Faltó precisar que la vieja
Enviado por Nato Núñez Trin... (no verificado) el
Cuando los amigos del IDL me pidieron un artículo sobre la izquierda y su desempeño en las últimas elecciones, mi respuesta inmediata fue decirles que sí. A lo largo de los años he venido escribiendo o editando libros, ensayos y artículos sobre el tema. A ello debo sumar mis años de militancia y compromiso con ella. Sin embargo, a diferencia de otras veces, no me explico el porqué, en este momento, me cuesta mucho escribir sobre la izquierda. Primero, porque ya se han publicado, antes y después de las elecciones, varios artículos sobre ella. Algunos muy buenos. Y aunque faltan estudios más profundos sobre el proceso electoral y la izquierda creo que lo escrito hasta ahora es suficiente. Segundo, porque pertenezco a una generación distinta de aquellos que hoy son los actores protagónicos, los jóvenes, y lejano de lo que muchos han llamado un «triunfo de la izquierda». Finalmente, creo que lo que hoy ha pasado en la izquierda es un hecho importante y, por lo tanto, la reflexión y discusión que seguramente se dará debe ser seria, responsable y plural. Por eso ahora solo haré un punteo planteando algunos interrogantes y temas sobre ella.
1. Tenemos que reconocer que quién ganó la primera vuelta ha sido la derecha y particularmente Keiko Fujimori que ha pasado de tener 3 449 595 votos en la primera vuelta de las elecciones del 2011 a obtener 5 900 131 en la primera vuelta del 2016. Es decir, su votación aumentó en 2 millones 450 mil 595. Respecto a la votación en el 2011 ha aumentado 71,1%. Por eso no nos deben extrañar sus triunfos en el norte (salvo Cajamarca) y en el oriente. Recomiendo leer a Paolo Sosa1, como también los trabajos de Adriana Urrutia sobre el fujimorismo2, para que nos demos cuenta del trabajo realizado por Keiko Fujimori en estos últimos años que, dicho sea de paso, no es solo clientelar. Por eso no es extraño que el fujimorismo haya ganado en más del 50% en 550 distritos.
A ello hay que sumarle que el fujimorismo ha obtenido la mayoría absoluta en el Congreso. Y si bien a este «triunfo» se le puede poner varios bemoles, como que el número de votos válidos al ser menor por la eliminación en el conteo final de varios partidos que no alcanzaron a pasar la valla, terminó por favorecerlo, lo cierto es que tener más de 70 congresistas es un hecho contundente que obliga a tener una estrategia distinta una vez pasadas las elecciones, más aún si Fujimori ganara en la segunda vuelta. Estos resultados nos dicen algo no solo respecto a la votación sino también sobre el futuro de la política en el país y sobre las dificultades que tendremos como izquierda.
También es importante tener en cuenta que el fujimorismo obtiene la mayoría de votos en los llamados sectores populares. No es, por lo tanto, un partido de derecha clásico, como lo es el PPC y, ahora, el grupo de PPK, que son fuertes electoralmente en Lima y en unas pocas ciudades de la costa. El keikismo o fujimorismo (que no es lo mismo pero es igual) es de derecha, pero una derecha con rostro plebeyo. Por ello gana en Comas o Villa El Salvador y pierde en San Isidro o Miraflores. La pregunta de rigor es qué hacer frente a este hecho. Cómo debe comportarse la izquierda frente a los sectores populares «fujimoristas» o frente a fujimorismo que es popular.
2. Respecto al Frente Amplio habría que decir que su alta votación se debe a dos motivos: a) circunstancial, por la exclusión de Julio Guzmán y César Acuña del proceso electoral. Para que se tenga una idea de cuánto influyó la eliminación de esos candidatos hay que señalar que en febrero de este año, como señala Maritza Paredes3, Julio Guzmán tenía 25% de preferencias electorales en el sur del país y Verónika Mendoza 5% (encuesta Ipsos); b) la propia candidatura de Verónika Mendoza que fue de menos a más. Esto demuestra que el Frente Amplio aprovechó muy bien los espacios que habían dejado las exclusiones de Guzmán y Acuña y ello fue posible gracias al carisma de Verónika Mendoza, a su condición de candidata provinciana y a una posición muy firme y clara de que su alternativa era de izquierda. Dicho de otra manera, en esta campaña Mendoza ha logrado perfilar una alternativa netamente de izquierda y una representación que se autodefine como tal. Y eso es, acaso, lo más importante ya que abre la posibilidad de (re)construir una izquierda en el país.
