El encanto de las encuestas

El encanto de las encuestas

Ideele Revista Nº 219

Presidente Ollanta Humala, participa en ceremonia de entrega de documentos que marca la recuperación del gas natural del Lote 88 del Proyecto Camisea al consumo interno (Foto: Andina).

Haciendo gala de su aprendizaje político, o aconsejado por alguien, el presidente Humala sale al patio de Palacio de Gobierno y luce a toda su familia. Reparte besos y abrazos después de ver el cambio de guardia. Dos días después se acerca para celebrar el Día Mundial de la Diversidad Cultural. Esto, obviamente, no es espontáneo: parece ser efecto de las encuestas. Todo indica que las cifras son muy importantes para el Presidente, y que está dispuesto a sacarles el jugo. Pero, ojo, que varias veces ha dicho que no gobierna para ellas.

¿Cayó 5 puntos? ¡Entonces, a remontar! Es muy importante mantener ese promedio de 50% de aprobación que acompaña a este Gobierno desde su inicio. Palacio despliega todas sus estrategias para lograrlo.

Y lo que uno se pregunta es: ¿Cómo puede tener 51% de aprobación este Gobierno? Si trató pésimo la crisis de Conga (cayó un Gabinete y aún no hay una solución definitiva); manejó con medias verdades la liberación de los trabajadores de Camisea; calificó de “exitosa” la “Operación Libertad”, cuando dejó 8 muertos; administró con torpeza el último cambio de ministros (Defensa e Interior)… Solo por nombrar los últimos tropiezos.

¿Cómo puede gozar del 51% de aprobación el Presidente de un Gobierno que tiene en el Congreso una bancada a punto de dividirse? Una representación con fuertes peleas internas, con miembros como el Comeoro (Eulogio Amado Romero), la Robacable (Celia Anicama) y el recientemente denunciado por violación Walter Acha. Y, para remate, una bancada que aportó un Presidente del Parlamento nada conciliador y que comete errores como el llamado “Programa de Gestores”, o sugiere ideas como el club de playa para trabajadores, en vez de generar consensos que produzcan leyes necesarias y bien pensadas para nuestro país. ¿Cómo puede tener 51% de aprobación el Gobierno de un Presidente que no soluciona el tema de la inseguridad ciudadana, el narcotráfico y el terrorismo?

Las respuestas a estas interrogantes podrían tener que ver con algunos patrones de la conducta del presidente Humala. Un mandatario que, por ejemplo, se aísla en momentos decisivos. Veamos: Cuando ya había aparecido el SO Astuquillca y cuando el padre del SO Vilca había rescatado ya su cuerpo penosamente, ¿qué hizo el Presidente? ¿Los citó en Palacio para responder por el tema? ¿Reconoció que en pocos meses de gobierno era poco o nada lo que habían hecho en el VRAE? (considerando que es un problema heredado, por supuesto). ¿Pidió el Presidente perdón al padre de los SO Vilca y Astuquillca por el abandono emocional? Nada de eso.

Guardó silencio. Y cuando el clamor por su aparición se tornó contundente, se fue a Chimbote a anunciar la viabilidad del proyecto Chinecas, y dijo allí: “Acá estamos celebrando el desarrollo, pero hay muchachos que están luchando por ese desarrollo y están entregando su vida. Este muchacho valeroso, hijo del pueblo, se ha confirmado que ha entregado su vida heroicamente. Le dijo al otro oficial (Luis Astuquillca) que se salve”. Una declaración cuyo mensaje sería el siguiente: han muerto dos jóvenes, pero el Perú crece económicamente.

Luego se fue a Japón y a Corea por el mismo motivo: el crecimiento económico del Perú. ¿Alguien puede decir que fomentar el crecimiento económico es malo? No. Y ésa es, precisamente, una de las respuestas de la encuesta de Ipsos Apoyo que da a Humala su alta aprobación: el 61% piensa que hizo bien en viajar para “promover relaciones comerciales” con esos países. Para otros, sin embargo, fue un craso error.

Lo mismo pasó con el caso de su hermano Antauro. En marzo de este año el Presidente concedió una entrevista a la periodista Roxana Cueva, la última que ha dado hasta el momento. Cuando se le preguntó por el tema de su hermano y sus privilegios en el penal de Piedras Gordas, a lo que se había sumado el traslado al penal Virgen de las Mercedes, en Chorrillos, el Presidente desvió el tema y se despachó con la recuperación del lote 88. Habló del aseguramiento de reservas por 30 años, la creación de un polo petroquímico y hasta de una ley para masificar el gas junto a un fondo de solidaridad que reduzca el precio en un 50%. Nada menos. Otra vez, la misma estrategia: anteponer un tema económico a uno que revela un mal manejo de las cosas.

¿Cómo puede gozar del 51% de aprobación el Presidente de un Gobierno que tiene en el Congreso una bancada a punto de dividirse? Una representación con fuertes peleas internas, con miembros como el Comeoro, la Robacable y el recientemente denunciado por violación Walter Acha.

Luego el presidente Humala hizo un deslinde con su hermano, su papá y toda su parentela. Y negó haber sabido del traslado al penal Virgen de las Mercedes. Cosa, desde luego, imposible de creer. Así, pues, Humala no solo antepuso el tema del lote 88; tampoco fue capaz de decir: Miren, es mi hermano, es muy difícil para mí abstraerme. He tenido que opinar sobre este traslado a Chorrillos. O, simplemente, hubiera podido decir: Sí, sabía de todo, pues es lógico: se trata de mi hermano. No lo hizo, porque eso se hubiera traducido en menos puntos en las encuestas.

