Vejadas

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Ideele Revista Nº 214

Castigadas por ser madres. Violadas. Acosadas. Sistemáticamente hostigadas. Así han sido (y siguen siendo) maltratadas muchas de las jóvenes cadetes de nuestras Fuerzas Armadas. Sus casos merecen toda nuestra atención.

Lo barrerás (bajo la alfombra)
A la joven D. B. H., una cadete de la Escuela de Oficiales de la FAP, le tocaba hacer guardia esa noche. Todos habían salido de franco y la Escuela estaba casi vacía. Por eso nadie escuchó sus gritos de auxilio cuando, de pronto, el alférez Jesús Ferreyra Gala la sujetó con fuerza. Tampoco cuando la violó, ni cuando la amenazó con mover sus influencias en la FAP si intentara denunciarlo.

Pero no calló. Y por eso la castigaron.

Todavía perturbada por lo ocurrido, la joven cadete retornó a la escuela. Fue entonces cuando la señalaron como traidora. Era una mujer marcada a quien solo le faltaba la letra escarlata. ¿Su pecado? Haber denunciado los hechos; peor aun: ante las autoridades civiles. ¿Su castigo? Maltrato incesante. Llegó la humillación, la mofa y el escarnio.

“Fue víctima de hostigamiento. La aislaron, hicieron que sola llevara todas sus clases y, además, la sancionaron en varias oportunidades. La FAP ha hecho en todo momento espíritu de cuerpo con el acusado,” señala Ivonne Macassi, abogada de la ONG Flora Tristán.

Ante tanta indiferencia y tanto agravio, en febrero del 2008 la madre de la cadete decidió hacer pública la violación que había sufrido su hija. Sus declaraciones desataron la ira del entonces ministro de Defensa, Ántero Flores Aráoz, quien señaló que no era “el ángel de la guarda de la cadete” y que “la FAP no se [iba] a dejar presionar”. Sin embargo, poco después de que la madre acudiera a los medios de comunicación, Ferreyra, quien para ese entonces había sido ascendido a teniente, fue expulsado del instituto castrense.

Finalmente, a mediados del año 2009 la cadete D. B. H. fue dada de baja. Se la declaró no apta, con el argumento de que presentaba perturbaciones psicológicas. La resolución se fundamenta en un intento de suicidio que, según la FAP, no sería consecuencia de lo ocurrido en sus instalaciones militares.

“Si bien es cierto que la responsabilidad individual la tiene el agresor, corresponde a la FAP una responsabilidad institucional. No se tomaron las precauciones necesarias. La cadete, por ejemplo, ya había sido acosada por Ferreyra y había dado cuenta de ello. Sin embargo, no se hizo nada. Y esa noche las habitaciones en las cuales las cadetes descansaban no tenían ninguna seguridad”, refiere Macassi.

Más de dos años después de ocurridos los hechos, la justicia sigue haciéndose esperar. El 16 de junio pasado Ferreyra no se presentó a la lectura de sentencia. Fugó.

“Ha sido declarado ‘reo contumaz’. Es decir, Ferreyra está prófugo de la justicia. Tiene orden de captura y mientras él no se presente, no conoceremos la sentencia”, señala Macassi, abogada de la joven cadete.

No tendrás hijos (si eres mujer)
Le faltaba cursar un año para terminar la carrera cuando, el último septiembre, fue expulsada del Instituto Superior Tecnológico Naval (CITEN). Jackeline Velarde, de 19 años, no sabía que estaba embarazada. Como cualquier otro cadete, cumplía con su rutina: corría, nadaba, realizaba sus ejercicios de defensa personal. Los primeros cólicos de parto llegaron la noche del 5 de septiembre del 2011. Apenas tuvo el tiempo de levantarse de su camarote, y terminó dando a luz en un almacén de la Escuela Naval.

Por ello, tras iniciarse un proceso administrativo disciplinario y en aplicación de un reglamento interno del centro de formación militar, fue castigada con su separación definitiva. ¿Su imperdonable falta?: convertirse en madre. Está estrictamente prohibido.

¿Puede tener algún grado de razonabilidad una interdicción de este tipo? Según nuestra Constitución, el Tribunal Constitucional (TC) y una serie de tratados internacionales que el Perú ha suscrito y ratificado, la respuesta es un no categórico.

“Es una indignación total. La llamada ‘disciplina’ y los reglamentos discriminatorios no pueden vulnerar los más elementales derechos constitucionales. Toda persona tiene el derecho al ejercicio de sus derechos sexuales y reproductivos, a la educación y al trabajo. Ningún cadete masculino ha sido expulsado por ejercer su derecho a la paternidad. ¿Qué culpa tiene la mujer por el simple hecho de ser mujer?”, refiere Walter Chinchay, el abogado de Velarde.

“La cadete Velarde fue dada de baja por incapacidad psicosomática, o sea, por ser incapacitada físicamente. Pero la pregunta es: ¿acaso el embarazo es una incapacidad permanente e irreversible?”, se pregunta Chinchay. Pues no: hasta donde sabemos, la maternidad no causa estragos o trastornos físicos permanentes. Ni —menos— disminuye el coeficiente intelectual.

