Llegando, llegaste

Llegando, llegaste

Rocío Aliaga Periodista
Ideele Revista Nº 225

Hay 167 conflictos sociales activos en el Perú (Foto: actualidadambiental.pe).

Llegamos a diciembre y la ciudad se envuelve en un clima de inalterable optimismo. Las casas, las calles, los centros comerciales se van llenando de luces y agudas melodías que nos hacen tan lejanas las voces que se escucharon desde Bambamarca hasta Celendín, desde Espinar hasta Madre de Dios.

Los 167 conflictos sociales activos, según el último reporte de la Defensoría del Pueblo, se confunden ahora entre las ofertas y el frenesí navideño. El silencio palaciego arropado por los “altos índices” de aprobación se siente menos. De hecho, pareciera que el Presidente, cansado de “trotar” los temas, llega a fin de año sin aliento pero la sonrisa oportuna y el gesto amable de su compañera, casi casi ya confirmado relevo, lo sigue surtiendo de oxígeno, lo que termina haciendo de la pareja presidencial un excelente equipo de postas. Equipo que de momento se concentra en no alterar la aparente velocidad y altura de crucero de nuestra economía nacional: “My Precious”. 

No muy lejos, en la misma Plaza Mayor, el equipo de Susana Villarán llega al último mes del año afrontando la peor crisis (anunciada) desde que asumió la gestión. La que, no podemos negar, padeció de un aletargado comienzo pero que en cuestión de meses inició una pequeña Gran Transformación al poner en agenda los temas que se habían casi institucionalizado como el agobio “formal” de nuestra capital. Pese a ello, la reforma del transporte y el rescate de la ciudad compiten ahora con la agresión registrada la tarde funesta de la primera incursión en La Parada, que, al no esclarecerse del todo, y pese a que se logró el increíble traslado a Santa Anita, ha dejado la sensación de que se juega un “Susana contra Susana”.
 
Los intereses que buscan la derrota municipal son tan evidentes como lo son de impresentables el par que la pregona; aun así, advertidos de lo obvio, parece que todavía no sabemos reconocer el orden como la vía más fluida y no hacemos más que tocar el claxon a ver qué pasa. Resulta irónico que, en su lucha por reordenar la marea insoportable del transporte en Lima, a la alcaldesa le toque ahora “meter el carro” para no pecar de naïve (o, mejor dicho, de “caña monse”) frente a los conatos de sabotaje (hoy revocatoria) que se azuzaron en los espacios que dejaron las buenas intenciones.
 
Llegamos a diciembre y los temas que debieron haber llegado resueltos buscarán más plazos o, en buena cuenta, seguirán esperando (Defensor del Pueblo, magistrados del TC y directores del Banco Central de Reserva), mientras un expediente acapara la atención y presiona por volver a casa esta Navidad. En tanto, todavía no se cae bien en cuenta de que el Movadef —o Sendero Luminoso— traerá, a la larga, más víctimas que el dengue, pues, como el Aedes Aegypti, crece en el agua —en este caso de ignorancia— empozada, y de años.
 

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