Los dueños del circo
Los dueños del circo
Nunca hacen pública su adhesión. Se sientan a la mesa pero prefieren los debajo. No se les puede acusar de robar cámara. Todo lo contrario: cámaras no.
Algunos los llaman los dueños del circo, los que ponen la chancaca, los que se portan. Son los que aportan, los financistas. Los invisibles protagonistas de las campañas electorales. Los verdaderos pesos pesados.
Dicen que los políticos, especialmente los outsiders, suelen desembarazarse de los integrantes de su Plan de Gobierno a los dos meses de llegar a Palacio. Pasó con Tsunami Fujimori y con Toledo, y en otros países ni se diga.
Mientras que los integrantes del Plan de Gobierno van perdiendo el poder a medida que se va desgastando el Gobierno, los financistas van de menos a más una vez ganadas las elecciones. Fervor con favor se paga.
“La filantropía no es una característica resaltante en los empresarios latinoamericanos. Las contribuciones monetarias, en dinero y en especies, que incluyen también pagar y poner expertos en mercadeo y medios de comunicación, tienen un solo objetivo: garantizar sus propios intereses. Esto no significa necesariamente que compran al candidato, aunque hay circunstancias en que también ocurre eso, sino que va a haber de todas formas un sentimiento de acreencia y deuda si triunfa”, señala el periodista Gustavo Gorriti.
Papel re-mojado
En el Perú, la historia de la fiscalización de los fondos de campañas electorales es relativamente reciente. Los partidos políticos tienen ahora la obligación de adecuarse a los nuevos reglamentos que les exigen informar de manera precisa sobre sus gastos y cómo los cubren.
Pero en este país las leyes resultan en muchos casos el mejor formato para su evasión práctica. El listado de nombres con una cantidad de dinero al costado y en la otra hoja una perfecta cuadratura de números no es ningún sinónimo de transparencia. Papelito calla, papelito aguanta.
En décadas anteriores la ley exigía a los partidos políticos solo que presentaran un estimado económico. Con la nueva ley, aprobada en el 2003, se demanda que presenten gastos y proyecciones y que detallen sus aportes y aportantes, a la vez que se imponen límites y restricciones. Sin embargo, esta ley tiene más recovecos que el juego del cuy de las tómbolas, tal como lo advierte Carlos Reyna, ex gerente de supervisión de fondos partidarios dela ONPE:
“La Leyde Partidos es muy permisiva y muy porosa. De hecho, solo establece sanciones para muy pocas figuras. Hay una gran cantidad de violaciones que no se pueden sancionar porque la ley no las contempla. La ley establece que la única entidad autorizada para fiscalizar estos informes esla ONPE, pero no la ha dotado de la facultad de sancionar todas las violaciones que se generen”.
Una serie de infracciones se podrían sancionar si hubiera voluntad para hacerlo. Por ejemplo, no puede propalarse más de 5 minutos al día de publicidad televisiva; Keiko, Castañeda, PPK y Toledo sobrepasan por goleada esta cifra. La ley lo prohíbe, pero no establece ninguna sanción. En ese casola ONPEno puede hacer nada.
Las polladas y rifas pertenecen a un rubro de actividades proselitistas que tienen un límite (10 mil soles), largamente superado por Fuerza 2011. Según sus voceros, han recaudado gracias a esta modalidad alrededor de 2 millones de soles.
La cifra que una potencial candidata a la vicepresidencia en la lista de Castañeda dijo en un audio que pensaba donar a la campaña si era incluida en la plancha presidencial (500 mil soles), sobrepasa también el tope de donación individual al año que establece la ley (200 mil soles). Resulta difícil creer que, luego de la difusión del audio, sus correligionarios le hayan dicho “no, gracias”. Pero siempre existen soluciones. Una cantidad se puede dividir en diferentes rubros. Por ejemplo, una casa de playa da para justificar harto. Digo.
La ley que comentamos estableció hace tiempo que el Estado debía entregar a los partidos políticos que hubiesen pasado la valla electoral, y de acuerdo con los votos obtenidos, una cantidad de dinero que los ayudara a sufragar ciertos gastos, tal como ocurre en otros países democráticos. Claro que la ley también señala que esto dependía de la solvencia del erario. Según todos los ministros de Economía tenemos las arcas llenas, pero parece que nunca alcanzará para invertirlas en asuntos menos populares pero igual de graves: la institucionalidad democrática. El asunto puede ser debatible no obstante un factor: el Estado está violando la ley.
