodismo es por definición muy frustrante, toma mucho tiempo hacerlo y una vez que lo publicas uno tiene la ilusión que va a ser transformador  y eso no suele suceder. Creo que Perú es una excepción, acá el periodismo investigativo ha tenido más  impacto que en otros países.


La verdad si, y a veces no somos muy conscientes de eso. 


Claro, es que la carga de problemas y la necesidad de trasformación  del latinoamericano es enorme. Pero  el periodismo investigativo aquí ha tenido un gran impacto, basta ver los resultados, no solo son los presidentes presos. La valentía y la integridad de los periodistas peruanos lo ha sabido reconocer la ciudadanía, quiero decir de los bueno  periodistas peruanos, porque los hay muy malos también. 


En el caso de ustedes, ¿cómo son percibidos por la ciudadanía?


Afuera tenemos una gran ventaja. No hay tanta gente queriendo hacernos daño porque miran la calidad del trabajo. En cambio en El Salvador es mucho el esfuerzo de los poderes por desprestigiarnos, por dañar nuestra imagen, por silenciarnos. Ahora nosotros en El Salvador tenemos un presidente que acaba de llegar, pero que cuenta con un gran mayoría que simpatiza con él. Nuestro trabajo sigue siendo auscultar el poder. Si empiezan a desatar ataques contra  nuestra imagen, probablemente terminemos rechazados por la mayoría. 


Nayib Bukele tiene todas las características de un outsider pero  no lo es, ha militado durante mucho tiempo en el Farabundo Martí y ha ocupado importantes cargos políticos. 


Fue militante y candidato por el Farabundo Martí. Todos los cargos públicos a los cuales accedió (dos alcaldías), salvo la presidencia, lo hizo tras la bandera de esa agrupación.  Estamos enfrentados quizás al presidente de América Latina más conocedor del marketing político y lo usa con maestría.


Todo lo hace pensando en una estrategia, no es payaso.


Es una estrategia. Todavía no le conocemos cuál es su visión de Estado ni sus ideas sobre políticas públicas. No le conozco nada de eso porque o no las tiene o no ha querido expresarlas  porque no lo ha necesitado y le parece que eso va a tener un costo, no lo sé. Hasta ahora hemos visto solo los efectos de un mago que sabe muy  bien captar y dirigir la atención de sus simpatizantes, que son cada vez más.


Es histriónico


Sí, el encarna un personaje que el mismo se ha inventado y que vive de ese personaje.


¿Puede haber un símil con el de Guatemala?


No. El de Guatemala es un corruptillo muy torpe y esa palabra la uso sin ningún ambaje. Un corruptillo sin inteligencia, sin estrategia, sin asesores, sin nada. Ahora  último negoció  a escondidas un acuerdo con Donal Trump para convertir a Guatemala en el tercer país de asilo La Corte de Constitucionalidad le dijo que él no podía hacer eso, porque era algo que tenía que pasar antes por el Congreso. Entonces el  presidente negó que él estuviera negociando ningún acuerdo. Hace unos días Trump  se levantó enojado con Guatemala y ahora el país está en llamas porque Trump amenazó con poner aranceles. Jimmy Morales no tiene ninguna capacidad, además el gobierno es sostenido por mafias y  no por la población. El hacia él es enorme. El candidato de su parido no llegó ni a 4% la última elección presidencial no es un caso similar al de Bukele.


 Regresando a El Salvador, ¿qué pasó con Funes? Antes se tenía la idea que la derecha era el causante de la corrupción y que ese mal se acabaría cuando la izquierda sea Gobierno y había la idea que cuando llegase la izquierda iba a terminar con la corrupción. 

La corrupción no tiene ideología y Funes junto con el FMLN lo  demostraron de manera grandilocuente. Es una de la más grandes decepciones en la historia del país. La gente se volcó en masa a votar por él. Me acuerdo que el día de su triunfo  fue una catarsis nacional. En  la ciudad de San Salvador la gente estaba llorando en las calles de la emoción. Cuando eso ocurre no puedes ser ajeno y la traición se convierte en algo casi personal. Ahora Funes está refugiado en Nicaragua, tiene  muchos juicios en contra,  está acusado del desvío de 350 millones de dólares,  es un presidente que termina siendo un excelente objeto de estudio de las tentaciones del poder.  El tipo tenía el mejor gobierno de la historia. Tenía la gente más  preparada, con académicos, con políticos, con intelectuales. Tenía todo a su favor, tenía el apoyo nacional, y lo que hizo con eso fue dejarlo de lado. Sacrificó su grandeza histórica por los placeres del poder.


