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Hay eventos cruciales en los países, que marcan un rumbo diferente en la historia y permiten hacer un alto y dar curso a una nueva forma de vida de la sociedad. La II Guerra Mundial es un ejemplo de ello: tuvieron que morir millones de personas para que se fundara Naciones Unidas con la firma de la Carta de San Francisco. Como sabemos, esa comunidad de naciones tiene como objetivo, entre otros, preservar la paz y la seguridad, pero su misión fundamental es la observancia de los derechos humanos en todos los pueblos de la Tierra.
En nuestro país, este último 10 de agosto se cumplieron 10 años de la entrega del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR). Como tantas otras efemérides, el hecho podría haber pasado desapercibido; sin embargo, no ha sido así. Por ello, antes de que los grandes y urgentes problemas de nuestro país desplacen este aniversario, pues en el Perú lo urgente siempre desplaza a lo necesario, me permito hacer algunas reflexiones luego de unas pocas semanas.
Un hito fundamental en la historia del ejercicio de los derechos humanos y derechos civiles de la población afroamericana sucedió hace 50 años, un 28 de agosto, cuando el doctor Martin Luther King, ante más de 200 mil personas, pronunció, frente al Lincoln Memorial en Washington, su célebre frase, que habría de convertirse en la filosofía de vida de muchos jóvenes en las generaciones venideras: “Tengo un sueño”. Precisamente, un 28 de agosto, tres décadas después, mes de los vientos en esta parte del mundo, se entregaba el Informe Final de la CVR al entonces presidente, Alejandro Toledo. Ambos hechos, el de King y el de la CVR, se levantan hoy en día como una sola voz ante la discriminación y la segregación racial.
Es cierto que los antecedentes de ambas realidades no son los mismos, pero la violencia fue el común denominador, y las víctimas estuvieron entre los ciudadanos más excluidos y olvidados de las políticas públicas, ajenas al ejercicio de sus legítimos derechos. La población de raza negra, como la llamaba King sin disimulo, sin eufemismos ni palabras altisonantes, fue su leitmotiv. Eran personas que no podían votar, ni sentarse al lado de un blanco en un autobús. King les dio una esperanza pero, sobre todo, logró una realidad. Logró su sueño, el sueño de millones: “Sueño que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el cual no serán juzgados por el color de su piel, sino por la fuerza de su carácter”, dijo aquella vez. Y por su sueño murió, a balazos. Otras figuras emblemáticas en estas luchas por la equidad y que han inspirado estos altos valores son el Mahatma Ghandi, Nelson Mandela, Martín Baró en El Salvador, entre muchas otras que, silenciosas, los acompañaron.
Regresando a la escena peruana, las palabras de Salomón Lerner al entregar el Informe de la CVR expresaban el espíritu de todos aquellos que colaboramos en este esfuerzo de búsqueda de la verdad. Lerner recogía también este mensaje de los luchadores por la paz; en sus palabras se traslucía el sueño de que el Perú de hoy sea “un país de seres humanos iguales en dignidad, en el que la muerte de cada ciudadano cuenta como una desventura propia, y en el que cada pérdida humana —si es resultado de un atropello, un crimen, un abuso— pone en movimiento las ruedas de la justicia para compensar por el bien perdido y para sancionar al responsable”.2
Como peruanos tuvimos un proceso inédito en nuestra historia, lo que hace loable que se haya puesto en la agenda pública el trabajo de la CVR y que no haya pasado desapercibido en los medios ni en las instituciones. Sin embargo, como diría Vallejo, hay, hermanos, muchísimo que hacer.
La memoria no es suficiente; además, se deben implementar las políticas públicas establecidas a través del Plan Integral de Reparaciones
Lo triste de este momento es que pareciera que los principales actores de esta etapa sombría, los que sufrieron, siguen espectando rigurosos debates académicos, esperando a que se resuelvan enfurecidas polémicas cuestionando el Informe: que si fue hecho por “caviares”, que si hubo candidez o parcialidad, que si la metodología fue apropiada o no, que si estamos hablando de una historia oficial… hasta resentidas voces que claman el no haber sido consideradas o haber sido llamadas tardíamente.