En medio de hechos como éstos, además, Palacio revela otras interesantes estrategias para conseguir la ansiada aprobación. Por ejemplo, anuncia y concreta el aumento del sueldo mínimo vital. ¿Alguien, al momento de una encuesta, puede decir que está en contra de este aumento? No. (Cosa distinta es el real alcance de la medida, pero eso no se pregunta en la medición.)

Lo mismo sucede con el tema de los mineros informales: ¿Alguien puede estar en desacuerdo con que se formalicen? No. Pero, otra vez, en una encuesta no se pregunta por los pormenores de la medida. Y es más que seguro que poca gente conoce los perjuicios de esta actividad, más allá de los mineros atrapados en Ica o de la contaminación ambiental.

Vistos todos estos hechos, uno se pregunta: ¿De qué vale el 51% de aprobación del presidente Humala? ¿Le sirve para que la prensa no lo moleste y sus críticos le den un respiro? ¿Para exhibirlo como un trofeo de guerra?

Hoy, más que nunca, parece que las encuestas no reflejan la realidad, y que el Presidente da mayor importancia al crecimiento económico; así lo revela el que lo ponga como “parche” cuando aparecen temas delicados.

No está mal crecer económicamente; todo lo contrario. Lo que parece fatal es dedicarse solo a eso y no emprender con el mismo empuje la inclusión social, una de las razones por las que Ollanta Humala fue elegido.

A todo esto se suma la poca capacidad del Presidente para ponerse en un justo medio. Hoy gobierna desde la derecha (con el tema económico), pero le falta poner un pie fuerte en la izquierda (en relación con la inclusión social). El Presidente, lamentablemente, pareciera que aún no genera consensos: todo el tiempo se ve en medio de las flechas que llegan de la derecha y la izquierda. Esto genera caos, desconfianza y desgobierno (conflictos sociales).

Cierta vez, una amiga casada me contaba que un guapo actor le proponía tener una aventura. En su afán, él le decía: “¡Pero si tu esposo no va a saber nada!”. A lo que ella respondió: “Pero lo voy a saber yo, que es peor”. Y se negó. Prefirió enfrentar la debacle de su relación matrimonial con su marido. Al final ese valor la pintó ante él como una buena compañera y así solucionaron sus problemas.

Es muy fácil caer en el placer falso y engañoso. Estas encuestas parecen ser ese placer, ese ofrecido amante que le impide al Presidente confrontarse con la verdad, con su pueblo. Lejos de las encuestas. Dar la cara, pintarse como “el hermano de los 30 millones de peruanos” que dijo ser.

Así que el presidente Humala puede salir al patio de Palacio, abrazar y besar a todo el mundo. Lo que no creo es que Ollanta Humala se preste a esta interpretación sin darse cuenta de que, a pesar de su 51% de aprobación, los grandes problemas del país siguen sin afrontase y sin resolverse. Tiene aún tiempo de hacer las cosas de otra manera, señor Presidente.

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En efecto es una desilusión

En efecto es una desilusión saber que este primer mandatario, obedece a indicadores presuntamente numéricos, o que lo importante es el denominado "crecimiento económico", obedeciendo, a la frivolidad de encontrar una encuesta agradable, descuidando las nobles esperanzas de un pueblo, que personificó, en éste, y escudó su esperanza, aletargada de suprimir la desigualdad y el enquiste de pudrimiento del aparato estatal, pues es evidente que todo esto no es ajeno a nuestra realidad, estando vigente y en pleno vigor y potencialmente a futuro, lo expuesto por nuestro pensador nacional Gonzales Prada; que lo que antela a toda acción gubernativa, es la emisión de pus, hecho que el gobierno liderado por este personaje, que no se encuentra a la altura de tal cargo, no ha iniciado o pretende hacerlo, pues su lema fue erradicarla, y que con la deficiencia que muestra, no lo logrará o mermará en lo mínimo; pues lo que ha traslucido y ha dejado entrever, es la de un títere, gobernado por la deslealtad, apuñalando, a su pueblo, el que le facultó representarlo, para luego de ello, aparecer como un vil verdugo, que simulando a Izcariote, ahora, pone el futuro de los por venir, en una tierra con un liquido tóxico, con una tierra infértil, luego del exterminio desplegado por una minería deplorable, como sucede y acontece con la ciudad de Cajamarca, pues las fuentes vitales, han sido exterminadas, pues se erradicó a una de las fuentes mas importantes de dicha ciudad, dejando como legado, agua con pésimos estándares de calidad y no apta para el consumo humano, pues ello, no se pone de manifiesto, pues la pus no se evidencia o no se trasluce, pero que cualquier ciudadano Cajamarquino evidencia, del propio sabor de su liquido elemento que llega a sus viviendas, situación que denotará en un tiempo no muy lejano, la secuela de índices de enfermedad por dicha ingesta; por lo que el clamor de dicho pueblo, es justo y se encuentra amparado en la Ley, pues la prohíbe, de desarrollar actividad minera en cabecera de cuenca.

Entrevista