¿Se dejó tentar por la corrupción o ya tenía esas ambiciones desde antes?


Es una gran pregunta que los psicólogos deberían estar concentrados en contestar. Por eso te digo que sería un excelente objeto de estudio, casi de análisis psicológico o psiquiátrico de esas tentaciones de poder. Funes se hizo famoso en la televisión por ser el hombre más culto. No era un hombre de televisión, era un hombre culto en televisión que hacía entrevistas muy sesudas. Siempre estaba muy bien  informado, manejaba un lenguaje de académico. Al final  terminó en la presidencia de la república hablando  todos los domingos en las radios, como si fuera una vendedora de mercado. Es decir, hasta su manera de hablar se transformó. Si fue antes o después o qué lo movió, no tengo idea. No solo lo tentó la corrupción sino todas las mieles del poder: los viajes, acceso a mujeres acceso. A Funes el poder lo tentó por el  costado más vulgar y más pedestre: un tipo obsesionado con usar el poder para darse la gran vida. Escribí un artículo sobre él  que se titula “Un hombre chiquito” y lo digo así porque la historia le regaló un lugar extraordinario y lo único que tenía que hacer para pasar a la posteridad como un gran personaje era no hacer nada, no moverse, pero se movió. Digo que es hombre chiquito  porque la historia le quedo muy grande.


¿Y qué pasó con Lula? Me encuentro con gente que respeto mucho, pero que lo defienden totalmente.


Para tener un análisis completo sobre ese caso, prefiero esperar mayores pruebas.  La primera dama de El  Salvador era una brasileña: su exesposa Blanca Piñate del PT de Lula, quien fue un gran apoyo para que Funes llegue al poder. Hablando de corrupción y poder,   uno utilizó el poder para corromperse y darse la buena vida ,y  me parece que el otro hace lo contrario:  utilizar a la corrupción para adquirir poder, no sé me entiendes la diferencia.Uno es el poder en función de la corrupción y otra la corrupción en función del poder y son distintos, pero ninguno justificable.


Claro, pero si en todo ese proceso hay una coima de por medio, creo ya lo invalida todo.


Las dos cosas son delito, solo que las clasifico distinto. 


¿Cómo se dio la reinserción del  FMLN en la vida política de El Salvador?


A partir de los  acuerdos de paz del 92  se admitió  al FMLN como fuerza política y ellos se comprometieron,  a au vez, a que toda su lucha por el poder se va a dar dentro del sistema político. Luego de ello se convierte de inmediato en la segunda fuerza política.  La corrupción de FMLN no es solo Mauricio Funes, si solo fuese él sería más fácil lidiar. El actual presidente es la consecuencia de los grandes partidos que se corrompieron, que delinquieron y fueron incapaces de darle soluciones reales a la  gente. Pero se hartaron cuando vieron  todo lo que había robado Funes y como el FMLN lo había protegido, cuando vieron que esta agrupación tenía gente que se había vuelto   millonaria en todos estos años. La gente dijo, por esto mismo sacamos a Arena del poder. Nos han estado engañando y lo que estamos viendo es la expresión salvadoreña de un momento no solo regional sino mundial de transición hacia algo que no sabemos que es.


Y todo eso se complejiza con el problema de las maras.


El principal problema con las pandillas es que  para los políticos su principal preocupación es ganar la siguiente elección. Solucionar  el problema de las  pandillas requiere mucho más tiempo. Por eso, los políticos hasta hoy, incluyendo a este nuevo han  buscado soluciones efectistas, más que soluciones reales a largo plazo. Han caricaturizado a las pandillas como  si fueran unos sanguinarios criminales, que lo son, pero,  ¿acaso bajaron de una nave espacial?, ¿lo que hay que hacer es volcar toda la fuerza del  Estado para erradicar a esos aliens que nos han venido a invadir?


Pero hubo otros intentos. 


