Pre y posverdad de un suicidio

Pre y posverdad de un suicidio

Ernesto de la Jara Abogado. Fundador y exdirector del Instituto de Defensa Legal. Actualmente se desenvuelve como abogado independiente, profesor en la PUCP y especialista en temas sobre el sistema de justicia
Ideele Revista Nº 285

Antes que Alan García vaya preso, él hará que “arda Troya”, era lo que muchos decíamos.

 La posibilidad de su detención venía desde tiempo atrás, pero pasó a ser  inminente cuando  se hizo público que “Chalán” Nava, exsecretario general de la Presidencia de la República, en tiempos del segundo gobierno de García, había recibido más de 4 millones de dólares procedentes del Sector de Operaciones Estructuradas de Odebrecht, durante dicho gobierno.

 Pero una cosa es que se viniera la orden de detención, y otra que García se fuera a dejar capturar, poner las esposas y llevar a la  carceleta.

 ¿Estaba cantado, entonces, su  suicidio?

De ninguna manera, pero sí se podía esperar otro tipo de maniobras, más acordes con la  historia y estilo del personaje. En eso estábamos pensando los que creíamos que  él haría arder Troya antes de su  detención.

 Ya había intentando infructuosamente la vía del asilo en Uruguay, por más difícil que fuera  su montaje, ya que era casi imposible que internacionalmente se le creyera  que él era un perseguido político del gobierno de Vizcarra.

 Con esta misma actitud temeraria podría haberse fugado antes,  o tener todo planificado para hacerlo en el momento que le avisaran que el mecanismo de la detención se haba puesto en marcha. Lejos de sus captores, podría haber intentando fugarse por alguna de nuestras porosas fronteras (si lo había hecho Hinostroza, porqué no él), o intentar que la tierra de nuestro Perú profundo se lo tragara , con la ayuda de su partido o de de sus  muchos amigos.  

 Tampoco hubiera sido raro que apareciera algún juez declarando a su favor un recurso legal, al igual que cuando consiguió mediante un amparo salvarse de las acusaciones que el Congreso había formulado contra él por los miles  de narcoindultos presidenciales que concedió. Los jueces y fiscales apristas  no tendrán la fuerza de antes, pero allí están siempre listos.

 “ Incendiar la pradera” política era otra posibilidad, y en realidad  los apristas, con Alan a la cabeza, ya lo habían comenzado a hacer, conjuntamente con el fujimorismo,  por dos vías. La primera consistía en hacer creer que  Vizcarra estaba tratando de cerrar el congreso para eliminar a la oposición y quedarse en el poder, y la segunda, en impulsar nuevamente la vacancia  presidencial, acusando a Vizcarra de golpista o de corrupto, en base a una serie de acusaciones sobre la relación de sus empresas con Odebrecht,  las cuales también se habían empezado a hacer. Total, estando como estamos, no es tan difícil empujar al país hacia un río revuelto en el que cualquiera pueda pescar.

La posibilidad del suicidio, más bien, nadie la sospechó ni remotamente. Los mismos fiscales y policías a los que se les encargó el operativo de la detención, de hecho fueron preparados para un intento de fuga o forcejeo mediático, pero eso de que García se metería un tiro en la cabeza no estaba en el imaginario de nadie.

Habían muchas razones para que ni se nos cruzara por la mente. El día anterior había dado una entrevista a RPP, en la que si bien, en ningún momento reconoció  que su detención era segura (“Muchas veces he escuchado eso y nunca se ha cumplido”, dijo cuando se le preguntó por su posible detención preliminar)Final del formulario, se le notó como resignado a aceptar lo que se pudiera venir (“… y si la patria llega a convencerse de que tengo algo qué pagar, pues es la patria, así como la he servido y he hecho cosas por ella, no estoy aquí para refunfuñar

y odiar”).

 Por otra parte, quién podía imaginar: ¿Alan García atentando contra la vida de Alan García? Más fácil era pensar en Alan García haciendo cualquier cosa por salvar la vida y hasta el último pelo de Alan García.

 Se dice que su narcisismo y ego lo empujaron a quitarse la vida porque él solo podía verse como presidente y nunca como alguien enmarrocado caído en desgracia. Sucedido el hecho, esta es sin duda una de las razones que pueden explicar lo ocurrido, pero antes, eran características personales que apuntaban en sentido contario. ¿García imaginándose la vida y el mundo sin García? ¿García pensando en el Perú y en el Apra sin él mismo?  

 El suicidio de García fue sin duda un hecho totalmente inesperado.