Lo cierto es que quienes acompañamos a las víctimas en sus procesos de recuperación emocional nos sorprendemos en estos momentos de la escasa empatía que muestran algunas —no digo todas— estas voces. Nos preguntamos si alguien ha pensado qué estarán sintiendo las personas que en muchísimos casos, valientemente, salieron del silencio y pudieron encontrar oídos por parte de un Estado que las tuvo olvidadas tanto tiempo. En este sentido, Theidon afirma que: “[…] en contraste con los procedimientos legales y con los cuestionamientos agresivos que los caracterizan, las comisiones de la verdad son consideradas como ‘víctimo-céntricas’ o ‘amables con las víctimas’ dado que incluyen una escucha empática antes que una adversa hermenéutica de la sospecha”3. Los casi 70 mil testimonios recogidos en este inmenso esfuerzo por acercarse al dolor y al sufrimiento representan a nuestros compatriotas que históricamente fueron excluidos, como lo fueron los ciudadanos negros perseguidos por el Ku Kux Klan en los Estados Unidos, o quienes buscaban su independencia en la India y en la Sudáfrica de Mandela.
Una reflexión a esta actitud es que quizá estamos hablando de lo que Freud llamó “lo ominoso”, aquello familiar que no podemos ver y nos angustia, pues muestra aspectos terroríficos de nosotros mismos que preferimos ignorar. Ante estos ataques, Lerner manifiesta que “[…] las voces de peruanos anónimos, ignorados, despreciados, que se encuentran recogidas en estas miles de páginas, deben ser —son— más altas y más limpias que todas aquellas voces que, desde la comodidad del poder y del privilegio, se han apresurado a levantarse en las últimas semanas para negar de antemano, como tantas veces ha ocurrido en nuestro país, toda credibilidad a sus testimonios y para cerrar el paso a toda corriente de solidaridad con los humildes"4.
A pesar de ello, debemos reconocer la presencia del Estado a través del Ministro de Justicia, quien informó de los avances del Gobierno en la implementación de las recomendaciones dadas al Estado por la CVR. Por otro lado, el Ministerio de Cultura declaró Monumento Nacional al Ojo que llora, reconociendo de esta manera a este espacio de reparación simbólica, considerado tan polémico por algunos. Por su parte, la Municipalidad de Lima tuvo una emotiva ceremonia en la que otorgó la más alta condecoración a la señora Angélica Mendoza, a quien tuve el honor de acompañar en la Audiencia Pública y a quien con un silencioso abrazo le pude trasmitir mi admiración por su lucha, así como al doctor Salomón Lerner Febres, quien se ha mantenido presente en el proceso post-CVR del IDHEPUCP5.
No debemos olvidar que el rol del Estado en estos momentos implica el reconocimiento de los hechos, la justicia, la reparación y las disculpas que las víctimas necesitan para sentir que son parte de la nación. Ése es nuestro sueño, el mismo que el de Luther King: que seamos un país donde se respete la dignidad de las personas, sin distinción, porque todos somos iguales, porque el Perú nos pertenece a todos. No obstante, la memoria no es suficiente; además, se deben implementar las políticas públicas establecidas a través del Plan Integral de Reparaciones. Y si la memoria, también tan necesaria, les falla a algunos, recordemos los versos del querido Benedetti:
El olvido no es victoria
sobre el mal ni sobre nada
y si es la forma velada
de burlarse de la historia
para eso está la memoria
que se abre de par en par
en busca de algún lugar
que devuelva lo perdido
no olvida el que finge olvido
sino el que puede olvidar.
No finjamos, peruanos y peruanas. El olvido nos hace cómplices.
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2 Discurso de presentación del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Tomado de: < http://www.cverdad.org.pe/ifinal/discurso01.php>.
3 Theidon, Kimberly (2006). “Género en transición: Sentido común, mujeres y guerra”. Traducido por Natalia Cler Pereira. Cuad. Antropol. Soc. [online], número 24, pp. 69-92. Disponible en: <http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1850-275X200.... ISSN 1850-275X>. Fecha de la consulta: 25 de agosto del 2013.
4 Discurso de presentación del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, ibid.
5 Instituto de Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú, creado luego de que la CVR culminó su labor.
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