Si, una tregua con fines efectistas muy mal manejada que lo que  hizo  es que las pandillas se conviertan en actores políticos, justo  porque se hizo a escondidas.


¿Fue peor entonces?


Esa es una discusión que ni siquiera hemos resulto al interior de El  Faro. Hay todavía periodistas que yo respeto mucho que concluyen que la tregua, a pesar de todos sus problemas fue un  ejercicio que valió la pena, porque a fin de cuentas se evitó la muerte de tantos salvadoreños. No es un argumento ligero para mí, el problema es que no es una solución a largo plazo, es una solución efectista.


¿Cuál es la situación ahorita?


El nuevo presidente decidió lo mismo que habían decidido los tres  presidentes anteriores, que es soltar toda la fuerza  de seguridad del Estado contra ellos,  y lo que es más problemático: darle carta blanca a esa fuerza de seguridad para que eliminen a los pandilleros. Eso es muy grave. Se han reportado casos de “enfrentamientos” en los cuales hay muchos pandilleros muertos y ningún policía. 


Eso ya es otra cosa.


Hay testimonios de ciudadanos o habitantes de comunidades que han sido torturados sin pertenecer a pandillas. Hay capturas anunciadas en primera plana  de pandilleros acusados de hechos criminales que finalmente no resultan responsables de esos hechos.

Me acuerdo que el día del triunfo de Funes  fue una catarsis nacional. En  la ciudad de San Salvador la gente estaba llorando en las calles de la emoción. Cuando eso ocurre no puedes ser ajeno y la traición se convierte en algo casi personal.

¿Las maras es solo un actor social o también político?

 

Ganaron mucha fuerza política durante la tregua, porque finalmente se sentaron a una mesa con partidos y autoridades del Estado a negociar y eso es tener poder y usarlo para negociar es política. El tema es que las pandillas son una consecuencia no son la causa de nuestros. Son una consecuencia terrible que hemos engendrado todos los salvadoreños. Las cárceles salvadoreñas ya tienen un hacinamiento del 300%,   ¿y que vas a hacer? ¿meter a otros  5,000 presos? pues habrá que construir más cárceles

y vas a tener otros 5 mil pandilleros sustituidos de inmediato porque no estas atendiendo la causas. Por darte u ejemplo: vos tenes 10 año, s tu papá abandonó  a tu mamá. Ustedes son gente muy pobre, tu mama trabaja  lavando ropa ajena y no le alcanza para darles de comer, como suele pasar con estas familias, la mujer busca acompañarse para llevar los gastos con otra persona. La pareja de tu mamá es  una persona violenta que ahora  le ha dado por tomar desde que perdió el trabajo,  ya violó a tu hermana  mayor de 13 años dos veces  y la vez pasada estaba golpeando a tu mamá y vos quisiste intervenir y acabaste en el  hospital con tes costillas rotas. Estas absolutamente indefenso. Cuando salis del hospital regresas  a tu casa con ese señor que ha vuelto a golpear a tu mamá  y hay unos chavos con tatuaje en tu calle que te dicen: “¿tenés algún problema?  Nosotros lo podemos resolver”. Yo no  conozco ningún niño que diría que no es su única salida, su única agencia de poder. ¿Donde está el Estado para proteger a tu mamá y a tu hermana? Solo están ellos que te van a solucionar el problema. Y este niño mañana va a ser el que invite a otro niño. A eso me refiero, mientras el Estado no esté para proteger a esa familia, estan ellos para solucionar ese problema. Si vos lo que haces es atacarlos a ellos y mandarlos a la cárcel mañana  tendrás a estos. 

 

Funes resultó siendo chiquito, pero Ortega era grande ¿no?, ¿cómo entenderlo?

 

Es un caso distinto al de Funes. Quien mejor lo describe es Sergio Ramírez, quien fue vicepresidente de Daniel ortega durante su primer gobierno. 

 

Era la “revolución buena”, la que buscaba diferenciarse de los castristas porque apuntaban al recambio democrático. 