Según Reyna, vivimos en un país donde, en materia de financiamiento, todos son transgresores: el Estado, los partidos políticos y la misma ONPE. En este contexto, los flashes cada vez que un candidato presenta una hoja de vida o un informe de gasto tienen más una atmósfera teatral que política. En buen cristiano: nos están tomando el pelo.
“En la práctica, tanto los partidos como el Estado y los organismos encargados de fiscalizar castran la ley y la convierten en un adorno. Los partidos, porque hacen una serie de trampas (tiempo en TV, rifas, etcétera); el Estado, porque no cumple con el financiamiento público a los partidos, y los organismos electorales abdican de sus funciones de fiscalización. No exagero si digo quela Leyde Partidos es un papel mojado en tinta”.
Que te la pongo, que te la pongo
Así como una empresa, una persona o una embajada tienen el derecho de respaldar o achomarse en donde mejor les parezca, los ciudadanos también deben tener la posibilidad de enterarse de quiénes son los que bancan a los candidatos. Más aun si, una vez en el poder, los partidos patrocinados pueden devolver crecido y aumentado el dinero invertido.
El problema es que ese dinero es de todos nosotros. Y es que en el país parece regir la doctrina del prestadito nomás en las campañas electorales. En el reino de la antipolítica, ¿a santo de qué tanta inversión? O, mejor dicho, ¿a cuenta de qué?
En esta campaña electoral, las cifras exhibidas y previstas son ridículas. La mayor llega a tres millones soles. Aquí algunas frases exquisitas:
–“Hemos hecho un sorteo a nivel nacional que nos permitió recolectar dos millones de soles” (Keiko Fujimori).
–“Ahora estoy vendiendo mi casa en la playa para poder seguir caminando. Ésa ha sido la principal fuerte de recursos” (PPK).
–“Yo le propongo, si usted me da la vicepresidencia, yo le doy medio millón de soles, y aparte yo hago mi campaña. Yo me encargo de hacerle campaña e invertir unos 100 mil soles en Piura y 100 mil en Cajamarca” (Rosa de Acuña).
–“Toledo gastará S/.4 millones durante la campaña electoral”.
–“Keiko Fujimori estima que gastará 3 millones 600 mil soles en campaña electoral”.
Algunas personas consultadas sobre el tema aseveran que lo que se gasta en una campaña es efectivamente entre 3 y 5 millones. Pero de dólares.
Si revisamos un poco nuestra historia, no tendríamos que esforzarnos mucho para encontrar motivos para ser suspicaces. Ni bien recuperada nuestra bisoña democracia en 1980, uno de los grandes financistas de la campaña que apuntaló al candidato aprista Armando Villanueva fue el narcotraficante Carlos Lamberg. El periodista Gustavo Gorriti investigó ese episodio:
“Para las elecciones de 1980, cuando Villanueva fue candidato del APRA, circularon rumores de que había un empresario peruano que había llegado de México con una fortuna de fábula y que estaba aportando muy fuerte. Según información que se manejó después, sirvió para pagar una cantidad importante en esa campaña, y, una vez terminada ésta, quedó una influencia cada vez más creciente de Lamberg sobre el APRA, al punto que controlaba todo lo que pasaba en Alfonso Ugarte. Incluso adquirió Villa Mercedes, el lugar donde había residido Haya dela Torre. Muchosimportantes líderes apristas, como Idiáquez y León de Vivero, trabajaban para Lamberg”.
En cuanto a la década de 1990, la del fujimorismo, los vladivideos han documentado hasta el hartazgo la manera como el Doc se las ingeniaba para conseguir financiamiento para la campaña:
Sally Bowen:
La bolsa era para pagar a los propietarios de los medios de comunicación que debían respaldar al candidato-presidente Alberto Fujimori. La historia de los dineros a Crousillatt, Ernesto Shütz y el regalazo del canalazo a los hermanos Winters tienen un argumento electoral, no lo olvidemos.
En las elecciones del 2006 el financiamiento de las campañas se empezó a debatir en serio. Pero, como sucede con tantas cosas que se debaten a seño fruncido en nuestro país, se convierten en arbustos que no permiten ver el bosque.