3. Se ha iniciado un recambio generacional en la izquierda que tiene las siguientes características: a) no solo la juventud aludida sino también que muchos de sus cuadros más importantes, como Verónika Mendoza que comenzó a hacer política desde el nacionalismo humalista o Marisa Glave, cuyo primer cargo público electo también fue bajo las banderas del nacionalismo, hecho que obliga a plantearse, por un lado, un balance más sereno sobre la importancia de este movimiento y cuál fue su papel durante estos años y, por otro, cómo dialogar e integrar el nacionalismo, como ideología, al discurso de izquierda; b) es una generación que se destaca por una mayor presencia femenina tanto en la militancia como en el liderazgo político; c) es una juventud que no está atada a los esquemas ideológicos a los que estaba amarrada la «vieja» izquierda que se movía entre el marxismo-leninismo, el maoísmo, el trotskismo y que se definía, por lo general, en función de los grandes debates y corrientes internacionales. Dicho de otra manera, los jóvenes de izquierda no tienen una matriz «comunista ni marxista», por el contrario, han crecido en un contexto en el cual la URSS dejó de existir y el marxismo y el socialismo estaban en crisis. En resumen, no se sienten herederos de la Revolución de Octubre. No son hijos, como diría Eric Hobsbawm, de este siglo corto que comenzó y terminó con el inicio y fin de esa revolución. Su debut como generación lo hicieron luchando por la democracia contra el régimen autoritario de Alberto Fujimori. A ello hay que sumarle la crisis de la socialdemocracia y el apogeo de la ideología y de los programas neoliberales, así como también el liberalismo político que anunciaba el «fin de la historia» y que contribuyó a cuestionar aún más el marxismo.
Y finalmente, algo que es muy importante, esta generación no sufrió directamente los embates ni las presiones de Sendero Luminoso y ni del MRTA que dividieron y paralizaron a la «vieja izquierda» y que destruyó, junto con la represión de las «fuerzas del orden» y otras causas, todo un mundo social al que ellos pertenecían. Por eso tienen una «formación política» distinta. No han pasado por las famosas «escuelas de cuadros» ni por las lecturas de Lenin, Mao, Stalin o Trotski. Incluso desconocían los procesos de Moscú y muchos de ellos se sentían más cerca del «bolivarianismo» que del marxismo. Es decir, salvo el senderismo, no se sentían parte de ninguna corriente ideológica a nivel mundial del llamado mundo comunista. Por eso, también, son capaces de aceptar con más facilidad el tema democrático, la diversidad social y de género, el tema ecológico e indígena, y una mirada teórica que va más allá del marxismo. Además de tener como foco al país en su reflexión y quehacer. Ello les plantea —a los jóvenes— el cómo fundar una nueva tradición que signifique una ruptura y continuidad con la anterior generación, que incorpore a su reflexión la gestión del Estado y que tenga, como uno de sus objetivos principales, ganar el gobierno. Y eso es una tarea que toma tiempo.
4. Como ha sucedido otras veces, lo nuevo —y en este caso estoy hablando de la emergencia de la izquierda en el Perú— se da en un contexto internacional distinto y de retroceso de las experiencias progresistas a nivel regional. Dicho con otras palabras: la izquierda peruana se revitaliza cuando el giro progresista o democrático de la región está llegando a su fin. Ello sucede en Venezuela, Brasil, Argentina y no me extrañaría que algo similar ocurra en Ecuador, ahora golpeado por un terremoto cuyas consecuencias económicas afectarán sin duda al gobierno del presidente Correa.
Esta nueva izquierda está obligada a discutir estas experiencias, algo que en estos años no ha hecho, y debería tomar en cuenta temas como la democracia, los procesos de integración, las relaciones entre el Estado y los movimientos sociales, el papel de la prensa y los medios de comunicación, los tratados y el libre comercio, el papel y el futuro de Unasur, la política exterior peruana en tiempos de globalización, nuestra posición frente a EE.UU. y otros temas. Esta discusión debería darse lejos de toda ideologización y consciente, como ha dicho recientemente François Houtart, que los procesos regionales progresistas o democráticos han sido experiencias posneoliberales y no poscapitalistas como creen algunos. Ello nos abre una nueva perspectiva para discutir, como diría Norberto Bobbio, qué socialismo debe plantear la izquierda en el Perú. Porque la izquierda, como siempre he creído, es socialista.
1¿El despertar de la fuerza popular? Keiko Fujimori y el partido de las paradojas. Meléndez, C. (Ed.), Anticandidatos. El thriller político de las elecciones 2016. Lima: Planeta, 2016.
2Hacer campaña y construir partido: Fuerza 2011 y su estrategia para (re)legitimar al fujimorismo a través de la organización. Argumentos, Lima: IEP, mayo 2011. También: Que la Fuerza (2011) esté con Keiko: el nuevo baile del fujimorismo. El fujimorismo, su organización y sus estrategias de campaña. En Meléndez, C. (Comp.), Post-candidatos: guía analítica de supervivencia hasta las próximas elecciones. Lima: Mitin, 2011.
3«La fragmentación del electorado (y la segunda vuelta)». Disponible en: esahora.pe, abril 13. http://esahora.pe/la-fragmentacion-del-electorado-y-la-segunda-vuelta/
Enviado por Nato Núñez Trin... (no verificado) el
Faltó precisar que la vieja izquierda todavía atada a los discursos de Linin, Mao, Trosky, que no se preocuparon por hacer una interpretación de la realidad peruana con visión de Mariátegui, que existen dentro del FA y fuera de ella, fueron los que no permitieron la unidad de la izquierda, que nos ha llevado hoy sí o sí por tener que optar por la derecha. Es necesario que se profundice esa autocrítica, a fin de poder construir una izquierda acorde con el tiempo