 

 Jaja, claro, la revolución buena, la que acaba con el dictador, la de la  sociedad igualitaria a la que iban todos los escritores y Ramírez les hacia el tour revolucionario. Hace un años  me dijo Sergio: “mira, el gran problema con Daniel es que no puedes sentarte a negociar con él su salida porque no le interesa, no es un tipo que le puedas decir: váyase tranquilo a cultivar naranjas a Valencia, aquí  nadie lo va a molestar”. Es un tipo que no se concibe fuera del poder. A él no le interesa cultivar naranjas en Valencia. Durante algunos años  de la revolución, Ortega estuvo preso siete años. Ese hombre organizaba la revolución desde su celda. A ese hombre lo  le importa es el poder, no se concibe sin él. Es un a animal político. Ramírez me decía, mira  él está preso, él vive en una colonia en Nicaragua de la cual no sale. Ël no quiere poder para comprar mansiones. Él lo que quiere es el poder por el poder. 

 

Pero lo otro lo tiene también.

 

Si, pero pienso que quien está más preocupado de lo  que vaya a pasar con su dinero es su familia más que él. Pero no solo es su familia, hay que decir que  el régimen de Daniel Ortega  sería imposible sin la complicidad de los  grandes empresarios nicaragüenses, quienes son corresponsables directos de esta crisis. Ellos hicieron un pacto  con  Daniel Ortega que ha durado diez años. 

 

Claro y cuando se resquebrajó este pacto es que hubo estas protestas.

 

Correcto y son  los grandes empresarios los que han detenido y secuestrado este proceso  de la manos del pueblo. Son ellos los que han conseguido robarse- no encuentro otra manera de decirlo- la silla de la oposición en la mesa de negociaciones. Es Ortega negociando con ellos otra  vez. 

 

Cuéntanos un poco de ti, de tu familia. Tú saliste a los 10 años de El Salvador. 

 

Mis dos padres eran personas muy integradas a los movimientos católicos progresistas de los 70 s del Concilio Vaticano II. Mi padre es fundador de la Democracia Cristiana,  mi madre es abogada criminóloga, pero también pertenecía a esos círculos y se conocieron ahí. Mi padre es amigo de Gustavo Gutiérrez, se graduó en la Universidad Católica de Lovaina.  En 1980 nos fuimos al exilio en México, por eso yo salgo del país a esa edad. Mi padre fue ministro de Economía de Funes.  Para  muchos  de su generación que  dedicaron toda su vida a las transformaciones sociales es muy frustrante todo esto, como terminó esta historia. Y le llega la frustración a una edad en que no tienen la energía de reinventarse, de reinsertarse a movimientos  políticos. Es una frustración en el otoño de sus vidas que es muy triste.

 

Has investigado el asesinato de Arnulfo Romero, ¿que más  hay por saber en esta historia?

 

Muchas cosas, yo no las voy a descubrir por supuesto. Todavía no sabemos quién disparó.

 

Increible. Se sabe quienes participaron, pero no dicen quien disparó.

 

Yo lo que estoy haciendo es construir un libro que más que  contar esos detalles, que nos los voy a averiguar, intenta explicar el proceso que llevó  a su asesinato. El proceso de abandono de su propia iglesia. Estoy tratando de escribir un libro que explique ese momento de la historia, que cuente básicamente la guerra fría en esta guerra.

 

Monseñor Romero no era especialmente progresista hasta antes de conocer las violaciones a los derechos humanos. En el camino fue abriendo los ojos.

 

Los teólogos de la Liberación te dicen no era un teólogo, sino un profeta, y eso es extraordinario.  Yo no soy un hombre religioso, Monseñor Romero me interesa  como personaje político.  Era un hombre de una fe casi mística, todo su accionar político parte de la fe de los últimos años de su vida, cuando como tú dices “abre los ojos”, otros le llaman conversión. Para mi es el momento en el que él interpreta eso que Dios quiere de él. Es un hombre de una fe mística. La fe es un don de la cual yo carezco, pero él no. Ahora me he conseguido sus ejercicios espirituales que eran los cuadernos que él escribía cuando se iba de retiro  y en su último ejercicio  espiritual te das cuenta que es un hombre que tiene  mucho miedo. Ahí él dice: "Dios ayúdame a sobrellevar este miedo, porque me han dicho que me van a  matar esta semana. Dame fortaleza”. Esos  textos los encuentro tan humanos, no pretendían ser públicos, son diarios privados  son sus reflexiones espirituales. Si después de leer eso te fijas en los últimos días de  su vida y ves sus acciones, te das cuenta que es un hombre absolutamente valiente  en el sentido que ha encontrado en Dios, o en su fe, la fuerza para sobrellevar un miedo que es aterrador y que está reflejado en esos escritos. Esa parte me interesa mucho.