 Al punto de que al comienzo se creyó que tal vez ni él mismo lo tenía pensado, y que fue una acción desesperada, producto de las circunstancias: el estado de soledad en que se encontraba y su débil salud mental, deteriorada por lo que estaba enfrentando. Esta puede ser la razón por la que en un comienzo primó en mucha gente, incluido sus adversarios, una actitud de desasosiego y hasta conmiseración.  

 Pero al descubrirse la carta que García le había dado a guardar tiempo atrás a  su secretario personal, y que una de sus hijas leyó en su velorio, todo cambió, y se supo que había sido una decisión premeditada, planificada (por eso tenía la pistola preparada, tal como se ve en el vídeo correspondiente) y con fines muy concretos.

 A través de ella quedó claro que García había decidido suicidarse en caso fueran a detenerlo:

 “Cumplido mi deber en la política y en las obras hechas en favor del pueblo, alcanzadas las metas que otros países o gobiernos no han logrado, no tengo por qué aceptar vejámenes. He visto a otros desfilar esposados, guardando su miserable existencia, pero Alan García no tiene por qué sufrir esas injusticias y circos.

Por eso, le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones. A mis compañeros, una señal de orgullo; y mi cadáver, como una muestra de mi desprecio hacia mis adversarios, porque ya cumplí la misión que me impuse.

Que Dios, al que voy con dignidad, proteja a los de buen corazón y a los más humildes”. (Resaltado nuestro)

 Se puede discutir si su estado mental contribuyó o no a que tomara la decisión,  pero es un dato objetivo que fue – como se ha dicho - una decisión adoptada y preparada con anticipación, con el fin de de evitar ser detenido y enfrentar lo que se le venía después. Lo más probable es que de la detención preliminar pasaría a una  prisión preventiva, y en ese estado enfrentaría  un proceso en el que podía ser condenado.

Ello implica que su posible detención estaba en sus cálculos, hipótesis que debe haber aumentado a partir de las delaciones de algunos funcionarios de Odebrecht sobre su sus amigos y funcionarios de su gobierno, tipo Atala y Nava.

 ¿Qué otros cálculos lo llevarían a la terrible decisión de suicidarse? Indudablemente son especulaciones, pero no  se puede negar que por lo menos tuvo el tiempo necesario para pensar en todo lo que podría ocasionar una decisión tan grave e inesperada.

Lo traumático que es en sí mismo un suicidio, y  más si se trata de una persona que ha sido dos veces presidente de un país, puede haberlo llevado a considerar que su decisión generaría todo un debate sobre si  se trataba de un hecho de coraje – de “dignidad”, como él lo llama en su carta- o de cobardía, y que, por lo menos al comienzo, lo podría convertir hasta en víctima.

 Lo haya pensado o no García, sus partidarios manipularon su suicidio en esa dirección, de una manera perversa y nauseabunda. No tuvieron limites en la utilización del féretro y de la familia, ayudados por la gran mayoría de medios de comunicación. En la redes el debate fue más democrático, aunque sin duda hubo como siempre excesos imperdonables.

¿No estando él acá, cual sería la actitud asumida por sus íntimos amigos Nava y Atala, y los hijos de ambos, también comprometidos con las investigaciones? ¿Y qué diría también su amigo Barata, a punto de declarar? ¿Se sentirían inhibidos o liberados? En cualquier caso, sus partidarios podrían decir – tal como lo han hecho – que si se atreven a acusar a García, es porque él ya está muerto y no se puede defender.

 No habiendo llegado a ser acusado formalmente y menos condenado, era lógico suponer que, finalmente, se instalaría la duda  sobre su culpabilidad, y en caso de duda se favorece al reo, más si está muerto.

 La desaprobación de García venía siendo enorme, tal como se vio en las últimas elecciones y se expresaba mes a mes en las encuestas, pero ¿ qué efectos tendría una muerte causada por sus propias manos, en circunstancias como las descritas?  

 Como se suele decir, de víctima a héroe puede haber un paso. Y de hecho eso es lo que han tratado de hacer sus partidarios desde el primer instante en que supieron que su líder había logrado su cometido de matarse , y de una de manera burda, también ayudados por muchos medios de comunicación. De pronto apareció una imagen de García totalmente idealizada, despareciendo todos sus fracasos como gobernante, actos de corrupción, violaciones de derechos humanos, mentiras, etc.  