Al candidato Ollanta Humala se le endilgó el apoyo de Hugo Chávez, sin duda con razón. En esos tiempos no había crisis mundial, y el Presidente venezolano gustaba de escoger candidatos preferidos en cuanta elección se produjera. La lista de los “favoritos” de Chávez es bastante variada. Desde Ortega hasta Kirchner. De Correa a Lula. Ollanta fue su elegido en el Perú. Apapacho rochoso que resultó ser de oso. El apoyo de comandante a comandante crecía mientras los votos del militar peruano se achicaban.
Alguien le hizo creer al venezolano que su público respaldo iba a hacer crecer como espuma a los partidarios de Humala. Alguien le hizo creer al peruano que mejor no deslindara con Chávez. Como dijo la historia, ambos se equivocaron. La derrota de Humala tuvo sabor bolivariano.
El carajo de Tapia (“Que Chávez se vaya al carajo…”) llegó muy tarde; tanto que nadie lo oyó. La prensa, en ese entonces, se había congarciado.
Entre tanto chavismo y deschave, nadie quiso percatarse de otro tipo de solidaridades. Esta vez del Oriente Lejano: la gran China. Mientras un García agitaba el pañuelo diciendo “no a la intromisión extranjera en nuestro país”, con la otra mano recibía una buena donación del gigante asiático. Que después se haya firmado un controvertido TLC con este país no fue, por supuesto, tema para el cotidiano cuadro de comisiones.
En esas mismas elecciones en las que le hicieron callejón oscuro al comandante, nadie reparó tampoco en una denuncia periodística quela ONPEse negó a investigar. Se trataba de un jubilado a quien le habían endosado el aporte de 30 mil soles para la campaña del presidente Alan García. El buen señor nunca había visto siquiera la décima parte de esa suma en toda su vida.
Las campañas electorales apristas siempre se han caracterizado por tener episodios dramáticos en temas de financiamiento. Aunque a veces el pastel se quema antes de meterlo en el horno. El ex premier Jorge del Castillo, quien pretendía ser el sucesor de García en el Gobierno, tuvo su Waterloo en el famoso caso de los “petroaudios”, en el que se le involucraba con oscuros negocios. Una parte de las ganancias iba a servir para cubrir su campaña presidencial.
Tutili-mundi
Sin embargo, las veleidades en estos certámenes no son patrimonio peruano. Brasil y Argentina han vivido experiencias similares. En el país de Lula y Pelé, grandes son las peleas por contentar las siempre sedientas necesidades de los candidatos.
Se afirma que en las últimas elecciones las empresas hidroeléctricas terminaron financiando las campañas. ¿Podría preverse un escenario en el que uno de los candidatos ganadores con dinero de estas empresas cuestione alguno de los beneficios que se les otorgan? ¿Y que si el partido ganador apoya a un partido de un país vecino en el cual tiene intereses la empresa que tanto lo apoyó en la campaña?
Pero a estas alturas, con un Humala con síndrome de enanismo, nadie se preocupa por sus relaciones internacionales. Además, a la mayoría del stablishment la hermandad con Lula le resulta mucho más digerible que el apapacho de Chávez en los veranos pasados. Sin embargo, los intereses brasileños en la región, y específicamente en el país, están ávidos y coleando.
“En cuestión de financiamiento, olvidémonos de los gringos y de Chávez; por el momento, la más grande inversión es la brasileña, por toda esta vaina de pretensiones de gran potencia. Es mil veces peor que la de Venezuela. ¿Díganme el nombre de una empresa venezolana en el Perú? ¿Y el de una brasileña? Ufff, son monstruos: tienen inversión en puertos, en hidroeléctricas, enla Interoceánica, en el tren eléctrico, en cervecería. Y no hay escándalo, porque estas empresas brasileñas son clientes de los medios de comunicación y de los bancos que publican en estos medios. Ollanta viene hablando del apoyo del PT en varios idiomas. A Toledo la empresa Camargo le ha hecho una donación y ambos lo han admitido. Ninguno de los que había hablado contra Chávez dice nada de lo de Brasil, porque hay un tramado de negocios con ellos”, afirma Carlos Reyna.
El financiamiento de extranjeros en elecciones nacionales no es cuento nuevo. Ha ocurrido desde siempre y no conoce linderos. Basta hacer un repaso por las contribuciones de la ex URSSS o China a los partidos de izquierda. Además, en una sociedad globalizada es complicado establecer qué es dólar, sol o euro. Si no se puede prohibir, lo que sí se puede es exigir cuentas claras y calatas.