Según el letrado, es necesario que la normativa que regula el actuar de los cadetes y oficiales de las Fuerzas Armadas se adecúe a la normatividad vigente. En España o Argentina, por ejemplo, las estudiantes embarazadas se limitan a llevar cursos teóricos, o salen de licencia mientras dura su periodo de gestación y se reincorporan después de terminado.

La cadete Velarde fue dada de baja por ser incapacitada físicamente. Sin embargo, hasta donde sabemos, la maternidad no causa estragos o trastornos físicos permanentes. Ni —menos— disminuye el coeficiente intelectual.

 

No nos afrontarás (o te destruiremos)
Tras ser interpuesta y admitida una acción de amparo en el 10.º Juzgado Constitucional de Lima, la cadete Velarde se reintegró al CITEN a inicios de noviembre. Sin embargo, también a ella, como a la ex cadete D. B. H., le llovieron castigos.

Según Rocío Villanueva, viceministra de la Mujer, “la pesadilla [aún] no termina para la cadete Velarde”, quien fue “sancionada bajo arresto de rigor [16 días sin salir de la Escuela] por una supuesta falta durante su turno de guardia”.

“Sabían que no la podían expulsar del CITEN por salir embarazada, pero sí podían hacer de su vida un infierno. Pretendieron hostigarla hasta que se salga de la Escuela”, refiere Chinchay.

Pero destruir a la cadete, física y psicológicamente, no resultó necesario, porque fue expulsada del CITEN el pasado 15 de noviembre. Esta vez, no por su embarazo sino por fraude. Se acusa a Jackeline de haber logrado ser suplantada por otra alumna al momento de realizar una prueba ginecológica, lo cual, por ser una falta de lealtad y de disciplina grave, es causal de baja.

Según Chinchay, se trataría de otra maniobra. Porque, como señala el letrado, “cualquiera sea la forma, se quieren deshacer de ella”. “Ellos alegan que mi clienta, tras rogarles a 5 de sus compañeras, consiguió que una de ellas la suplantara al momento de los exámenes ginecológicos. Sin embargo, resulta que la cadete Nataly Ureta, la supuesta suplantadora, admitió haber mentido por presión de oficiales de la Marina. Le dijeron: ‘No te preocupes, te ayudaremos; solo debes decir que sí pasaste el examen por ella’. Posteriormente, la cadete Ureta se retractó y ahora ella también ha sido dada de baja”, señala el abogado Walter Chinchay.

Vaya espíritu de cuerpo.

No ascenderás (porque es cosa de hombres)
Son pocas las alternativas de especialización por las que las mujeres pueden optar dentro de la carrera militar. ¿La infantería, la caballería, la artillería, los submarinos, la defensa aérea y el buceo?: vetados para las mujeres. A lo macho no más.

Pero las puertas no solo están cerradas a opciones de especialización: también a los mayores niveles del escalafón.

“Los grados y puestos más altos en los institutos armados suelen ser asignados al personal formado en especialidades relacionadas directamente con el combate, ámbitos en los que la institución militar no da cabida a la mujer”, señala la abogada Ana María Tamayo, responsable del Área de Defensa y Reforma Militar del IDL.

“En el Ejército, por ejemplo, las mujeres solo pueden ingresar a las armas de Ingeniería y Comunicaciones, y en los últimos veinte años el 60% de los comandantes generales de este instituto han provenido de las armas de combate, y ninguno del arma de Comunicaciones”, precisa Tamayo.

Decir que en nada ha avanzado la integración de las mujeres en las Fuerzas Armadas sería mentir. Pero apenas. Queda claro que aún hay un largo camino por recorrer en la institucionalización de la equidad y el reconocimiento de las capacidades militares de las mujeres.

Los casos de las cadetes Bazán y Velarde no son excepcionales, ni únicos. Al contrario.

S. R.
Esta joven soldada del Servicio Militar Voluntario denunció haber sido violada por el mayor EP Miguel Gómez Ormeño. Habría sido drogada en el Cuartel Hoyos Rubio del Rímac, y luego trasladada a un hotel donde fue ultrajada.

S. C. Y.
Presuntamente violada por el entonces director de la Escuela Técnica del Ejército, el coronel Marco Vilela Seminario.

Mariluz Mirano
Ex cadete de la Escuela de Suboficiales de la Marina. Fue expulsada bajo la causal “inaptitud psicofísica de origen psicosomático”. Estaba embarazada.

Andrea Zapata
Cadete de segundo año en la Escuela Naval del Perú. Sufrió abuso de autoridad y acoso por parte de un capitán de navío. Fue expulsada tras denunciar los hechos.

Karla Vargas
Cadete de la Escuela Militar de Chorrillos. Denunció acoso sexual perpetrado por dos oficiales del Ejército. Faltando dos meses para su graduación como subteniente fue expulsada.

Las cadetes Martínez, Caicho y Castillo
Fueron dadas de baja del CITEN por estar embarazadas.

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