 Hay hasta quienes han planteado que guardar respeto por lo ocurrido con alguien que antes que un político es ante todo un   ser humano, significa no hurgar más en su pasado, en lo que hizo políticamente, y menos en las acusaciones que hay contra él en relación a lo de Odebrecht

 Sin embargo, las autoridades han dejado claro que si bien no puede prosperar una acción penal contra una persona que ha muerto, sí continúan las investigaciones sobre sus acciones, en la medida que son hechos y que se vinculan a otras personas. Es por eso que en los interrogatorios  póstumos a Barata han  habido preguntas sobre situaciones  relacionadas con García, y las respuestas han complicado aún más las responsabilidades del ex presidente, lo que tal vez pudo haber estado en los cálculos que llevó al expresidente a quitarse la vida.

 

Así como la causa principal del suicidio de Alan García ha quedado clara – evitar la justicia- sus efectos y consecuencias futuros – hayan sido o no parte de los cálculos de García - son  inciertos,  y depende de diversas batallas que se vienen dando a nivel legal, político e histórico.

Otro punto de discusión es qué pasaría con las cuentas y propiedades que pudieran descubrirse como parte de un patrimonio de García obtenido ilícitamente. Acá también han habido personas que rápidamente han salido a decir que muerto él  sin haber sido objeto de alguna condena, todo su patrimonio es intocable. Sin embargo, las autoridades han señalado que esto es inexacto por la aplicación de normas vinculadas a la pérdida de dominio.

 El suicidio de García para evitar ser detenido a partir de una orden judicial solicitada por un fiscal, es decir, legal, aunque parezca mentira, también ha tenido efectos contrarios a los esfuerzos que un reducido grupo de jueces y fiscales vienen realizando para investigar y sancionar los casos relacionados a Lava Jato, un fenómeno de corrupción sin precedentes en el Perú y en la Región.

 Casi al día siguiente de los hechos, el órgano de control disciplinario del Ministerio Público abrió un proceso de investigación contra el fiscal a cargo de la detención de García, perteneciente al Equipo Especial Lava Jato, lo cual motivo – con razón – la protesta publica del coordinador de este equipo.

 Posteriormente, los integrantes de la Policía Nacional  que participaron del operativo fueron llamados al Congreso para que aclaren los hechos, y durante la sesión correspondiente, varios congresistas- especialmente apristas y fujimoristas, concretamente Del Castillo, Tubino y Salgado- les faltaron el respeto, tratándolos como si ellos fueran responsables de la decisión que García  había tomado con antelación, lo cual  ha provocado diversos pronunciamientos en contra, entre ellos los del Presidente de la República y el ministro del Interior.

 Otra consecuencia paradójica que se relaciona, en parte, con la orden de detención contra Alan García, es la intensa campaña que se ha desatado acerca de un supuesto abuso que hay en la utilización de la detención preliminar y prisión preventiva . En esa dirección se han pronunciado el presidente de la Republica, el Presidente del TC, el Defensor del Pueblo y varios congresistas, en un claro acto de injerencia contra decisiones tomadas recientemente por fiscales y jueces,  en relación a los caso sobre Lava Jato, como la detención preventiva que se decretó en el caso del expresidente PPK, que luego derivó en arresto domiciliario a consecuencia de su estado de salud.

 Se ha llegado a plantear la preparación de un proyecto de ley  para limitar las posibilidades de otorgar esa medida y para sancionar a los operadores judiciales que incurran en abusos, lo cual generó que la Corte Suprema haya propuesto la realización de un pleno casatorio, próximo a realizarse.

 Al respecto hay que considerar que en el Perú durante la última década los presos sin condena generalmente han superado el 50 % de la población penitenciaria (hoy son cerca del 40%, unos 39,000 internos), y nunca ninguna autoridad se ha preocupado de esta situación, denunciada muchas veces por organismos de derechos humanos.

 Por lo demás, no se puede dejar de considerar que los casos que hoy motivan dicha preocupación – las prisiones en el marco de las investigaciones Lava Jato- son casos mucho más complejos, por ser cometidos por organizaciones a la que pertenecen personas con mucho poder político, económico, judicial, mediático y legal, que operan de manera globalizada, por lo que el peligro de fuga y de obstaculización ( requisito esencial de la las priones preliminares y preventivas ) se sofistica y multiplica.

 Así como la causa principal del suicidio de Alan García ha quedado clara – evitar la justicia- sus efectos y consecuencias futuros – hayan sido o no parte de los cálculos de García - son  inciertos,  y depende de diversas batallas que se vienen dando a nivel legal, político e histórico.

 

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