En Argentina aún se sigue hablando del escándalo de la maleta. En plena campaña electoral para definir si Cristina Kirchner sucedía a su esposo Néstor enla Casa Rosada, se encontró una maleta cargada de dinero. Las investigaciones no tardaron en rastrear a los bondadosos remitentes. Hugo Chávez, de esa manera, se hacía también presente en la campaña gaucha.
En Colombia, el narcotráfico fue el artífice de campañas electorales, futboleras y faranduleras. Se decía, con respecto a este financiamiento, que quien no caía al menos resbalaba. Le pasó al presidente Samper, quien fue acusado de utilizar fondos del narcotráfico para su campaña electoral. Posteriormente, muchos de los que participaron en ella fueron encarcelados.
Los que mandan
En nuestro país, el financista por excelencia es el empresario Dionisio Romero. Al dueño del Banco de Crédito le gusta apostar a ganador, y en un país tan caprichoso como el nuestro eso significa jugar las fichas a varios candidatos. A todos los posibles, si es preciso, tal como él mismo lo relata:
“En la primera [campaña electoral] que financiamos les dimos la misma suma a los tres principales partidos. Ello fue cuando regresó la democracia. Y se lo dijimos a los tres, lo cual les cayó pésimo”.
Lo curioso del caso es que cuando uno revisa la lista de contribuyentes de los partidos políticos, el nombre de Dionisio Romero no aparece ni en fe de erratas. ¿La famosa mano invisible? A lo mejor el hombre es demasiado discreto y no le gusta que su nombre esté apareciendo en esas hojas amarillentas que exigen ahora los pesados del Jurado Nacional de Elecciones.
El asunto de los informes no es sin embargo cosa de gustos. Sacarle la vuelta a la ley es el pasatiempo favorito de políticos y empresarios. A algunos políticos peruanos les encanta citar los ejemplos de Chile y Brasil en los temas que les apetecen, pero ¿por qué no aprendemos también de ellos en temas fundamentales como éste?
En esos países hay límites a los gastos electorales globales y existen los mecanismos para investigar y verificar las sumas de dinero que se obtienen. De igual manera, solo puede pasarse propaganda electoral televisiva en la franja electoral, que todos los canales de señal abierta tienen la obligación de ceder, ya que se entiende que las ondas electromagnéticas son propiedad del Estado.
Claro que, como en otros ámbitos, nada es perfecto. En los Estados Unidos, si fallas al presentar los informes de campaña el Estado retira el financiamiento. Los partidos políticos dicen entonces “mejor para mí”, porque ganan más con lo que les financian las empresas privadas.
Aunque la palabra transparencia haya sido una de las más manoseadas en estos últimos años, en el caso de las finanzas de las campañas urge convertirla en verbo y sustantivo. Es crucial su importancia a la hora de cruzar las coordenadas entre beneficiarios de leyes y benefactores de campañas, como hicieron en Brasil, tal como lo relata Gustavo Gorriti:
“En Brasil, por ejemplo, donde es necesario documentar los aportes, unos periodistas cruzaron, con ayuda de bases de datos, información masiva de campañas presidenciales, estaduales y congresales de varios candidatos junto con las declaraciones juradas de varias compañías; y una de las cosas que lograron establecer fue que aquellos candidatos que habían sido apoyados por las grandes instituciones banqueras o financieras habían terminado, en el Congreso, enla Comisiónde Economía y Finanzas. Aquellos que habían sido apoyados por las grandes compañías de ingeniería civil, como Odebrecht o Camargo Correa, terminaron enla Comisiónde Obras Públicas. No se ha hecho ningún estudio parecido en el Perú, de modo que la información que se tiene es apenas anecdótica”.
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De momento, lo primero que se debe hacer es que se cumplala Leyde Partidos Políticos e implementar a los organismos encargados de las herramientas necesarias. Luego, aprender de otras experiencias, como poner topes al dinero empleado en la campaña electoral y limitar el uso de los medios de comunicación.
Es irreal prohibir que particulares, sean éstos empresarios peruanos o extranjeros, participen en las campañas electorales o en la vida de los partidos, y que hagan lo que mejor saben hacer. Si ello es legítimo (y está bien que lo sea), lo es mucho más el derecho de la gente a enterarse de quiénes son los que financian al partido de su preferencia.
¿Dime quién banca y te diré qué quieres? La pregunta es para los dueños del circo.