 

¿Cómo está la iglesia salvadoreña? ¿sigue siendo un referente de opción por los pobres?

 

No. La iglesia ha perdido mucha fuerza ante la penetración de la iglesias evangélicas. Monseñor Romero fue un  personaje muy incómodo durante muchos años. Después de muerto nadie quería hablar de él. Las elites que son muy católicas no lo hacían porque no querían hablar de su asesino, que es su  gran héroe político. Esto llevó a que su figura fuera opacada, a que viniera como arzobispo alguien del Opus Dei, que es el otro extremo, que la iglesia se vuelva conservadora y más reacia a meterse en cuestiones de política. Ahora el Papa Francisco se ha encargado de rescatar y de  redignificar la figura de monseñor Romero. 

 

¿Las élites han cambiado su percepción de monseñor Romero?

 

Monseñor Romero siempre fue muy querido por los pobres, pero ahora, incluso, está siendo aceptado por las élites.  Ahora dicen: “nunca nos habíamos detenido a leerlo realmente no decía nada malo”.  Ha costado mucho para las elites salvadoreñas reconciliar el reconocimiento de la santidad, del martirio de Romero, con el reconocimiento de su asesino que es el fundador de Arena. Esto ha costado mucho  y hasta ahora no ha sido posible. Por eso hoy han optado por la otra vía: sino pueden silenciar a esta figura, hay que  meterla debajo de la alfombra, hay que meter al otro debajo de la alfombra.

 

¿Cuál fue el origen de las maras?


Mara es una palabra que los salvadoreños usamos para denominar a grupo de gente. En los Ángeles, cuando empiezan a deportar salvadoreños en los 80,  los niños  salvadoreños de familias desintegradas empiezan  a juntarse con su mara. Terminan, entonces, dentro de una gran pandilla que se llama “Barrio 18” dominada por mexicanos. Hay un pleito  entre un diochocero y uno de los salvadoreños, y allí se separan. Los salvadoreños arman su propio grupo que se llama la Mara Salvatrucha (MS 13) y desde entonces ambos grupos están  peleados a muerte. Barrio 18 con MS 13 no tiene  nada que ver con nacionalidades. Hay mexicanos en la MS 13 y Barrio 18  es una de las dos grandes pandillas en El Salvador,  no tiene que  con pasaporte sino en qué barrio vivís. Las pandillas tienen estructuras muy horizontales, que sin embargo necesitan algún tipo de orden. Cada barrio  tiene su clica (pandilla) de la Mara Salvatrucha o del Barrio 18, y cada clica tiene un palabrero, que es la persona que da las órdenes de a quién hay que eliminar  o de a quien hay que  extorsionar o en general sobre todsas las acciones de la pandilla. Todo lo decide el palabrero. Hacen reuniones todas las semanas, donde todo lo discuten  desde las finanzas problemas de disciplina y el palabrero decide. Este palabrero tiene  relación con otros palabreros. Hay una superestructura de la pandilla que normalmente son los grandes jefes  que están en las cárceles. Funcionan casi como por células. La pregunta natural es ¿por qué alguien que está en la calle le hace caso a alguien de la cárcel?, ¿de dónde emana su poder? La respuesta es que tarde o temprano esta persona  terminará en la cárcel y quiere estar  protegido. Si llega a la cárcel después de haber traicionado a los jefes va a morir. El poder de la cárcel es muy grande.

 

¿Las maras tienen algún tipo de código, por ejemplo no violar niñas? 

 

No,  en California tenían códigos, pero se rompieron todos cuando fueron deportados en masa a El Salvador. Las pandillas  llegan a nuestro país exportadas primero por Clinton y luego por todos los demás, y ahí se rompen todas las reglas porque se juntan  con una sociedad recién emanada de la guerra, violenta,  con armas, con un tejido social inexistente, sin instituciones. Es decir, el cóctel perfecto.

Colaboraciones