Gonzalo Portocarrero nos ha dejado y esa ausencia deja un vacío que se siente muy hondo. Era un intelectual honesto y riguroso, preocupado permanentemente por pensar y comprender el Perú en condiciones de libertad y creatividad. Siempre dispuesto a empezar de nuevo, Portocarrero estaba convencido de que los más acuciantes problemas de la vida en común requerían el trabajo articulado de diversas disciplinas, él se propuso ir más allá de la matriz epistémica de su disciplina –era sociólogo de formación– para entablar un fructífero diálogo con las Humanidades y las artes con el fin de examinar fenómenos tan complejos como la idea de cultura, el integrismo, el mal, la etnicidad o la consistencia de nuestras visiones del mundo.